miércoles, 20 de septiembre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 7,31-35

 

Evangelio según San Lucas 7,31-35
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?

Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.

Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.

Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'.

Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»


RESONAR DE LA PALABRA

San Andrés Kim Taegon y compañeros.


San Andrés Kim Taegon y sus compañeros (mártires coreanos del siglo XIX) no fueron como aquellos hombres a los que se refiere Jesús en el evangelio de hoy: gente indiferente, gente que asiste a la vida como a un espectáculo sin dejarse afectar para nada por lo que pasa a sus alrededor, preocupados únicamente con sus intereses. En definitiva, gente que va a lo suyo.

Jesús tiene en mente la figura de Juan el Bautista. Fue un hombre austero, vivió en el desierto separado de todo. Su vida provocaba, hacía pensar. Pero aquella gente lo solucionó con cierta facilidad diciendo que Juan estaba poseído por un demonio. Fue suficiente para quedarse tranquilos. Lo más todo quedó en una conversación de sobremesa, un comentario un poco irónico. Y todo olvidado. Ya podían volver a lo suyo.

Jesús también se refiere a sí mismo. Él no se ha ido al desierto. Se ha situado en medio de la gente. Comparte con ellos las cosas de la vida. Dolores y alegrías. Así da testimonio del amor de Dios. Como dice el mismo Jesús, “come y bebe”. Pero aquellos indiferentes encontraron rápidamente la explicación adecuada que les podía dejar tranquilos y que les permitía volver a lo suyo, a sus intereses. Es que Jesús era “comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. ¿Cómo iba a ser mensajero de Dios el que vivía de ese modo y se hacía amigo de gentes de mal vivir? Basta. No había necesidad de dedicar a Jesús ni un minuto de su tiempo. Era imposible que Dios se presentase así en medio de su querido pueblo de Israel. Si fuese el mensajero de Dios, se habría hecho respetar y se habría mostrado de otra manera. Que Dios tiene otro nivel. Conclusión: tranquilidad en el frente, hay que esperar a que venga otro.

La pregunta sería dónde nos situamos nosotros. Porque a veces da la impresión de que nos alineamos con ese grupo de la gente indiferente. Vamos a misa, decimos que somos cristianos y seguidores de Jesús. Pero en realidad vamos a lo nuestro. Y el mensaje de Jesús casi no nos toca ni la piel. Los mártires que hoy celebramos si dejaron que ese mensaje les tocase la piel. Y más adentro.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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