Evangelio según San Mateo 10,16-23
Jesús dijo a sus apóstoles:"Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas.Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos.Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento,porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes.El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir.Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre."
La toma de posesión
A menudo me ha maravillado la gracia con la que todos los mártires cristianos, sin excepción, se han acercado a su muerte; las poderosas palabras que pronuncian y que aturden incluso a sus adversarios.
Uno de los grupos de jóvenes mártires que más me gustan, mis hermanos mayores en la fe, son los 51 mártires claretianos del "seminario martirial" de Barbastro (España), casi todos ellos adolescentes o jóvenes adultos. Tuvieron la opción de optar por el martirio; pero no lo hicieron. Tenían la opción de odiar, pero no lo hicieron. ¡Y el tipo de palabras que pronunciaron en sus últimos momentos! Escribieron a la Congregación: "Todos morimos felices sin remordimientos ni recelos.
Todos morimos rogando a Dios que nuestra sangre no sea derramada en venganza". Es humanamente imposible hablar así. Eso da la verdad: en esos momentos, incluso para los más débiles, las palabras se darán. No seremos nosotros los que hablemos, sino el Espíritu de Cristo. No hay duda de ello.
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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