domingo, 17 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,38-42

 

Evangelio según San Lucas 10,38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.

Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude".

Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas,

y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".


RESONAR DE LA PALABRA


SÓLO UNA COSA ES NECESARIA

La humanidad, ocupada en muchas cosas como Marta, pierde de vista a Jesús, incluso a su familia, carece de tiempo “…se convierten en adoradores de esa religión que es el estar atareado: pertenecen al grupo de los ocupados, que siempre están haciendo… pero detente, mira al Señor, toma el Evangelio, escucha la Palabra del Señor, abre tu corazón… “(Papa Francisco).

Dos hermanas: Marta y María. Yo creo que, espontáneamente, nos resulta más simpática Marta que María. Nos identificamos más fácilmente con ella: trabajadora, dispuesta, acogedora, pendiente de lo que hace falta para que el ilustre invitado esté a gusto. María, en cambio, nos parece que tiene mucha cara: Ahí sentada escuchando las superinteresantes conversaciones y anécdotas que Jesús estaría contando. Además, ve a su hermana ir y venir con la lengua fuera, y ella que no se menea. Hasta que llega un momento en que Marta se planta, y le echa un buen chorreo. Bueno, como no se atreve a decírselo directamente a ella, o quizá por darse un poco de importancia delante del Maestro, le pide a él que le diga algo: que la ayude un poco...

En nuestra sociedad y en nuestra Iglesia también, nos cuesta entender a María. Y así para no pocos resulta incomprensible ese grupo de religiosos/as recogidos en sus Monasterios «contemplando», ¡con la de cosas que hay que hacer en el mundo! Se ponen fácilmente en el puesto de Marta, y les reprochan: ¿Qué hacéis ahí rezando todo el día, cuando es tan grande el trabajo misionero y de la caridad?

Lo cierto es que la contestación de Jesús nos deja un poco «chafados», porque en vez de darle la razón a la multiatareada Marta, defiende a María porque está haciendo lo mejor que se puede hacer. Y nos cuesta entenderlo porque no sabemos qué es eso de que «sólo una cosa es necesaria» y que «María ha escogido la mejor parte». LA MEJOR PARTE.

Por eso no nos viene nada mal que Jesús nos diga a cada uno palabras así...

- MARTA, MARTA, ANDAS INQUIETA Y NERVIOSA CON TANTAS COSAS...

¿Te das cuenta de que andas siempre con prisa, atareada con tantas cosas, nerviosa. Tu frase favorita es “tengo que”: tengo que ir a, tengo que estar en, tengo que comprar, tengo que arreglar, tengo que reunirme con... Con una cosa entre las manos y mil en la cabeza: el trabajo, la casa, los amigos, los compromisos... y con tantos nervios no eres capaz de disfrutar de la vida ni vivirla con sentido. Agobio, agotamiento, vacío y stress, y tendencia a emprenderla con los que están alrededor: la hermana, la vecina, el invitado y el lucero del alba...

- Mira Marta: SÓLO UNA COSA ES NECESARIA.

¿A que no estás de acuerdo con el Señor? ¿A que te gustaría contestarle que de “una sola” nada? Hay siempre tantas cosas importantes que hacer. Hay que multiplicarse para dar abasto a todo. Y a veces ni aún así. Y pensamos por dentro: «si no lo hago yo, ¿quién lo va hacer?».

- María en cambio, sabe sentarse a disfrutar de la compañía. No es que sea una vaga, o que prefiera no dar ni golpe. Ante la ocasión que se le ha presentado de sentarse a escuchar un rato al Maestro, sabe que todas las demás cosas pueden esperar. Luego las realizará con más ilusión, con más interés, con sentido y con mucha más paz. ¿No os habéis dado cuenta de que hemos perdido el silencio y la tranquilidad? Quizá por eso tienen tanto éxito los cursos de relajación, de concentración, de silencio, y toda esa espiritualidad que nos viene de Oriente que busca encontrar el equilibrio interior... y ese palabro: «mindfullness» tan de moda: atención plena, hacer una sola cosa cada vez.

