Evangelio según San Mateo 13,24-30
Jesús propuso a la gente otra parábola:"El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue.Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña.Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: 'Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?'.El les respondió: 'Esto lo ha hecho algún enemigo'. Los peones replicaron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?'.'No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero'".
Queridos amigos:
Hoy celebramos la fiesta de santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que nos ofrece un perfil muy completo de la vida cristiana: familia, peregrinación, enseñanza, consagración al Señor… En su matrimonio tuvo ocho hijos, a quienes educó piadosamente, y consiguió al mismo tiempo, con sus consejos y su ejemplo, que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma, tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de una orden religiosa, en Roma pasó finalmente de este mundo al cielo.
El evangelio que se nos propone este día, como todos los evangelios, nos sirve para todos: quienes viven su fe desde una familia, aportando desde su fe, en la sociedad, como cristianos en medio del mundo; y quienes vivimos desde una vocación de consagración especial, con el estilo de vida que llevó Jesús y sirviendo a la Iglesia y al mundo de múltiples maneras. Nos acerca a lo más central de nuestra fe: “permanecer en el Señor”.
Jesús nos lo explica con una imagen de la agricultura: una vid, imagen de cualquier árbol. En la medida que los sarmientos o ramas están unidos a la vid o al tronco, tienen vida y pueden dar fruto. Porque una rama arrancada del tronco se seca; pero si permanece unida, la vida de la planta corre por ella. Es, pues, una vida recibida, y con todo, es la misma vida y con la misma fuerza. Lo mismo pasa con los frutos: solo cuando está unida al tronco la rama puede dar frutos.
Esa es la vida cristiana: por el bautismo, fuimos injertados al tronco de la vida de Cristo y de su Iglesia, y a través de ella -de las personas, de los sacramentos, de la catequesis, de los testimonios…- recibimos la vida de Dios y podemos dar fruto.
Hoy puede ser un buen día para agradecer la vida de Dios en nosotros; reconocer cómo esa vida se va abriendo camino, a veces en medio de las dificultades; apreciar la vocación concreta que vamos viviendo o, los más jóvenes, buscando: desde la familia, el trabajo o una consagración al Señor; y pedir que, con todo lo recibido y permaneciendo siempre en Dios, podamos llegar a dar el fruto que el Señor espera de nosotros.
Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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