miércoles, 9 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 15,21-28

 

Evangelio según San Mateo 15,21-28
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.

Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".

Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".

Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".

Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros".

Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!".

Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.


RESONAR DE LA PALABRA


Querida hermana, querido hermano:

La vida se puede ir viviendo de múltiples maneras, ¿no te parece?

Hay quien vive lúcidamente; hay quien más que vivir, los días le viven; hay quien se deja llevar, hay quien se ha instalado en la finitud y no se pregunta, ni se cuestiona, ni se inquieta…

La conciencia del origen y del destino; la vivencia del de dónde y hacia dónde; la persuasión de a quién pertenezco y quién me espera… tienen -en la vivencia de la fe- una densidad importante.

Tomarse en serio la vida es, en el sentido del camino de la fe, saber que voy construyendo lo que anhelo para el final; que voy generando la plenitud a la que aspira y la que anhela el corazón y el alma creyente.

En cristiano, ni tu ni yo caminamos dejados de la mano, peregrinos sin norte y brújula, nómadas solitarios… Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida; que es Señor de la gloria y la victoria, anda a nuestro lado, revestido de caminante de Emaús, por todos los senderos y veredas, también por las cañadas oscuras de la incertidumbre, del desconsuelo, de la precariedad…

Él, ha puesto en el buzón de nuestros corazones la invitación al acontecimiento decisivo de plenitud: la gran Boda (donde quedarán definitivamente saciados nuestros anhelos, colmados nuestros sueños, plenificadas todas nuestras realizaciones).

Esa invitación es la que caldea el corazón y lo hace arder en deseo.

Esa invitación y la certeza de ser también destinatario de ella, es la que moviliza los recursos de la esperanza, y activa el compromiso de estar despierto, de espabilarse cuando llega la “modorra”.

Esa invitación, acogida como don, es la que permite sacar de dentro el aceite preciso para mantener -todo cuanto sea necesario- la dichosa espera.

La invitación es personal, es única, intransferible.

La fidelidad nadie la puede alimentar por ti; aunque el testimonio fiel de los demás te inspire y te ayude.

La esperanza nadie la puede cultivar sustituyéndote a ti.

Yo quiero irme de Boda con Él, discreto caminante en este entretiempo.

Que me arda en el corazón su invitación: ese es mi anhelo.

Tu hermano.

Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 8 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 14,22-36

 

Evangelio según San Mateo 14,22-36
Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.

Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra.

A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar.

Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.

Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".

Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".

"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él.

Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".

En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.

Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".

Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret.

Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos,

rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.


RESONAR DE LA PALABRA


Querida hermana, querido hermano:

¿No te parece que es siempre importante que nos preguntemos a cerca de la razón de fondo, del sentido que tiene las cosas que hacemos, que practicamos, que conservamos? ¿No te parece relevante?

Esta es la pregunta que ha aflorado a mi conciencia al escuchar el texto evangélico de hoy sobre la tradición y la verdadera pureza.

Y reflexiono mirando mi vida concreta: desde las prácticas. Creo que a ello nos invita la Palabra.

¿Qué está detrás de todas las prácticas del día a día de mi vida creyente? ¿Qué valor está a la raíz y quiero cultivar, cuidar, hacer crecer?

Fiel, lo que se dice fiel, no se nos puede reclamar serlo a algo exterior sin más. Fiel no se puede ser automáticamente, por inercia o por acostumbramiento.

Fiel estoy llamado a serlo, estás llamado a serlo cuando la libertad interior se mantiene tan limpia que puede cuestionar la oportunidad, la necesidad, la relevancia, o la pertinencia de cualquiera de las prácticas, usos y costumbres que pueblan mi vida creyente.

Nunca puede estar el precepto por encima de la vida verdadera.

Nunca puede estar la tradición por encima de la novedad que engendra la vida de Dios en cada momento del devenir histórico.

Nunca puede estar la letra por encima del espíritu.

El Dios de nuestros padres prometió darnos un corazón nuevo. Solamente desde un corazón nuevo, instalado en el hondón de la persona, se generarán prácticas nuevas.

Señor, enséñame a rescatar de la tradición las semillas de vida que encierran las prácticas recibidas.

Señor, renueva mi interior y libera mi corazón de todos los sentimientos, ideas, valoraciones que lo contaminan y hacen inviable la novedad de tu Evangelio.

Señor, que todas mis prácticas, se encaminen -siempre y solamente- al bien y a la justicia de tu Reino.

Tu hermano.

Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 7 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 14,13-21

 

Evangelio según San Mateo 14,13-21
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.

Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.

Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".

Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".

Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".

"Tráiganmelos aquí", les dijo.

Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.

Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.

Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.


RESONAR DE LA  PALABRA


Querida hermana, querido hermano:

En las dificultades, en los aprietos, en las tormentas de la vida… el miedo es señal de alerta.

Y nos puede recordar esa verdad profunda, que nos cuesta en ocasiones asumir: nuestra constitutiva fragilidad; esa de la que nos alejamos cuando fantaseamos con nuestra supuesta “auto-consistencia”.

Lo malo es si los miedos se instalan dentro… Cuando se vuelven “okupas” paralizan, nos roban la energía, nos desmantelan, nos aturden…

En la travesía de la fe, el mejor antídoto contra el miedo es su Voz, su Mano y su Presencia.

Su Voz. La Palabra escuchada, acogida, rumiada día a día es la que va fortaleciendo el sentido de la confianza; esa lectio continua con la Palabra, alimento esencial para todo seguidor/a del Señor, nos traerá el eco de sus promesas: “no temas, ten ánimo, yo estoy contigo” y lo implantará en nuestro corazón.

Su Mano. En cuanto discípulos, conscientes de nuestra debilidad y fragilidad, siempre podremos asirnos de su Mano; mano siempre tendida, mano siempre dispuesta para levantar, para sostener, para guiar, para acompañar…

Su Presencia. Todos y cada uno de los días de nuestra vida, hasta el fin del mundo no ha de faltarnos el misterio de su Presencia. El evangelio según Mateo lo resalta ya en el comienzo mismo (“Dios con nosotros -Enmanuel-“) y lo subraya hasta el final como promesa del Resucitado

Si Tú, Señor, me dices: “¡ven!”, atravieso los miedos.

Si Tú, Señor, me dices: “¡ven!” camino sobre las aguas de la inseguridad.

Si Tú, Señor, me dices: “¡ven!” creo y confío en lo imposible.

En las dificultades de hoy, en las tormentas de mañana… no dejará de resonar tu promesa: “¡ánimo, no temas, soy Yo, ven…!”

Tu hermano.

Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 6 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 17,1-9

 

Evangelio según San Mateo 17,1-9
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado.

Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".

Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.

Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".

Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".


RESONAR DE LA PALABRA

APARTE, A UN MONTE ALTO

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. El camino de Jesús -o su vida, pues para Jesús vivir es caminar hacia una meta- está sembrado de «apartes»: Jesús se marcha «aparte» para orar (Mt 14, 23); se va a un sitio «aparte» para compartir con sus discípulos (Mc 6, 32), y «aparte» les instruye de forma personalizada y confidencial (Mt 20, 17) porque no se enteran, y porque lo necesitan más que nadie, si le tienen que coger un día el relevo. Tan importantes son esos «apartes» para los discípulos, que también ellos un día lo necesitan y se lo pedirán a Jesús (Mt 17, 19; 24, 3).

«Aparte» no significa poner tierra por medio, distanciarse físicamente, como algunos que creen que irse de vacaciones y descansar consiste en irse «lejos», cuanto más lejos, más vacaciones. Y no, para nada.

«Aparte» supone arrancarse de donde uno está -mentalmente es lo que más cuesta: desenchufar- supone irse a un sitio privado, íntimo, solitario... Pero no para estar solos, o para encerrarnos en nosotros mismos (aislarnos), para huir de todo, para darle vueltas a nuestras desgracias y frustraciones, para rebuscar en nuestras basuras... Estos «apartes» no suelen aportar gran cosa, si es que no ponen las cosas peor.

