Evangelio según San Mateo 7,6.12-14
No den las cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos.Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí.Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran.
Queridos hermanos, paz y bien.
Sigue Abrán adelante, y sigue Dios afirmándole en sus promesas. Es un camino largo, pero que, parece, le mereció la pena. Es que, si te fías de Dios, hay que hacerlo bien, hasta el final. Aunque haya problemas. Al final, todo se arregla. A veces, no sabes cómo. Pero sucede.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos. Jesús nos avisa de algo que, parece, ya era un peligro en su tiempo. Es muy fácil descuidarse, o mejor, creer que vamos por el camino correcto. Nos convencemos con mucha facilidad de que “no pasa nada” si un viernes como carne, o si hace ya tres meses (o tres años) que no me confieso, o que reenviar un mensaje no muy agradable sobre un “amigo” es lo normal, todos lo hacen… Nos acostumbramos a no cumplir con cosas pequeñas y, al final, dejamos de cumplir con las grandes. Total, una más… Decía mi maestro de novicios que el primer pecado es el que más cuesta, los demás vienen solos. Algo de eso, me parece, hay.
¿Por qué no vemos la puerta de la Vida? ¿Por qué nos parece tan duro el camino de la Vida? Será que nos falta perspectiva. Quizá porque vivimos a corto plazo, tenemos muchas seguridades, y no le damos espacio a Dios en nuestras vidas. Abrán, en este sentido, puede ser para nosotros un ejemplo. En camino, en escucha, dispuesto a renunciar a lo suyo, buscando el acuerdo con Lot…
Dios ha hecho de todo para que entremos por la puerta de la Vida. Al final, hasta a su Hijo nos envió. Lo que hace falta es estar atento, aceptar su ayuda y llamar a esa puerta que, a diferencia de las nuestras, siempre se abre, para dejarnos pasar. Es verdad que no todos están dispuestos. A ti se te ha dado la posibilidad de ser feliz, yendo por el camino estrecho. Aunque cueste. ¿Qué vas a hacer?
Nuestro hermano en la fe, Alejandro C.M.F.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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