sábado, 25 de mayo de 2019

Meditación: Juan 15, 18-21

El mundo los odia porque [ustedes] no son del mundo.
Juan 15, 19

A nadie le gusta que le digan que es odiado; sin embargo, sabemos que, para los cristianos en muchas partes del mundo y a veces en nuestros propios países, esta es una cruda realidad. Ahora más que nunca, los cristianos son víctimas de odio y persecución violenta.

Las razones de este odio son contrarias a la lógica. ¿Por qué hay gente que odia a quienes quieren darles a conocer un Dios que es todo amor, perdón y misericordia? En algunos casos, es porque los que nos decimos cristianos no siempre actuamos como tales, y la gente está siempre muy atenta a ver si hacemos lo que decimos.

En otros casos, los que afirman odiar a los cristianos pueden estar, en realidad, buscando respuestas a las incógnitas de su propia vida. Como dice el refrán “los heridos hieren a otros.” Quizás han estado privados de amor o han sido víctimas de abuso o tratos injustos por mucho tiempo. Pero si estas personas supieran que Dios es en realidad un Padre maravilloso y todo amor, quizás podrían abrir el corazón y ser transformados en personas renovadas, alegres y amables. Y aquí es donde entramos nosotros. Jesús nos mandó amar a nuestros enemigos y orar por ellos (v. Mateo 5, 44) y esto lo podemos hacer mucho mejor si no consideramos que los demás son enemigos, aunque así sea como ellos nos vean a nosotros.

¿Cómo sería tu vida si tú nunca hubieras recibido el perdón de Dios en la Confesión o si solo hubieras oído alguna vez de Cristo, pero nunca hubieras experimentado su amor? Aquellos que nos odian también son hermanos nuestros; solo que ellos no le han abierto la puerta a Jesús.

¿Cómo reaccionas tú cuando alguien te critica por ser católico? Es fácil quejarse, y condenar resulta casi natural, pero tú no tienes que sentir amor para rezar por esa persona. A veces basta con sonreír cuando tienes ganas de responder con aspereza. El mejor modo de reaccionar cuando alguien expresa odio, desconfianza o animosidad contra el cristianismo es mostrarle exactamente lo opuesto.
“Señor, bendice a aquellos que odian y persiguen a mis hermanos en la fe y ¡envíales tu Espíritu para que encuentren lo que realmente buscan: tu misericordia!”
Hechos 16, 1-10
Salmo 100 (99), 1-3. 5
fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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