miércoles, 29 de mayo de 2019

Meditación: Juan 16, 12-15

Cuando venga el Espíritu de la verdad,
él los irá guiando hasta la verdad plena. (Juan 16, 13)

Estas palabras son tan conocidas que a veces nos cuesta entender el profundo mensaje que comunican. Jesús decía que el Espíritu nos enseñaría toda la verdad; que tomaría la verdad que él enseñaba y nos la haría saber. Esto es lo que Dios más quiere de nosotros: que lo conozcamos, experimentemos su amor y su paz y recibamos la plenitud de la verdad divina.

El Espíritu de Dios nos revela a Cristo, el camino, la verdad y la vida, para que sigamos sus pasos. Muchas veces tenemos preocupaciones, dificultades en la familia, el trabajo o la escuela; enfermedades y relaciones problemáticas con amigos o parientes, y queremos que Dios nos dé respuestas y soluciones específicas. Lo que el Espíritu quiere hacer es revelarnos a Jesús, para que en él encontremos el apoyo, la guía y las respuestas que buscamos.

Mucho es lo que podemos aprender acerca de Dios, pero solo por el Espíritu Santo somos capaces de conocer personalmente a Cristo, y recibir su vida y su verdad en el corazón. El Espíritu nos da la revelación, no solo a nivel intelectual, sino en lo más íntimo de nuestro ser. Porque si pudiéramos conocer a Dios solo con la inteligencia humana, ¿para qué necesitaríamos que el Espíritu nos condujera a la verdad divina?

Dios desea comunicarnos sus verdades mediante la revelación espiritual. Ya nos ha enseñado mucho en la Escritura, tanto que nos extrañamos de que aparentemente esa verdad dé tan pocos frutos de santidad y fidelidad. Una de las razones de esto es que por lo general no buscamos la sabiduría del cielo ni esperamos que Dios nos enseñe.

Un grave peligro actual es que no dedicamos tiempo para hacer oración ni para estudiar la Sagrada Escritura, y no esperamos que el Espíritu Santo nos instruya. Es demasiado lo que nos fiamos de nuestros propios razonamientos, o de los criterios de la sociedad en la que vivimos, que de hecho están oscurecidos y retorcidos por el pecado, y rechazamos la Palabra de Dios cuando ésta no coincide con lo que nos dicta el mundo. Esto es algo que debemos cambiar lo más pronto posible, a fin de que el Espíritu Santo pueda actuar libremente en nuestro corazón.
“Espíritu Santo, revélanos a Jesús, y enséñanos las verdades de Dios. Concédenos la paz y la constancia necesarias para meditar en tu palabra.”
Hechos 17 15-16. 22—18, 1
Salmo 148, 1-2. 11-14

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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