martes, 28 de mayo de 2019

Meditación: Salmo 138 (137), 1-3. 7-8

Después de azotarlos mucho,
los metieron en la cárcel.
Hechos 16, 22

¿Qué harías tú, querido lector, si te tomaran preso, te azotaran y te metieran en la cárcel solo por creer en Cristo? Esto les pasó a Pablo y Silas, pero a pesar de lo terrible que era eso, ¡se pusieron a orar con alegría y cantar alabanzas al Señor! ¿Por qué pudieron reaccionar de esta forma? Porque llevaban en su corazón la fuerza del Espíritu Santo.

¿Cuál fue el resultado de la oración de estos apóstoles? El carcelero y toda su familia se arrepintieron de sus pecados, se convirtieron y aceptaron a Jesús como Señor y Salvador. Si contamos a sus hijos, padres y otros parientes, e incluso sus sirvientes, es posible que ese día se hayan agregado unas 20 personas al Reino de Dios. Todos ellos experimentaron la conversión porque Pablo y Silas se preocuparon más de la propagación de la Palabra de Dios que de lo que les sucedía a ellos en esos momentos.

El carcelero, al ver los efectos de la oración de los discípulos, reconoció que allí estaba la verdad. El terremoto y el hecho de que las puertas de la cárcel se abrieran milagrosamente fueron para él una demostración innegable del poder de Dios. En efecto, si el Señor es un Dios tan poderoso que contesta las oraciones de una manera tan extraordinaria y maravillosa, no hay duda de que hay que ponerle atención, porque tendremos que responderle a él de nuestros actos. ¡Que magnífica iluminación espiritual debe haber recibido el carcelero! Al instante supo que necesitaba la salvación y tuvo la humildad suficiente para pedirle ayuda a aquel que tenía preso: San Pablo (v. Hechos 2, 37).

Hermano, hazte hoy unas preguntas. Primero: ¿He experimentado yo una conversión como la del carcelero? ¿Le he entregado mi vida a Cristo y le he pedido que perdone mis pecados y sea mi Señor? Si no puedes contestar estas preguntas en forma clara y afirmativa, pídele a Dios la gracia de una conversión más profunda. Segundo: ¿Me gustaría tener el gozo de llevar a otras personas a Cristo? Si respondes que “sí”, dedícate a orar y leer la Escritura todos los días, para que la Palabra de Dios resplandezca con mayor brillo en tu corazón. Así podrás ser un buen testigo e instrumento del Señor.
“Padre eterno, que eres generoso y compasivo con todos tus hijos, ayúdame a llevar a otras personas a la conversión. Ven, Espíritu Santo, y derrama tu poder sobre todos los creyentes.”
Juan 16, 5-11
Hechos 16, 22-34

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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