domingo, 16 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,18-22

 

Evangelio según San Marcos 2,18-22
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".

Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo.

Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos, paz y bien.

Estamos en el comienzo del tiempo ordinario. Todavía resuenan los ecos de la Navidad, seguimos (quizá) alegrándonos porque el Hijo de Dios se hizo hombre, cuando tenemos que mirar hacia delante. Han vuelto las clases, el trabajo, han regresado los problemas de la vida ordinaria, y el Evangelio nos da cada día, como hace siempre, algún consejo para vivir cómo Dios quiere.

Hoy la cosa va de ayuno. Los discípulos de Juan el Bautista ayunaban mucho, por lo visto. Como los de los fariseos. Los ortodoxos, hasta el día de hoy, ayunan bastante. Nosotros, los católicos, guardamos el ayuno también. No por prescripción facultativa, o para adelgazar, sino para hacer hueco a Dios en nuestro interior.

A Jesús le preguntan, porque no les parecía bien lo que veían. La pregunta, quizá, tenía buena intención. No como en otras ocasiones, cuando iban “a pillar” al Maestro en alguna contradicción. Nosotros conocemos, quién más, quién menos, la vida y obras de Cristo. Los contemporáneos, no. Para ellos debía de ser difícil saber cómo interpretar todo lo que Jesús hacía y decía con absoluta libertad.

Jesús les recuerda que, con Él, debe siempre estar la alegría. En Navidad invitaba a mis parroquianos a contemplar cómo la alegría se iba expandiendo, desde María y José, a los pastores, y después, con los Magos, a todo el mundo. Si Jesús está presente, hay que alegrarse. Puede que, en algún momento, nos podamos sentir tristes. Nos visita la muerte, la enfermedad, la depresión nos ronda, pero sobre toda esta “tristeza” se encuentra la esperanza de saber que el Maestro está con nosotros. Incluso en esos momentos de tristeza, podemos siempre recordar Quién ha dado sentido a nuestra vida. No hacer mudanza, seguir orando y creer. Creer contra toda esperanza, si hace falta.

Poco sabemos en la Europa occidental de remiendos. No se lleva. En mi Castilla y León natal algo sabemos de vino. Hay muchas bodegas. Son ejemplos de la vida del tiempo de Cristo. Ahora habría que escribir “no se añade una ampliación de memoria muy grande a un ordenador antiguo” o “no se instala una aplicación muy pesada en un teléfono móvil viejito”. Lo que Jesús nos quiere decir con esos consejos es que su nuevo estilo de vida requiere un nuevo enfoque. A su vino nuevo debemos prepararle odres nuevos. Todo lo que los fariseos y los publicanos no pudieron hacer. Para intentar cada día cumplir la voluntad de Dios, debemos ser flexibles, dóciles, y vivir abiertos. Él siempre está con nosotros.

Hoy la Iglesia celebra a san Antonio, abad. Aquí podéis leer algo sobre su vida. Que siempre es útil saber más de los santos. A ver si se nos pega algo.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 15 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 2,1-11

 


Evangelio según San Juan 2,1-11
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.

Jesús también fue invitado con sus discípulos.

Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino".

Jesús le respondió: "Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía".

Pero su madre dijo a los sirvientes: "Hagan todo lo que él les diga".

Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.

Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde.

"Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron.

El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo

y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento".

Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.


RESONAR DE LA PALABRA


UNA BODA EXCEPCIONAL

Curiosa retransmisión de una boda la que nos encontramos nada más comenzar el cuarto Evangelio. Si esta descripción la hubiese hecho alguno de los periodistas de la prensa del corazón, no habría durado demasiado en su puesto de trabajo. Veamos:

- No tenemos ni idea de quiénes son los que se casan. El novio, propiamente, sólo «sale» en las fotos una vez: cuando le están dando la enhorabuena por el vino bueno que ha mandado servir... a pesar de que él no ha tenido nada que ver. Y no responde nada al respecto.

- Con lo bien que se suelen preparar las bodas, ya es raro que se acabe el vino a mitad de la fiesta. Un inexplicable descuido que podría estropearlo todo.

- Sorprende que sea una de las invitadas quien se dé cuenta, y se ponga a dar instrucciones. No consta que fuera pariente de los novios. Sin embargo, es ella la que intenta resolver semejante contratiempo. Y no lo hace dirigiéndose a los novios ni a los responsables de aquel banquete, sino que acude a su Hijo, y luego da órdenes a los camareros/sirvientes, que por cierto la obedecen.

- Tampoco sabemos qué pintan allí tantas tinajas vacías (seis) tan grandes (de unos 100 litros cada una), y además especificando que son "de piedra" (no es un material muy manejable, ni frecuente para hacer vasijas de ese tamaño).

