Evangelio según San Mateo 9,9-13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
La vida como vocación
La película My Sister's Keeper comienza con estas palabras (voz en off) de Anna, la protagonista: "La mayoría de los bebés son coincidencias [...], productos de noches de borrachera y falta de control de la natalidad. Son accidentes". ¿De verdad? Compara estas palabras con las de Yahvé: "Antes de formarte en el vientre te conocí, y antes de que nacieras te consagré" (Jer 1,5). El mundo moderno sufre la pérdida del sentido de la vocación y la percepción de la vida como un accidente sin sentido. Incluso dentro de la Iglesia, hemos circunscrito el sentido de la vocación a los sacerdotes y a los religiosos, y seguimos lamentándonos por la "falta de vocaciones". Cada ser humano en la tierra ha recibido una vocación y, en consecuencia, una misión que es únicamente suya, y que nadie más puede sustituir. En este día en que meditamos la llamada de Mateo, escuchemos la súplica de San Pablo (primera lectura): "¡Vive la vocación que has recibido!"
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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