martes, 10 de noviembre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 17,11-19

 

Evangelio según San Lucas 17,11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.

Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia

y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".

Al verlos, Jes.ús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.

Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta

y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.

Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?

¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".

Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado"


RESONAR DE LA PALABRA

Tengo para mí que dar gracias es el secreto de la buena vida. Me explico. Somos capaces de dar las gracias cuando entendemos que se nos ha regalado algo. El regalo, por definición, es algo que no hemos merecido, que no lo hemos trabajado. El regalo es gratuidad. No se espera. No se calcula. El valor del regalo no está en lo que se regala, en su precio, en su tamaño. Ni siquiera en su belleza. El valor del regalo está en la actitud del que lo regala. Detrás de lo que se regala y llenándolo de valor y sentido, está la persona que regala, que me regala. En el regalo, en lo que se regala, el otro me está regalando su vida. 

De ahí brota la acción de gracias, agradecer. También ese agradecimiento es gratuito. No se mide en relación con el valor del regalo. No es que, si me regalan un coche, agradezca mucho y, si me regalan una bicicleta, agradezco menos. La vida se me vuelve agradecimiento porque lo que me toca el corazón es la actitud del que regala. Porque en su regalo se regala él mismo. Y el regalo es apenas un símbolo de ese otro regalo más profundo, que es el don de la persona. 

El Evangelio de hoy va de regalo y agradecimiento. Jesús regala la curación, la salud. Es un regalo de verdad. Es gratuidad que llega a la vida de esos leprosos. Son unos desconocidos para Jesús. Por eso su regalo está más lleno si cabe de gratuidad. El regalo les salva de la exclusión, de la marginalidad. El regalo de Jesús les reintegra a su pueblo, a su familia. De alguna manera, les devuelve a la vida. Porque en tiempos de Jesús, los leprosos eran prácticamente muertos en vida. 

Todos los leprosos son curados. Pero sólo uno vuelve para dar las gracias. Sólo uno parece haber reconocido en el gesto de Jesús, el don de sí, de la persona, que hay siempre implícito en el regalo que se da. Y vuelve, contento y agradecido, a postrarse a los pies de Jesús. Vive agradecido. Reconoce la gratuidad y él se vuelve también gratuidad. 

Quizá la última frase de Jesús nos puede llamar la atención: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” En realidad no es nada extraño. Jesús no hace más que certificar que ese hombre ha descubierto algo más que los otros no descubrieron. Todos los leprosos recuperaron la salud. Gracias a eso comenzaron una nueva vida. Se reintegraron a su familia y su comunidad. Muy bien. Pero éste que ha vuelto a dar gracias no solo ha dado ese paso, de la salud a la enfermedad. Ha dado un paso más allá a la buena vida. Ahora reconoce que todo lo que tenemos es gracia, es gratuidad, que todo es regalo. Y que la única manera de vivir bien es vivir agradecidos. 

Cuando nos demos cuenta de que todo, absolutamente todo, lo que somos y tenemos, lo bueno y lo malo, es vida y es gracia, que todo es regalo inmerecido, entonces empezaremos no sólo a vivir sino a vivir bien, a vivir una buena vida. Y nos volveremos a Dios continuamente para dar gracias. Y compartiremos con los hermanos y hermanas sin medida. Porque todo es gracia y vida y regalo. Esa es la verdadera sabiduría. ¡Ojalá todos la alcancemos!

Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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