lunes, 31 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 12,13-17

 

Evangelio según San Marcos 12,13-17
Le enviaron después a unos fariseos y herodianos para sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones.

Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?".

Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario".

Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César".

Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios". Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta.

 

RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos, paz y bien.

Lo que sentía Ana, la mujer de Tobías es algo que, quizá. Todos hemos sentido. Uno intenta hacer las cosas bien, seguir los mandamientos del Señor, y resulta que o se ríen de uno, o no sale nada como quería, o parece que todo es en vano. Es la experiencia de Job, el hombre que bueno que sufre un mal injusto. No hay fruto en lo que hacemos.

Pero, nos ha dicho el salmo, “el corazón del justo está firme en el Señor”. La historia de Tobías podría llevarse al cine, por la intriga, por la acción, y por el final feliz que tanto gusta en las películas. Y porque es un ejemplo de firmeza, de confianza y de apoyarse en Dios.

Un hombre justo, que cumple con los mandamientos, que entierra a los muertos, como leíamos ayer. Que guarda el ayuno, y que no se merecería lo que le pasa, el quedarse ciego. Pero Dios escribe recto, con renglones torcidos. Hay que confiar en Dios, y no arrepentirnos del bien que hayamos podido hacer.

En el Evangelio, los que querían liar a Jesús acaban liados ellos mismos. La pregunta sobre los impuestos le da pie a Jesús para recordarnos que debemos dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. La doctrina Social de la Iglesia nos recuerda que somos parte de la sociedad, vivimos en ella, y debemos cumplir con las leyes del país en el que nos encontremos. Es una forma, también, de dar testimonio de nuestra fe: ser buenos ciudadanos.

Quizá al ver cómo vive mucha gente, de qué modo se burlan de la ley, comenten delitos y, parece, quedan impunes, nos podemos desalentar como la mujer de Tobías. Los creyentes sabemos que, además de la justicia humana (que a veces no es perfecta) existe la justicia divina. Y a esa no se la puede engañar. De ahí la necesidad de vivir de forma honesta, siendo consecuentes con nuestra fe, y ayudando a que el mundo sea un poco mejor, por lo menos a nuestro alrededor.

Celebramos hoy la memoria de san Justino, mártir. Padre de la Iglesia, filósofo, literato, historiador. Y testigo de cómo vivían (y morían) las primeras comunidades cristianas. A final de un largo camino filosófico de búsqueda de la verdad, llegó a la fe cristiana. Fundó una escuela en Roma, donde iniciaba gratuitamente a los alumnos en la nueva religión, que consideraba como la verdadera filosofía, pues en ella había encontrado la verdad y, por tanto, el arte de vivir de manera recta. Por este motivo fue denunciado y decapitado en torno al año 165, en el reinado de Marco Aurelio, el emperador filósofo a quien san Justino había dirigido una de sus Apologías. (Benedicto XVI)

Que su ejemplo nos anime a ser consecuentes, fieles hasta el final.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 30 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 1,39-56

 

Evangelio según San Lucas 1,39-56
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá.

Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,

exclamó: "¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.

Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor".

María dijo entonces: "Mi alma canta la grandeza del Señor,

y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,

porque él miró con bondad la pequeñez de tu servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz".

Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:

¡su Nombre es santo!

Su misericordia se extiende de generación en generación

sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.

Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos

y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor,

acordándose de su misericordia,

como lo había prometido a nuestros padres,

en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos, paz y bien.

Deberíamos comenzar a leer el libro de Tobías. Un ejemplo de hombre que teme al Señor, y que por eso actúa como, en conciencia, cree que debe. Eso le acarrea un montón de problemas, pero, mucho antes que san Pedro, Tobías piensa que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Pero termina el mes de mayo, mes dedicado a la Virgen María, y lo hacemos con la Visitación de la Madre de Dios a su prima, santa Isabel. Resuenan aún en nuestros oídos las reflexiones sobre la Santísima Trinidad, que celebrábamos ayer, domingo. Un Dios, Uno y Trino, un Dios amor, que quiere que nos relacionemos, que nos pongamos en camino.

Eso es precisamente lo que hizo María, al saber que Isabel la necesitaba. Sin dudarlo, sin pensar en los riesgos del camino, sin pensar en su propio estado, con prontitud se marcha a servir a aquella que estaba en necesidad.

El encuentro entre las dos futuras madres fue una explosión de gracia, de Espíritu Santo. San Juan Bautista saltó de gozo en el vientre de su madre, María fue proclamada bendita, Isabel se sintió especialmente agraciada por la visita, todos se sintieron tocados por la mano de Dios.

Para nosotros es difícil, a veces, salir de casa para ayudar a un familiar o a un vecino, levantar el teléfono o buscar en el móvil un contacto para hacer una llamada. María sale rápidamente a remediar una necesidad. Los santos son siempre un ejemplo a seguir. Santa María, sobre todo. Ejemplo de humildad, paciencia, fe, confianza, alegría… Todas las virtudes estaban en María. Y, si nos esforzamos en imitarla, pueden estar también en nosotros.

Porque todos los títulos de María, todo lo que la Iglesia nos propone para la contemplación, no son cosas que la alejen de nosotros. Son recordatorios de que María, una de los nuestros, nos muestra un camino a seguir, por el que se puede andar, si nos esforzamos, si lo pedimos día a día, si lo rezamos con fe.

Hoy, sobre todo, conviene ser agradecido. El “Magníficat” nos muestra a María, plena de gracia, agradeciendo a Dios por todo lo que ha hecho en su vida. Revisa todo lo que el Padre Bueno ha hecho por ti, vuelve a Él tu mirada, en un rato tranquilo de oración, y dile lo feliz que te sientes por saberte elegido para llevar a cabo una misión. La tuya.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 29 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 28,16-20


Evangelio según San Mateo 28,16-20
En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.

Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.

Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.

Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,

y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo".


RESONAR DE LA PALABRA


EL "MISTERIO" DE LA TRINIDAD

"Sólo el Dios encontrado.

Ningún Dios enseñado puede ser verdadero,

ningún Dios enseñado.

Sólo el Dios encontrado

puede ser verdadero".

Charo Rodríguez, La luz de la niebla

 Hay que reconocer que para muchos cristianos eso de la Trinidad es un “rollo”. A veces lo dicen así de claro, dando por sentado que todas esas frases del Credo Nicenoconstantinopolitano son un “rollo”, aunque se repitan en muchas Misas, porque no las entienden, y no saben qué tienen que ver son su experiencia personal de fe. ¿Tres sustancias en una esencia? ¿Tres personas en una sustancia? ¿Una naturaleza en tres personas? ¿Dos naturalezas en una sola persona? El valor que tienen nuestras definiciones y afirmaciones sobre Dios es sobre todo «sugerir», porque a Dios no podremos nunca “meterlo” dentro de una definición, por muy “ex cátedra” que sea. Estas formulaciones y otras parecidas les decían mucho a la Iglesia de Nicea o de Calcedonia... pero pueden haberse quedado vacías para nosotros después de tantos siglos y de tantos cambios. El lenguaje evoluciona muy deprisa. También nosotros tenemos no pocas dificultades para leer a Cervantes o a Santa Teresa en sus versiones originales, y sólo han pasado cinco siglos. Decía el Papa Francisco que «la misión es siempre la misma, pero el lenguaje para anunciar el Evangelio pide ser renovado con sabiduría pastoral». (Mayo 2015)

Con una sorprendente comparación, no recuerdo quién, comentaba que las fórmulas dogmáticas de los concilios son como “albóndigas teológicas”: Bien picadas y calentitas, pueden resultar muy digestivas, apetitosas y alimenticias. Pero si, después de haber estado en el horno, se han quedado frías, pueden resultar incluso indigestas, por muy buena carne que lleven. Y sería absurdo empeñarse en metérselas a la gente en la boca, por la simple razón de que, cuando fueron hechas hicieron, estaban buenísimas.

Es verdad que esas afirmaciones forman parte de una riquísima Tradición, y del esfuerzo de muchos pensadores por dar respuesta a las dificultades que se iban presentando a la fe... Y por eso no podemos deshacernos de ellas a la ligera. Pero hay que prestar atención a las dificultades, retos y necesidades de la fe que tiene HOY el hombre de la calle, y no menor cuidado merece el LENGUAJE, para que pueda ser significativo en este siglo XXI. Hoy muchos se preguntan cómo encontrar a Dios en la vida cotidiana, cuáles son los caminos de la oración, qué tiene que ver Dios con el problema del mal en el mundo, si el cristianismo es la única religión “verdadera”, cuáles son los valores que hoy tenemos que defender según nuestra fe, qué se puede o se debe cambiar en nuestros ritos y tradiciones litúrgicas, en el modo de comprenderse a sí misma la Iglesia, los dogmas, la moral... Mucha tela para una sencilla homilía, claro y para este humilde misionero.

Pero vamos a intentar decir algo comprensible sobre el «Misterio» de la Trinidad.
EL «MISTERIO» DE LA TRINIDAD. El primer sentido de “misterio” que nos viene a la cabeza es de algo incomprensible, ininteligible, jeroglífico, crucigrama sin solución, ¡tres en uno!... un rompecabezas. Pero claro, la Trinidad no quiere ser como un pasatiempo para ratos perdidos... Y sobre todo, no consta que Jesús, Mateo, Lucas o Pablo tuvieran afición a los acertijos. Ellos, al hablar de la Trinidad, estaban hablando de su experiencia vital.
También decimos que “la persona es un misterio”. Es decir, que tiene una profundidad que nunca captamos del todo, que no se puede tocar, ver, clasificar, definir, encerrar.... Nos llega algo de ella por medio de su rostro y de su aspecto... pero eso sólo no es ella. Nos ayudará el contemplar sin prejuicios su comportamiento, sus actitudes, sus ideas... Y si amamos a esa persona, todavía captamos muchos más aspectos que se escapan a los demás: quien más te quiere es quien mejor te conoce... De lejos no conocemos realmente a nadie. Y nunca conocemos a nadie del todo.
Pues para poder decir algo sobre Dios y su misterio, es necesario tener una mínima experiencia personal de él. Porque si no, convertimos a Dios en ideas, especulaciones, discusiones, discursos, normas... y no en una persona (mejor dicho, tres). Primero hay que haber “olido” a Dios:

Discutía un grupo de alumnos en qué consistía exactamente eso del ‘Dios Trinidad’. Cuando llegó el maestro, todos se abalanzaron sobre él, pidiéndole explicaciones. Él les dijo: ¿Quién de vosotros ha sentido alguna vez el aroma de una rosa? “Todos”, le contestaron al unísono. Y de nuevo preguntó: ¿Quién de vosotros puede describírnosla?


Decir que “la Trinidad es un Misterio” es afirmar que nos desborda; que algo de Él comprendemos porque nos hemos cruzado con Él, hemos notado su rastro, hemos sentido su aroma. Intuimos que en Dios hay tanta riqueza de vida, tanta creatividad y originalidad... que ni en toda la eternidad podremos abarcarlo del todo.
Escribía el Papa Benedicto: “La doctrina de la Trinidad no pretende haber comprendido a Dios. Es expresión de los límites, gesto reprimido que indica algo más allá”. Y también: “Todo intento de aprehender a Dios en conceptos humanos lleva al absurdo. En rigor, sólo podemos hablar de Él cuando renunciamos a comprenderlo y lo dejamos tranquilo”.
Por eso debemos poner mucho cuidado con tantas “imágenes falsas de Dios”, deformaciones que hacemos, consciente o inconscientemente. Y debemos poner cuidado porque nuestra manera de entender y relacionarnos con Dios, condiciona y afecta a nuestro modo de situarnos en la vida y de vivir la fe. Dime cómo es tu Dios y te diré cómo te relacionas con él y cómo te comportas con los otros, y en la vida.

Yo no sé explicar o definir lo que es el amor o la amistad. Pero sí sé decir cuándo los siento y cuándo los recibo, o lo que me pasa cuando no están. Y eso es lo más importante. Yo no sé explicar lo que es el silencio, pero sí sé decir cómo me siento cuando me recojo y me escucho, y cómo me va en la vida cuando me falta. Y así tantas cosas importantes de mi vida: la alegría, la ternura, la comprensión, vivir con sentido, la belleza... y también Dios.

Por dar unas pinceladas. Para mí, si Dios es Padre... quiere decir que yo soy hijo, que tengo quien me ama sin condiciones, que me quiere entrañablemente y que hace todo lo posible para que sea feliz. Que de él vengo y hacia él voy. Que por mis venas corre su ADN divino.
Si Dios es Hijo... quiere decir que yo valgo mucho, porque él quiso ser como yo. Y que me enseña que sobre todo soy «hermano». Que mi tarea en la vida es construir fraternidad y comunidad. Que puedo y debo pasar por el mundo dándome, haciendo el bien, luchando contra cualquier injusticia o sufrimiento que afecte al ser humano.
Y si Dios es Espíritu Santo, me sé consagrado, perteneciente a Dios, portador de Dios... para hacerle presente donde quiera que voy, y haga lo que haga. Que estoy habitado, acompañado, fortalecido y animado por una presencia amorosa, de modo que puedo ser libremente instrumento de su amor, manos suyas, ojos suyos, pasos suyos, misericordia suya....

Por eso, en esta fiesta, yo recibo hoy la invitación a ser “buscador” de Dios. Primero con el corazón, con la experiencia. Y luego también con la cabeza. Ambas necesarias. A irlo conociendo cada día un poco más. Sabiendo -y esto es muy importante- que si Dios es Trinidad (comunión de personas), para poder conocerle, para encontrarle un poco, tendré que caminar acompañado de otros hermanos, compartiendo fe y vida. Los otros son camino hacia el Dios Trinidad. Juntos podremos rastrear mejor sus múltiples huellas en el Universo, en el hombre y en el interior de cada uno.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 28 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 11,27-33

 

Evangelio según San Marcos 11,27-33
Y llegaron de nuevo a Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por el Templo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos se acercaron a él

y le dijeron: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿O quién te dio autoridad para hacerlo?".

Jesús les respondió: "Yo también quiero hacerles una sola pregunta. Si me responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas.

Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?".

Ellos se hacían este razonamiento: "Si contestamos: 'Del cielo', él nos dirá: '¿Por qué no creyeron en él?'.

¿Diremos entonces: "De los hombres'?". Pero como temían al pueblo, porque todos consideraban que Juan había sido realmente un profeta,

respondieron a Jesús: "No sabemos". Y él les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos:

En el Evangelio de hoy le preguntan a Jesús “con qué autoridad” hacía las cosas y “quién le había dado tal autoridad”. Cuando la autoridad nace del cargo que uno ocupa, del poder que tiene, del dinero que posee y de la fama, normalmente esta autoridad se impone y busca el dominio del otro; intenta subyugarlo, controlarlo y tenerlo amarrado. El poder, el dinero y la fama buscan privilegios, e incluso intentan controlar a Dios.

Hay también otra autoridad que busca la dignificación y la promoción de las personas; su objetivo es el crecimiento y desarrollo de las personas; y se ejerce en servicio a los demás sin buscar su propio beneficio personal y social. Es la autoridad de quien ha comprendido que “mandar es servir” y la ejerce con amor sin usar la fuerza y buscando convencer más que imponer.

Existe además la autoridad moral: el propio testimonio de vida. Jesús decía “si no me creen a Mí, crean a mis obras, pues ellas hablan de Mi”. Es la autoridad de quien ha hecho de su vida un servicio desinteresado a los pobres y excluidos, e incluso ha dado su propia vida por su liberación total. Es la autoridad del testimonio verdadero y nítido de la persona de bien que se conoce por sus obras, porque “un árbol bueno no da frutos malos, y un árbol malo no da frutos buenos”.

En este mundo de las comunicaciones globales qué importantes son los gestos de bondad, misericordia y amor; producen espontáneamente reacciones y sentimientos positivos. Ya se dice que “un gesto vale por mil palabras”. Es la evangelización más convincente porque como decía el Beato Pablo VI “el mundo de hoy escucha con más gusto a los testigos”. San Pablo decía a los cristianos de Tesalónica: “ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien”.

