domingo, 10 de enero de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,14-20

 

Evangelio según San Marcos 1,14-20
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:

"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".

Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.

Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".

Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.

Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,

y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

En este lunes, la liturgia da inicio de nuevo al tiempo ordinario. El comienzo del evangelio de Marcos abre el telón con una síntesis sobre las primeras actividades de Jesús: Su predicación y los primeros frutos. Cuatro pescadores lo dejan todo y le siguen.
El primer sermón de Jesús. Es muy corto. Se reduce a dos frases: El anuncio del Reino y la llamada a convertirse. Las pronuncia en Galilea, al norte de Israel, zona próspera, conflictiva y poco religiosa. Jesús emprende la actividad “cuando detuvieron a Juan Bautista”.

¿Qué les dice Jesús a aquellos campesinos y pescadores? Una buena noticia. No hay frustración mayor que una “buena noticia” falsa. Transmitir noticias sin pruebas, aunque sea con buena intención, solo acarrea un fiasco mayor. Solo es “buena noticia” la que se basa en la verdad. Y si es cierto que verdad, bondad y belleza caminan juntas, toda buena noticia ha de ser siempre verdadera, buena y bella.
La conversión. Jesús jamás amenazó ni asustó. Anunció algo cierto y bueno: lo cerca que está el reinado de Dios. No era necesario precisar la fecha exacta de su implantación porque, en la medida en que se advierte, las personas se convierten, se transforman. Vuelven a Dios y mejoran de conducta. Como hizo el hijo pródigo.

Todos deseamos que cambie el mundo, porque no nos gusta lo que vemos, pero somos muy escépticos. Sonreímos sarcásticamente cuando alguien nos anuncia progresos ambiciosos e inminentes. Nos resistimos a creer y no tenemos la menor intención de cambiar nuestros hábitos. Solo nos convierten cuando ocurren.
Las llamadas vocacionales. Les sucedió a aquellas dos parejas de hermanos. Jesús se les acercó y los miró. La suya no fue una mirada superficial sino la de quien intuye lo más profundo de la persona: Podían llegar a ser más de lo que eran. No necesitaron apadrinamiento, ni títulos, ni dote… ni informes de idoneidad para ser fichados. ¿Qué les movería a ellos a seguir a Jesús dejándolo todo, incluida familia, casa, profesión y patria? No lo dice expresamente el texto en este momento… Solo después Marcos, y con él los demás evangelistas, aclaran que sus motivaciones iniciales fueron más políticas que otra cosa. Tuvieron que ser purificadas y reconvertidas. Pese a ello, es evidente el poder de contagio de Jesús que les rinde y que después, no antes, les irá convirtiendo pacientemente al Reino.

Nuestro hermano en la fe
Juan Carlos Martos cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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