lunes, 25 de enero de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-9

 

Evangelio según San Lucas 10,1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos la fiesta de San Timoteo y San Tito. “Querido hijo”, comienza la carta que San Pablo dirige a Timoteo. Hay una cercanía, un cariño y una profundidad espiritual tremendas en ella. Timoteo es un hijo querido a quien se siente entrañablemente unido Pablo. La fe compartida en Cristo y el amor que nace de saberse hermanos en Él crea unos lazos muy profundos. Pero aún más que hermanos: entre Pablo y Timoteo hay una relación de padre a hijo. Pablo ha sido padre en la fe y en la vocación de Timoteo; también ha sido Pablo quien impuso sus manos sobre Timoteo, compartiendo con él el envío recibido por el Espíritu. Aunque no es el único que le vio nacer en la fe: también su madre y su abuela, a las que también alude la carta…

Y es que la fe, al igual que cada modo concreto de vivirla, aunque son dones en último término de Dios, los recibimos de otros que nos los transmiten: nuestros padres, madres o abuelos en la fe y en la vocación. La vivencia de la fe, al igual que las llamadas de Dios, nos llegan mediadas por otros que, en momentos o etapas concretas de nuestra historia personal, nos ayudaron a vivirlas compartiendo con nosotros sus propias vivencias de fe. Todos podemos recordar a esas personas. Es un buen día hoy para dar gracias a Dios y pedirle por ellos y ellas. Y si podemos también, para darles las gracias directamente.

También es un buen día para recordar a otros a los que nosotros hemos transmitido nuestra fe o la inquietud de una posible llamada de Dios. Oremos, como Pablo, por ellos, alegrémonos con ellos, demos gracias a Dios por ellos. Y continuemos transmitiendo el Espíritu con nuestra vida, nuestras manos y nuestra palabra a todos los que podamos, “reavivando” así “el don recibido de Dios”. Y a seguir tomando parte “en los duros trabajos del Evangelio”. Que el Señor, y los Santos Timoteo y Tito, nos ayuden a hacerlo.

Javier Goñi

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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