- El cuarto Evangelio sólo nos narra «7» milagros (por usar mejor la palabra, «signos»), y éste es el primero. Lo debe considerar, por tanto, muy importante. Pero no deja de resultar desconcertante que un acontecimiento tan milagroso y espectacular como éste, sólo nos lo haya contado uno de los apóstoles, cuando dice el texto que "estaban todos allí".

Cualquiera puede caer en la cuenta de que este «signo» no encaja en el «estilo» de los milagros que conocemos de Jesús: No es una curación, ni una multiplicación de panes para gente hambrienta... Como uno de mis alumnos comentaba espontáneamente: «¿Jesús facilitando que la gente siga bebiendo en medio de una juerga? No me pega».

- Tampoco es muy comprensible la contestación que Jesús da a su Madre: Primero por llamarla «mujer» (tan inusual en su cultura, como en la nuestra), y luego por lo que le dice: «Déjame, no ha llegado mi hora. ¿A ti y a mí qué nos va en este asunto?». Otros traducen «¿qué tienes que ver tú conmigo?».

Y esto de «la Hora» también tiene su «misterio», porque este Evangelio reserva esta expresión para hablar de la hora de la muerte de Jesús, de su Pascua. ¿A qué viene mencionarla ahora, qué tiene que ver la escasez de vino con la «Hora»?

 Todo esto ha hecho pensar a biblistas y teólogos que esta historia es algo más que un «milagro» de Jesús, y que esta boda tiene algo especial, excepcional. Buscando explicaciones a tantas preguntas, comprenden que San Juan quiere decir algo importante, al situar esta boda como pórtico de la tarea misionera de Jesús, como el primero de sus «signos» (siete en total), y que está estrechamente relacionado con su «Hora» y con la Cena Eucarística (el Vino).

Para responder a algunas de estas cuestiones, los profetas del Antiguo Testamento resutan de gran ayuda. Ellos nos han ido presentando el compromiso y la relación de Dios con la Humanidad a través del símbolo del matrimonio. No otra cosa significa la «Alianza». Esa misma que Jesús instaurará cuando llegue su «Hora», esa alianza nueva y eterna que se renueva en cada Eucaristía.

Por otra parte, su Madre, como miembro del pueblo de Dios, constata una realidad y la convierte en oración: Hace tiempo que se les ha acabado el «vino». En toda la escritura el vino es símbolo del amor, de la amistad, de la alegría, del Espíritu. Israel ya no tiene nada de eso: sólo les quedan vasijas vacías (aquellos ritos religiosos que ya no dicen nada a nadie), y aquellos Mandamientos esculpidos en piedra se han quedado en eso, «en piedra»: Enormes vasijas de piedra vacías. La madre de Jesús aparece como portavoz de Israel, del pueblo fiel que aún confía en Dios, y se dirige al único que puede hacer que las cosas cambien radicalmente. Estaba ya profetizada una futura alianza nueva de amor, escrita en los corazones (Ezequiel). Para que sea posible hay que hacer lo que él os diga. El resto del Evangelio irá concretando qué es eso que hay que hacer.

¿Y todo esto qué nos dice a nosotros hoy?

Seguramente necesitamos que María, la nueva «Mujer», la nueva Eva, La Hija de SIón, el nuevo Pueblo de Dios, nos haga caer en la cuenta de nuestro inmenso vacío, de nuestras grandes tinajas vacías de amor, de esperanza, de sentido, de fe madurada ... aunque andemos (distraídos) con nuestras fiestas, con nuestras ocupaciones, con nuestras cosas de cada día... Que nos ayude a ver y actuar con esa gran parte de la humanidad que se ha quedado sin «vino»... porque unos pocos nos lo estamos bebiendo todo.

Y, sobre todo, necesitamos la valentía de buscar en Jesús, en lo que Él nos dijo, nos dice y nos pueda decir... el modo eficaz de cambiar radicalmente todo: Nuestra religión (todavía demasiadas normas, cumplimientos, obligaciones...), nuestras relaciones familiares, las estructuras sociales y económicas, ¡y políticas!

La carta de San Pablo de hoy nos viene muy bien para todo esto que comentamos: El Espíritu, también simbolizado en la Biblia por el vino, y que hace posible la alianza nueva y eterna de Dios con sus discípulos... hace surgir los ministerios, los carismas, las capacidades necesarias para construir el mundo nuevo, para ponerse al servicio de los muchos que no tienen nada o casi nada. Nadie puede excusarse diciendo que no sabe qué hacer, o que no puede hacer nada... porque el Espíritu no deja a nadie sin algún don para construir la comunidad y el Reino.

