Evangelio según San Juan 14,6-14
Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta".Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Como dices: 'Muéstranos al Padre'?¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras.Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre."Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré."
Queridos amigos:
Hoy recordamos a dos apóstoles del grupo de los doce. La liturgia nos ofrece dos perfiles sucintos, pero atractivos. En la carta a los Corintios, Santiago aparece como testigo de la resurrección de Jesús, pero no en solitario, sino como eslabón de una larga cadena de testigos. En el evangelio de Juan, Felipe aparece como un buscador de Dios: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta".
Cada vez que la liturgia nos acerca a los discípulos de la primera hora experimento un poco de desconcierto. De ellos sabemos muy pocas cosas. Y, sin embargo, cada pequeña perla "escondida" en el evangelio basta para estimular una vida de seguimiento de Jesús. Si pienso en Santiago y en su encuentro con el Resucitado, no tengo más remedio que preguntarme: ¿Cómo "se me ha aparecido" a mí el Viviente? ¿Pertenezco al grupo de los testigos o me limito a engrosar el número de los admiradores? ¿A través de qué signos experimento que Jesús es el resucitado capaz de darme razones para vivir, trabajar, aguantar y esperar?
Cuando pienso en Felipe, pienso en mis deseos de conocer al Padre, de no andarme por los suburbios del misterio de Dios. Pongo nombre a todas mis búsquedas religiosas y también a todas mis incertidumbres. Y caigo en la cuenta -¡otra vez más!- que toda búsqueda naufraga si no soy capaz de reconocer que quien ve a Jesús ve al Padre. Recuerdo las palabras luminosas del hermano Roger de Tazé: "Tú que buscas a Dios, ¿lo sabes? Lo esencial es la acogida de su Cristo?".
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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