Evangelio según San Juan 6,1-15
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:"Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
Queridos amigos y amigas:
Hay una mujer sencilla, muy alejada en el tiempo, que pertenece al grupo de los que han recibido la revelación de Dios. Se llama Catalina de Siena. En un siglo en el que estamos viviendo la “revolución de la mujer”, necesitamos figuras que encarnen la manera femenina de seguir a Jesús. En Catalina se dan los rasgos que aparecen en la oración de Jesús:
Ella fue una mujer sencilla. No sabía leer ni escribir. No tuvo, por tanto, ninguna formación académica.
Ella fue una escogida por Dios. En los 33 años de su existencia, se dejó seducir por Jesucristo, hasta el punto de que, renunciando a cualquier otra relación, se desposó con él y recibió el don místico del desposorio espiritual.
Catalina representa un espíritu fuerte en tiempos muy convulsos para la sociedad y para la Iglesia. Su criterio evangélico ayudó a muchos, incluyendo dos Papas, a encontrar el verdadero camino. Fue como un faro en medio de la tormenta.
En el origen de esta actitud está su relación especial con Jesús y su vinculación a la dulce Madre, la Virgen María. Estas relaciones fuertes le permitieron abordar una vida de extraordinaria penitencia y, sobre todo, las múltiples persecuciones y calumnias de que fue objeto.
Cuando, contemplando a Catalina, dirigimos la mirada a nuestro tiempo, podemos hacernos una pregunta simple: ¿Cómo contribuir a encontrar el camino evangélico en tiempos tan complejos como los que nos ha tocado vivir? La respuesta es sencilla, aunque en absoluto fácil:
Viviendo relaciones fuertes con quienes pueden sostener una vida: Jesús y su Madre.
Aceptando “entregar la vida” para que otros puedan vivir. Esta entrega de la propia vida tiene que ver con la aceptación de muchas cosas que no nos gustan, pero que sirven para que los demás crezcan. Y, naturalmente, tiene que ver con la incomprensión, el desprecio y la prueba.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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