Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1
Jesús dijo a sus apóstoles:"No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada.Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
Conflictos necesarios
Pedro Casaldàliga (1928-2020), último obispo de la prelatura territorial amazónica de São Félix do Araguaia, en el estado de Mato Grosso, en Brasil, creció en Cataluña, en España, durante los años de la revolución y la persecución religiosa de la década de 1930. Supo lo que significaba ser una Iglesia perseguida. Más tarde, como obispo que luchaba contra la mafia de la tierra y el gobierno militar para proteger los derechos de los indígenas, observó: "Comprendí mejor hasta qué punto el conflicto debe ser una parte esencial de la Iglesia y de la vida de Jesucristo". Una opción no negociable e incondicional por Cristo invitará a la persecución; a veces incluso desde el círculo más íntimo de familiares y amigos. A veces incluso desde dentro de ciertos sectores de la Iglesia. Pero cualquier compromiso para ganar al mundo tendrá como resultado la pérdida de Cristo. No hay peros en el seguimiento de Cristo. Debe ser Cristo, hasta el final.
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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