martes, 11 de junio de 2019

Meditación: Mateo 5, 13-16















Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres. Mateo 5, 16
A todos nos encanta ver un hermoso arcoíris después de una tormenta. La ciencia dice que no es más que la luz del sol que se separa en un espectro de colores al pasar a través de las partículas de agua suspendidas en la atmósfera después de la lluvia.

El Evangelio de hoy nos habla de la luz de Jesús que debe brillar “delante de los hombres” de forma que glorifique a su Padre celestial (Mateo 5, 16). Piensa que la luz de Cristo es como la luz del sol y cuando esa luz nos invade, cada uno de nosotros puede irradiar un color distinto, y todos juntos como Iglesia, nos convertimos en un hermoso prisma que proyecta los colores del arcoíris.

Esta es una idea hermosa, pero muchos de nosotros pensamos que no tenemos nada que ofrecer ni luz alguna que brille en nuestro ser. Si eso es lo que sientes, podemos buscar un posible remedio.

Por ejemplo, conviene recordar quién eres tú en realidad en Cristo. Ya sea que estés sano o enfermo o te sientas con energía o agotado, que estés cerca de Dios o lejos de él, Jesús sigue estando presente en ti y contigo. De la misma manera que un padre ama a su hijo, Dios te ama simplemente porque eres su hijo, tal como eres. Él está contigo y nunca te abandonará.

¿Qué significa esto? Que en realidad tú eres una parte integrante de este hermoso arcoíris, por la sola presencia de Cristo en ti. Así que rechaza cualquier pensamiento que trate de convencerte de que tú no posees grandes dones, o de que la luz de Dios no brillará en ti hasta que seas perfecto. ¡Nadie es perfecto!

La escritora Caryll Houselander dijo una vez: “A veces nos parece que la vida no tiene sentido, que ir día tras día por años a la misma oficina, o escuela o fábrica no es nada más que un desperdicio y un fastidio. Pero bien podría ser que Dios nos ha enviado ahí porque sin nosotros Cristo no estaría en ese lugar. Si nuestra presencia en ese lugar permite que Cristo esté allí, habrá valido la pena.”

Hermano o hermana, tú eres parte del hermoso arcoíris de Dios. Esa es la verdad. Así que ve y deja que brillen en ti los colores del arcoíris, y así alumbrarás a los de tu casa con la multicolor y sanadora luz de Cristo, de manera que ellos también lleguen a conocer y amar al Señor.
“Amado Señor, permite que la luz de Cristo brille hoy en mí.”
Hechos 11, 21-26; 13, 1-3
Salmo 98 (97), 1-6

fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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