lunes, 16 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,18-22

 

Evangelio según San Marcos 2,18-22
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?".

Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo.

Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande.

Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".


RESONAR DE LA PALABRA


HABLEMOS DE VINO

Recuerdo una conversación que tuve con un prestigioso bodeguero al que conozco desde hace tiempo, prácticamente, de la familia. Él hablaba por teléfono pidiendo nuevas barricas para la cosecha cercana. Al terminar, le comenté:“Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos”.

Y él, sonriendo me dijo:Bueno, no creo que eso lo dijera por razones vinícolas, porque la utilización de barricas nuevas para vinos nuevos es algo que ha empezado a hacerse en los últimos 30-40 años.

Le pedí que me explicara un poco más…En realidad todavía hoy, en muchas bodegas, se usan barricas viejas pero más bien para abaratar costes, ya que por el desgaste del odre, el vino se “ensucia”, toma notas de sabor que no le son propias.

Yo seguía pensando en el Evangelio y cada vez me impresionaba más lo que contaba…… Aunque, claro, depende mucho de la calidad del odre en sí: si la calidad es mala, da igual que sea nuevo o viejo… Algunos dicen que prefieren lo viejo pero, sinceramente, en una cata a ciegas, elegirás el vino de barrica nueva porque sabe más a sí mismo…

Desde aquella conversación inocente, cuando leo este Evangelio, sonrío sorprendida por dentro y me asombro una vez más de la audacia de Jesús. No sólo para contarnos con imágenes cercanas cómo es Dios y su Reino, sino también para vivir tan abierto a la vida que todo lo que le rodeaba se convertía en posibilidad para anunciar la Buena Noticia.

Nos pasamos la vida poniendo remiendos y paños calientes… y sabemos que no funciona. Que los parches sólo son parches… y que lo viejo termina por romperse y derramar lo que hayamos depositado. Pero nos es mucho más fácil y cómodo poner parches antes de buscar nuevas barricas que puedan acoger lo nuevo, lo que nos cuestiona, lo que duele, lo que no entendemos, lo que ni siquiera sabemos que va a llegar… Porque cuanto más viejo sea nuestro odre, más “contaminaremos” el vino, por bueno que sea.

Nuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz Aragoneses

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 15 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 1,29-34

 

Evangelio según San Juan 1,29-34
Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: "Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

A él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.

Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel".

Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él.

Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: 'Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo'.

Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA


EL CORDERO QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO

El domingo pasado asistíamos al comienzo de la actividad misionera de Jesús, en la escena del Bautismo. Antes de que le veamos en acción -hablando, curando, acogiendo, anunciando...- el Bautista nos hace una presentación de Jesús dándonos su testimonio personal sobre él. Y usa una expresión que conocemos bien, pues la repetimos en cada Eucaristía: «el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo». ¿Por qué la Iglesia ha querido situar estas palabras del Bautista precisamente antes de comulgar? Vamos a repasar el significado y trasfondo de esta expresión del Bautista, para que vivamos con más profundidad y sentido cuando nos acerquemos a recibir la Eucaristía.

Nunca en todo el Antiguo Testamento una persona había sido llamada “cordero de Dios”. El Bautista podría haber usado otros términos más familiares para sus oyentes: pastor, rey, juez... Pero sabía que alc nombrar al cordero, recordarían inmediatamente al «cordero pascual», cuya sangre sobre los dinteles de las casas en aquella noche de Pascua en Egipto había librado a sus padres esclavos del Faraón de la masacre del ángel exterminador de la décima plaga.
El Bautista intuye el destino de Jesús: un día sería inmolado como aquel cordero, y su sangre quitaría a las fuerzas del mal la capacidad de hacer daño. Su sacrificio libraría al hombre del pecado y de la muerte.

