Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos
y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.
El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.
Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."
¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?
Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños."
La supervivencia del más débil
La teoría darwiniana nos ha enseñado que la evolución fue posible gracias a la dinámica de la supervivencia del más fuerte. Los débiles, los enfermos y los pequeños de todas las especies quedaron colgados, mientras que la evolución favoreció a los fuertes, a los sanos, a los poderosos. Y, así, la evolución ha llegado al nivel de la especie humana, donde se ha producido un cambio cualitativo: en los humanos, la evolución ha tomado conciencia de sí misma. ¿Hay más evolución? Tiene que haberla. Sin embargo, todos los intentos de esta evolución consciente de favorecer a los fuertes, a los sanos y a los poderosos sólo nos han servido para evolucionar hacia atrás. Tal vez el siguiente nivel de evolución, que parece ser hacia una mayor espiritualización, debe abrazar lo contrario del principio de la supervivencia del más fuerte. Debe abrazar la supervivencia del más débil. La evolución espiritual sólo puede funcionar según la dinámica de la kenosis, que Cristo ha modelado para nosotros (cf. Fil. 2: 4-11) y nos enseña hoy con el ejemplo de un niño pequeño.
Paulson Veliyannoor, CMF
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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