Evangelio según San Mateo 11,28-30
Jesús tomó la palabra y dijo:"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio.Porque mi yugo es suave y mi carga liviana."
El texto del evangelio de hoy es breve pero jugoso. Por si no teníamos bastante con el de ayer en el que se nos recordaba que Dios prefiere a la gente sencilla, hoy Jesús levanta la mano, abre las puertas de su corazón, para todos los que están cansados y agobiados, para todos los que sufren, para los que les ha tocado la peor suerte en esta vida.
Lo cierto es que si miramos a nuestro alrededor vemos mucho sufrimiento. Con tal de que queramos ver. Recuerdo una persona que me contó que él en toda su infancia y juventud nunca había visto la pobreza porque, a pesar de vivir en un país muy pobre, siempre que había salido de casa lo había hecho en el cochazo de su padre que tenía los cristales tintados. Por eso digo que hay que mirar con un poco de atención. Y bajar la ventanilla del coche para que nos dé el aire, para ver a las personas que nos rodean y sentir el mal olor –¿se han dado cuenta de que la pobreza también huele mal?– de la pobreza.
Hay muchos cansados y agobiados. Más de los que parece a simple vista. Todos llevamos nuestras miserias y nuestras heridas. Pasa que también todos, o casi todos, hemos aprendido a construirnos una coraza, una defensa, que nos cubre y que nos hace aparecer felices ante los demás. Pero la procesión va por dentro. Demasiadas veces.
Jesús tenía buenos ojos. Miraba también con el corazón. Y en nombre de Dios hizo de sí mismo un puerto de acogida para todos los que estaban “cansados y agobiados”.
Pero hay algo más en este evangelio. Los “cansados y agobiados” encontrarán descanso en su corazón. Por supuesto. Lo más a que me refiero es que estar con Jesús es fácil porque su yugo es llevadero y su carga ligera. Acercarse a Jesús no es como entrar en una secta, donde las normas son estrictas, donde hay tabúes, donde se multiplican las normas y las condiciones para salvarse. Acercarse a Jesús es entrar en el Reino del Padre, en una familia que se basa en el respeto, el amor y la justicia. Es una familia abierta, inclusiva, donde todos son bien recibidos, acogidos y amados en lo que son. Donde el amor fraterno no pone condiciones. Igual que el amor de Dios.
Fernando Torres cmf
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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