Evangelio según San Marcos 2,23-28
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.Entonces los fariseos le dijeron: "¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?".El les respondió: "¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre,cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?".Y agregó: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado".
Queridos amigos:
Las cosas importantes de la vida son don y tarea. Regalo y conquista. Entre esos bienes importantes está la libertad.
Por nuestra fe, creemos que Dios, en su soberana libertad, nos ha hecho libres. Podría haber sido de otra manera. Podíamos ser dependientes, vivir sometidos… Frente a ello, el Señor nos ha querido libres, con una libertad que, incluso, pude volverse hacia Él. Pero es el riesgo de la libertad: en su búsqueda, puede lograrse, en amor y responsabilidad, o puede cerrarse en deformaciones más o menos alejadas del bien y de la verdad. Porque un amor sin libertad no sería amor, sino sometimiento.
El pueblo de Israel tuvo que ir aprendiendo a ejercer su libertad. Y, como todos, no siempre acertó. En el evangelio de hoy, Jesús se encuentra en una circunstancia que se repetirá en diversos momentos de su vida: los fariseos se aferran a leyes y costumbres, dejando de lado cosas más importantes; e incluso impidiendo, a veces, el bien de las personas.
Jesús, en este trance, como en otros, se manifiesta como un hombre libre. Sin menospreciar lo que de positivo puedan tener las costumbres de un pueblo, éstas han de servir al bien de las personas, sin rigideces que se vuelvan contra el bien. Por eso les recuerda que “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”.
En nuestro contexto, la libertad sigue siendo un don y una tarea. Son muchos los riesgos que la acechan: la indiferencia o la arbitrariedad de quien no vive con responsabilidad; la búsqueda de provecho propio como objetivo principal, que no tiene inconveniente en pisar a los demás para lograrlo; o los extremos de vivir la vida en clave de “dependencia” o de “independencia”, cuando en realidad, estamos llamados a vivir en “inter-dependencia” unos de otros, sirviendo al prójimo sin ser esclavos de nada.
Gracias, Señor, por el don de la libertad.
Que pueda crecer en responsabilidad,
dando gratis lo que yo he recibido gratis.
Que pueda orientar mi vida desde la verdad y el bien,
pues vivir desde el egoísmo sería malgastar mi libertad.
Dame tu Espíritu, para vivir
a auténtica libertad de los hijos de Dios. Amén.
Nuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF
fuente dl comentario CIUDAD REDONDA
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