jueves, 7 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 10,7-15

 

Evangelio según San Mateo 10,7-15
Jesús dijo a sus apóstoles:

Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente."

No lleven encima oro ni plata, ni monedas,

ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir.

Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella.

Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes.

Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies.

Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.


RESONAR DE LA PALABRA

Fallos en la crianza de los hijos

El grito desgarrador de Dios a través de Oseas no es diferente de los gritos de muchos padres de buen corazón. Están desconsolados por el hecho de que sus hijos, educados con buenas intenciones y buen ejemplo, se hayan alejado de la fe y la moral. Su sentimiento de culpa suele duplicarse cuando escuchan a algunos predicadores gritar que todo se debe a los fallos en la educación de los hijos, ya que los pecados de los padres recaen sobre siete generaciones.

El pasaje de hoy debe consolarles: incluso Dios, como padre, que tomó a Israel en sus brazos y lo alimentó, quedó desconsolado cuando se desvió del camino. ¿Fue el fracaso de la crianza del padre lo que hizo que el hijo pródigo se fuera de casa precipitadamente y que el hijo mayor se quedara en casa, pero sin amor en su corazón?

No siempre es culpa de la crianza de los hijos. Son misterios de la vida humana. Algunos tienen que alejarse brevemente antes de encontrar el camino de vuelta, arrepentidos.

Nuestra tarea es mantener el corazón y el amor abiertos, como hace Dios.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 6 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 10,1-7

 

Evangelio según San Mateo 10,1-7
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.

Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;

Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo;

Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.

A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: "No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos.

"Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.


RESONAR DE LA PALABRA

Altar Singular

Es hora de que redescubramos la relevancia de María Goretti. Una joven con el corazón puesto en Dios. "Una vid extendida, rica en frutos", como observa Oseas sobre Israel en la primera lectura de hoy. Pero a diferencia de Israel, ella no construyó muchos altares para adornar con piedras sagradas a muchos dioses. Sólo tenía un altar; había espacio para un solo Dios. Su cuerpo era el templo del Espíritu, y no permitía que nadie lo profanara. Aunque tuviera que pagar con su vida.

El Evangelio nos invita a meditar sobre nuestra llamada. El sujeto y el objeto de nuestra llamada es Dios; nadie más. En este amor singular de nuestro corazón consiste la castidad: La llamada a subordinar y consagrar todos nuestros amores terrenales a ese amor primario: el de Dios. Que Santa María Goretti inspire a nuestros jóvenes.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 5 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,32-38

 

Evangelio según San Mateo 9,32-38
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.

El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel".

Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios".

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.

Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor.

Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.

Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."


RESONAR DE LA PALABRA


Descreimiento

Se cuenta la historia de un jefe que encontró a su subalterno con aspecto cansado y débil. Con gran preocupación, le preguntó a su subordinado: "¿Qué te ha pasado? Pareces muy agotado". El empleado respondió: "Puedo decírselo, pero no lo creerá, señor". El jefe dijo: "¿Por qué dices eso? Claro que te voy a creer". El empleado dijo: "Señor, estoy agotado porque he trabajado demasiado en mi puesto". Y el jefe dijo, incrédulo: "Vamos, no te creo".

Los fariseos nos recuerdan a este jefe. Ya tienen sus conclusiones. Sean cuales sean los milagros que haga Jesús, se niegan a creer; e incluso se inventan razones para no creer, incluso atribuyendo sus poderes a la connivencia con el diablo. ¿Acaso a veces nos acercamos a Dios, así como a las personas de nuestra vida, con esta marca registrada de descreencias preestablecidas?

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 4 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,18-26


Evangelio según San Mateo 9,18-26
Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá".

Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.

Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto,

pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré curada".

Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese instante la mujer quedó curada.

Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo:

"Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme". Y se reían de él.

Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó.

Y esta noticia se divulgó por aquella región.


RESONAR DE LA PALABRA


El filo de su capa

Desde el momento en que Jesús salió con el funcionario de la sinagoga y hasta que llegó a su casa, ¿no pasó entre muchas multitudes, codeándose con ellas? ¿No hubo gente que lo vio pasar, pero no le dio mucha importancia? Tal vez hubo muchos que se burlaron del propósito de su viaje, como los de la casa del funcionario. Pero Mateo nos habla de esta señora que, con profunda fe, se atrevió a alcanzarlo y tocarlo con fe y expectación. Su fe era tan grande que ni siquiera quiso detenerlo para que le dedicara tiempo; le bastó con llegar a tocar el borde de su manto, cuando él pasaba. Tal fe no podía quedar sin recompensa.

¡Cuántas veces pasa de largo el borde de su manto y cómo lo pasamos por alto, una y otra vez! O peor aún, ¡nos quedamos parados y nos reímos de los que intentan alcanzarlo y tocarlo!

