lunes, 21 de diciembre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 1,46-56

 

Evangelio según San Lucas 1,46-56
María dijo entonces:

"Mi alma canta la grandeza del Señor,

y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:

¡su Nombre es santo!

Su misericordia se extiende de generación en generación

sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor,

acordándose de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

En el Evangelio de hoy, María se pone a cantar. Y su voz habla de ella a la vez que recoge la historia de su pueblo.

María comienza alegrándose porque Dios se ha fijado en su vida, por gracia. Y acercándose, ha hecho cosas grandes.

A continuación, recuerda el modo de hacer de Dios: poner abajo a los que están arriba y arriba a los que están abajo; dar al que no tiene y dejar sin nada al que cree tenerlo todo. Así es Dios, que pone el mundo al revés… o quizá al derecho, después de que nosotros lo hubiéramos puesto patas arriba.

Y termina agradeciendo la presencia de Dios en la historia: nunca ha dejado a su pueblo, a pesar de sus infidelidades. Es el Dios que cumple las promesas. Así termina este canto de María.

Y tú, ¿te gusta cantar? Más allá de tener mejores o peores cualidades musicales, hay un canto que, como el de María, brota del corazón. Y recoge lo que Dios va haciendo en la vida. Y lo que puede llegar a hacer. Cantar a la vida es reconocer que, en medio de la ambigüedad, de tantas sombras que nos acompañan cada día, Dios sigue siendo fiel, seguirá estando ahí, cumplirá sus promesas y sigue mirándonos con misericordia.
Que este final del Adviento reavive en nosotros la capacidad de cantar la vida que se nos va regalando. Vivir para cantar.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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