viernes, 11 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 16,24-28

 

Evangelio según San Mateo 16,24-28
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino".


RESONAR DE LA PALABRA


Querida hermana, querido hermano:

La proclamación de la Palabra de hoy forma parte de esos temas del seguimiento de Cristo que presuponen una experiencia inicial de encuentro y seducción que haya atravesado las capas más profundas del corazón; de lo contrario, no se hace propia.

Solamente el que ama de veras no descarta del horizonte de su peregrinación la entrega, el sacrificio, la donación total.

Leemos y releemos desde ahí, el texto de hoy.

La exigente llamada de Jesús a correr su misma suerte, a negarnos a nosotros mismos, a cargar con la cruz no es una exhortación de corte ascético para combatir contra los deseos personales o para cargar con las dificultades de la vida.

No va en esa línea la llamada del Señor. Quien no haya descubierto ya que la vida, sin más, tiene también un “lado oscuro”, y que vivir es asumir también la contrariedad, la dificultad y la limitación es que no ha aterrizado aún en la densidad de lo real.

La apremiante llamada del Señor a cargar con la cruz no es una invitación a un ejercicio piadoso, sino a una opción serena y responsable en favor de aquellos a los que el sistema les impone la cruz de la intolerancia, la exclusion, la miseria y la muerte.

La exigencia de cargar con la cruz está en totsl consonancia con la trayectoria vital del Maestro, “que pasó haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él”.

Es el hilo de oro del tapiz de su mensaje y de su modo de ejercer el mesianismo: “he venido a servir y dar mi vida en rescate por todos, para que tengan vida y vida en abundancia”.

No temenos ninguna necesidad de inventemos más cruces para no aceptar la verdadera cruz del Maestro. Ahí nos jugamos la autenticidad de nuestra adhesion a Él y de la verdad de nuestra colaboración en su envío a proseguir su misión solidaria y redentora (“es el amor más grande” el de dar la vida).

Dame, Señor, conocer tu cruz; contemplar tu cruz; abrazar tu cruz.

Dame, Señor, negarme a mi mismo y cargar con la cruz de tu seguimiento.

Tu hermano.

Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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