- «Marta» a veces se sienta, aunque sea un rato, a los pies del televisor, para olvidar las preocupaciones y ¿descansar?, pero sin prestar atención a los que están sentados en el sillón de al lado.
Esa Marta que todos llevamos dentro necesita urgentemente sentarse a escuchar en silencio a cada miembro de la familia, a cada amigo, a cada persona que pasa. Marta tiene que aprender a contemplar con calma la naturaleza, mirar por la noche las estrellas como hacía Abraham, escuchar las conversaciones de las olas, sentir el canto de los pájaros y el quejido de la tierra seca. María sabía que un tiempo de silencio, de escuchar al Maestro, de dialogar a solas con él, a sus pies, de dejar que resuene su Palabra... es el mejor remedio para no andar inquieta y nerviosa, irritable e inaguantable.

Marta debiera sentarse, como Abraham junto a la encina de Mambré, aunque quizás mejor que a la puerta de la tienda, a la puerta del corazón para ver pasar a los hombres, y reconocer en ellos a Dios; para recibirlos con calma e invitarles a entrar en casa, acogerles, prestarles atención y ayuda, y ofrecerles lo mejor de su despensa. Ya llegará el momento de volverse «buen samaritano». Pero con profundidad, con sentido, con calma y paz. Es mejor hacer menos cosas y hacer mejor cada cosa. Y además: ¿de verdad son todas tan importantes como decimos?

Nuestra Marta, tendría que buscarse a diario algunos ratos para sentarse a escuchar su corazón y preguntarle: «¿eh, qué tal por ahí, cómo te sientes, de qué estás lleno o vacío?». Marta tiene a menudo el corazón tan descuidado, que no es extraño que se le vayan atascando las arterias y venas... y un día le dé un «patatús».

¡Qué bien si fuera capaz de ponerse en el pellejo de María y se dejara sorprender por palabras como las de San Pablo en la segunda lectura de hoy: Que Jesús es para ti la ESPERANZA DE LA GLORIA, la garantía del encuentro con Dios, la seguridad de que puedes llegar a ser pleno y feliz a pesar de todos los sufrimientos y dificultades de la vida.

Las lecturas de hoy te invitan a que recibas al Señor en tu casa, que te sientes a escucharlo con calma... sin olvidar que tiene la extraña costumbre de presentarse disfrazado de peregrino, de viajero, de amigo, de necesitado, de agobiado por los calores de la vida... (que te lo explique Abraham).

Aparta un poco a esa Marta loca con tantas cosas que hacer, y elige la parte mejor, la que llena el corazón, la que te puede de verdad hacer feliz.
Confieso que todo esto me lo llevo diciendo a mí mismo mucho tiempo. Pero no sé qué me pasa que no termino de ponerme.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 16 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 12,14-21

 


Evangelio según San Mateo 12,14-21
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él.

Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos.

Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer,

para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías:

Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones.

No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas.

No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia;

y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.


RESONAR DE LA PALABRA

Prudencia pastoral

Jesús no fue un cobarde al retirarse del pueblo donde sus enemigos tramaban contra él. Siendo un lector de corazones, sabía lo que tramaban; pero también sabía que aún no era "la hora" del enfrentamiento o de la Pasión. Cuando llegara la "hora señalada", iría directamente a Jerusalén, pero no ahora. Así que dejó el pueblo, pero siguió haciendo sin miedo lo que siempre había hecho: llevar curación y alegría a la vida de la gente. Mateo nos dice específicamente que Jesús curaba a todos los que venían a él. No discriminaba ni miraba las posibilidades de los que acudían a él. Su servicio era para todos. En medio del sufrimiento y la oposición, los cristianos deberían animarse con este ejemplo: No tenemos que añadir fuego a todo antagonismo; pero tampoco debemos dejar de cumplir la misión que Dios nos ha encomendado de edificar la vida de la gente. Lo que necesitamos es prudencia pastoral.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 13 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 11,25-27

 

Evangelio según San Mateo 11,25-27
Jesús dijo:

"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.

Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."


