Evangelio según San Lucas 18,1-8
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres;y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres,pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
Sobre la oración
La oración es tan esencial como el aliento para el alma. Al reflexionar sobre el camino espiritual, la mística del siglo XIII Santa Ángela de Foligno subraya la necesidad de la oración sostenida:
"Nadie puede salvarse sin la luz divina. La luz divina nos hace comenzar y progresar, y nos lleva a la cumbre de la perfección. Por lo tanto, si quieres comenzar y recibir esta luz divina, reza. Si has comenzado a progresar, reza. Y si has llegado a la cima de la perfección, y quieres ser superiluminado para permanecer en ese estado, reza. Si quieres fe, reza. Si quieres esperanza, reza. Si quieres caridad, reza. Si quieres pobreza, reza. Si quieres obediencia, reza. Si quieres castidad, reza. Si quieres humildad, reza. Si quieres mansedumbre, reza. Si quieres fortaleza, reza. Si quieres cualquier virtud, reza".
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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