martes, 1 de diciembre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 15,29-37


Evangelio según San Mateo 15,29-37
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.

Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.

La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.

Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino".

Los discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?".

Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos pocos pescados".

El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;

después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Este adviento confinado que vivimos (en mayor o menor medida, en unos lugares u otros) nos impide organizar comidas y banquetes que siempre han sido tan habituales en estas fechas: cenas de trabajo, encuentros con amigos, comidas familiares… La pandemia nos obliga a repensar el modo de encontrarnos, de festejar, de querernos y recibir el cariño que todos necesitamos. La Palabra y la tradición bíblica tiene claro que de lo más parecido al Reino de Dios y al encuentro final con Él es un banquete. Y un banquete de ricos manjares significa muy poco si no hay gente con quien compartirlo. Por eso conmueve saber que el Señor en persona sigue preparando la mesa para nosotros. Sigue cuidando todos los detalles. Hace sitio para todos y rebosan nuestras copas, nuestros platos de plan multiplicado. ¡Nada nos faltará!

También imagino hoy a Jesús mirándonos con compasión “porque llevamos muchos meses sin comer, sin poder abrazarnos, sin bailar juntos, sin visitar a los abuelos con calma, sin organizar encuentros familiares, sin viajar para estar con amigos… Y Jesús no quiere despedirnos en ayunas, no sea que desfallezcamos por el camino”.

-¿Cuántos panes tenéis?, ¿qué tienes que pueda servir para hacer más llevadero este tiempo de dolor en toda la humanidad?, ¿qué puedes aportar para que los que además del covid soportan la pobreza, las muertes en cayucos del mediterráneo, las inundaciones criminales en Centroamérica,…? ¿Cuántos panes tenéis?, ¡compartirlo, inventad modos nuevos de sentiros acompañados y alimentados unos por otros!

Quizá así comeremos hasta saciarnos y sobrarán canastos llenos. Levantaremos la mirada y diremos como Isaías: “Esperábamos en Dios y nos ha salvado. Celebremos y gocemos con su salvación”.

Nuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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