Ponerse a disposición de la Comunidad, de los hermanos, es la condición y la consecuencia de celebrar la Eucaristía, sellando la Alianza Nueva y Eterna de Jesús, el Novio, que al llegar su Hora nos brindó y nos brinda a sus discípulos, el poder comprometernos en «amar como él nos amó», en ser uno, en lavarnos los pies mutuamente... Y quien bebe su Sangre (sella su alianza de bodas), tendrá vida eterna.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 14 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,13-17

 

Evangelio según San Marcos 2,13-17
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.

Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.

Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".

Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

He leído que los seres humanos tendemos a simplificar nuestro pensamiento. Entre otras estrategias, “etiquetamos” a los demás. Ello nos ahorra tiempo y esfuerzo, al situar a una persona en un contexto determinado. Pero a la vez puede ser muy injusto con la gente. Según la “etiqueta” que pongamos a alguien –por ejemplo, “inteligente” o “tonto”- así será nuestro trato y nuestras expectativas hacia esa persona.

Ahí está Mateo. Sentado al mostrador de los impuestos. A lo mejor no es del todo consciente, pero la gente le ha puesto una etiqueta: “publicano”. Y ya se sabía, de un publicano no podía salir nada bueno. Colaboraba con Roma, el poder invasor, cobrando los impuestos. Era la deshonra del pueblo judío...

Y llega Jesús y le dice: “Sígueme”.

No sabemos quién se sorprendió más: si Mateo o los que presenciaron la escena. El caso es que luego les oímos murmurar.

¡Qué cosas tiene Jesús! Será que es verdaderamente el Hijo de Aquél que “no se fija en las apariencias, sino que conoce el corazón”, y llama por el nombre, y suscita lo mejor de cada uno –sea cual sea su etiqueta- y anima, y espera... y es capaz de sacar, de unas piedras, hijos de Abraham. O, de un publicano, un apóstol y evangelista. Un testigo de su Reino.

Será porque ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado.

Quien te cree, te crea.

Vete y haz tú lo mismo.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 13 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,1-12

 


Evangelio según San Marcos 2,1-12
Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa.

Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.

Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.

Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.

Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados".

Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:

"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?"

Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'?

Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados

-dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".

El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Ya lo dijo el apóstol: “todo es gracia”. Lo más importante se nos da gratuitamente. La vida misma, las personas, los acontecimientos, la fe... Todo es recibido. Pero como al que se le da no es una piedra ni una inteligencia artificial, sino un ser humano con capacidad de respuesta libre, todo es –a la vez- tarea.

Esa es la dinámica creyente: recibir vida para entregarla. Recibir a las personas para crear fraternidad. Recibir los acontecimientos para ir haciendo con ellos camino. Recibir la fe para vivirla y comunicarla. Lo que hemos recibido quiere hacerse en nosotros respuesta. En esto no hay rebajas.

En el evangelio, el ponerse en pie y el perdón están ahí esperando, gratuitos. Pero el paralítico debe ponerse a tiro. Otros le ayudan y le llevan ante Jesús. Una bonita escena sobre la gracia y la tarea.

Entiendo que ésta sería la invitación de la Palabra de hoy: abre los ojos. Mira todo lo bueno que hay creado para ti. Te está esperando. Sólo falta que te pongas en camino. Que te pongas a tiro. De Dios y de los demás. Que respondas a lo recibido. Porque si todo fuera tarea, la vida sería como una dura escalada sin llegar a ninguna cumbre. Pero si todo fuera gracia que no pidiera respuesta, Dios nos habría creado inútiles.

Todo es gracia-para-corresponder. Ahí está la gracia. ¿Te convence?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 12 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,40-45


Evangelio según San Marcos 1,40-45
Se acercó a Jesús un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme".

Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado".

En seguida la lepra desapareció y quedó purificado.

Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente:

"No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".

Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo, divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares desiertos. Y acudían a él de todas partes.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

El cuerpo humano es una maravilla. Células, tejidos, órganos... conexiones, movimientos, respuestas. Si no existiera, costaría trabajo siquiera pensarlo. ¿Y qué decir del alma humana? Más increíble todavía: percepciones, memoria, lenguaje... capacidad de amar y ser amado, libertad, apertura a lo Absoluto. De la complejidad y maravilla de ambos se entiende su fragilidad. Algo puede fallar.

Al vivir en sociedad, también formamos parte de un “cuerpo social” y un “alma social”. Y lo que recibimos de los demás influye poderosamente en nuestra vida, para bien o para mal.

Hoy el evangelio nos habla de enfermedad. Una de las comunes en el tiempo de Jesús: la lepra. En el antiguo Israel, los que tenían esta enfermedad eran apartados de la sociedad, siendo considerados malditos. Puede representar a cualquier dolencia, en el cuerpo o en el alma, que afecta al ser humano y le disminuye en su actividad y en sus relaciones con los demás, hasta llegar a oscurecer la vida recibida.

Jesús aparece como el que se acerca a toda enfermedad y dolencia, y atreviéndose a tocar a la persona, puede aliviarla y reconfortarla de una manera impensable. Porque es el Hijo del Dios que rompe las barreras y quiere traer vida, y vida para todos.

Hoy puede ser un buen día para, desde tus enfermedades y dolencias, presentarte humilde al Señor: “Si quieres, puedes limpiarme”. Y déjate confortar por Él. Para seguir caminando. Porque la tierra prometida está más cerca que cuando empezaste a caminar. Aunque a veces no te lo parezca.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 11 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA12012022

Queridos amigos y amigas:

Creo que a todos nos hubiera gustado conocer a Jesús en persona. Claro que sabemos muchas cosas de Él. Y como creyente, me bastan y me sobran para seguirle. Pero uno siempre tiene esa curiosidad de haber estado allí, de haberle escuchado en directo, haberle visto con los propios ojos... Volviendo del deseo a la realidad, uno se da cuenta que eso es imposible... al menos hasta el final de los tiempos. Pero en los versículos del capítulo primero de Marcos que hoy se leerán en la misa, siempre me ha parecido ver como un breve guión de una película que se titulara “Las 24 horas de Jesús de Nazaret”. ¿Quieres verla?

Comienza con un tiempo de familia, de dejarse querer. Está con sus amigos, va a casa de dos de ellos, se acerca a sus problemas, comen juntos... Continúa con un tiempo de trabajo, de hacer el bien. Hace su tarea: curar enfermos, expulsar demonios, anunciar el Reino. Después suponemos que dormiría algo. Aunque, de madrugada, es el tiempo de orar: en descampado, a solas con el Padre. ¿Qué se dirían? Y estando en esas, llegan sus compañeros a avisarle de que la gente le busca. Más trabajo. Es tiempo de tomar decisiones, tiempo de avanzar hacia otras aldeas, para predicar también allí. Para eso ha venido. Incansable. Vivir para Dios y vivir para los demás. De los que también busca tiempos para contemplar y disfrutar de la compañía de los cercanos.

Mírale con calma, contémplale, escúchale... y que se nos pegue algo.

Fuente Ciudad Redonda

lunes, 10 de enero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA 11012022

Queridos amigos y amigas:

Llevamos ya dos años de pandemia. Un pequeño organismo, un virus, está poniendo en jaque nuestra salud, nuestras sociedad, nuestra economía.. de una manera que nunca hubieramos pensado. Todas nuestra capacidad tecnológica y científica parece que no acaba de ser suficiente para liberarnos definitivamente de este invisible enemigo que ha surgido de repente. Las pandemias forman parte de la historia de la humanidad y dramaticamente han producido todas ellas grandes cambios en nuestra manera de vivir y de relacionarnos. Las concecuencias de esta que vivimos ahora las veremos con claridad con el paso del tiempo.

En la Palabra de hoy se nos muestran otros imprevistos de la historia: a Ana, mujer estéril, tras desear y orar al Señor, le es dado el hijo que tanto esperaba. Y de ese gozo, le sale el cántico que expone cómo Dios es capaz de dar la vuelta a las cosas, para que los últimos sean los primeros su proyecto siga su curso.

Leyendo el evangelio, me parece entender para qué vino Jesús: para dar la vuelta a las cosas. Porque no es normal, y no deberíamos acostumbrarnos a verlo así, que en el mundo domine el egoísmo, el odio o las desigualdades que deshumanizan. Él viene a poner las cosas en su sitio, lo cual pasa por cosas tan paradójicas como que “los últimos serán los primeros” o “amar a los enemigos”.

Hoy aparece sometiendo a los espíritus inmundos. Cada época tiene los suyos, con sus manifestaciones. Pero está claro que donde entra Jesús, se ponen a temblar. No hay sitio para ellos. Con su sola presencia...

Jesús comenzó a someter a los espíritus que pretenden destruir el proyecto de Dios. Desde entonces, la lucha continúa. Con las armas de Dios: saber mirar, discernir, reconocer, anunciar, denunciar, actuar, pedir perdón, reconciliar, acompañar, bendecir, entregar, devolver bien por mal, saber renunciar, volver a confiar... Para que el mundo deje de ser inmundo, recupere su dignidad y vuelva a ser lo que está llamado a ser.

Fuente Ciudad Redonda