RESONAR DE LA PALABRA


Testigo de los pequeños

Uno de los diversos acontecimientos que llevaron a la intelectualmente dotada Edith Stein a convertirse a la fe católica fue ser testigo de cómo una mujer sencilla y corriente entraba en una iglesia para rezar. En palabras de la propia Edith:

"Nos detuvimos en la catedral durante unos minutos; y, mientras mirábamos a nuestro alrededor en respetuoso silencio, una mujer que llevaba una cesta de mercado entró y se arrodilló en uno de los bancos para rezar brevemente. Esto era algo totalmente nuevo para mí: .... Había alguien que interrumpía sus compras cotidianas para entrar en esta iglesia, aunque no hubiera ninguna otra persona en ella, como si estuviera aquí para mantener una conversación íntima. Nunca podré olvidarlo".

Edith nunca lo olvidó. Ese pequeño ejemplo dado sin darse cuenta por aquella sencilla mujer llevó a la conversión de Edith y nos dio la mártir y santa, Teresa Benedicta de la Cruz.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 12 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 11,20-24

 


Evangelio según San Mateo 11,20-24
Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.

"¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza.

Yo les aseguro que, en el día del Juicio, Tiro y Sidón serán tratadas menos rigurosamente que ustedes.

Y tú, Cafarnaún, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. Porque si los milagros realizados en ti se hubieran hecho en Sodoma, esa ciudad aún existiría.

Yo les aseguro que, en el día del Juicio, la tierra de Sodoma será tratada menos rigurosamente que tú".


RESONAR DE LA PALABRA

Fracasos en el ministerio

Últimamente, es triste escuchar historias de suicidios de sacerdotes. Se señalan varios factores causales. El escándalo de los abusos sexuales ha hecho mella en el corazón de muchos sacerdotes honrados, que se ven a sí mismos con desconfianza debido a los fallos de algunos sacerdotes. Otra razón es el creciente secularismo en el mundo, especialmente en las naciones económicamente desarrolladas, donde los sacerdotes encuentran que su ministerio no tiene un impacto visible. Pero no deben desanimarse: ¿Tuvo Jesús éxito en su ministerio? El evangelio de hoy es la prueba de que incluso el propio Hijo de Dios no logró tocar los corazones de Corazín, Betsaida y Cafarnaúm. Incluso derramó lágrimas por Jerusalén (Lc. 19:41-44). Pero lo que debe inspirar a los sacerdotes y religiosos es que estos contratiempos no disuadieron a Cristo de la misión que le encomendó el Padre. Como nos ha recordado Santa Teresa de Calcuta, "no estamos llamados a tener éxito, sino a ser fieles". En el tiempo de Dios, el ministerio dará sus frutos.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 11 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1

 

Evangelio según San Mateo 10,34-42.11,1
Jesús dijo a sus apóstoles:

"No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada.

Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra;

y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.

El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.

Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa".

Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.


RESONAR DE LA PALABRA

Conflictos necesarios

Pedro Casaldàliga (1928-2020), último obispo de la prelatura territorial amazónica de São Félix do Araguaia, en el estado de Mato Grosso, en Brasil, creció en Cataluña, en España, durante los años de la revolución y la persecución religiosa de la década de 1930. Supo lo que significaba ser una Iglesia perseguida. Más tarde, como obispo que luchaba contra la mafia de la tierra y el gobierno militar para proteger los derechos de los indígenas, observó: "Comprendí mejor hasta qué punto el conflicto debe ser una parte esencial de la Iglesia y de la vida de Jesucristo". Una opción no negociable e incondicional por Cristo invitará a la persecución; a veces incluso desde el círculo más íntimo de familiares y amigos. A veces incluso desde dentro de ciertos sectores de la Iglesia. Pero cualquier compromiso para ganar al mundo tendrá como resultado la pérdida de Cristo. No hay peros en el seguimiento de Cristo. Debe ser Cristo, hasta el final.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 10 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,25-37


Evangelio según San Lucas 10,25-37
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".

El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".

"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.

Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.

También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.

Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.

Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.

Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.

¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".

"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".


RESONAR DE LA PALABRA


MIRAR, ACERCARSE Y CARGAR

La mirada compasiva

Jesús nos presenta en la parábola tres miradas diferentes en cada uno de los tres personajes que pasan por el camino. Dos de ellos parecen tener algún problema de visión, porque ambos «dan un rodeo». Ven y dan un rodeo. Están al tanto de lo que ocurre, y dan un rodeo. Tienen una mirada «calculadora», han visto por dónde no tienen que ir, y los dos «pasan de largo».

¿Y qué han visto aquellos dos para decidirse a dar el rodeo? Han visto que aquel que está en la cuneta les puede retrasar de sus obligaciones. Han visto que «vete a saber si realmente está herido, o es una trampa». Han visto que, según las leyes religiosas, si se manchan de sangre o tocan un cadáver, quedarían impuros, y tan satisfechos que vienen del Templo, de encontrarse allí con su "Dios santo»: es decir, que su culto, su oración ritualmente realizada, su experiencia de Dios... no le has dejado ver allí a un prójimo, incluso se lo han impedido, ha visto a alguien ante quien mejor dar un rodeo. Han visto que «ese» no era su problema.

Sólo la tercera mirada, la de un samaritano, mira al herido con compasión. Es lo primero. La compasión no brota de cumplir los ritos, mandamientos y leyes. La compasión no brota de hacer una reflexión o un análisis de la realidad. La compasión o misericordia se despierta en nosotros por medio de una mirada atenta y responsable al que sufre, que le hace «acercarse», por más que pueda implicar algunos aunque inconvenientes. Las distancias, mirar desde lejos, mirar con prejuicios (incluidos los religiosos) son un buen «antídoto» contra la «humanidad». Nos hace inhumanos.

Los evangelios han conservado el recuerdo de la mirada compasiva de Jesús. Al entrar en Naím, se encuentra con una viuda que lleva a enterrar a su hijo único. Y «el Señor, la vio, se conmovió y le dijo: No llores» (Lucas 7,13). Así es Jesús. No puede ver a nadie llorando sin intervenir. Los evangelios también recuerdan la mirada compasiva de Jesús a las gentes: «Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos».

El discípulo de Jesús, y yo diría incluso, lo que hace que actuemos como seres humanos (aunque uno no sea creyente) es el no cerrar los ojos ante el sufrimiento de las personas, es aprender a acercarse y mirar de cerca el rostro de los que sufren como Jesús: con ojos compasivos. Esta mirada nos libera del egoísmo que bloquea nuestra compasión, y de la indiferencia. Aquellos dos primeros caminantes lo miraban todo desde sí mismos, desde su conveniencia, desde sus ideas, incluso desde su «deformada» manera de entender la religión.
¿Quién está necesitado de mí?

El escriba había preguntado a Jesús: «¿Quién es mi prójimo?». Al final de la parábola, Jesús pregunta al escriba: «¿Quién de los tres viajeros se ha hecho prójimo del herido?». La pregunta que hemos de hacernos no es: «¿quién es mi prójimo?», ¿hasta dónde llegan mis obligaciones? Era éste un encendido debate en tiempos de Jesús. Pues sí, hay que amar al prójimo (eso decía la Escritura), pero no se puede llamar «prójimo» a cualquiera. Muchos defendían que el mandamiento sólo era aplicable para otros judíos, o, en el mejor de los casos, personas que llevaran mucho tiempo viviendo e integradas con ellos. Para que se me entienda con claridad: como cuando hoy se dice: si son europeos... si tienen los papeles en regla, si no tienen delitos, si no son pobres, si... entonces les ayudaremos, les acogemos... Eso se debe llamar a las claras «mirada miope», mirada egoísta, mirada «parcial».

En cambio, quien mira a las personas con compasión se pregunta más bien: ¿quién está necesitado de que yo me acerque y me haga su prójimo? ¿Qué necesita ese «cualquiera» que anda tirado y abandonado de todos? El discípulo de Jesús que conoce la compasión de Dios para con todos (y me parece a mí que cualquier ser humano) se acerca a todo el que sufre, cualquiera que sea su raza, su origen o su ideología. No se pregunta «a quién debo amar» o «ayudar», sino quién me necesita cerca. Esta pregunta marca su actuación, su implicación ante el sufrimiento que va encontrando en su camino.


El compromiso de los gestos
Este samaritano -considerado un hereje por los judíos-, sencillamente, responde a la necesidad de un herido, inventando toda clase de gestos para aliviar su sufrimiento y restaurar su vida.


Nunca haremos lo suficiente ante tanto dolor como hay en nuestro mundo. Pero lo decisivo es romper la indiferencia y vivir sembrando gestos de bondad, y promoviendo respuestas eficaces.

Así fue Jesús, el profeta de la compasión, que “pasó su vida entera haciendo el bien” (Hch 10,38). No tenía poder político ni de otro tipo para resolver las injusticias que se cometían en Galilea, pero vivió sembrando gestos de bondad, para que empezara a cambiar aquella sociedad: Abrazaba a los niños de la calle porque no quería que los seres más frágiles de su tierra vivieran como huérfanos; bendecía a los enfermos para que no se sintieran rechazados por Dios, al no ser «dignos» de recibir la bendición de los sacerdotes en el templo; toca la piel a los leprosos para que nadie los excluya de la convivencia; cura rompiendo el sábado para que todos sepan que ni la ley más sagrada está por encima de la atención a los que sufren; acoge a los indeseables y come con pecadores despreciados por todos porque, a la hora de practicar la compasión, el malo y el indigno tienen tanto derecho como el bueno y el piadoso a ser acogidos con misericordia. No importa que, con frecuencia, sean gestos pequeños. El Padre tiene en cuenta hasta el vaso de agua que damos a quien tiene sed. Son gestos orientados a afirmar la vida y la dignidad de los seres humanos. Nos recuerdan que siempre es posible actuar, sacando bien del mal que existe en el mundo.
Vete y haz tú lo mismo

Jesús concluye la parábola del buen samaritano con esta pregunta: “¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los saboteadores?”. El escriba le responde: “El que tuvo compasión de él”. Jesús le dice: “Vete y haz tú lo mismo”.

Ahora sabemos lo que hemos de hacer:

+ Mirar el sufrimiento sin dar rodeos, abrir los ojos atentamente a tantos hombres y mujeres asaltados, robados, golpeados, abandonados en los mil caminos de la vida.
+ Acercarnos a las cunetas de la vida, no importa quiénes son los que están allí caídos
+ Hacerse cargo, levantarles, y hacer lo que podamos para aliviar y ayudar a restaurar las vidas tronchadas

Lo más peligroso: que como el escriba que pregunta, lo sepamos perfectamente, y no miremos, ni «vayamos» ni «hagamos».

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf.

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sábado, 9 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 10,24-33

 

Evangelio según San Mateo 10,24-33
Jesús dijo a sus apóstoles:

"El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño.

Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa!

No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido.

Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.

No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.

¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.

Ustedes tienen contados todos sus cabellos.

No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo.

Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres."


RESONAR DE LA PALABRA

Entrando donde los ángeles temen pisar

Las descripciones de Dios dadas por Isaías y por Jesús no pueden ser más diferentes entre sí: parecen polos opuestos.

Para Isaías, la majestuosidad y la santidad de Yahvé son tan poderosas e intimidantes que sólo puede caer de pie totalmente consciente de su pecaminosidad. Pero Jesús presenta a un "Padre" tan maternal que incluso tiene contados los cabellos de nuestra cabeza.

¿Cómo conciliar estas dos imágenes?

Por supuesto, no son contradictorias, sino dos aspectos del mismo Dios. Es tan santo que ninguna criatura de la tierra puede resistir ante él; sin embargo, Dios está tan lleno de amor que podemos subirnos a su regazo y tirarle de la barba. ¿No cantaba Alexander Pope que "los tontos se meten donde los ángeles temen pisar"? Pope podría haber estado hablando fácilmente del seno de Dios, donde los ángeles temen pisar, pero nosotros, sus hijos tontos, podemos irrumpir.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA