Evangelio según San Juan 14,21-26
Jesús dijo a sus discípulos:«El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él".Judas -no el Iscariote- le dijo: "Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?".Jesús le respondió: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió.Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes.Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.»
Querido amigo/a:
¡Feliz lunes de la quinta semana de Pascua! Deseo que este tiempo te esté regalando experiencias pascuales para actualizar la fe y resucitar el amor y la esperanza.
Y, para tener más vida, ya está aquí y resuena la promesa del Espíritu Santo. Es hora de ponerse a al escucha del Paráclito. Él es quien actualiza la palabra de Jesús, su enseñanza, el sendero que lleva a acoger el amor del Padre. Él prepara la morada humana que recibe al Dios uno y trino. Él nos va haciendo conscientes del Evangelio entre líneas que escribió Jesús con su vida, muerte y resurrección.
Este es el Evangelio que predican Pablo y Bernabé. Aunque la predicación les juega malas pasadas. En este caso un modo de persecución no de las personas, sino del mensaje. Considerar a Bernabé y a Pablo “dioses en figura de hombres” destruye el mensaje que quieren transmitir los apóstoles. Es una tentación que se da no pocas veces. No sólo en quien predica, sino en cualquier cristiano que se preocupa sanamente por trasmitir su fe: “si me consideran ‘el mejor’, ‘el más comprometido’, ‘el más inteligente’, ‘el más brillante’, ‘el de más talento’ o ‘el más sencillo y humilde’ podré dar buen testimonio de Jesús y llegar a mucha gente”. Poned estas palabras u otras parecidas. Hay que reconocer que es una miel tentadora. Pero sería como quedarse en los hosannas de la entrada de Jesús en Jerusalén, sin leer el resto de los relatos de la pasión-resurrección. Y todos sabemos que los hosannas callan pronto –además provocan adicción- y que lo que permanece es la vida nueva en la resurrección, para lo cual hay que pasar por la cruz. No queramos ser más que nuestro Maestro, para que Dios se digne morar en nosotros y seamos asamblea de vida.
CR
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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