viernes, 17 de noviembre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 17,26-37

 

Evangelio según San Lucas 17,26-37
Jesús dijo a sus discípulos:

"En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.

La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.

Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.

Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.

Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.

En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.

Acuérdense de la mujer de Lot.

El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.

Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;

de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".

Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»

Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Jesús no vino a amedrentar. Invitaba a buscar descanso en él, en su compañía. Pero no deseaba el descanso que lleva consigo la inconsciencia o la irreflexión, sino el de quien tiene su existencia debidamente orientada. Es frecuente encontrar a Jesús reprendiendo a auditorios amodarrados, no dispuestos a reaccionar ante nada: “tocamos la flautas y no bailasteis, cantamos elegías y no llorasteis” (Lc 7,32). Jesús detesta una sociedad despistada, adormecida, embriagada con las insignificancias de la cotidianeidad. Ni me imagino qué habría dicho en la actualidad sobre la narcosis colectiva del futbol o la insensibilidad producida por adicciones al sexo, al juego… o por la competitividad económica.

Jesús está convencido de que viene un cambio de época, los tiempos mesiánicos, que llevan consigo inicialmente muchas rupturas, desgarros, tribulaciones: es la forma de abrirse paso el Reino de Dios. Las personas quedan como descolocadas. Él lo pinta con las imágenes de que dispone: una guerra cruel, con secuestros y separaciones, etc. Recurre además a las antiguas narraciones del diluvio anegador, del fuego devorador sobre las ciudades del Mar Muerto… Probablemente el evangelista Lucas, que tiene algo de información sobre la guerra judía en Palestina, completa el cuadro heredado de Jesús con otros rasgos que le son conocidos: no bajar de la azotea, no regresar del campo… El conjunto tiene imaginería apocalíptica, cuyo contenido profundo no es cosmológico (terremotos, maremotos…), sino antropológico: una convulsión interior de la persona que la hace pasar a una situación nueva, casi un proceso de muerte-resurrección. Esto puede vivirse en activo, con entrega y consciencia, o meramente como catástrofe sobrevenida; y esto es lo que Jesús quisiera evitar. Hay que entrar activamente en el Reino.

Cuando Lucas transmite este patrimonio jesuano, en su medio cultural no se cuenta con tales catástrofes cósmicas. Lo que preocupa al evangelista, como a Jesús, es una Iglesia “acostumbrada”, acomodada en el dinero y el bienestar, olvidada de inquietudes trascendentes, y, por supuesto, despistada y desprevenida ante el paso de Jesús. No es importante conocer el cuándo o el dónde, pues Jesús “se revela” (Lc 17,30) a la persona en cualquier lugar y momento, y origina en quien le acoja una época nueva: este es el “fin del mundo” que interesa. El evangelista no alude siquiera al momento de la muerte física; como a Jesús, le interesa otra “muerte”: dejar atrás una existencia sin sentido ni orientación. Cuando se acoge a la persona y la palabra de Jesús en fe, surge un mundo nuevo.

Nuestro hermano
Severiano Blanco cmf

 

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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