viernes, 17 de septiembre de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 8,4-15

 

Evangelio según San Lucas 8,4-15
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola:

"El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.

Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.

Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.

Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!".

Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola,

y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender.

La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios.

Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.

Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.

Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.

Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Cuando Jesús entra en crisis su mensaje da un salto de calidad. Sin las crisis de Jesús, hubieran quedado en la penumbra muchas de las encrucijadas por las que nosotros atravesamos.

Jesús debió de pasarlo mal al comprobar que su mensaje liberador no era tan aceptado como cabía esperar, que ante él se suscitaban actitudes muy diversas. Esto le dio pie a clarificar un par de cosas: la semilla siempre es buena y sobreabundante. Pero no produce fruto automáticamente. Entra en un juego de productividad con los terrenos. Hay fincas muy buenas y otras que son “manifiestamente memorables”. Así sucedió con la predicación de Jesús y así sucederá siempre con su evangelio.

Quizá no deberíamos sorprendernos tanto de lo que hoy sucede. Puede que hayan cambiado las proporciones de los terrenos, pero siempre habrá personas que acojan con alegría y hondura el mensaje, personas que lo acojan superficialmente y personas que lo rechacen. Y, sin embargo, la vitalidad del evangelio no depende de ninguna.

La semilla lleva dentro la vida. Creo que hay, pues, dos actitudes fundamentales que nos ayudan a vivir el presente: confianza absoluta en el poder soberano de la semilla ( la Palabra de Dios) y discernimiento sobre la calidad de nuestro propio terreno. El juicio sobre el terreno de los demás no nos compete a nosotros.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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