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 3 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20

 

Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:

'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.

Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".

El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.

No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".


RESONAR DE LA PALABRA


EL SEÑOR NECESITA ENVIARNOS

Durante muchos siglos, la tarea evangelizadora, la acción misionera, la responsabilidad en las comunidades cristianas ha estado casi totalmente en manos de los que llamamos «pastores», del clero. O si acaso de algún laico bajo la supervisión total de algún ministro ordenado. Conocemos algunas pocas pero notables excepciones, generalmente en «tierra de misión». Así, la palabra «vocación» todavía es sinónimo -en la cabeza de muchos- de «vocación sacerdotal o religiosa».

La mentalidad de que la «misión» es cosa de todos los bautizados yo no sé decir en qué momento se perdió, porque en las primeras comunidades cristianas era algo inseparable del bautismo: ser anunciadores del Evangelio de Jesús. El Vaticano II, el Papa Pablo VI y otros han querido recuperar esta dimensión esencial de la Iglesia. Todo bautizado tiene un encargo, una tarea, una misión de Jesucristo. Y misión supone «ir», «salir de» para «llegar a», moverse, cambiar de sitio. Si mi ser cristiano, si mi relación personal y espiritual con el Señor, no me «descentra» y me lanza a los otros... es que es muy imperfecta o inmadura.

El Papa Benedicto XVI, por ejemplo, hablando a la Iglesia Latinoamericana, dijo:

“La Iglesia tiene la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo. Esto conlleva seguirlo, vivir en intimidad con Él, imitar su ejemplo y dar testimonio. Todo bautizado recibe de Cristo, como los Apóstoles, el mandato de la misión: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.

Por lo tanto, una primera llamada de hoy sería plantearnos la implicación, el compromiso, la responsabilidad de todos los que formamos cada comunidad cristiana en el anuncio del Evangelio.

Pero la invitación y envío de Jesús afecta primeramente a la Gran Iglesia Universal y a cada pequeña comunidad cristiana. La comunidad parroquial, o cualquier comunidad cristiana debe ofrecer a los fieles el alimento de la fe e ir en busca de los alejados y extraños, realizando así la misión. Ninguna comunidad cristiana es fiel a su cometido si no es misionera: o es comunidad misionera o no es ni siquiera comunidad cristiana, pues se trata de dos dimensiones de la misma realidad, tal como es definida por el bautismo y los otros sacramentos. Este empeño misionero de cada comunidad reviste la máxima urgencia hoy que la misión, entendida como primer anuncio del Evangelio a los no-cristianos, pero también aplicable a las comunidades cristianas de antigua evangelización, y se presenta cada vez más como "misión entre nosotros". (Domund 1991)

¿Y cómo responder cada uno a esta llamada? Este envío misionero no se entiende como una invitación a ponerse a hablar de Jesucristo en cualquier sitio, como «mosqueteros defensores» de lo cristiano ante la gente que se mete con nosotros. Ni a ir por las casas «armados» con una Biblia y un crucifijo, a ver si convencemos a alguien con nuestros discursos y argumentos. Ni a publicar creativos (pocas veces) folletos de propaganda, o abrir blogs, o repartir estampas o catecismos o libros, o servirnos de las nuevas tecnologías para darnos a conocer, organizar campañas, etc etc. Puede que sea necesario, no lo sé. Y desconozco su eficacia.

La misión que Jesús encomienda a sus 72 enviados en primer lugar es que «desbrocen» el camino, que preparen al personal para que Él puede llegar en el momento que sea. Por una parte, se trata de evitar el protagonismo, que se confunda al mensajero con el mensaje: es Cristo de quien hay que hablar. No de uno mismo, ni del propio grupo, ni siquiera de la Iglesia. Y por otra, se trata de «acciones» que hoy llamaríamos tareas de «humanización» (porque el Reino de Jesús va de esto):

En primer lugar ser «portadores de paz», de la paz de Jesús, de la Paz de Dios... El discípulo misionero conoce cuánta paz falta en la convivencia humana, cuánta paz falta en muchísimos corazones, cuánta agresividad hay en nuestro lenguaje y actitudes. Reconciliar, tender puentes, huir de radicalismos y fanatismos.

En segundo lugar curar enfermos. ¡Hay tantas heridas y enfermedades físicas y espirituales que necesitan atención, acompañamiento y sanación! No es necesario que tengamos poderes para hacer milagros, pero sí el milagro de ser signos de que el Dios del que somos testigos es un Dios de la salud, del bienestar, interesado por el dolor de las personas.

En tercer lugar compartir la mesa. Comer y beber lo que tengan, es lo mismo que compartir la vida cotidiana, colaborar para que crezca la cercanía, el diálogo, la ayuda mutua, la comunión interpersonal, el saber estar todos a la misma altura (en la mesa todos son comensales con la misma dignidad, o servidores de la mesa, no hay más diferencias)... y conformarse con lo mucho o lo poco que puedan ofrecernos. No vamos buscando dinero.

Es significativo que lo primero que han de hacer los enviados es «orar» al dueño de la mies (que es Jesucristo). No se apunta uno a esta tarea porque le apetece, le atrae o se le da bien. La iniciativa es de Dios que ha querido contar conmigo, para que vaya «en su nombre» y hable de él y no de mí mismo o de lo que a mí se me ocurra, o de mis "personales teologías"... Ha de ser al estilo del dueño de la mies, y en su nombre. Además, al ver que hay tanta mies y al orar al dueño de la mies... esa oración me tiene que cuestionar a mí mismo en primer lugar. Porque parte de la mies... «me toca a mí». No oramos sólo para que vayan otros. Y además oramos con otros, para que crezca el número de los obreros.

Son enviados «de dos en dos». Las leyes de la época decían que para que un testimonio fuera válido hacían falta al menos dos personas. Es decir: que van enviados como testigos. Pero también es que el mensaje que portan es un mensaje de «comunidad» y de «comunión» y los «apóstoles» por libre no valen para este anuncio. Lo decía el Papa Benedicto: «en la evangelización no hay solistas». Y también: "cuando no hay «comunidad» cristiana que envía, acompaña y acoge... la evangelización es estéril".

Los recursos necesarios son muy sencillos: «ligeros de equipaje», sencillamente, humildemente. No usaremos los medios habituales de los «lobos» (los poderosos), sino que iremos como «corderos», «como el Cordero Jesús». Los mensajeros (su estilo de vida, su amistad y comunión personal y su testimonio conjunto) son el principal mensaje. Somos TESTIGOS.

Concluyendo:

- EL ENVÍO MISIONERO DE TODOS Y CADA UNO DE LOS BAUTIZADOS
- UNA IGLESIA MISIONERA, EN SALIDA, Y UNA PARROQUIA MISIONERA Y MÁS COMUNITARIA.
- Y una Iglesia sinodal, que escucha, que es participativa, que a nadie excluye, más comunitaria, más evangelizadora, más atenta a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy.

Empecemos ya por el punto primero: Orar al dueño de la mies. ¡A ver qué (me) pasa!

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 2 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,14-17

 


Evangelio según San Mateo 9,14-17
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
.
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!"


RESONAR DE LA PALABRA

El ayuno como algo relativo

¿Se equivocaron los fariseos y los discípulos del Bautista en su ayuno? En absoluto. El suyo era un ayuno preparatorio, un ayuno destinado a nivelar las montañas y a llenar los valles. Es un ayuno que habla de un anhelo. Es un ayuno que es relativo a una meta más alta; un medio para un fin. Pero ahora que el fin está aquí -que el Maestro ha llegado- no sirve de nada seguir ayunando; porque, lo que se necesita ahora es una fiesta, una celebración. Por eso todas las referencias de Jesús a la llegada del Reino son en términos de banquete. Lo que el profeta Amós describe en la primera lectura de hoy es una escena de celebración de este tipo: en ese día, los montes gotearán vino dulce, y el pueblo comerá frutas y beberá vino hasta saciarse. Si podemos adaptar las palabras del Eclesiastés, hay un tiempo para ayunar y otro para festejar (cf. Ecl. 3:1-8)

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA



viernes, 1 de julio de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,9-13

 

Evangelio según San Mateo 9,9-13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.

Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".

Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.

Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".


RESONAR DE LA PALABRA

Siguiendo todo el camino a casa

Aquí está Mateo cómodamente "sentado" en la aduana, el lugar de su trabajo. Llega Jesús y le pide que le siga. ¿A dónde? No se le dice a Mateo. (Tampoco a nosotros.) Pero luego los encontramos en la propia casa de Mateo, ahora con Jesús "sentado" a la mesa allí....

Quizás esto es lo que significa seguir a Jesús: A menudo estamos desplazados de casa, sentados en muchas aduanas, ocupados en diversas actividades que a menudo no son tan sanas. Llega Jesús, nos pide que nos levantemos y le sigamos, y nos lleva al centro de nuestra casa y se hace cargo de ella como jefe. Una vez que nos damos cuenta de adónde nos ha llevado exactamente, sólo podemos hacer una fiesta, como hizo Mateo. Hace falta un Dios que nos lleve a casa, a nosotros mismos.

Paulson Veliyannoor, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA