Evangelio según San Marcos 2,18-22
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo.Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".
Queridos hermanos, paz y bien.
Estamos en el comienzo del tiempo ordinario. Todavía resuenan los ecos de la Navidad, seguimos (quizá) alegrándonos porque el Hijo de Dios se hizo hombre, cuando tenemos que mirar hacia delante. Han vuelto las clases, el trabajo, han regresado los problemas de la vida ordinaria, y el Evangelio nos da cada día, como hace siempre, algún consejo para vivir cómo Dios quiere.
Hoy la cosa va de ayuno. Los discípulos de Juan el Bautista ayunaban mucho, por lo visto. Como los de los fariseos. Los ortodoxos, hasta el día de hoy, ayunan bastante. Nosotros, los católicos, guardamos el ayuno también. No por prescripción facultativa, o para adelgazar, sino para hacer hueco a Dios en nuestro interior.
A Jesús le preguntan, porque no les parecía bien lo que veían. La pregunta, quizá, tenía buena intención. No como en otras ocasiones, cuando iban “a pillar” al Maestro en alguna contradicción. Nosotros conocemos, quién más, quién menos, la vida y obras de Cristo. Los contemporáneos, no. Para ellos debía de ser difícil saber cómo interpretar todo lo que Jesús hacía y decía con absoluta libertad.
Jesús les recuerda que, con Él, debe siempre estar la alegría. En Navidad invitaba a mis parroquianos a contemplar cómo la alegría se iba expandiendo, desde María y José, a los pastores, y después, con los Magos, a todo el mundo. Si Jesús está presente, hay que alegrarse. Puede que, en algún momento, nos podamos sentir tristes. Nos visita la muerte, la enfermedad, la depresión nos ronda, pero sobre toda esta “tristeza” se encuentra la esperanza de saber que el Maestro está con nosotros. Incluso en esos momentos de tristeza, podemos siempre recordar Quién ha dado sentido a nuestra vida. No hacer mudanza, seguir orando y creer. Creer contra toda esperanza, si hace falta.
Poco sabemos en la Europa occidental de remiendos. No se lleva. En mi Castilla y León natal algo sabemos de vino. Hay muchas bodegas. Son ejemplos de la vida del tiempo de Cristo. Ahora habría que escribir “no se añade una ampliación de memoria muy grande a un ordenador antiguo” o “no se instala una aplicación muy pesada en un teléfono móvil viejito”. Lo que Jesús nos quiere decir con esos consejos es que su nuevo estilo de vida requiere un nuevo enfoque. A su vino nuevo debemos prepararle odres nuevos. Todo lo que los fariseos y los publicanos no pudieron hacer. Para intentar cada día cumplir la voluntad de Dios, debemos ser flexibles, dóciles, y vivir abiertos. Él siempre está con nosotros.
Hoy la Iglesia celebra a san Antonio, abad. Aquí podéis leer algo sobre su vida. Que siempre es útil saber más de los santos. A ver si se nos pega algo.
Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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