domingo, 12 de mayo de 2019

Meditación: Juan 10, 27-30

Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.
Juan 10, 27

Hoy se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, particularmente las vocaciones consagradas.

La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones nos anuncia nuevamente que los fieles no vivimos a la deriva en el mar de la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos que se suceden “al azar”, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación particular y divina.

Esta es la razón por la cual el Señor nos sale al encuentro, para guiarnos por los caminos a veces tortuosos, disparejos y polvorientos de la vida humana y, sabiendo que deseamos ser amados y felices, nos llama a la alegría en su compañía. Ya sea en el matrimonio o en la vida religiosa, como los obispos, sacerdotes, diáconos y solteros consagrados, el Señor quiere que seamos “otros Cristos” para quienes no lo conocen y lo necesitan tanto.

Sobre esto, el Papa Francisco dijo en 2017 a los miembros del clero de Birmania que: “Un buen pastor está constantemente presente ante su grey, conduciéndola mientras camina junto a ella. Como me gusta decir, el pastor debería oler a oveja.”

También, en su mensaje con motivo de esta jornada en 2018, el Sumo Pontífice señala que: “En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad.

“Estos tres aspectos —escucha, discernimiento y vida— encuadran también el comienzo de la misión de Jesús, quien, después de los días de oración y de lucha en el desierto, va a la sinagoga de Nazaret y allí se pone a la escucha de la palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla hoy.”
“Señor mío, Jesucristo, concédeme tu gracia, te lo ruego, para fructificar en mi vida según la vocación que tú nos has dado a mí y a mis seres queridos.”
Hechos 13, 14. 43-52
Salmo 100 (99), 1-3. 5
Apocalipsis 7, 8. 14-17

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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