viernes, 21 de junio de 2019

Meditación: Mateo 6, 19-23

Tus ojos son la luz de tu cuerpo. (Mateo 6, 22)

¿Te ha sucedido alguna vez que ves un comercial de helados y piensas: “¡Podría ir por un helado ahora mismo!”? Sin embargo, si eres una persona con auto control podrías pensar “Bueno, en realidad, esa no es una buena idea.” Pero también podrías encontrarte acercándote a la sección de productos congelados del supermercado la próxima vez que vayas de compras. Recordaste aquella pequeña inspiración, se quedó en tus pensamientos, se convirtió en una especie de antojo y luego te llevó a actuar: ¡Compraste el helado!

Esto es de lo que Jesús nos habla en el Evangelio de hoy. Lo que captamos con los ojos despierta el interés del corazón y determina lo que hacemos.

Piensa por un minuto en cuántas imágenes ves durante el día: televisión, revistas, pancartas publicitarias, páginas de Internet y redes sociales. Mientras muchas de estas imágenes son agardables o inofensivas, otras son realmente ofensivas. Si un anuncio de 15 segundos puede generarte el deseo del helado, ¿cuánto más puede influir en el pensamiento una película entera con escenas extremadamente violentas o situaciones impuras?

Pero no tenemos que dejar que estas imágenes invadan nuestra mente, y podemos hacerlo aprendiendo a cuidarnos de lo que podemos ver y lo que nos conviene evitar. En los casos en los que ver tales cosas es simplemente inevitable, podemos aprender a bloquear las imágenes antes de que se asienten en nuestros procesos de razonamiento.

Podrías sorprenderte de como simplemente estar consciente de cuáles imágenes son buenas o inofensivas y las que no deseas ver te infundirá mayor paz en tu vida y un sentido de tranquilidad en el corazón.

Te propongo que hoy medites en las imágenes que ves en un día cualquiera. Luego, solo por diversión, toma una hoja de papel y un marcador rojo y otro verde. Durante toda la mañana, pon atención a lo que estás viendo. Si ves una imagen que deberías bloquear, haz una marca roja. Si ves una imagen buena o positiva, haz una marca verde. Luego, durante el almuerzo, saca la cuenta. ¿Hay demasiadas marcas rojas? ¿Qué puedes hacer al respecto? ¿Cómo puedes lograr la pureza de tu vista? El secreto es fijar los ojos en Jesús constantemente.
“Señor, ayúdame a proteger mis ojos y volverme a ti de todo corazón.”
2 Corintios 11, 18. 21-30
Salmo 34 (33), 2-7

fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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