lunes, 29 de abril de 2019

Meditación: Hechos 4, 23-31

Ahora, Señor. . . concede a tus siervos anunciar tu palabra con toda valentía. (Hechos 4, 29)

De esta manera oraban los discípulos cuando eran arrestados y cuando los amenazaban con azotarlos y encarcelarlos por anunciar el nombre de Jesús. En lugar de acobardarse o buscar venganza, pedían valentía para seguir predicando. Y Dios respondía llenándolos más del Espíritu Santo y comunicándoles una audacia inquebrantable que jamás antes habían experimentado.

Los discípulos sabían que Dios quería derramar su Espíritu para establecer su Reino en la tierra; porque en realidad el Señor no se limita a perdonar las faltas de cada uno, sino que anhela liberar a todos de la esclavitud del pecado y del miedo a la muerte; quiere sanar a sus hijos en cuerpo y alma; desea que su justicia elimine toda opresión y que su paz acabe con todo tipo de esclavitud. Pero ante semejante persecución, los discípulos respondieron con una actitud de amor; amor no solo a Jesús, sino a todos los que todavía no habían escuchado el mensaje de las maravillas que el Señor quería hacer en ellos.

La persecución de los cristianos, en la antigüedad y en la vida actual, es motivo de temor para muchos, pero si confiamos en las palabras del Señor, sabemos que Dios protege a los suyos y, si nos toca ser mártires por la fe, el Señor cuidará de nuestros seres queridos que permanezcan en esta vida.

Esta es la extraordinaria hermosura y bendición del tiempo de Pascua. Jesús venció el pecado y la muerte para que los fieles tuviéramos parte en su propia vida; por eso, lo que nos corresponde hacer a nosotros como pueblo redimido es, no solamente adoptar su palabra como norma de vida, sino ayudar a construir el Reino de Dios en la tierra mediante la oración sincera, las obras de misericordia y la evangelización.

Los Padres del Concilio Vaticano II dijeron: “Numerosos mártires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad impregnando toda la vida… de los creyentes e impulsándolos a la justicia y el amor, sobre todo respecto del necesitado” (Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en el mundo actual, 21).
“Jesús, Señor nuestro, concédenos valentía para dar testimonio de que tú eres el Salvador del mundo y el que cura y venda las heridas de los corazones dolidos, que sanas a los enfermos y brindas justicia a los oprimidos.”
Salmo 2, 1-9
Juan 3, 1-8
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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