Amiga y amigo lector: nuestra fuerza –autoridad- está en el amor y en hacer el bien. Ojalá también hoy puedan decir de nosotros, cristianos del siglo XXI, lo mismo que decían de los cristianos del siglo primero “Mirad cómo se aman. Hermanos qué tenemos que hacer para ser como ustedes”. El libro del Eclesiástico decía de los hombres de bien: “Hagamos el elogio de los hombres de bien…Hay quienes no dejaron recuerdo y acabaron al acabar su vida, fueron como si no hubieran sido… No así los hombres de bien: su esperanza no se acaba, sus bienes perduran en su descendencia, su heredad pasa de hijos a nietos… Su recuerdo dura por siempre, su caridad no se olvidará” (44, 1.9-13).

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 27 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 11,11-26

 


Evangelio según San Marcos 11,11-26
Jesús llegó a Jerusalén y fue al Templo; y después de observarlo todo, como ya era tarde, salió con los Doce hacia Betania.

Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre.

Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos.

Dirigiéndose a la higuera, le dijo: "Que nadie más coma de tus frutos". Y sus discípulos lo oyeron.

Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas,

y prohibió que transportaran cargas por el Templo.

Y les enseñaba: "¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".

Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza.

Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.

A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz.

Pedro, acordándose, dijo a Jesús: "Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado".

Jesús le respondió: "Tengan fe en Dios.

Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: 'Retírate de ahí y arrójate al mar', sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá.

Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán.

Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas".

Pero si no perdonan, tampoco el Padre que está en el cielo los perdonará a ustedes.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos:

Marcos presenta dos signos para expresar la sequedad y la esterilidad de la religiosidad del pueblo de Israel; signos que expresan la infidelidad del pueblo elegido a la Alianza con su Dios. Estos signos son: -la higuera que no tenía frutos cuando Jesús “sintió hambre” y fue a buscar en ella higos para comer; -la expulsión de los vendedores del templo, que expresa la destrucción de los ritos vacíos y materialistas del culto judío. Ambos signos ponen de relieve la falta de fe y verdadera religiosidad. Ya los Profetas habían denunciado el culto ”vacío” y estéril cuando decían “este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí”. Y Jesús incluso “maldice” la higuera para expresar la sequedad y esterilidad radical de este pueblo elegido para llevar adelante los planes de Dios.

San Juan dice: “quien dice que ama a Dios y no cumple sus mandamientos es un mentiroso”; Santiago “la fe sin obras está muerta”, y “la religión verdadera a los ojos de Dios es ayudar a las viudas y los huérfanos”. Mateo “por su obras los conoceréis; un árbol bueno no da frutos malos”. No sirve una religión de solos rezos, de devociones, de asociaciones religiosas, de movimientos apostólicos… si no contribuyen a solucionar los problemas de los pobres y marginados. No basta tampoco dar pan al hambriento, bebida al sediento y vestido al desnudo, sino trabajamos por la dignificación de estas personas. Como dice el slogan “no dar solo el pescado, sino enseñar a pescar”. No es suficiente una caridad asistencial, si no va acompañada de una caridad promocional y de desarrollo. La verdadera caridad es la que ayuda a las personas a sentirse y ser personas y miembros activos de la sociedad.

Jesús curaba, sanaba, perdonaba, defendía a los pobres, es decir practicó una solidaridad efectiva y eficaz, no de palabras y mero consuelo. Para Jesús recuperar la dignidad de las personas era lo prioritario y fundamental. Así es como damos verdadero fruto y ofrecemos un culto agradable a Dios, “en espíritu y verdad”.

Para no caer en la sequedad y esterilidad Marcos nos recomienda: la fe sin reservas en Dios Padre, la oración confiada y el perdón que favorece la comunidad fraterna, es decir la unión vital con Jesús (“sin mí ustedes no pueden hacer nada”) y la comunión en la comunidad cristiana (“tenían todos un solo corazón y un alma sola, y pensaban y sentían todos lo mismo”) y así “entre ellos no había necesitados porque lo compartían todo”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 26 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,46-52

 

Evangelio según San Marcos 10,46-52
Después llegaron a Jericó. Cuando Jesús salía de allí, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud, el hijo de Timeo -Bartimeo, un mendigo ciego- estaba sentado junto al camino.

Al enterarse de que pasaba Jesús, el Nazareno, se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!".

Muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!".

Jesús se detuvo y dijo: "Llámenlo". Entonces llamaron al ciego y le dijeron: "¡Animo, levántate! El te llama".

Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él.

Jesús le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". El le respondió: "Maestro, que yo pueda ver".

Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado". En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

La primera lectura es exaltación de la obra de Dios, de la creación. Todo lo creado por sus manos habla de su gloria, de su poder y de su bondad., todo lo creado tiene un sentido, responde a un porqué, todo lo creado expresa la belleza de Dios.

En Evangelio de Marcos nos relata la curación del ciego Bartimeo. Al borde del camino le dice a Jesús que pasa: “Hijo de David, ten compasión de mí”. Jesús no pasa de largo sino que le libra de su ceguera, y le éste le seguía por el camino.

En el fondo todos estamos ciegos, la ventaja de Bartimeo respecto a nosotros, es que él lo sabe, es consciente de si ceguera y por eso capaz de clamar al Señor que pasa. Nosotros no somos tan conscientes de nuestra ceguera, creemos que vemos con claridad. Por eso decretamos, juzgamos, sentenciamos, definimos, fijamos, … Tal y como nos decía la Primera Lectura “no vemos más que una chispa”. Sólo Dios conoce el corazón humano y el porqué de las cosas.

