lunes, 12 de abril de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 3,7b-15

 

Evangelio según San Juan 3,7b-15
Jesús dijo a Nicodemo: 'Ustedes tienen que renacer de lo alto'.

El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu".

"¿Cómo es posible todo esto?", le volvió a preguntar Nicodemo.

Jesús le respondió: "¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas?

Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.

Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?

Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,

para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Muchos exégetas y biblistas nos recuerdan que leer literalmente este famoso texto de Hechos sobre la comunión de las primeras comunidades, faltaríamos a la realidad. De lo que no cabe duda es que este es el horizonte fraterno hacia el que todo creyente camina:
Un solo corazón y una sola alma
Donde nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común
Dar testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Entre vosotros no haya necesitados, porque compartís los bienes

Parafraseando el salmo, podríamos repetirnos hoy: “Cuando vivimos así, el Señor reina vestido de majestad”. Y, sin embargo, confiamos la majestad de Dios o si gloria a otras cuestiones que quizá embellecen bastante menos su Rostro.

El Evangelio continúa el pasaje de ayer, el encuentro entre Nicodemo y Jesús. Y nos sigue invitando a nacer de nuevo, a dejar lo viejo que hay en nosotros: cuando esto ocurre, el Espíritu nos lleva y se produce el milagro, nos acercamos al horizonte que anhelamos y que tan improbable nos resulta.

Para nuestro modo de razonar, en esos momentos, ¡todo debería encajar! ¡Tendríamos que vivir con una certeza y una luz que nos diera paz y nos quitara todo temor! Porque estamos naciendo del agua y del Espíritu, estamos dejándonos llevar por Él.

Pero no es así. Lo propio de ser llevados por el Espíritu es sentir que no sabemos apenas nada, ni de dónde venimos ni a dónde vamos… ¡tantas veces! Quizá, como reprocha Jesús a Nicodemo, no es fácil de entender para los maestros, los que creemos tenerlo todo claro y enseñar a otros… Quizá lo que se nos pide es que creamos, que nos fiemos. Poco más. Y el que cree se confía, hace de su vida una respuesta a quien es digno de ella.

Si quieres tener la seguridad de un maestro, posiblemente seas incapaz de soportar la inseguridad amable de quien es llevado por Dios. ¿No me creéis?, nos repite de nuevo hoy Jesús a cada uno de nosotros. Y siempre tenemos la oportunidad de renovar nuestra fe, nuestra vida y nuestra respuesta.

Nuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz rmi

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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