Hay una segunda alusión en las palabras del Bautista. Todo israelita conocía bien las profecías del libro de Isaías, donde se describe el castigo y el fin vergonzoso del Siervo del Señor - hoy hemos leído uno de sus fragmentos-. De él dice el profeta: “fue llevado como cordero al matadero, como una oveja que permanece muda cuando la esquilan…ha sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí el pecado de muchos e intercedía por los pecadores” (Is 53,7.12). En este texto la imagen del cordero es asociada a la destrucción del pecado.
Jesús –profetiza el Bautista– tomará sobre sí todas las debilidades, todas las miserias, toda la maldad de los hombres, y con su mansedumbre y con la ofrenda de su vida, las aniquilará. No se trata de un simple perdón, o de unas curaciones, o de unos arreglos parciales por las meteduras de pata (o pecados) que a menudo cometemos los seres humanos, unas más graves que otras. Sino que introducirá en el mundo un dinamismo nuevo, una fuerza irresistible –su Espíritu– que llevará los hombres al bien y a la vida. Es un cambio radical: el mal, el sufrimiento, el pecado, la muerte ya no tendrán nada que hacer con nosotros, quedaremos definitivamente liberados, como aquella noche pascual en que Israel pudo escapar de tanto dolor y tanta penuria en su esclavitud.

Hay una tercera resonancia bíblica en las palabras del Bautista: el cordero del sacrificio de Abraham. Isaac mientras caminaba junto a su padre hacia el monte Moria, pregunta: “he aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde esta el cordero para el sacrificio? Abraham responde: “Dios mismo proveerá el cordero” (Gn 22,7-8).
“¡He aquí el cordero de Dios!” –responde ahora el Bautista– es Jesús, entregado por Dios al mundo para ser sacrificado. Como Isaac (Gn 22,1-18), él es ahora Hijo único, el bien Amado, aquel que lleva la leña dirigiéndose al lugar del sacrificio, pero es Jesús quien, libremente y por amor, se entrega al Padre para ser amarrado sobre el altar de la cruz.

De estas muy breves y resumidas anotaciones, podamos extraer algunas consecuencias:

Al comulgar es como si nos «untáramos» con la sangre de Cristo para que nos defienda, proteja y salve de tantos males como nos acechan, en los que nos metemos, y en los que otros nos meten. Necesitamos que alguien más poderoso que el mal, que el pecado, que la muerte... nos libere de nuestras esclavitudes, nos «marque» (con su propia sangre/vida) para que podamos ponernos en camino hacia la tierra de la libertad, para que seamos realmente hijos de Dios (Jn 1, 12).
En segundo lugar está el tema del «pecado del mundo». No se habla de «pecados» en plural, no se refiere a esos actos, comportamientos, actitudes personales en las que caemos con mayor o menor frecuencia, y de las que solemos confesarnos o pedir perdón. Está hablando de algo mucho más relevante: El «pecado del mundo». Para Juan Evangelista sólo hay un pecado: la oposición del mundo que rechaza a Dios, que rechaza la plenitud de vida que Dios propone a cada persona. «El mundo no le conoció. Vino a los suyos y los suyos no le recibieron. a cuantos le recibieron les dio poder para hacerse hijos de Dios...» (1, 9-12).
Dios quiere que cada hombre, acogiendo su amor y poniéndolo en el centro de su vida, alcance la plena realización de sí mismo, que se haga hijo de Dios. El Concilio Vaticano II en la “Gaudium et Spes” ya dijo que el pecado constituye «una disminución del ser humano que le impide alcanzar la propia plenitud». ¡Y hay tantas cosas que nos lo impiden! No sólo nuestros errores, fallos y limitaciones... Jesús fue un verdadero “cordero de Dios” que liberó a los más desprotegidos de las grandes inhumanidades, es decir, curó enfermos, dio dignidad a los que no la tenían, se compadeció de los que sufrían, liberó a los que padecían todo tipo de esclavitudes, hizo comidas abiertas sin distinción de clases sociales. Éste era el modo que Jesús tenía de quitar el pecado, la gran inhumanidad de su mundo, plagado de numerosos pobres y desvalidos: poniendo remedio a los efectos negativos y dolorosos que los contravalores más importantes para aquel mundo (hambre, discriminación de todo tipo, enfermedades) causaban en las personas indefensas.

¿Y cómo hace Jesús para eliminar este pecado? Juan Bautista señala: “he aquí aquel que bautiza en el Espíritu Santo”. Bautizar significa sumergir, impregnar, mojar en agua a la persona. «Espíritu» es la misma presencia, energía de Dios, su Amor. Y«Santo» es el efecto sobre nosotros de ese amor de Dios que nos purifica, nos santifica, nos consagra, nos libera.
Jesús liberará a las personas que lo reciban de todo aquello que los limita, que los reduce, que los aprisiona, que los encierra y bloquea, incluidas las injusticias, las desigualdades económicas, sociales, estructurales... y la misma muerte. Será, pues, el triunfo del amor y de la vida, el triunfo de Dios.

Esto significa que la Eucaristía se nos ofrece para que no nos cansemos ni desesperemos en nuestra lucha por ser lo que estamos llamados a ser santos, plenos, luminosos, hijos de Dios y felices. Ése es el pecado que Cristo aniquila, o «quita» como solemos decir. Y lo hace entregándose libremente, amando sin condiciones y permitiendo que el Padre lo rescate del altar del sacrificio (como pasó con Isaac), convirtiéndolo en vida para todos. «Yo he venido para que tengáis vida, y vida en abundancia» (Jn 10,10)

Que estas sencillas reflexiones nos ayuden a vivir con mayor profundidad nuestras Eucaristías y nuestras relación con el Siervo/Cordero de Dios.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 14 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,13-17

 

Evangelio según San Marcos 2,13-17
Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba.

Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.

Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían.

Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?".

Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".


RESONAR DE LA PALABRA


Los fariseos consideraban pecadores y malas personas a quienes menospreciaban públicamente la ley de Dios y a los que ejercían profesiones despreciables. Este era el caso de los llamados “publicanos” , recaudadores de impuestos, a quienes consideraban tramposos además de traidores a la patria. Los impuestos que recaudaban se enviaban al emperador de Roma, que tenía dominada la tierra santa de Israel.

Pues bien, a esta clase de persona llama Jesús para que sea su discípulo. Con él y sus amigos se sienta a la mesa para celebrar una gran fiesta. Lo único que les pide es que se reconozcan enfermos y pecadores y se abran con humildad y fe a la acción salvífica de Dios: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Con la llamada de Leví, el de Alfeo, Jesús rompe las barreras de todo tipo de segregación y hace realidad la universalidad del evangelio para “buenos y malos”.

Levantarse después de estar sentado representa la ruptura de Leví con su pasado y el compromiso con una nueva vida. La casa es como el símbolo de la nueva familia que forman los llamados por Jesús a seguirle. Y juntos se sientan a la misma mesa para compartir la alegría de una nueva vida. Jesús es el centro de la comunidad y preside la mesa.

Los letrados y fariseos pensaban que los “publicanos” no podían salvarse, porque no sabían cuánto habían robado y, por tanto, tampoco sabían cuánto debían restituir. Para Jesús las cosas son muy diferentes: cuando hay un cambio profundo del corazón, todos sin distinción somos invitados al banquete, que el Padre ha preparado para sus hijos en su reino.

La primera lectura de hoy nos recuerda que “la palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón”. Esa palabra es la que nos lleva a los pies de Jesús para descubrir su proyecto sobre nuestra vida. El mismo texto nos invita: “acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente”.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 13 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 2,1-12

 

Evangelio según San Marcos 2,1-12
Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba en la casa.

Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.

Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.

Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.

Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son perdonados".

Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:

"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?"

Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate, toma tu camilla y camina'?

Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados

-dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".

El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".


RESONAR DE LA PALABRA


El misterio de la persona de Jesús sigue desvelándose a través de sus acciones de sanación. Estas ya no suscitarán solamente asombro y admiración. Ahora van a suscitar también repulsa y obstinación. La revelación progresiva de Jesús hace que las personas tengan que pronunciarse a favor o en contra de su persona. Ante Jesús nadie queda indiferente.

En estos textos Marcos reúne cinco controversias con los más fuertes opositores de Jesús y de las primeras comunidades cristianas: los escribas, los fariseos, los discípulos de Juan, los herodianos. La Buena Noticia que alegra a los marginados, asusta a las autoridades religiosas y políticas.

El texto destaca la solidaridad y la fe de cuatro amigos de un paralítico que a toda costa buscan estar cerca de Jesús, pues si él lo ve, él lo curará. Aquí se cumple el dicho que la fe mueve montañas y ¡tejados! Nada es imposible para el que cree: “Viendo Jesús la fe que tenían”, dice el texto. La generosidad de estos amigos logra la salud y el perdón para el enfermo: nada de miedo al ridículo, al qué dirán. Es como si le dijeran al enfermo: ¿Quieres sanar? Ahí está la fuente de la vida, Jesús, vamos a acercarnos a él sin miedo.

¿Por qué antes de sanar al paralítico Jesús le perdona los pecados? La razón es sencilla: de nada sirve tener el cuerpo sano, pero el corazón paralizado por la codicia y el egoísmo. Jesús quiere empezar por dentro: para caminar bien el paralítico necesita primero un corazón perdonado. El perdón y la curación física revelan el poder divino de Jesús. Ambas acciones demuestran que la salvación es completa cuando cuerpo y alma se llenan de vida.

“Levántate” significa iniciar una vida nueva alejada de toda maldad. La camilla que se lleva a casa a la vista de todos le recordará los males que tuvo que soportar. Volver a casa significa el apoyo y la fuerza que debe brindar con su testimonio a su familia, a su comunidad.

Hoy al meditar esta acción sanadora de Jesús, el salmo nos invita a no olvidar las acciones de Dios en favor de sus hijos y confiar sin desfallecer en su bondad.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 11 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,29-39

 

Evangelio según San Marcos 1,29-39
Jesús salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.

El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.

Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados,

y la ciudad entera se reunió delante de la puerta.

Jesús curó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era él.

Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar desierto; allí estuvo orando.

Simón salió a buscarlo con sus compañeros,

y cuando lo encontraron, le dijeron: "Todos te andan buscando".

El les respondió: "Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he salido".

Y fue predicando en las sinagogas de toda la Galilea y expulsando demonios.


RESONAR DE LA PALABRA


Hoy nos encontramos en la casa de Pedro; ayer estuvimos acompañando la acción de Jesús en la sinagoga.

La suegra de Pedro simboliza la situación de exclusión que sufrían las mujeres ancianas y enfermas. Los discípulos hacen de mediadores ante Jesús; es como un gesto de solidaridad con el necesitado.

Con tres verbos se indica el camino que siguió Jesús para relacionarse con la mujer enferma: acercarse, tocarla y levantarla. Y él espera que quien es sanado exprese su agradecimiento con el servicio a la comunidad. Así es como el cristiano demuestra la calidad y autenticidad de la fe, en el servicio que brinda a los demás. No vale decir, yo estuve enfermo, tengo que descansar… Por eso admira hasta nuestros días la solicitud y el olvido de sí de la suegra de Pedro.

Jesús enseña con el ejemplo que la oración es lo primero al comenzar toda jornada misionera; por ese motivo puede pasar de la palabra a una práctica que libera a endemoniados y enfermos.

Por otra parte, como nos recuerda hoy la carta a los Hebreos: “Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella”. Él sabe lo que es tentación, lo que es sufrimiento y marginación.

¿Por qué buscan todos a Jesús? ¿Por los milagros de sanación o porque quieren adherirse a su proyecto, a su plan de vida? También hoy esta pregunta cuestiona la acción de los evangelizadores. El entusiasmo popular basado sólo en los milagros, falsea la misión. Lo que Jesús pretende al dar la salud a un enfermo, es que toda la comunidad se transforme y se abra al Dios de la vida que quiere reinar en medio de su pueblo. Los milagros son expresión de solidaridad y liberación, no espectáculo y menos todavía un medio para conseguir una vida más cómoda, sin dolores ni molestias.

Jesús ha emprendido una actividad desbordante, pero no se deja dominar por el afán de protagonismo, deslumbrado por el éxito. En el centro de su corazón está el firme propósito de cumplir la voluntad del Padre, por eso necesita noches enteras de oración, para saber con certeza qué es lo que el Padre quiere. Él es el perfecto ejemplo para saber pasar de la acción a la oración, del trabajo apostólico al encuentro con el Padre.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 10 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,21b-28


Evangelio según San Marcos 1,21b-28
Jesús entró a Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.

Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:

"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".

Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre".

El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.

Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".

Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.


RESONAR DE LA PALABRA


La lectura bíblica de este día sea abre con un himno grandioso al Creador del ser humano al que ha dotado de una grandeza y belleza única: “Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, todo lo sometiste bajo sus pies.» En efecto, puesto a someterle todo, nada dejó fuera de su dominio”. El salmo refrenda con fuerza este mismo mensaje: “¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?”

En el texto del evangelio vemos a Jesús rodeado de unos discípulos e iniciando una actividad muy intensa. El evangelista Marcos ha querido resumir como en una jornada tipo, el programa básico de la actividad de Jesús. En esa jornada se da la lucha y la contemplación; el estar entre amigos y con la gente común; la atención a la miseria humana y la atención a Dios. El lugar geográfico donde todo esto tiene lugar es Cafarnaúm, a orillas del lago de Galilea.

Por otra parte, la acción de Jesús no se limita al local de la sinagoga, como lugar sagrado de la comunidad, sino que se extiende también al espacio privado de la casa –en Cafarnaúm está la casa de Pedro-, y llega hasta el descampado, donde también las multitudes le esperan.

La actuación de Jesús se caracteriza por una autoridad que sorprende y suscita en los que le escuchan el interrogante sobre el misterio de su persona.

La presencia del espíritu del mal sobre un hombre presente en la asamblea de la sinagoga bien puede ser como un símbolo también del pueblo judío, que lee las escrituras santas y practica el culto, pero no es capaz de liderar el combate contra el mal. Jesús, guiado por la autoridad y la fuerza que el Padre le ha dado, derrota sin atenuantes las fuerzas del maligno.

Contemplar a Jesús lleno de poder y de sabiduría nos tiene que mover a dejarnos enseñar por él y, a pesar de nuestros miedos y debilidades, no dudar nunca de que con Él la victoria sobre el mal es segura.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 9 de enero de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 1,14-20

 


Evangelio según San Marcos 1,14-20
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:

"El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".

Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores.

Jesús les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".

Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron.

Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó,

y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.


RESONAR DE LA PALABRA


“En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres”, hemos escuchado en la primera lectura de hoy. Sí, la Palabra de Dios recorre la historia de la humanidad. No podemos decir que nuestro Dios es un Dios mudo, pues su Palabra ha resonado desde el origen del mundo y seguirá resonando hasta el final de la historia.

Sucede con la Palabra de Dios como con las ondas que se emiten por el espacio, si no estás en sintonía, esa Palabra para ti no existe. Hay que conectar y hacerlo correctamente, para una buena recepción.

Juan Bautista termina su actividad y da paso a la de Jesús, que se centrará sobre todo en la proclamación de la Palabra: “Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Ese reino que Jesús anuncia no es la promoción de un territorio, de una nación, sino una experiencia de la nueva vida que Dios quiere para sus hijos e hijas.

Jesús se presenta en Galilea no como un profeta más, sino como aquel en quien comienza a hacerse realidad la soberanía universal de Dios como padre compasivo y salvador. Pero, por otra parte, si Dios ofrece la salvación, espera a su vez una respuesta de acogida de parte de las personas. Esta respuesta se concreta en la fe y la conversión, es decir, en el retorno sincero a Dios y en la confianza absoluta en el poder salvador de Dios, encarnado en la persona de Jesús.

“Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»

La llamada de Jesús es siempre concreta, personal. Lo fue junto al lago de Galilea y lo es ahora a mi que estoy escribiendo este comentario y a ti, amigo, hermano en la fe, que lo estás leyendo. Y ¿para qué nos llama Jesús? Para “pescar hombres”, es decir, para multiplicar el amor de Dios. Que todas las personas con quienes me relacione hoy se dejen llenar de esa presencia amorosa de Dios.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA