lunes, 14 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,14-21


Evangelio según San Marcos 8,14-21
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.

Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes".

Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.

Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.

Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan

cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?". Ellos le respondieron: "Doce".

"Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron: "Siete".

Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

Para ayudar a crecer hay que combinar el amor con la firmeza. Para educar es necesario el cariño y la cercanía, a la vez que la orientación y la guía.

Jesús, como buen maestro, combina sabiamente ambos principios. Muchas veces le vemos con palabras de paciencia y comprensión. Y otras, cuestiona y confronta.

En el Evangelio de hoy, Jesús comienza advirtiendo a los discípulos. Tras el diálogo del pasaje de ayer, en que discutía con los fariseos, les indica a los suyos que se guarden de su “levadura”, así como de la de Herodes. Les previene del peligro que suponen, unos desde el ámbito religioso y el otro desde su estilo de vida personal y socio-política. Ambos son un “fermento” dañino para la masa de Israel. Pero los discípulos no entienden… y creen que se refiere al pan material. Y entonces Jesús les reprende y les confronta con severidad, haciéndoles una serie de preguntas, mediante las cuales pretende que reconozcan su mesianismo, desde los “signos” que le han visto hacer.

Esta historia puede ser nuestra historia. La Palabra nos recuerda hoy que nosotros también podemos ser de los que, a pesar de llevar tiempo con el Señor, podemos no entender aún algunas cosas. Y que debemos guardarnos de las “levaduras” dañinas, que nos separan de Dios y de su proyecto sobre nosotros, en lo religioso o en nuestra vida personal y social.

La historia de amor de Dios con nosotros incluye momentos de confrontación y corrección. La Palabra y la vida nos ponen en ocasiones ante cuestionamientos de los que conviene aprender, para enderezar el rumbo. Para llegar a ser los discípulos que Jesús necesita, y continuar la misión que Él nos ha encomendado.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 13 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,11-13

 

Evangelio según San Marcos 8,11-13
Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.

Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo".

Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos en la liturgia la fiesta de los santos Patronos de Europa Cirilo y Metodio, y a estos grandes evangelizadores se refieren las lecturas y el salmo. Ellos evangelizaron los pueblos eslavos de las regiones orientales de Europa. E hicieron realidad las palabras de Pablo y Bernabé al ser rechazados por los judíos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, actual Turquía: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»

El resto de la población de aquella ciudad se sientieron emocionados: “se alegraron y alababan la palabra del Señor”, dice el texto, porque también ellos eran importantes para Dios y elegidos para heredar su reino.

El texto del evangelio nos recuerda cómo es el Señor el que elige y el que envía a los predicadores. En la cifra 72 se resalta la universalidad de los mensajeros y del mensaje que debe llegar a las 72 naciones entonces conocidas. Los envía de dos en dos para que su testimonio tenga todo su valor, como pedía la ley judía.

Así como no hay fronteras para el mensaje de la salvación tampoco las debe haber para las personas que se van a comprometer a llevar esta palabra hasta los confines de la tierra, como dice el salmo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.

El Señor designa y el Señor envía. Y es la fuerza de la Palabra que transmiten sus enviados la que transforma los corazones y suscita nuevas comunidades.

Pablo y Bernabé experimentaron el rechazo, como lo experimentaron también Cirilo y Metodio ochocientos años después. La persecución y el martirio dan mucho más vigor y autenticidad al mensaje. El rechazo de Jesús y de sus enviados tendrá consecuencias irreparables, para quienes se cierran a su palabra, mientras que será motivo de alegría y bendición para quienes la acojan.

Cada vez que leo estos relatos me admiro de la rapidez con que el mensaje de Jesús se extendió por todas las naciones entonces conocidas. ¡Qué hubiera sido en esta época de la globalización!

¡Que estos santos patronos de Europa nos ayuden a todos los que en estos tiempos anunciamos la Palabra de Dios!

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 12 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 6,17.20-26

 

Evangelio según San Lucas 6,17.20-26
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,

Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!

¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!

¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!

¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!

Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!

¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!

¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»


RESONAR DE LA PALABRA

LA FELICIDAD QUE NO TENEMOS

Después del Bautismo, Jesús pronunció su primera homilía en la sinagoga de su pueblo, Nazareth. Lo meditamos hace un par de domingos. Allí ya «proclamó» que venía a traer una Buena Noticia a los pobres. Su pretensión no fue bien recibida por sus paisanos, como ya sabemos. Luego eligió o llamó a unos compañeros para que fueran «pescadores de hombres». No les dio mayores explicaciones en aquel momento: Ni cómo, ni para qué, ni nada. Sólo les anunció que «los hombres» era lo más importante, especialmente aquellos que están peor.

Hasta el momento de comenzar su misión, Jesús pasó largos años callado o apartado de la escena pública: Observando, compartiendo la realidad cotidiana de la gente, orando, sintiendo, discerniendo, buscando.., Necesitaba encontrar un punto de partida o de «enganche» que fuera válido, importante, necesario, para todo el que le escuchara. Tenía que ser algo positivo, ilusionante, esperanzador. No sólo para algunos fieles judíos, ni siquiera sólo para creyentes: ¡Para todos!. Y lo encontró en el profundo deseo de felicidad que todos llevamos dentro. En definitiva: su planteamiento consistiría en una propuesta, un camino, un proyecto para poder vivir una vida en plenitud, feliz.

Muchos, muchos, pero que muchos de sus paisanos no eran felices. Ellos lo necesitaban más que nadie. A ellos decidió dedicar toda su vida hasta desvivirse. Y para ellos fueron sus primeras palabras. La tarea principal de los recién llamados «pescadores de hombres» sería «empezar a vivir así». Mostrar con el propio testimonio un nuevo modo de vivir, que les vieran felices y lo contagiasen. La raíz y la motivación de todo esto era que Dios desde el principio, cuando colocó al hombre en el paraíso, deseó y procuró que fuera feliz. La Historia de la Salvación es la peregrinación de un pueblo que, guiado por Dios, fue aprendiendo el camino de la felicidad en libertad y comunitariamente, contando con todos.

El hombre ha sentido siempre una gran nostalgia de felicidad. También hoy. Existen indicadores que nos hablan de un «malestar», de que somos pocos felices: Hay más de 50 (nuevas) terapias enfocadas en el bienestar emocional, psicológico, mental... libros de autoayuda, un creciente consumo de psicofármacos. 2020 ha sido el de más suicidios en la historia de España: Cada día se quitan la vida 11 personas: una cada 2 horas y cuarto. Con particular incidencia en los menores de 30 años. Algo no va bien en nuestra sociedad.

No es éste el lugar para analizar estos síntomas y sus causas. Dice Marino Pérez, catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo que los individuos se están centrando demasiado sobre sí mismos: “Vivimos en una sociedad muy individualista en la que ya somos considerados más como consumidores que como ciudadanos”, y los consumidores siempre tienen que estar satisfechos, siempre supervisando su propio bienestar”. Los consumistas van quedando atrapados por ese individualismo que les hace insolidarios, ciegos a las necesidades ajenas, indiferentes. El lema de esta jornada de MANOS UNIDAS va por aquí: «Nuestra indiferencia nos hace cómplices». Nuestro individualismo consumista nos hace cómplices (dura palabra).

Muchos se han creído que lo decisivo para ser feliz es «tener dinero», porque nos abriría todas las puertas. Por lo tanto, trabajar para tener dinero. Tener dinero para comprar cosas o alcanzar algunos planes y proyectos. Poseer cosas, acumular experiencias para adquirir una posición y ser algo/alguien en la sociedad. Como si la felicidad consistiera en «vivir mejor». Aunque luego comprobamos que no es verdad, pero no cambiamos.

El bienestar, la seguridad, el éxito, la satisfacción de placeres, la buena imagen, el dinero, el poder, los viajes... son todo ocasiones de girar en torno a uno mismo. Incluso llegamos a mentir, defraudar, destrozarnos unos a otros para conseguir lo que creemos «necesario», traicionando los mejores valores.

Procuramos satisfacer inmediatamente cualquier deseo, sin discernir si se trata de un deseo superfluo o necesario, sin esfuerzo a ser posible, sin sacrificios ni renucnias. No aceptamos los límites de la condición humana: el dolor, la enfermedad, el envejecimiento, la muerte... no queremos contar con ellos, y cuando llegan... se convierten a menudo en fuente de frustración y miedo.

Tampoco ponemos cuidado en nuestras relaciones personales, que se vuelven frágiles, virtuales, pasajeras, prescindibles... y entonces la soledad se vuelve inseparable compañera de muchos, que no la soportan.

Nuestra civilización de la abundancia nos ha ofrecido medios de vida pero no razones para vivir, para trabajar, luchar, gozar, sufrir y esperar. Hay poca gente feliz. Hemos aprendido muchas cosas, pero no sabemos ser felices. O quizás nos da miedo serlo.

Y, ¿si Jesús tuviera razón?¿No tendremos que imaginar una sociedad diferente, cuyo ideal no sea el desarrollo material sin fin, un consumismo que nos están consumiendo a todos y lo consume todo... sino la satisfacción de las necesidades vitales de todos? ¿No seremos más felices cuando aprendamos a necesitar menos y a compartir más?

Jesús pretende que todos los hombres - y de manera especial los que nos llamamos discípulos suyos- vivamos de una manera nueva y provocativa, alternativa, modelada por valores diferentes: compasión, defensa de los últimos, servicio a los desvalidos, acogida incondicional, lucha por la dignidad de todo ser humano.

El Papa Francisco, en su catequesis sobre el Padrenuestro, comentaba:

Hay una ausencia impresionante en el texto del Padrenuestro. Si yo os preguntara cuál es esa ausencia, ¿qué falta? Una palabra. Una palabra por la que en nuestro tiempo (quizás siempre ha sido así) todos sienten una gran estima. Cuál es esa palabra que falta en el Padre nuestro que rezamos todos los días? (…) Falta la palabra «yo». Nunca se dice «Yo». Jesús nos enseña a rezar teniendo en nuestros labios primero el «Tú», porque la oración cristiana es diálogo: «santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad». No mi nombre, mi reino, mi voluntad. “Yo” no, no va. Y luego pasa al «nosotros». Toda la segunda parte del Padrenuestro se declina en la primera persona plural: «Danos nuestro pan de cada día, perdónanos nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal». Incluso las peticiones humanas más básicas, como la de tener comida para satisfacer el hambre, son todas en plural. En la oración cristiana, nadie pide el pan para sí mismo: dame el pan de cada día, no, danos, lo suplica para todos, para todos los pobres del mundo”. (13 Febrero 2019)

Para rezar el Padrenuestro de corazón hace falta vivir el espíritu de las bienaventuranzas. Reducir los "yo" y multiplicar los "nosotros" .

Es decir: Que dejemos de creernos el ombligo del mundo, que renunciemos a nuestra autosuficiencia, a nuestros planteamientos tan profundamente individualistas, de estar tan preocupados por nuestras cosas, por los nuestros (que no son sino una prolongación del «yo»). No existe felicidad en primera persona. Yo me imagino al Buen Padre Dios, mirándonos y diciendo desde los cielos: ¡Ay, ay, ay pero qué torpes los hombres, malgastando su vida buscando algo que sólo conseguirán con otros, dándose, saliendo de sí mismos al encuentro de los otros. !Ay, ay, ay!, pero qué pena.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 11 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,1-10

 

Evangelio según San Marcos 8,1-10
En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

"Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer.

Si los mando en ayunas a sus casas, van a desfallecer en el camino, y algunos han venido de lejos".

Los discípulos le preguntaron: "¿Cómo se podría conseguir pan en este lugar desierto para darles de comer?".

El les dijo: "¿Cuántos panes tienen ustedes?". Ellos respondieron: "Siete".

Entonces él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo, después tomó los siete panes, dio gracias, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. Ellos los repartieron entre la multitud.

Tenían, además, unos cuantos pescados pequeños, y después de pronunciar la bendición sobre ellos, mandó que también los repartieran.

Comieron hasta saciarse y todavía se recogieron siete canastas con lo que había sobrado.

Eran unas cuatro mil personas. Luego Jesús los despidió.

En seguida subió a la barca con sus discípulos y fue a la región de Dalmanuta.


RESONAR DE LA PALABRA


Querido amigo/a:

En el Evangelio de hoy Jesús da de comer con la multiplicación de los panes y los peces. Alimentar a los que tienen hambre. Y buscar el alimento adecuado. No deberíamos alimentarnos con cualquier cosa. La fe es un camino en el que se va creciendo, pero hay formas de creencias que se quedaron ancladas, que no evolucionaron ni se formaron posteriormente. Hay creyentes que se quedaron con unas prácticas y modelos antiguos y que se conforman con lo que se les dio o con lo poco que encontraron.

No se debe reducir la fe a momentos puntuales de la vida, o a determinados códigos de conducta ni apoyarse sólo en el grupo. Hay que personalizarla, tiene que crecer, alimentarse. Jesús ofrece el pan de Vida, pero hay que tener hambre y la convicción de que tenemos que seguir alimentándonos para crecer.

La Madre de Jesús y Madre nuestra en la fe nos aconseja acudir a Él: “haced lo que Él os diga” A ti vamos Señor para que sacies nuestra hambre de sentido. ¡Señor, danos de ese pan!

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 10 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 7,31-37

 


Evangelio según San Marcos 7,31-37
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.

Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.

Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete".

Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.

Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban

y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".


RESONAR DE LA PALABRA

Querido amigo/a:

Nuestra oración de hoy, de la mano de la Virgen María (Ntra. Sra. De Lourdes) es por todos los enfermos, pues hoy se celebra su 30 Jornada Mundial con el lema «Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36).

Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad.

En muchos lugares, especialmente en la pequeña localidad francesa que acoge a miles de peregrinos, se van a celebrar diversos actos de oración y se administrará el sacramento de la unción a muchos enfermos. Todos los que allí acuden como voluntarios o enfermos vuelven con el corazón henchido de alegría. De hecho, así se llama el tren que vuelve de Lourdes, “el tren de la alegría”, pues, aunque no todos vuelven curados, sí vuelven todos más alegres y con la fuerza suficiente para afrontar su enfermedad.

Especialmente me gustaría que nuestra oración fuera dirigida a los enfermos que no tienen recursos, que viven sin la atención sanitaria y humana básicas. De alguna manera ellos se reflejan en el sordomudo del evangelio de hoy, sanado por la acción curativa de Jesús: “…apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: Ábrete.”

Jesús atendió a los enfermos. No vemos en el evangelio ningún caso de indiferencia o desatención. Sí los vemos lamentablemente en nuestro entorno, enfermos que sufren solos su dolor. No permitas que ninguna persona enferma que esté cerca de ti esté sola; puede tener todo lo material, pero lo que más necesita es tu compañía, tu cariño, el regalo de tu persona, esta es la mejor medicina que puedes darle.

María, Ntra. Sra. De Lourdes, ruega por todos tus hijos e hijas que están enfermos, ruega por todos nosotros, por nuestras enfermedades, las del cuerpo y las del espíritu. Ruega también por todo el personal sanitario que en estos últimos tiempos de pandemia se ha esforzado al máximo, llegando hasta la extenuación física y psicológica. Que tu intercesión poderosa nos libre de todo mal, de toda parálisis del corazón, de todo egoísmo destructivo, del demonio de tener el corazón cerrado.

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 9 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 7,24-30

 

Evangelio según San Marcos 7,24-30
Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto.

En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies.

Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio.

El le respondió: "Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros".

Pero ella le respondió: "Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos".

Entonces él le dijo: "A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija".

Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio.


RESONAR DE LA PALABRA

Querido amigo/a:

Al final el reinado de Salomón se viene abajo, con problemas económicos, políticos, en sus fronteras…, aunque lo que le llevó al final de sus días a la ruina total, fue caer en la corrupción e idolatría: “El Señor se encolerizó contra Salomón, porque había desviado su corazón del Señor Dios de Israel”, leemos hoy en el Primer Libro de los Reyes. Ninguno estamos libres de perder el camino o dejarnos seducir por otros intereses que pretenden ocupar el lugar de Dios en nuestro corazón.

La hija de la siro-fenicia que nos presenta el Evangelio de hoy está poseída por un espíritu impuro y, a pesar de que su madre es probada en la fe por Jesús, es liberada de su atadura. Esta madre nos da una lección de humildad y confianza en Jesús. Ella es una síntesis de todas las marginaciones posibles: ante todo es mujer, desde el punto de vista religioso es pagana, no aparece un hombre que la represente, es extranjera y tiene una hija enferma, solo le faltó al evangelista decirnos que también era pobre y viuda. Todo un reto para hacer una lectura desde los excluidos.

No debemos confiar únicamente en nuestras propias fuerzas, no siempre tenemos la fortaleza, debemos ser conscientes de que necesitamos ser sostenidos por un amor que no nos traicione, sino que nos acoja incondicionalmente.

Amor que sintió inmensamente Santa Escolástica, hermana de san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino.

Señor, que tu amor nos libere y nos sostenga en esta jornada.

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 8 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 7,14-23

 Evangelio según San Marcos 7,14-23

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo,
porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".


RESONAR DE LA PALABRA

Querido amigo/a:

“Escuchad y entended todos: […] lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Creo que esta verdad es ratificada desde nuestra experiencia personal ¿verdad? La pregunta que se me ocurre hacerle a Jesús en la oración de hoy es, Señor, ¿cómo limpiar mi interior? Lo mismo que limpiamos la casa, lavamos la ropa, el coche, o nos duchamos, ¿y yo por dentro? ¿Cómo me limpio? ¿No necesito purificarme, oxigenarme, purgarme…? No sé tú, yo al menos necesito hacerlo. Y como todas las cosas, esto necesita tiempo, como lo necesitan las tareas de limpieza anteriormente descritas.

Si te fijas en el final del evangelio, se termina con una lista de trece maldades que salen todas ellas de ese interior, ¡como para no hacer limpieza! Sí, hay que hacerla por salud personal, para curar el corazón, para vivir con paz interior, para mejorar nuestras relaciones con los demás, para quererme más a mí mismo, para hacerle sitio a Jesús, para apartar al Tentador y destruir su “huerto”, para ser más feliz… necesito “purificarme”, limpiar mi interior.

Vuelvo a la pregunta inicial: Jesús, ¿cómo? E imaginándomelo a mi lado, mirándome con cariño y una sonrisa en sus labios, puedo escuchar un susurro: “utiliza las mediaciones que te he dado”. Claro, yo tengo la intención y el deseo, pero no bastan para que la gracia (el amor curativo de Cristo) actúe, son necesarias las mediaciones, las fibras ópticas por donde circula la gracia con toda su potencia. La más fuerte y poderosa ha sido elevada a la categoría de sacramento, precisamente por ser la más eficaz: la reconciliación.

Reconcíliate contigo mismo, con los que te fastidian, con Jesús que te espera. No lo hagas de manera aislada, cerrado sobre ti mismo, utiliza la mediación de la Iglesia donde se expresa la fuerza curativa de Cristo, donde entras en comunión con todos, con múltiples oraciones que en el cielo y en la tierra interceden por tu perdón y tu paz en la alegría de la reconciliación. Sí, la paz; así lo reza la fórmula de la absolución “Dios todopoderoso… te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz. Y yo te absuelvo…” Claro que no es la única mediación, pero es la más poderosa. Están el examen, los escrutinios, el proyecto personal, etc. Pero de vez en cuando hay que lavar con jabón del bueno y frotar bien lo sucio.

La reina de Sabá aparece hoy en la primera lectura. No olvidemos la queja de Jesús respecto a esta extranjera: “La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón» (Mateo l 2,42). ¿Tomamos en serio y aprovechamos bien la sabiduría que nos enseña cada día, sobre todo en las lecturas de la misa, el auténtico Maestro que Dios nos ha enviado, Jesús?

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA