jueves, 31 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 24,42-51

 

Evangelio según San Mateo 24,42-51
Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor.

Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno?

Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo.

Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

Pero si es un mal servidor, que piensa: 'Mi señor tardará',

y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos,

su señor llegará el día y la hora menos pensada,

y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.


RESONAR DE LA PALABRA

El tema de la vigilancia se repite muchas veces en los Evangelios. Hay que estar atentos porque el Señor viene en cualquier momento. El texto de hoy nos habla en parábolas de esa vigilancia. El dueño de la casa al que han avisado que va a venir el ladrón y que se queda en vela para recibirlo como se merece. O el criado que culpe fielmente sus tareas porque espera que en cualquier momento vuelva su señor. Todo sirve para recordarnos que hay que estar en vela porque en cualquier momento viene el Señor.

El problema es tener claro como es la venida del Señor. Parece que en principio la cabeza se nos va a los grandes y solemnes acontecimientos: desde la solemne en la catedral hasta la misa del papa en la plaza más grande de la ciudad con motivo de su visita.

La realidad es que, siempre según los Evangelios, la venida del Señor no fue así. Todo empezó con una humilde doncella nazarena y siguió con un niño recién nacido (básicamente una realidad de fragilidad, pequeñez y vulnerabilidad). Para completar el cuadro la venida del Señor no se produjo en lo que era el centro del mundo en aquel momento sino en un rincón perdido de aquel magnífico imperio. Un rincón perdido y pobre como era Belén, donde nació, o Nazaret, donde se crio. Nada de fanfarrias, luces extrañas ni solemnidades. Nada de eso. Y, luego, a lo largo de su vida no mejoró mucho. Podía haberse presentado en el templo, que era el centro religioso y político de Israel pero nació en la periferia de Galilea y terminó muriendo fuera de las murallas de Jerusalén. Como decía el título de un libro de hace unos años, Jesús fue un “judío marginal”. El que se quiso encontrar con él tuvo que salir de sus casillas y de sus prejuicios.

Hoy nosotros tenemos que estar vigilantes y atentos porque el Señor puede venir a nuestras vidas en cualquier momento. Pero quizá no viene como creemos que va a venir sino disfrazado de pobre, de marginado, de hambriento, de preso. Hay que estar atentos para ir más allá de las apariencias y descubrir su presencia sanadora y salvadora.

Fernando Torres, cmf



fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 30 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 13,44-46

 

Evangelio según San Mateo 13,44-46
Jesús dijo a la multitud:

"El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.

El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas;

y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."


RESONAR DE LA PALABRA

Miércoles, 30/08/2023. 21ª Semana TO.

Hay personas para las que el cuidado de su propia imagen es algo muy importante. Algunos dedican a ello gran parte de su energía. En principio, no está mal. Lo malo viene cuando la imagen, la apariencia, no coincide con la realidad de la persona. Es entonces cuando el cuidado de la imagen deviene hipocresía. Cuando las personas se convierten en sepulcros blanqueados. Y se empieza a vivir una doble vida. La real y la aparente. Lo malo es que hace falta consumir muchísima energía para vivir de esa manera durante largo tiempo. Y ciertamente también hace falta la colaboración y complicidad de otras personas. Terminan colaborando porque al proteger la apariencia del otro se sienten ellas mismas protegidas. Más hipocresía.

Jesús denuncia esta hipocresía en los letrados y fariseos. Son los que dictan las normas, los que dicen a los demás cómo tienen que comportarse, siempre en el nombre de Dios, siempre diciendo que sus normas y leyes son la voluntad de Dios. Pero ellos saben lo suficiente como para encontrar otros caminos, excusas varias, para no cumplir sus mismas normas. Jesús denuncia y condena con radicalidad. Porque está a favor de los sencillos, de los humildes, a los que aquellos tenían que haber cuidado y que, sin embargo, lo que reciben son condenas y admoniciones por no cumplir las normas como ellos dicen.

Casi seguro que no todos los letrados y fariseos eran como Jesús dice en sus palabras. Pero es muy posible que callaran y no denunciaran a esos letrados y fariseos hipócritas para no dañar a la institución a la que ellos mismos pertenecían o para no meterse en problemas. Y haciendo eso eran cómplices de la hipocresía de los otros.

Nos podemos preguntar si hay fariseos y letrados como los del Evangelio en la Iglesia actual. Pero también nos podemos preguntar cuantas veces callamos ante el mal que hacen otros simplemente para proteger nuestra propia imagen, para vivir tranquilos y seguros. No sé si Jesús lo aprobaría.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 29 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 6,17-29

 

Evangelio según San Marcos 6,17-29
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.

Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".

Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,

porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.

Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.

La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".

Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.

La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".

El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.

En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.

El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.

Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


RESONAR DE LA PALABRA

Martirio de San Juan Bautista

En los juegos del poder siempre termina perdiendo el más débil. El Evangelio de hoy es un claro ejemplo. No nos queda claro quién era el que verdaderamente mandaba en aquel palacio. Ciertamente era Herodes el que tenía el poder nominal. Él era el rey. Pero su mujer parece que también mandaba mucho. Y entre los dos había una cierta pugna por ver quién mandaba realmente. La lucha entre marido y mujer llegó hasta tal punto que el rey se vio obligado a hacer lo que, según el Evangelio, no quería hacer. Terminó matando, asesinando al profeta.

Lo lógico era que se hubiesen enfrentado con claridad los dos aspirantes al poder total: Herodías y Herodes. Y entre ellos hubiesen dirimido el conflicto. Lo lógico era que uno de ellos hubiese resultado ganador y el otro se hubiese llevado las heridas. Pero no fue así. No suele ser así. La lucha se dirimió en otro terreno y terminó llevándose las heridas mortales el tercero en discordia, la parte más débil: el profeta. Herodes y Herodías no llegaron casi ni a tener un debate dialéctico. Todo quedó entre ellos muy educado. Ni una mala palabra. Pero Juan terminó decapitado.

Suele ser así. Cuando dos poderes se enfrentan, suelen otros los que se llevan la peor parte. Revisemos la historia y así ha sido en casi todas las guerras. Basta con recordar lo que se llamó la guerra fría durante los años 50 y 60 del pasado siglo. Rusia y los países occidentales no se enfrentaron nunca directamente. Fueron muchos países pobres donde se enfrentaron los grandes, pero siempre a través de intermediarios que eran los que ponían la sangre. Pero no hay que pensar solo en las naciones, podemos pensar también en las empresas, los partidos políticos, las familias, los grupos de amigos y, para ser realistas, también en la iglesia pasan estos juegos de poder.

Jesús renunció a participar en esos juegos de poder. Así terminó como terminó, en la cruz. ¿Cuándo conseguiremos que el poder sea un servicio y no ocasión de dominación y opresión de los más pobres?

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 28 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 23,13-22.

 

Evangelio según San Mateo 23,13-22.
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes!

¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'!

¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro?

Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'.

¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda?

Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él.

Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita.

Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.


RESONAR DE LA PALABRA

San Agustín

Hoy celebramos la fiesta de San Agustín, uno de los llamados Padres de la Iglesia porque en aquellos primeros siglos de la historia cristiana brilló como un faro por su palabra y por su vida. Como todos los santos, no fue santo desde que nació. Hizo un largo camino hasta encontrarse con el que sería el centro de su vida: Jesús. El camino fue tortuoso, en alguna ocasión se desvió y perdió tiempo y fuerzas. Pero lo que con seguridad se puede decir de él es que nunca se contentó con las apariencias y buscó siempre algo que llenase su corazón. Y no paró hasta encontrar a Jesús. Y desde ahí se volvió para ponerse al servicio de los hermanos.

Sin duda que su palabra ha iluminado a muchos a lo largo de los siglos. Esos muchos, gracias a la palabra y al ejemplo de Agustín, han terminado encontrándose con Jesús y con su Evangelio. Porque habría sido nefasto que se hubiesen quedado en Agustín y hubiesen hecho de él el centro y sentido de su vida. Habrían fundado una nueva secta y habrían sido como el tonto que se queda mirando el dedo que le señala la luna y no ve la luna, que es a donde señala el dedo.

San Agustín y tantos a lo largo de la historia nos señalan a Jesús. Sería tonto quedarnos en Agustín y no mirar a donde realmente hay que mirar, a donde miró el mismo Agustín. El Evangelio de hoy nos recuerda precisamente eso: que por muchos maestros, directores y padres que tengamos, en realidad no hay más que un maestro, un padre, un consejero. Agustín se quedaría decepcionado si no fuésemos capaces pasar de clase y de curso, de dejarle a él y acercarnos al que es el verdadero maestro, Cristo.

Conclusión: sería bueno que alguna vez nos acercásemos a las obras de san Agustín. Probablemente encontraremos en ellas mucha luz. Pero mejor es que dediquemos más tiempo a leer el Evangelio y encontrarnos directamente con Jesús porque Él es la luz. Y Agustín no es más que un reflejo, muy fuerte, muy vivo, pero solo reflejo de Aquel que es la luz.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 26 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 23,1-12

 

Evangelio según San Mateo 23,1-12
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;

ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen.

Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.

Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;

les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,

ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.

En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos.

A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.

No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.

Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,

porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".


RESONAR DE LA PALABRA

Santa Teresa de Jesús Jornet, patrona de los ancianos

Está claro que el Reino de que habla Jesús no se parece en nada a los de este mundo. El texto evangélico de hoy es una muestra clarísima de ello. Vamos a dejar de lado la primera parte, aunque sería una buena crítica para algunos eclesiásticos que no solo valoran más formas y solemnidades (litúrgicas, de hábitos, etc.) sino que además dictaminan normas que a veces tienen poco que ver con el amor y la misericordia del Dios de Jesús. Pero dejemos esta primera parte.

Y vamos a la segunda. Todo un programa para la comunidad cristiana (otra cosa es que lo hayamos cumplido a lo largo de la historia): no os dejéis llamar maestro ni padre ni consejero. Jesús da razones para todo. Maestro solo tenemos uno y todos somos hermanos. Se sobreentiende que el maestro es el mismo Jesús. Tampoco nos tienen que llamar padre porque no tenemos más Padre que el del cielo. Ni consejero, por la misma razón que la del maestro.

Y termina con una conclusión clara y distinta: el primero entre vosotros será vuestro servidor. En la iglesia, en la comunidad cristiana, estamos para servir. En la fraternidad del Reino todos son manos abiertas para ayudar, para apoyar, para comprender. No hay puestos principales ni nada que se le parezca.

La realidad es que hemos construido a lo largo de los siglos una iglesia que se define como jerárquica. Posiblemente sea necesario ese orden en una institución que tiene semejante tamaño. Pero nunca se nos debería olvidar este texto del evangelio de hoy. La jerarquía esta para servir. Y toda la iglesia, toda la comunidad cristiana, toda comunidad cristiana, tiene sentido en la medida en que se sirve y sirve sobre todo a los más pobres, a los más alejados y marginados. En ese servicio se realizará el signo de que el Reino es para todos sin excepción, de que Dios es padre de todos.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 25 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 22,34-40

 

Evangelio según San Mateo 22,34-40
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él,

y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:

"Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu.

Este es el más grande y el primer mandamiento.

El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".


RESONAR DE LA PALABRA

Cuando se tiene una ley con 613 normas, como tenían los judíos en la Torá, es normal que las personas se preocupen por poner un poco de orden y saber cuál es la ley más importante. Diría que en la Iglesia nos pasa un poco lo mismo. También tenemos muchas normas entre mandamientos de la ley de Dios, mandamientos de la Iglesia y cánones del Código de Derecho Canónico (son nada más y nada menos que 2414 en la última edición). Es decir, que podemos asumir como nuestra la preocupación de aquel fariseo por saber cuál de todos aquellos mandamientos era el principal.

Jesús no tiene duda en responder. Todo se resume en dos mandamientos, que contienen la ley entera: Amar a Dios y amar al prójimo. Y ya está. No hay más que hablar.

O sí. En realidad hay mucho que hablar. Lo primero es que nos podemos preguntar qué es eso de amar a Dios. O mejor, ¿cómo se expresa el amor a Dios? Leyendo y releyendo el Evangelio se entiende con facilidad, y así lo han entendido tantos y tantas a lo largo de la historia del cristianismo, que ese amor a Dios se expresa precisamente en el amor al prójimo. Nada que ver con muchas oraciones ni muchas celebraciones ni muchos cánticos ni muchas horas pasadas de rodillas. Si todo eso no nos lleva a amar a nuestro hermano o hermana, a estar cerca del que sufre de cualquier manera, todo son actos inútiles y sin sentido. Puras evasiones que es posible que tranquilicen nuestra mente pero que ciertamente no tienen nada que ver con el Evangelio.

Amar a Dios es (expresando identidad en el sentido más fuerte posible) amar al hermano. Y eso se hace… amando: preocupándose de una manera eficaz y realista por su bien. Porque amar es mucho más que un sentimiento. Es la cercanía atenta al hermano o hermana en sus necesidades concretas, ya sea hambre, justicia, enfermedad, libertad… Amar es sentir con el hermano y hacer nuestras sus preocupaciones y dolores. Y caminar con él, juntos, de la mano, para hacer el camino del Reino. Y así hacer presente en nuestro mundo el amor de/a Dios.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 23 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16

 

Evangelio según San Mateo 19,30.20,1-16
Jesús dijo a sus discípulos: «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.

porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.

Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña.

Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza,

les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'.

Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.

Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'.

Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.

Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.

Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.

Y al recibirlo, protestaban contra el propietario,

diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'.

El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario?

Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti.

¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'.

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».


RESONAR DE LA PALABRA


Hoy tenemos una parábola que nos podría hacer reflexionar sobre el salario justo. Y también celebramos a Santa Rosa de Lima. Creo que la santa nos puede ayudar con el Evangelio.

En realidad la parábola no va para nada del salario y su justicia. La parábola va de la generosidad y largueza de Dios. La frase que quizá nos ayude a entender toda la parábola esté al final, cuando el señor responde al jornalero que protesta por entender que ha recibido menos de lo justo que “¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” El señor quiere que todos trabajen en el campo, que todos participen en la vida del reino. Al final da lo mismo la hora en que hayan/hayamos empezado a trabajar. En esta gran familia que es el reino lo que importa es que nadie se quede fuera. No hay puestos mejores y peores. No hay categorías laborales. Todos están/estamos para servir, para construir la fraternidad. El señor/Dios acoge a todos, abre la puerta a todos. Y a todos los quiere por igual. Todos son hijos e hijas. Todos comparten derechos.

Parece que Santa Rosa de Lima fue contratada muy joven. Con pocos años se entregó al servicio del señor. Sin medida. No protestó cuando vio que otros, más tardíos, recibieron el mismo salario que ella. Porque ella encontró su felicidad en servir al Señor.

Y, como no podía ser de otra manera, ese servicio se extendió a todos los que sufrían. Dicen sus biógrafos que, cuando su padre no le permitió entrar en un convento, se recluyó, prácticamente, en la ermita que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del huerto de su casa. De allí solo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad. También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y atención, creando una especie de enfermería en su casa.

Así que Santa Rosa fue una buena jornalera, entregada al trabajo en la viña de Dios, entre los más pobres de su tiempo: indios, negros y enfermos. Por eso mereció su denario y el señor la acogió en sus brazos al llegar la hora de su muerte.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 22 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,23-30

 

Evangelio según San Mateo 19,23-30
Jesús dijo entonces a sus discípulos: "Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos.

Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos".

Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible".

Pedro, tomando la palabra, dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?".

Jesús les respondió: "Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna.

Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros.


RESONAR DE LA PALABRA


Santa María Virgen, Reina

En este reino sin reyes ni duques ni condes ni jerarquías que es el Reino de Dios (un solo padre y todos como hermanos en torno a la mesa), suena un poco extraño la celebración de una fiesta donde se declara a María como reina. La fiesta queda un poco fuera de lugar en el mundo actual donde las monarquías son más bien la excepción y lo más común es que las naciones hayan adoptado la forma de la república para gobernarse. Y eso sin entrar en la realidad de que en prácticamente todas las monarquías, los reyes y reinas son tales pero no gobiernan. Su papel es meramente simbólico de la unidad del estado. El gobierno está en manos de los representantes del pueblo. Son monarquías parlamentarias.

Digo todo esto porque la declaración de María como reina resulta un poco bastante anacrónica y no terminamos de entender siquiera bien su significado, lo que se quiere decir con este título. Además, el título le sienta mal a la humilde doncella de Nazaret que se mueve por las páginas del Evangelio sin hacer ruido, sin figurar, sin falsas pretensiones.

El relato de la anunciación que nos trae el texto evangélico de hoy ya nos habla de la sencillez y humildad que caracterizó a María. En realidad, todo lo que tiene que ver con Jesús se mueve en esa línea de humildad, pequeñez y sencillez. Está claro que el Reino de Dios no es de este mundo y esta frase, que a la que se pueden dar muchas interpretaciones, significa también que el Reino no se manifiesta en grandeza ni poder, ni en cortes ni títulos nobiliarios. El Reino es diferente. El Reino es para los pobres, los humildes y sencillos. Y ahí sí que podemos poner a María como la primera discípula. Pero decir que es la primera no es porque haya segundos y terceros y cuartos. Es la primera entre los hermanos y hermanas. Porque en el Reino todos estamos al mismo nivel.

Ser la madre de Jesús no le hizo a María darse aires ni importancia. Acompañó a Jesús en sus andanzas por Galilea. Estuvo con él en los momentos difíciles, al pie de la cruz. Y, después de su muerte, acompañó a los discípulos en la oración. Como una más. Ciertamente no es una reina como las de este mundo. Quizá ni siquiera haya que darle títulos, que posiblemente ella nunca deseó. Basta con recordar a María, la madre de Jesús. Y saber que está con nosotros, a nuestro lado. Como está cualquier madre.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 21 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,16-22

 

Evangelio según San Mateo 19,16-22
Luego se le acercó un hombre y le preguntó: "Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?".

Jesús le dijo: "¿Cómo me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos".

"¿Cuáles?", preguntó el hombre. Jesús le respondió: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio,

honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo".

El joven dijo: "Todo esto lo he cumplido: ¿qué me queda por hacer?".

"Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque poseía muchos bienes.


RESONAR DE LA PALABRA

San Pío X

De entrada, la pregunta que le hace aquel hombre a Jesús me suena a la pregunta de mínimos. Me recuerda mis años jóvenes en que a veces tratábamos de que nos dejasen clara la frontera entre lo que se podía y no se podía hacer, entre lo que era pecado y lo que no. Se trata de cumplir la ley pero justo la ley. Es realmente un planteamiento muy pobre. Es vivir apenas tratando de cumplir la obligación. Para salvar el mínimo. Como cuando se decía que para cumplir el precepto dominical bastaba con llegar a misa al momento del ofertorio. Llegar un poco más tarde era pecado. Se cumplía la obligación legal pero se perdía toda la riqueza de la eucaristía, de la alabanza en comunidad, de la escucha de la Palabra.

En nuestro caso, el hombre parece que no es tonto y es consciente de que no basta con cumplir justito los mandamientos. Que, demasiadas veces, eso no pasa de ser un cumpli-miento, un cumplir y mentir. Sabe que algo le falta, que hay que ir más allá.

Ahí Jesús se aprovecha y abre un nuevo horizonte que está mucho más allá de lo que plantean los mandamientos, la legalidad. Se trata de darlo todo, sin medida. Se trata de quedarse sin nada (como aquel que vendió todo lo que tenía para comprar el campo en el que había encontrado un tesoro), de jugarlo todo a una carta, de quedarse sin un margen de seguridad. Darlo todo y seguir a Jesús. Esa es la propuesta.

Pero aquel hombre parece que había puesto su seguridad en sus riquezas. Dicho en palabras actuales, ponía su seguridad, su salvación, en la cuenta corriente, en el seguro que había contratado, en sus propiedades… Y parece que no estaba dispuesto a renunciar a esa seguridad por seguir a Jesús. Quería lanzarse al agua pero con flotador. Y eso no es posible en la vida. Porque la vida siempre es riesgo.

Ahora nos toca a nosotros. ¿Queremos seguir a Jesús? ¿Estamos dispuestos a tirarnos al agua confiando solo en él? ¿A trabajar por el Reino arriesgándolo todo?

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 20 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 15,21-28

 

Evangelio según San Mateo 15,21-28
Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.

Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".

Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".

Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!".

Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros".

Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!".

Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.


RESONAR DE LA PALABRA

DERRIBANDO BARRERAS

Es necesario contextualizar la primera lectura, para poder entenderla. Resulta que el pueblo al que se dirige Isaías ha atravesado una larga crisis política, religiosa y económica, incluido un largo destierro. Después de todo aquello, una vez de vuelta a su tierra, toca reconstruir y recuperar la normalidad. Y las autoridades consideraron imprescindible «hacer limpieza», centrarse en exclusiva en el pueblo de Dios y apartar a los que no sean auténticamente judíos, a «los de fuera», a los extranjeros (como también a los «eunucos» o castrados). Les pareció urgente y conveniente recuperar las antiguas leyes y tradiciones, aplicándolas con toda dureza y radicalidad, así como cuidar y resaltar aquellos elementos que fomentaban la conciencia nacionalista (y exclusivista: «sólo nosotros somos el pueblo de Dios»): el templo, las fiestas, los rituales, las tradiciones de siempre, el poder indiscutible de las autoridades, uniformar las ideas y apartar a los «heterodoxos» y a cualquiera que pudiera cuestionar cualquiera de estas cosas (incluidos los profetas).... Es siempre una tentación de todos los tiempos y culturas: resaltar el nacionalismo propio, el fundamentalismo religioso, arrinconar al emigrante, la «pureza sexual»... No hace falta poner ejemplos actuales ¿verdad?

Comenzaron a usar el nombre de «perros» para referirse a los que no eran «de los nuestros».

El profeta de Dios, sin embargo, cree que hay que reconstruir y recuperar, pero lo que se debe poner por delante es el derecho y la justicia. Son las condiciones para «entrar en el Templo» (símbolo de la unidad nacional), de las que nos habla, por ejemplo uno de los Salmos (14): ¿Quién puede entrar en tu templo y habitar en tu casa, Señor? Aquí no aparece por ninguna parte los criterios nacionalistas, de raza, o de pureza sexual en los que tan empeñadas estaban las autoridades judías (y quienes las apoyaban, claro, que no eran pocos).

Para Dios y su profeta, sin embargo, los criterios de pertenencia al pueblo y de acceso al Templo son sobre todo la justicia y el derecho, incluyendo el respeto a la Alianza. Con respecto al Templo dice Dios por el profeta: «mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos». Por tanto las autoridades y sus seguidores debieran escuchar al profeta y corregir de inmediato sus criterios exclusivistas.

En la escena inmediatamente anterior al Evangelio que hemos leído hoy, Jesús ha denunciado y rechazado a los guardianes de la ortodoxia, los «defensores de Dios» (escribas y fariseos). Éstos le habían reprochado públicamente: «¿Cómo es que tus discípulos no respetan la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué no se lavan las manos para comer?»

Pero Jesús, volviéndose hacia el pueblo, exclama: «¡dejadlos, son ciegos, guías de ciegos!»

Y tira abajo una barrera religiosa que servía para dividir a los hombres en puros e impuros: «Es el corazón de lo hombre lo que le hace puro o impuro» y no los ritos religiosos y tradiciones humanas, por muy antiguas que sean: como el lavado de manos y tantas otras. Semejante afirmación les resultó tan intolerable y peligrosa, que Jesús tuvo que retirarse a la región pagana de Tiro y Sidón (actual Líbano).

Y allí mismo se encuentra con otra barrera, cuando una mujer extranjera, «pagana» le sale al paso. Está necesitada, que sufre, y pide ayuda desesperadamente, no para ella, sino para su hija, y que está acostumbrada a conformarse con las migajas que les sobran a los demás. Se ve que conoce bien el lenguaje judío, pues usa expresiones como «Señor, hijo de David». Pero nadie parece hacerle caso. Ni siquiera Jesús.

Los discípulos le piden que intervenga para quitarla de en medio y que deje de molestar.

Jesús de momento ni le hace caso ni le responde, pero luego le dirige unas palabras que nos resultan duras y extrañas: la compara con un «perrillo».

Los especialistas han intentado justificar la extraña actitud de Jesús.

Unos dicen que Jesús, como hombre que era, estaba influido por su cultura y educación judías, y estaría convencido de que su misión era exclusivamente para «las ovejas descarriadas de Israel». Y esta mujer le habría dado una lección de fe, haciéndole corregir sus ideas y abriendo enormemente su horizonte misionero, tal como lo habían anunciado antes los profetas como Isaías.

Otros dicen que, como venía «caliente» de la discusión anterior, usó irónicamente las ideas de los fariseos y escribas con los que había discutido, para la reacción de aquella mujer, a la que, según ellos, no habría que hacerle ningún caso. Pero la reacción de aquella mujer resulta una sorprendente y maravillosa expresión de fe.

No son incompatibles ambas opciones. En todo caso, podemos resaltar el contraste con la escena evangélica del domingo pasado, en la que Pedro, que se ahogaba, y también suplica, pero recibe un reproche: «¡Qué poca fe!, ¿por qué has dudado?» En cambio ahora, Jesús proclama una de las mayores alabanzas del Evangelio: «Mujer, ¡qué grande es tu fe!». Una mujer, una extranjera pagana se convierte en una lección, un modelo (y un reproche) para sus discípulos deseosos de quitarla de en medio para que no molestara, y sobre todo para la cerrazón excluyente de los fariseos. Otra barrera que Jesús ha derribado.

Todavía quedan muchas barreras, alambradas y muros. Las más resistentes son las mentales. Dentro y fuera de la Iglesia. Algunas incluso se están reconstruyendo.

De este Evangelio debiéramos al menos aprender a desterrar todos los rechazos, desprecios, estereotipos y demás hacia personas distintas de nosotros y «los nuestros», poniéndoles etiquetas, criminalizándolas, despreciándolas... ¡Las generalizaciones que injustas y malas son!

Todos los seres humanos, somos hijos de Dios, del mismo Padre nuestro al que todos rezamos, aunque le pongamos distintos nombres. Los cristianos debemos empeñarnos, junto con todos los hombres buenos en ser constructores de la Ciudad de Dios/Casa de Dios, en la que nadie quede excluido por ser pobre, de otro color, de otros países... Con el derecho y la justicia en la mano, como nos ha dicho el profeta, y siempre que sea posible también con la misericordia. Es que la historia nos enseña que otros caminos llevan al precipicio. Sin excepción.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 19 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,13-15

 

Evangelio según San Mateo 19,13-15
Le trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron,

pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos".

Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.


RESONAR DE LA PALABRA

Hay especies de animales que a los pocos minutos de nacer ya están en pie y empiezan a caminar por sí solos. Su educación, por así decir, dura apenas unos meses. Mientras tanto nosotros, los humanos, necesitamos en torno a los 15 años o más para poder empezar a desenvolvernos solos. Ya para aprender a caminar necesitamos un año más o menos. Pero el proceso de maduración-aprendizaje de las técnicas mínimas para sobrevivir necesita de muchos años. En las sociedades más avanzadas este proceso se tiende a alargar y la persona necesita entre 25 y 30 años para ser plenamente autónoma. Mientras tanto somos frágiles, vulnerables y dependientes.

Quizá sea a esto a lo que se refiere Jesús cuando dice que “de los que son como ellos [los niños] es el Reino de los Cielos”. Una vez más, Jesús nos deja claro que el Reino es de todos. Pero que, como demostración palmaria de que es de todos, es en primero lugar de los más alejados. En otros momentos Jesús manifiesta esta forma de ser del Reino acercándose a los enfermos, a los marginados, a los pecadores. En este caso lo ha hecho bendiciendo a los niños que son el ejemplo más claro de los que son frágiles, vulnerables y dependientes.

Los discípulos no terminaban de entender. Les costaba asimilar que eso del Reino fuese así. Porque los Reinos siempre se han caracterizado por jerarquizar a los miembros de la sociedad. Los Reino son una pirámide donde arriba está el rey, el más poderoso, y hacia abajo se van colocando todos por orden de importancia social, de autoridad y riqueza. Querer colocar, como hizo Jesús, arriba de todo a los niños era darle vuelta al orden social. No lo podían entender. ¿Cómo iban a ser los más importantes, los de arriba, precisamente los más frágiles, vulnerables y dependientes?

Se me hace que hoy nos sigue costando entenderlo. De hecho, tenemos una iglesia organizada jerárquicamente. Nuestra sociedad sigue organizada por orden de importancia, riqueza y autoridad. Y los de abajo siguen siendo los de abajo. Y todo se les cae encima. Sería bueno que, al menos nosotros, nos creyésemos el mensaje del Reino e intentásemos comportarnos en consonancia.

Fernando Torres, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 18 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 19,3-12

 

Evangelio según San Mateo 19,3-12
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?".

El respondió: "¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer;

y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?

De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".

Le replicaron: "Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?".

El les dijo: "Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así.

Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio".

Los discípulos le dijeron: "Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse".

Y él les respondió: "No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido.

En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!".


RESONAR DE LA PALABRA

En muchas de nuestras naciones el divorcio es una realidad. Es legal y muchas parejas se divorcian. Es un hecho. Pero la verdad es que más preocupante que el divorcio en sí es el hecho de que muchas veces, demasiadas, el proyecto de amor que hacen un hombre y una mujer fracasa y no llega a bien fin. El amor siempre es para siempre y para todo, como decía un profesor mío. Otra cosa es que luego venga la vida, los problemas, las familias, las enfermedades o tantas otras cosas y ese amor que fue, en la intención, para siempre y para todo, termine muriendo, desvaneciéndose, desapareciendo. Una vez más se muestra en nuestra vida la debilidad y limitación de la persona. No somos perfectos. Y, aunque a veces las intenciones y los deseos son muy buenos, la realidad de nuestras limitaciones se impone.

Jesús tenía razón cuando decía que “lo que Dios (el amor) ha unido no lo separe el hombre”. Pero era también realista al reconocer que “por lo tercos (limitados) que sois os permitió Moisés divorciaros”. Pero –otras palabras importantes– “al principio no fue así”. Es decir, la voluntad original del creador es que el amor fuese el vínculo de unión entre hombres y mujeres, entre las familias, entre las sociedades. Esa fue su intención, su deseo.

Hoy existe el divorcio. Tendríamos que decir que no es un derecho sino el reconocimiento público de un fracaso. Las limitaciones de las personas son tales que no podemos condenarlas a una relación sin futuro (una relación de desamor que probablemente terminaría en un infierno para los cónyuges y para los hijos). Hay que abrir nuevos caminos, nuevas posibilidades. Porque la misericordia tiene que dirigir y orientar nuestra mirada sobre la realidad de la persona humana. Diríamos que el divorcio es el reconocimiento público de un fracaso pero también la expresión de la misericordia ante las miserias y limitaciones de las personas, al darles la posibilidad de volver a empezar.

Conclusión: menos condenar a los que se divorcian y más ejercer la compasión, la comprensión y la misericordia. En situaciones muy complicadas hay que buscar lo que sea mejor o menos malo para los implicados. Porque el bien de la persona es siempre lo primero. El mismo Jesús que plantea la exigencia más radical (lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre) es también el mensajero de la misericordia y la compasión ante las personas concretas. Sería bueno que le imitásemos en este punto.

Fernando Torres, cmf

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miércoles, 16 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 18,15-20

 

Evangelio según San Mateo 18,15-20
Jesús dijo a sus discipulos:

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.

Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.

Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.

Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.

También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.

Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos.


RESONAR DE LA PALABRA

Hay palabras de Jesús que casi me atrevería a decir que no nos las hemos tomado en serio. Ya cuando estudiaba teología se me ocurrió preguntar al profesor por qué habíamos dado tanta importancia, y sin duda que la tiene, a la presencia real de Jesús en la eucaristía y no habíamos dado la misma importancia a las palabras con que termina el texto evangélico de hoy: “donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” No supo responderme, dio una larga cambiada y volvió al tema de que estaba hablando. No quiero entrar en discusiones teológicas de si estamos hablando de una presencia sacramental o no. Pero hay una realidad en las palabras de Jesús: cuando la comunidad se reúne, cuando un grupo de creyentes se reúne en nombre de Jesús, por su fe en él, ahí está la presencia real de Jesús, animando su oración, su acción, su vida.

No hace falta que se reúnan en una iglesia. No hace falta que estén presididos por un sacerdote o por un religioso o religiosa. No hace falta ni siquiera que haya uno que presida la reunión. Basta con que se unan en el nombre de Jesús y ese grupo, esa comunidad, se constituye como Iglesia porque Jesús está en medio de ellos.

Me gusta imaginar al grupo de amigos que se reúnen para leer juntos y meditar un texto del Nuevo Testamento, de los evangelios o de las cartas. O que se reúnen para rezar juntos el rosario. O que la familia, un día de fiesta que por la razón que sea no pueden ir a participar en la Eucaristía, la Misa, con la comunidad parroquial, se toman un tiempo para juntos leer las lecturas del día, orar con ellas y dar gracias por tantos bienes recibidos. O los vecinos que deciden juntos tomarse un tiempo para servir a los más necesitados del barrio.

Ahí siempre está Jesús en medio. Ya no son sólo un grupo de amigos, ni una familia, ni unos vecinos. Ahí otra presencia animando su oración, su compromiso, su forma de estar juntos. Están haciendo reino, fraternidad. Están haciendo presente a Dios mismo en medio de nuestro mundo. Está Jesús en medio de ellos, hecho carne y vida y esperanza y fe y reconciliación y perdón.

Fernando Torres, cmf

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martes, 15 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 1,39-56

 

Evangelio según San Lucas 1,39-56
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,

y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:

¡su Nombre es santo!

Su misericordia se extiende de generación en generación

sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor,

acordándose de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


RESONAR DE LA PALABRA

Asunción de María

En esta fiesta de la Asunción resuenan, una vez más porque ya forma parte de la oración diaria en la liturgia de las horas, las palabras de María en el Magnificat.

Para ser realistas, no sabemos si fueron esas con exactitud las palabras de María en aquel momento. Actualmente estamos acostumbrados a que siempre haya un periodista con un micrófono o una cámara que registre exactamente lo que pasa en un momento determinado. Entonces no era así. Todo se basaba en la memoria, en los recuerdos. Y ya sabemos de la fragilidad de nuestra memoria. Casi seguro que no fueron sus palabras exactas.

Pero lo que es seguro es que el autor del Evangelio de Lucas puso en labios de María al que coincidía con su forma de ser, de pensar, de sentir, de creer. Es decir, que igual no fueron las palabras exactas que dijo en aquel momento pero que las podía haber dicho perfectamente. Su contenido es el de alguien que había comprendido perfectamente el mensaje rompedor de Jesús, el mensaje del Reino de Dios que pone patas arriba nuestro mundo, que da la vuelta a todo: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” y “a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Esa es la misericordia de Dios que llega a sus fieles de generación en generación.

El Magnificat es la expresión de alegría y gozo de alguien que siente ya la presencia del Reino entre nosotros. Sólo con este canto ya podríamos decir que María es la primera discípula. Y que su grandeza proviene sobre todo de haber seguido a Jesús, de haber guardado en su corazón los misterios del Reino y de haber puesto su vida a su servicio.

A lo largo de la vida de Jesús encontramos a María siempre cerca. Desde las bodas de Cana hasta orando con los discípulos después de su muerte, pasando, como no podía ser de otra manera, por el momento de la cruz, en el que no abandonó ni a su hijo ni su confianza en que él era el Salvador. Todos eran los misterios vividos y experimentados del Reino de un Dios que es misericordia y amor para todos, sobre todo para los más débiles y pobres.

Fernando Torres, cmf

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lunes, 14 de agosto de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 17,22-27

 

Evangelio según San Mateo 17,22-27
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:

lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.

Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".

"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".

Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.

Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".


RESONAR DE LA PALABRA

San Maximiliano Mª Kolbe

Hoy hacemos memoria de San Maximiliano Kolbe. Es un mártir moderno, muerto/asesinado en un campo de concentración nazi durante la II Guerra Mundial. En aquellos campos fueron asesinadas millones de personas. Todos inocentes, sin duda. Pero hoy hacemos memoria especial del P. Kolbe por la sencilla razón de que su muerte fue diferente. Él ofreció su vida a cambio de la de otra persona. Dio su vida para que el otro pudiera vivir. Kolbe había entendido, y vivido, hasta el final lo que significa ser cristiano.

La historia es bien conocida. Cuando un prisionero se escapó, los oficiales nazis determinaron que otros diez prisioneros del campo debían ser condenados a morir de inanición, encerrados en un búnker. Cuando fue elegido uno de los prisioneros que era viudo con tres hijos, Kolbe se ofreció como voluntario para sustituirle diciendo “no tengo a nadie. Soy sacerdote católico.” Cuando pasados los días, ya solo quedaban tres prisioneros vivos, los nazis decidieron matarlos con una inyección de fenol. Fue entonces cuando el P. Kolbe reunió las fuerzas para decir al enfermero que le ponía la inyección “Usted no ha entendido nada de la vida. El odio es inútil, solo el amor crea.”

El P. Kolbe no hizo más que seguir los pasos de Jesús. También Jesús fue entregado y asesinado. Tampoco los que mataron a Jesús habían entendido nada de la vida. Tampoco habían entendido que “el odio es inútil, solo el amor crea.” En realidad, el odio solo genera más odio, más violencia, más muerte. Solo el amor es capaz de romper esa dinámica mortal y asesina. Solo el amor es capaz de crear vida y esperanza.

El Reino rompe las estructuras de este mundo. Desde la perspectiva del Reino el otro no es una amenaza sino un hermano. El puño cerrado y siempre preparado para el ataque (porque no hay mejor defensa que un buen ataque) se abre en confianza y fraternidad. Eso es el Reino. Ese es el camino que nos enseñó Jesús con su vida y sus palabras. Ese es el camino que siguió el P. Kolbe en aquel lugar de dolor muerte que fue el campo de concentración de Auschwitz. ¿Seguiremos nosotros con el puño cerrado?

Fernando Torres, cmf

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