Evangelio según San Marcos 10,28-31
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".
Queridos amigos:
¿Habéis deseado alguna vez ser santos? ¡Hay que ver cómo va cambiando nuestra idea de santidad cuando nos dejamos educar por la Palabra de Dios! Cuando era niño pensaba que ser santo era ser perfecto, no tener ningún defecto. Ahora, esa idea de la santidad, aparte de irreal, me parece casi repugnante. Quien no tiene pecado no puede ser perdonado. Y a quien no se le perdona no aprende a amar. Por eso ahora me gusta la definición de santo que dio el teólogo Paul Tillich: "Santo es un ser humano de quien Dios tiene misericordia". La invitación a la santidad que se nos hace hoy en la carta de Pedro me parece que es una invitación a dejarnos curar por la misericordia de Dios. ¿Qué pasa, entonces, con nuestras conductas? No pasa nada. Siguen siendo algo incoherentes -lo serán siempre- pero bastante más humildes y agradecidas.
Sé por experiencia que resulta más fácil dejar "casa, hermanos y hermanas, o madre o padre" que dejar el control sobre nosotros mismos y las ataduras a una imagen redonda y perfecta. Desde aquí entiendo un poco más las palabras de Jesús que cierran el evangelio de hoy: "Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros".
"Señor, no dejes que por querer ser santo acabe siendo un monstruo de orgullo y narcisismo. Aúpa mi pobre humanidad sobre los hombros de tu perdón y transforma tú todo lo que hay en mí que no se parece a ti".
cr
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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