Evangelio según San Lucas 12,49-53
Jesús dijo a sus discípulos:"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Estar en llamas
San Antonio María Claret, fundador de la congregación de los Hijos Misioneros del Corazón Inmaculado (claretianos), dio una definición en la que quería que crecieran sus hijos espirituales. Comienza así: "Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y difunde sus llamas por donde quiera que vaya. Desea poderosamente y se esfuerza por todos los medios posibles en incendiar a todos con el amor de Dios....". Este es el tipo de fuego con el que Jesús desea encender el mundo. Y este fuego produce dos resultados: nos hace arder de amor a Dios y de caridad a nuestros semejantes. Este fuego sólo es posible cuando comprendemos "la anchura, la longitud, la altura y la profundidad" del amor que Cristo nos tiene, como recuerda Pablo a los efesios. Cuando esto ocurre, Dios se convierte en nuestra prioridad, por encima de todas las relaciones humanas. Esta comprensión y este fuego no son obra nuestra; es el don del Espíritu, por el que debemos rezar incesantemente.
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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