Evangelio según San Juan 1,19-28
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: "¿Quién eres tú?".El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: "Yo no soy el Mesías"."¿Quién eres, entonces?", le preguntaron: "¿Eres Elías?". Juan dijo: "No". "¿Eres el Profeta?". "Tampoco", respondió.Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?".Y él les dijo: "Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías".Algunos de los enviados eran fariseos,y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tu no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?".Juan respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen:él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia".Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Queridos amigos:
Cada quien tiene sus traumas particulares y, a veces, no es uno, sino que son legión. Siendo yo estudiante, un psocólogo nos hizo un test. No sé qué varemos nos aplicó. Pero como conclusión a mi me dijo que era emotivo, no activo y secundario. Lo de emotivo y lo de secundario no me llamaba la atención, ni me hacía daño, pero lo de “no activo” me llego al alma. Me molestó y me fastidió. Y desde entonces se ha convertido para mí en caballo de batalla. He tratado de negarlo, exhibiendo el aval de mi laboriosa vida. He tratado de ocultarlo, por supuesto, no de manera consciente, pero sí de una manera muy real. Más de una vez, he hecho gala de una agenda repleta de compromisos, como si el trabajo y la actividad fueran lo más importante y significativo de mi vida. Estaba convencido de que no era así, pero me sentía obligado a dar el pego. Si no fuera exagerar, diría que me vendía a la actividad, para recoger la buena imagen.
Frente a esta forma de actuar, lo que más me llama la atención en Juan Bautista y lo que más me admira de él es que no quiere aparecer como lo que no es. Anda en verdad y a esto se le llama autenticidad en toda tierra de garbanzos. Juan es un hombre auténtico, que no vive de apariencias. Un hombre de una sola pieza, que llama al pan, pan y al vino, vino. Que habla de lo que es y no se da pisto de ningún tipo. Que no se adula a sí mismo, ni adula a los demás. Es un hombre de una sola pieza que pone a las personas y a las cosas en su sitio. Ni tiene empacho ninguno en decir a la cara que el bautiza con agua, ni lo tiene en decir que, en medio de ellos, hay uno que no conocen, que existía antes que él y al que no es digno de desatar las sandalias. Si humildad es andar en verdad, Juan es un una persona autentica, humilde y verdadera.
Uno de los rasgos de nuestra mejor navidad, ésa que podríamos celebrar a día de hoy, apegados a lo concreto, tendría que ver con esas facetas humanas que practicaba Juan: la autenticidad, la verdad y la humildad.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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