sábado, 4 de mayo de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 6,16-21

Evangelio según San Juan 6,16-21.
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar
y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
El les dijo: "Soy yo, no teman".
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.

RESONAR DE LA PALABRA

Apreciados hermanos y hermanas:

La comunidad del resucitado movida por el Espíritu se encuentra en constante actividad evangelizadora pero necesitan discernir y priorizar. La labor hacia los empobrecidos demanda la creación de nuevos ministerios y servicios que no admiten demora.

Así nos ha tenido el papa Francisco, en constante discernimiento, buscando orientar el papel de la Iglesia en el mundo de hoy: mayor protagonismo de los laicos; el cuidado de la creación; la misión de la familia; la alegría de ser cristiano; vocaciones y juventud; y otros temas, que le han pedido sean abordados, como el delicado tema del abuso a menores o el polémico tema del diaconado femenino. No es posible que la Iglesia permanezca inerte, sin revisarse a sí misma. Durante muchos años la ha acompañado una especie de orgullo e hipocresía institucional que le ha hecho perder la capacidad de transmitir la alegría del Evangelio.

Necesitamos, con buenas dosis de humildad, reconocer los errores cometidos y poder así enmendarlos. Toca dedicar tiempo y recursos (ante todo, recurso humano) para dar respuesta a los grandes desafíos de una Iglesia llamada a «ser luz y fermento».

Jesús dice a los discípulos que bregaban en el lago encrespado: «no tengan miedo», llamándoles a esa fe que les permita avanzar y no retroceder. Con esta convicción necesitamos seguir abriendo las puertas y ventanas de esta nuestra «Iglesia Misionera» para, posibilitar sin temor, la renovación de sus estructuras.

Discípulos y discípulas del Reino, proclamado por Jesús, avanzamos venciendo las tentaciones del conformismo y del acomodamiento, luchando contra «la mundanidad espiritual» que no permite vivir con mayor radicalidad evangélica: «Esta mundanidad asfixiante se sana tomándole el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios. ¡No nos dejemos robar el Evangelio! (EG 97). 

Pide en tu oración personal por la Iglesia y su constante renovación. 

Fredy Cabrera
Misionero Claretiano
fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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