Jesús es la luz que todo lo ilumina. En la medida en que nos acercamos a él en esa medida podemos ver la realidad de la cosas, de la vida, de nosotros mismos, y descubrir en ella la bondad y la belleza de la obra de Dios. El es la luz que todo lo ilumina, lo llena de vida y de sentido. Por eso cuando Jesús abre nuestros ojos no podemos sino seguirle por el camino, porque hemos descubierto la luz, “¿quién se saciará de contemplar su hermosura?”

CR

fuente del comentario CIUDD REDONDA

martes, 25 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,32-45

 

Evangelio según San Marcos 10,32-45
Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:

"Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos:

ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después, resucitará".

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".

El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".

Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria".

Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?".

"Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.

En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.

Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.

Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes;

y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.

Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Santiago y Juan se presentan ante Jesús y le piden que los siente uno a la derecha y otro a la izquierda en tu gloria. Los seres humanos somos así: todos queremos sobresalir por encima de los demás y ser más que los otros. Son los deseos de grandeza. A esta petición Jesús les da una hermosa catequesis: “el que quiera ser grande que sea vuestro servidor y el que quiera ser primero sea esclavo de todos”. Pero antes les ha dicho que los grandes de este mundo tiranizan y oprimen, y que entre sus discípulos no puede ser así.

¿Hay entre nosotros personas grandes como Jesús nos dice? Normalmente estas personas no aparecen en los medios de comunicación –diario, tv…-, nadie les cede el paso en lugar alguno ni les hace reverencia; no tienen títulos académicos ni poseen muchas riquezas, pero tienen algo que vale más que los bienes materiales: la bondad, la capacidad de acogida, la ternura y la compasión hacia los necesitados. Hombres y mujeres que pasean por nuestras calles, viajan en metro y bus, pero que pasan por la vida dando amor y cariño a su alrededor. Personas sencillas que viven pasando una mano y haciendo el bien. Personas que no conocen el orgullo ni tienen grandes pretensiones, pero que se les encuentra en el momento oportuno cuando se necesita una palabra de ánimo, una mirada cordial, una sonrisa alegre, un favor…

Padres buenos que se toman tiempo, aunque vengan cansados del trabajo del día, para escuchar las mil y una preguntas de sus hijos pequeños, que disfrutan de sus juegos y descubren junto a ellos lo mejor de la vida. Madres incansables que llenan el hogar de amor y alegría; mujeres que no tienen precio, pues saben dar a sus hijos lo que más necesitan en cada instante sin escatimar sacrificio. Esposos que van madurando su amor día a día, aprendiendo a ceder, cuidando generosamente la felicidad del otro, perdonándose mutuamente en los mil pequeños roces de la vida.

Estas personas, desconocidas a los medios de comunicación, son las que hacen más agradable la vida y más habitable el mundo, y descontaminan el aire impuro de nuestras ciudades y pueblos un tanto irrespirable por el aislamiento, la delincuencia, los robos, los asaltos, la violencia, la indiferencia… De ellas ha dicho Jesús que son “grandes” porque viven al servicio de los demás y les ayudan a vivir con esperanza y alegría.

En el desierto de este mundo, donde sólo parece crecer la rivalidad y el enfrentamiento, ellas son pequeños oasis en los que brota la amistad, la confianza y la mutua ayuda. No se pierden en discursos y teorías, porque lo suyo es amar calladamente y prestar ayuda a quien la necesite. Tal vez nunca reciban un homenaje o incluso una palabra de agradecimiento, pero estos hombres y mujeres –“una muchedumbre incontable” como dice el Apocalipsis- son grandes porque son humanos .Y ellos son los mejores seguidores de Jesús, pues viven haciendo un mundo más digno y abriendo caminos al Reino de Dios.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 24 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,28-31

 

Evangelio según San Marcos 10,28-31
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,

desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.

Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos:

Uno puede organizar su vida de dos formas: desde el tener, acumular y poseer bienes materiales y vivir para estas cosas, o desde los valores del Evangelio: el amor total a Dios y al prójimo practicando la solidaridad, el compartir, el poner lo que uno es y tiene al servicio de los demás. Algo claro en el Evangelio de Jesús es que la vida no se nos ha dado para hacer dinero, tener éxito o logar un bienestar personal sino para hacernos hermanos. De ahí que el compartir lo nuestro con los necesitados es la única fuerza de crecimiento, lo único que hace avanzar decisivamente a la humanidad hacia la salvación.

Cuando una persona descubre vivencialmente que el amor total a Dios y al prójimo es lo primero y fundamental en la vida, vive la relación con las cosas de este mundo de otra forma. Percibe que la familia, con lo importante que es, no es tan decisivo como el amor de Dios descubierto. Y es capaz de “abandonarla” (es decir, ponerla en segundo lugar) como dice hoy Marcos, porque ha encontrado una perla de mayor valor que da un nuevo sentido a su vida. Percibe que la persona humana se realiza plenamente cuando vive el amor de Dios compartiendo lo suyo con los demás. Y experimenta que “el que deja casa o hermanos o hermanas, o madre o padre o hijos o tierras por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este mundo cien veces más… y la vida eterna”. No quiere decir que se “centuplique” lo dejado, sino que recibe otra riqueza mayor y más gratificante: la satisfacción humana que da el obedecer a Dios, la paz y la alegría interior, el sentirse libre de ataduras, y las bendiciones divinas “porque Dios bendice al que da con generosidad”.

Ese es el “cien veces más” del Evangelio. Así como el joven rico se entristeció al oír a Jesús que le pedía el desprendimiento de su riqueza, el que pone en práctica esa pobreza siente alegría, paz y liberación interior, porque la verdadera riqueza es cumplir las enseñanzas de Jesús. Se cumple así la palabra del mismo Señor: “hay más alegría en dar que en recibir”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

domingo, 23 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,17-27

 

Evangelio según San Marcos 10,17-27
Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre".

El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".

Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".

Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".

Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos:

Un hombre se acerca a Jesús ”corriendo” no para pedirle su curación o la sanación de algún pariente, sino para encontrar una respuesta para él. ¿Y qué busca? Luz para orientar su vida: ¿qué he de hacer para heredar la vida eterna? Se trata de algo verdaderamente existencial, vital, importantísimo. Jesús le dice: “ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”. Qué curioso! Son los mandamientos que se refieren al prójimo, no a Dios. Y la respuesta del hombre es “todo esto lo he cumplido desde la niñez”, Pero a pesar de cumplir todo esto siente que necesita algo más, hay en su corazón una aspiración más honda, una exigencia mayor.

Jesús se le queda mirando con cariño y le dice: “una cosa te falta”, y le invita a orientar su vida desde algo nuevo: -no vivir agarrado a sus posesiones (“vende cuanto tienes”); -ayudar a los pobres (“dales tu dinero”); -ven y sígueme…El hombre se levantó, se alejó de Jesús, olvidó la mirada cariñosa del Maestro y se fue triste. Sabe que nunca podrá conocer la alegría y la libertad de quienes siguen a Jesús por el camino de la sencillez y la pobreza. Marcos dice “era muy rico”.

Jesús pide a sus seguidores –a todos y todas- el desprendimiento real y el empleo social de los bienes. No se puede calificar de cristiana una existencia dedicada a acumular bienes con egoísmo. Si esto ocurre en la comunidad cristiana se dará el absurdo que dice Pablo: unos pasan hambre y otros se embriagan (cfr 1ªCor 11, 20-22). Unos tienen de todo –auto lindo, casa lujosa, dinero en bancos, aparatos tecnológicos última generación…- y otros viven con lo justo e incluso malviven. Cuando damos algo nuestro a los pobres, tal vez estamos restituyendo algo que no nos corresponde totalmente. San Ambrosio decía: “No le das al pobre de lo tuyo, sino que le devuelves lo suyo. Pues lo que es común es de todos, no solo de los ricos… Pagas, pues, una deuda, no das gratuitamente lo que no debes”. Jesús al hombre rico que cumplía los mandamientos desde niño le dice que todavía “le falta una cosa” para ser seguidor suyo: dejar de poseer y acaparar, y empezar a compartir lo que tiene con los necesitados.

Amigos y amigas: ¿no vivimos atrapados por la sociedad del bienestar material egoísta y excluyente? ¿No le falta a nuestra vida de fe el amor práctico a los pobres? ¿No nos falta la alegría y libertad de los seguidores de Jesús que viven pobre y sencillamente? Ya dice Jesús: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 22 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15


Evangelio según San Juan 15,26-27.16,12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

«Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí.

Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio.

Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.

Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.

El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.

Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA

LAS TAREAS DEL ESPÍRITU

Podríamos hablar de una primera etapa en la Historia de la Salvación, protagonizada por el que luego llamaríamos con más propiedad el Dios Padre. Fue el comienzo de la revelación de Dios, en la que se va dando a conocer como el Dios Altísimo, el Dios Creador, el Dios de la nube, del rayo, del diluvio, el que libera de la esclavitud del faraón y conduce a la tierra de la libertad...

Vendría una segunda etapa en la que llega al culmen esa revelación de Dios por medio de su Hijo Jesucristo, haciendo presente germinalmente el Reino de Dios. Podríamos llamarla la etapa del «Dios con nosotros», Dios uno de nosotros, Dios en medio de nosotros. El Hijo de Dios hecho carne frágil en Jesús nos ofreció las claves de la felicidad (bienaventuranzas), las claves para hacer de este mundo «otro», el Hijo de Dios empeñado en la comunión fraterna, y que nos dejó como testamento el «sed uno, amaos como yo, servid y lavaos los pies, acoged a los más pequeños»... Se trata del Hijo de Dios que venció el pecado, el mal y la muerte, y que es ya para siempre el Señor, sentado a la derecha del Padre... (Ascensión).

 Y llega por fin una tercera etapa. Podríamos llamarla la del «Dios en nosotros», o también la etapa de la Iglesia y de la misión. En definitiva: el Tiempo del Espíritu.

El Espíritu es el Gran Desconocido en el cristianismo Occidental. En una de sus homilías el Papa Francisco comentaba:

El Espíritu Santo es el gran olvidado de nuestra vida. Yo quisiera preguntaros: ¿cuántos de vosotros rezáis al Espíritu Santo? Es el gran olvidado, ¡el gran olvidado! Y Él es el Don, el Don que nos da la paz, que nos enseña a amar y que nos llena de alegría.

Ciertamente que rezamos el Padrenuestro, rezamos al Señor Jesús, rezamos a la Virgen y a los santos... Pero himnos como este tan bello que hoy nos acompaña en la liturgia, que es EL himno más antiguo al Espíritu Santo y que data probablemente del siglo XI, pocos lo saben, pocos lo usan. ¡Pocos se dirigen al «Dios-Espíritu» en su oración!

Aquí se dice que es el Padre amoroso del pobre, repartidor de dones, luz, consuelo, huésped del alma, tregua y brisa en los momentos duros, que reconforta en el duelo (en la muerte), y enjuga lágrimas, el que impide que el pecado nos derrote, que nos sintamos vacíos por dentro, riega lo que está seco, sana el corazón enfermo, doma a los espíritus rebeldes, guía al que se sale del camino, salva al que busca salvarse... En definitiva: es TODO LO QUE DIOS HACE o puede hacer EN NOSOTROS HOY. La acción del Dios vivo en los seres humanos.

Y así empezaríamos por reconocer que «no sabemos orar como conviene» (Rom 8, 26-27), y a menudo intentamos manejar a Dios en nuestro beneficio, nos llenamos de palabrería, nos evadimos de la realidad. Pero dice San Pablo que "el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad" y nos hace ponernos delante del Dios Padre y de su voluntad. Necesitamos pedirlo sinceramente, y el Padre "nunca lo niega a quien se lo pide" (Lc 11, 13). Y es bien importante aprender a descubrir la voluntad de Dios sobre mí (hasta lo decimos en el Padrenuestro), lo que tengo que ir eligiendo y decidiendo en mi vida, cómo distinguir la voz de Dios en mi conciencia, cómo reconocer su presencia en mi vida cotidiana y en nuestra historia. Es lo que se llama el discernimiento, que es una de las tareas del Espíritu.

La presencia del Espíritu derramado sobre nosotros nos da ocasión para profundizar en la universalidad del mensaje del Evangelio y del amor de Dios («de toda raza, lengua, pueblo y nación», Apoc 5, 9). «Todos» los que lo reciben son profetas, portavoces de Dios, de modo que «cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua». Y cada bautizado recibe dones y cualidades para el bien común (Segunda Lectura de San Pablo). Por eso, en este día dedicado al Apostolado Seglar, podemos afirmar que el «clericalismo» es un pecado contra el Espíritu Santo. Decía el Papa Francisco:

“Recuerdo ahora la famosa expresión: "es la hora de los laicos". Pues pareciera que el reloj se ha parado”. Todos ingresamos a la Iglesia como laicos, puesto que el primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una élite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios. Hay que poner atención al clericalismo, que lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como ‘recaderos’, y coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta -me animo a decir- osadías necesarias para llevar el Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político”. El clericalismo poco a poco va apagando el fuego profético que la Iglesia está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos. El clericalismo se olvida de que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14) Y no solo a unos pocos elegidos e iluminados”.

Sería, por tanto, oportuno e incluso urgente que revisáramos de qué manera estamos contribuyendo todos, conjuntamente, entrelazadamente, a la Iglesia de Jesús: qué aporto yo personalmente, cómo valoro y me relaciono cpm otros carismas, sensibilidades, espiritualidades, misiones... En el plano personal, parroquial, diocesano, nacional... Hay mucho clericalismo que superar. Pero también mucha pasividad en muchos bautizados y muchos «grupos» que trabajan por libre o incluso en contra de otros...

Es el Espíritu el que nos ayuda a salir de nuestros encierros, de nuestro cristianismo anquilosado, que pretende seguir siempre igual, aunque todo cambie alrededor... sin arriesgarnos a buscar nuevos caminos y resùestas. No sé quién afirmaba que «hay peligrosas novedades, pero hay mas peligrosas antigüedades». Ese empeño por mantener lo de ayer por ser de ayer, y rechazar todo lo que suene a cambio, novedad, búsqueda, adaptación, renovación es miedo, comodidad, el no querer leer los «signos de los tiempos»... es rechazo del Dios-Espíritu Santo, que "hace nuevas todas las cosas" (eso dice la Biblia de él: Is 43,18: Apoca 21, 5).

Pero hoy me voy a fijar en un punto: la vida «espiritual», que es la vida del Espíritu. Uno de los más grandes teólogos del Concilio Vaticano II, decía: el verdadero problema de la Iglesia es "seguir tirando con una resignación y un tedio/rutina/inercia cada vez mayores por los caminos habituales de una mediocridad espiritual" (Karl Rahner). En el corazón de muchos cristianos se está apagando la experiencia interior de Dios. La sociedad moderna ha apostado por "lo exterior". Todo nos invita a vivir desde fuera. Todo nos presiona para movernos con prisa, sin apenas detenernos en nada ni en nadie. La paz tiene difícil encontrar resquicios para penetrar hasta nuestro corazón. Vivimos casi siempre en la corteza de la vida. Se nos está olvidando lo que es saborear la vida desde dentro. Para ser humana, a nuestra vida le falta una dimensión esencial: la interioridad. Muchos no han descubierto lo que es el silencio del corazón, ni han aprendido a vivir la fe desde dentro. Y se mantienen como pueden, repitiendo oraciones aprendidas, practicando algunas costumbres tradicionales... pero con poca capacidad de contagiar algo a los que vienen detrás. Acoger al Espíritu de Dios quiere decir aprender a escucharlo en el silencio del corazón. Dejar de pensar a Dios solo con la cabeza, y aprender a percibirlo en los más íntimo de nuestro ser. No es probable que se mantenga la fe en Dios, en medio de la agitación y frivolidad de la vida moderna, sin una comunidad fraterna con la que compartirla y madurarla y testimoniarla. ¡Somos templos el Espíritu!

Lo dejo como reto, como inquietud, como propuesta, como... ¡yo qué sé! Esto es lo que me ha sugerido hoy el Espíritu... y es lo que os he dicho, con mayor o menor acierto, pero con un corazón deseando que arda como llama de amor viva (que era como Juan de la Cruz se dirigía al Espíritu) de mi alma y de nuestra alma en el más profundo centro. Espíritu que nos habitas y nos conduces: ¡VEN!

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 21 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 21,20-25

 


Evangelio según San Juan 21,20-25
Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?".

Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?".

Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme".

Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?".

Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero.

Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

El epílogo del Evangelio de Juan tiene que ver con la misión propia del «discípulo amado». El texto está formado por dos pequeñas unidades: la predicción sobre el futuro del discípulo amado (vv. 20-23) y la conclusión del Evangelio (vv. 24s). El redactor del evangelio en el capítulo 21 aborda el tema de la relación entre Pedro y el discípulo amado. El tono un tanto polémico de estas últimas frases reflejan de algún modo las tensiones que se vivían en las primeras comunidades cristianas. El evangelista regulariza la relación entre Pedro y el discípulo amado con una palabra de autoridad de Jesús: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú Sígueme».

En su esencia, la respuesta de Jesús a Pedro fue una solicitud a recordarse que era a Él a quien debía «Seguirlo» (21:19); el destino del discípulo amado no era asunto suyo. Mientras Pedro debe asumir una muerte violenta, el discípulo amado debía sobrevivir hasta la venida de Jesús. El Evangelio nos muestra que lo decisivo es seguir a Jesús. El seguimiento tiene un carácter personal y no se puede transferir. Nace de un encuentro personal con Jesús y de una respuesta libre que se da, con la cual se establece una relación personal con él. Por eso, la medida del seguimiento para unos no tiene por qué ser la misma para otros. Al final estamos todos en el camino del seguimiento.

En los últimos versículos se hace una referencia a la validez del testimonio del discípulo amado que garantiza el contenido del «Cuarto Evangelio». El epílogo se concluye con unas palabras que nos quieren recordar que las obras de Jesús recogidas en este Evangelio son solo una mínima selección de todas aquellas que Él ha realizado. Pero como indica Jn 20, 31, son suficientes para ofrecer una base de fe para creer que Jesús es el Cristo, y los lectores, por medio de esta fe, sean llevados a hacer la experiencia de vida eterna manifestada en Jesús.

En esta vigilia a la solemnidad de Pentecostés renovemos la respuesta de nuestro sí al Señor. En oración con María, nuestra Madre, pedimos al Espíritu que llene nuestra vida:


Ven espíritu Santo Creador,

Ahora, hoy.
Quédate con nosotros, danos tu inteligencia
y llena de bondad nuestros corazones.
Tu nombre es: consuelo, inspiración, vida, gracia.
Tú eres novedad, creación, fuerza.

Ven espíritu Santo, para que tu Luz
ilumine nuestro discurrir
y fortalezca nuestras decisiones.
Eres el que ha hecho todas las cosas buenas,
–el que preside nuestro discernimiento
y señala el camino de nuestras opciones–
Tu nombre es unidad, esperanza y amor.
Aléjanos del mal, del egoísmo, de la injusticia,
de la intolerancia y de la dispersión.

Danos tu paz, tu bendición, tu consuelo,
tu serenidad y tu sabiduría;
para que transformemos nuestro presente,
en la voluntad del Padre que está en los cielos.

(Pedro Casaldáliga)

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 20 de mayo de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 21,15-19

 

Evangelio según San Juan 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".

Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas".

Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas.

Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras".

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos y amigas:

El texto del Evangelio se centra en la figura de Simón Pedro. El evangelista especifica cuál es el rol del apóstol en la comunidad eclesial: es llamado al oficio de pastor (vv. 15-17), y a dar testimonio con su martirio (vv. 18s.). El evangelio del «discípulo amado» recupera, por así decirlo, el papel de Pedro en la clave del amor. Solo el que ama puede pastorear el rebaño reunido por el amor. Solo el que responde al amor de Cristo es capaz de ser responsable de su rebaño.

Jesús, por consiguiente, antes de confiarle a Pedro el encargo de Pastor de la Iglesia, le invita a una confesión de amor. El Señor le interroga por el amor tres veces (vv. 15.16.17), refiriéndose de este modo a la triple negación. Jesús no le reprocha nada. Solo insiste en el amor. Esta insistencia de Jesús puede ser interpretada como la condición para establecer una relación de comunión, de amistad, de filiación que Pedro tiene que tener con el Señor. Antes que, en cualquier capacidad humana, el ministerio pastoral de Pedro se basa en una experiencia de íntima comunión con el Señor. No se trata de un puesto de prestigio y de poder.

El servicio de Pedro brota de una relación profunda con Jesús, quien conoce su corazón. «Jesús, buen Pastor, no humilla ni abandona en el remordimiento: en Él habla la ternura del Padre, que consuela y relanza; hace pasar de la disgregación de la vergüenza – porque verdaderamente la vergüenza nos disgrega – al entramado de la confianza; vuelve a donar valentía, vuelve a confiar responsabilidad, entrega a la misión. Pedro, que purificado en el fuego del perdón pudo decir humildemente “Señor, Tú conoces todo; Tú sabes que te quiero” (Jn 21, 17). Estoy seguro de que todos nosotros podemos decirlo de corazón» (Homilía del Papa Francisco, jueves 23 de mayo de 2013)

La misión de la Iglesia y de cada uno de sus discípulos se realiza siempre en el seguimiento de Jesús, que inicia cuando respondemos a su pregunta: «¿Me amas?». «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero». Este hermoso texto del Evangelio nos recuerda que el amor de Jesús, tanto el que él tiene por nosotros como el que nosotros profesamos por él, pasa por el cuidado de los demás. El Espíritu nos conceda la gracia de permanecer con amor en el seguimiento de Jesús.

Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA