jueves, 9 de noviembre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 2,13-22

 

Evangelio según San Juan 2,13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén

y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas.

Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas

y dijo a los vendedores de palomas: "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio".

Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.

Entonces los judíos le preguntaron: "¿Qué signo nos das para obrar así?".

Jesús les respondió: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar".

Los judíos le dijeron: "Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?".

Pero él se refería al templo de su cuerpo.

Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.


RESONAR DE LA PALABRA

Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán

Desde el s.XII en este día se celebra la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, construida por el emperador Constantino. El nombre oficial es Archibasilica Sanctissimi Salvatoris, es la más antigua y la de rango más alto entre las cuatro basílicas mayores o papales de Roma, y tiene el título honorífico de «Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput» (madre y cabeza de todas las iglesias de la ciudad de Roma y de toda la tierra).

Toda la liturgia eucarística de hoy abunda en referencias al Templo, a la Jerusalén celestial, a la edificación de la Iglesia, a la Nueva Jerusalén. Somos piedras vivas de esta ciudad celestial. Cristo es la piedra angular y el Templo entero. Nosotros somos el Cuerpo de Cristo… El Cuerpo resucitado al tercer día… Para hablar de todo esto se multiplican las imágenes, las metáforas, la poesía necesaria para expresar lo inefable.

La existencia del que cree en Jesucristo es una vida real, tangible, empírica, traspasada por una vida aún más real pero invisible: es habitante, piedra, miembro de la Iglesia. Y es esa realidad invisible la que colorea y da sentido a lo que sí palpamos, disfrutamos o padecemos en esta tierra.

San John Henry Newman escribió: “no vemos nada de nuestro templo espiritual, pero es la condición requerida para que esté en todas partes. No estaría en todas partes si lo viéramos en alguna; no vemos nada, pero gozamos de todo. […] Es lo que hace decir a San Pablo: Os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a miríadas de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están inscritos en el cielo”.

Cada vez que nos reunimos en el nombre del Señor, podríamos recitar juntos o cada uno en su interior alguna de las antífonas de la liturgia de hoy. O la preciosa oración colecta: “Oh, Dios, que preparas una morada eterna a tu majestad con piedras vivas y elegidas, multiplica en tu Iglesia el espíritu de gracia que le has dado, de modo que tu pueblo fiel crezca siempre para la edificación de la Jerusalén del cielo,. Por nuestro Señor Jesucristo.

Virginia Fernández Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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