Los «apartes» que Jesús buscaba para sí mismo son los de una persona que lleva el corazón tan lleno de gente, tan abarrotado de Dios, tan lleno y ocupado con esos «pequeños» que el Padre le ha confiado, que necesita distancia para poder contemplarlos, quererlos uno a uno y a todos juntos como grupo, concentrarse en ellos calmadamente, serenamente, y plantearse cómo actuar, cómo tratarlos, cómo acercarse a ellos, qué quiere enseñarles y exigirles...

No es que quiera descansar de ellos y sus ocurrencias, sus peticiones, sus incomprensiones y rivalidades, sus pretensiones inaceptables...

Jesús se retira a veces a solas, con su Padre, especialmente por las noches o de madrugada. Pero también a menudo se lleva a sus discípulos (o algunos de ellos, como hoy) a un lugar «aparte» para no ser siempre el centro de todo, para poder charlar y contarse las cosas, para estar a gusto...

Además, en esta ocasión, podemos decir que Jesús quiere «recargarles la batería», porque vienen momentos difíciles, tanto para él como para los suyos. Y serán la Ley y los Profetas quienes ayuden a dar sentido, a interpretar el fracaso cercano de la Cruz.También nosotros necesitamos esos «apartes» para ver si nuestro modo de tratar a los demás y a los nuestros, de escucharlos, de hablarles, de quererles, de corregirles... es lo que quiere Dios y como lo quiere Dios. Para no estar atado a ellos, ni atarlos a nosotros. ¡Qué importante es la libertad! Amar es dejar libre.
Conviene buscarse un sitio «aparte» para revisar si mis mejores valores, principios y opciones se han podido ir cubriendo de polvo, contaminando por el ambiente, vaciando de sentido o de fuerza. Para ver si estoy reflejando el auténtico amor de Dios... o me reflejo a mí mismo, u otras cosas que se me han colado dentro
Estar «aparte» me puede ayudar a descubrir, o a hacerme más consciente de mis manías, mis deseos, mis necesidades, mis obsesiones, mis inquietudes, mis recelos y desconfianzas, mis heridas abiertas... para evitar hacer daño a los demás, o manipularles para mi conveniencia. Es importante no confundir lo que me conviene, lo que pienso, lo que me gustaría... con lo que los demás realmente necesitan y esperan de mí.
Estar aparte para «profundizar» y «rumiar». Vivimos muchas cosas al cabo del día. Hacemos muchas cosas, pero tantas veces sin sentido, mecánicamente, sin ilusión, con prisa, con ansia, con superficialidad. Nos encontramos con muchas personas, pero no somos conscientes de lo que nos dejan entre las manos, en el corazón con sus palabras, sus gestos. ¿Y qué aprendemos de todo eso que vivimos? Nos exigen, nos llaman, nos invitan, nos esperan... ¿cómo respondemos, a quién, y cómo?

No se puede ver un árbol pegando a él nuestro ojo. Sólo veré de él un detalle, y me haré, seguro, una idea equivocada. Y si pretendo hacerme una idea de lo que es el bosque de la vida, observando sólo un trozo de corteza... ¡qué confundido! Pero es algo frecuente: sólo vemos lo que tenemos pegado a las narices. Y lo vemos mal. Y no nos deja ver todo lo demás.

Jesús necesitaba hacer balance del camino, tomar fuerzas ante las dificultades, aclarar ideas...
y preparar también a algunos de sus amigos. ¿Pero cómo lo hace?
Jesús busca un «aparte» porque en él (como en cada uno de nosotros) hay un rostro luminoso,
una presencia de Dios (somos su imagen), y una voz de Dios que nos acaricia y nos recuerda quiénes somos.
Estando aparte con su Padre, Jesús se reconoce como el «Hijo Amado».

Como también nosotros, recogidos en oración, siempre oiremos dentro unas palabras similares:

«tú eres mi hijo amado»

Le acompañan Moisés y los Profetas. Es decir, la Palabra de Dios, la Escritura.
Jesús había ido grabando en su corazón cada una de sus palabras, y son siempre luminosas.
A menudo no vemos de nosotros más que lo superficial, lo limitado, lo pobre, lo malo.
Pero debajo de mí, en lo más profundo, hay una presencia divina,
que sólo se verá con toda su claridad en el día de la resurrección,
pero es importante ser conscientes de ella,
sobre todo en los momentos duros, como hizo el mismo Jesús:
al enfrentarse con el aparente fracaso de su tarea, de su vida,
cuando la cruz, la soledad y el desconcierto se intuyen por el horizonte.
Sólo podrá llegar al final de manera coherente, digna, humana
si se hace consciente de todo esto.
Necesita ver todas las cosas a la luz del proyecto de Dios.
Jesús se ha ido «aparte» con los suyos. Su oración no es siempre «a solas».

Y a veces no le importa que le acompañen, que le pregunten,
que le escuchen hablar con su Padre,
A menudo elige para que le acompañen a aquellos discípulos a quienes más ama.
Orar «con» quienes amamos es un gran signo de cariño e intimidad.
Los grandes discípulos de Jesús fueron a la vez los grandes compañeros de su oración.
Sólo se llega a ser un buen discípulo, pasando muchos ratos «aparte», con él, escuchándolo.
También nosotros necesitamos orar juntos, escucharle juntos, aprender juntos.
Y dejarnos juntos cambiar por él, «levantarnos» y echar fuera nuestros «miedos».
Que esas últimas palabras nos acompañen....
y nos animemos a buscar algún Tabor... estos días de verano... o cuando sea...
pero sin dejarlo siempre «para mañana».

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 5 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 14,1-12

 

Evangelio según San Mateo 14,1-12
En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes,

y él dijo a sus allegados: "Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos".

Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe,

porque Juan le decía: "No te es lícito tenerla".

Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta.

El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes

que prometió bajo juramento darle lo que pidiera.

Instigada por su madre, ella dijo: "Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista".

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran

y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre.

Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.


RESONAR DE LA PALABRA


Hermana, hermano:

¿Cuál será la enseñanza que nos quiere acercar este relato al narrarnos la noticia de un hecho que se da en las coordenadas precisas de tiempo y lugar? ¿Qué nos quiere trasmitir el autor de este evangelio al componer el texto con los elementos esenciales de un drama: pasión y venganza, miedo y complacencia, danza final y vida humana servida en bandeja de plata?

Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre el potente testimonio de vida de alguien que es un profeta y más que un profeta: Juan el Bautista, el mayor de los nacidos de mujer. Hombre de palabra, coherente e íntegro hasta el final.

Una lección nada banal.

Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre las consecuencias que acarrea una vida en coherencia con la verdad, vivida en la verdad, entregada a la verdad. San Beda el Venerable, monje benedictino, lo expresó con acierto: “San Juan dio su vida por Cristo, aunque no se le ordenó negar a Jesucristo; solo se le ordenó callar la verdad”.

Una lección nunca fácil.

Eres aleccionado, como discípulo del Señor, sobre la grandeza de su precursor; invitándote a hacer tuyo, a apropiarte de su testimonio, como un ideal en tu camino de seguidor del Maestro.

Una lección en camino.

Eres aleccionado, como discípulo del Señor, para ir comprendiendo cómo la adversidad y la persecución van anticipando el estilo y las opciones del Mesías y van dibujando la cruz del seguimiento, imprimiendo en tu corazón esa máxima “vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas”.

Una lección que se suplica.

Drama en la historia. Testimonio de profeta de cuerpo entero, de una sola pieza.

Una llamada para pedir humildemente la gracia de ser fortalecidos para el momento de la prueba, ser sostenidos en la debilidad, ser consolados en la fragilidad.

Por intercesión de Juan, el Bautista, el más grande nacido de mujer, pequeño en el Reino de Dios.

Tu hermano.
Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 4 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,54-58

 

Evangelio según San Mateo 13,54-58
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?

¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas?

¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".

Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.



 
RESONAR DE LA PALABRA

Hermana, hermano:

Fíjate, contempla las reacciones, los comentarios, las valoraciones que hacen los convecinos del Maestro de Nazaret.

Hay admiración y ponderación. Hay también sorpresa, sospechas, incredulidad.

Quizá sea bueno que te preguntes por lo que está debajo de esas expresiones. Normalmente los ojos que miran a una persona, los ojos que son testigos de sus acciones, de sus modos de tratar a los demás, de relacionarse, de posicionarse en la vida no están exentos de filtros, de pre-jucios, de supuestos…

¿Cuál ha de ser el perfil del Mesías? ¿Qué rasgos ha de tener para que yo le acepte, le otorgue mi confianza, le dé crédito y le siga?

(Escribo algunas palabras significativas para dibujar ese perfil)

-¿Hijo de reyes nacido en palacio o Criatura indefensa dada a luz en un establo?

-¿Jinete al frente de poderoso ejército o Predicador itinerante montado en borrico?

-¿Señor con bastón de mando o Servidor con la tolla de lavar los pies?


Permite que la Palabra te ayude a desmontar tus pre-jucios e ideas preconcebidas sobre Dios, su Mesías, su Evangelio, su Modo de salvar…

Que tu “normalidad” no me asuste.

Que tu “pequeñez” no me espante.

Que tu “encarnación” no me escandalice nunca.

Cambia, Señor, el enfoque de mi corazón, para que mis ojos se abran a tu verdad y reciba el regalo de tu Humanidad Santísima. Amén.

Tu hermano.
Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 3 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,47-53

 

Evangelio según San Mateo 13,47-53
Jesús dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.

Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.

Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos,

para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.

¿Comprendieron todo esto?". "Sí", le respondieron.

Entonces agregó: "Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo".

Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí.


 

RESONAR DE LA PALABRA

Hermana, hermano:

“¿Entendéis todo esto?”. Así nos pregunta el Maestro en ese final del capítulo 13 de las parábolas.

Pedimos luz al Espíritu para captar el mensaje salvador, la buena noticia que llega envuelta en esas expresiones que nos causan -en un primer momento- cierta inquietud o desasosiego: esas imágenes del fuego, de hornos encendidos, de rechinar de dientes...

Como a los destinatarios del Evangelio de Mateo puede que nos pase que nuestro fervor religioso y la vitalidad de nuestros compromisos con la vida nueva del Evangelio hayan perdido fuste y arrastremos una vida cristiana apagada o mediocre o anodina.

El aguijón del Evangelio se dirige con potencia a ese punto “desvitalizado” y medio muerto de nuestra confesión creyente. Y pone ante nuestros ojos esta verdad: acostumbrarse al mal lleva a la propia ruina. Así pues: despertemos. Porque siempre es posible enderezar el rumbo, siempre es posible avivar el fervor, siempre es posible intensificar la vitalidad.

Escuchar la interpelación. Acoger la advertencia. Abrirse una vez más a la gracia del amor misericordioso… a ello estamos siendo urgidos por esta Palabra de hoy.

Con la certeza de que el fuego del Espíritu es la fuerza destructora del pecado y del mal. Ese fuego al que Jesús aludía, y que nos aseguraba que venía a encender con su vida y su entrega; esa llama viva que quemará todo rastro de cizaña y mala hierba del corazón del hombre.

Con la confianza en que los momentos de siega, que se van dando a lo largo de nuestra vida, son ocasión para que sean recogidos y arrojados al fuego “todos los escándalos y todos los hacedores de maldad”.

Con la esperanzada persuasión de que el fuego de Dios, su Espíritu, hará desaparecer un día toda forma de mal.

“¿Entendéis todo esto?”.

Sí. Nos sabemos confrontados por la Palabra que es un revulsivo. Acogemos su interpelación que nos abre horizontes de plenitud.

Tu hermano.
Juan Carlos, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA