martes, 8 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 7,14-23

 Evangelio según San Marcos 7,14-23

Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
Cuando se apartó de la multitud y entró en la casa, sus discípulos le preguntaron por el sentido de esa parábola.
El les dijo: "¿Ni siquiera ustedes son capaces de comprender? ¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo,
porque eso no va al corazón sino al vientre, y después se elimina en lugares retirados?". Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos.
Luego agregó: "Lo que sale del hombre es lo que lo hace impuro.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".


RESONAR DE LA PALABRA

Querido amigo/a:

“Escuchad y entended todos: […] lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. Creo que esta verdad es ratificada desde nuestra experiencia personal ¿verdad? La pregunta que se me ocurre hacerle a Jesús en la oración de hoy es, Señor, ¿cómo limpiar mi interior? Lo mismo que limpiamos la casa, lavamos la ropa, el coche, o nos duchamos, ¿y yo por dentro? ¿Cómo me limpio? ¿No necesito purificarme, oxigenarme, purgarme…? No sé tú, yo al menos necesito hacerlo. Y como todas las cosas, esto necesita tiempo, como lo necesitan las tareas de limpieza anteriormente descritas.

Si te fijas en el final del evangelio, se termina con una lista de trece maldades que salen todas ellas de ese interior, ¡como para no hacer limpieza! Sí, hay que hacerla por salud personal, para curar el corazón, para vivir con paz interior, para mejorar nuestras relaciones con los demás, para quererme más a mí mismo, para hacerle sitio a Jesús, para apartar al Tentador y destruir su “huerto”, para ser más feliz… necesito “purificarme”, limpiar mi interior.

Vuelvo a la pregunta inicial: Jesús, ¿cómo? E imaginándomelo a mi lado, mirándome con cariño y una sonrisa en sus labios, puedo escuchar un susurro: “utiliza las mediaciones que te he dado”. Claro, yo tengo la intención y el deseo, pero no bastan para que la gracia (el amor curativo de Cristo) actúe, son necesarias las mediaciones, las fibras ópticas por donde circula la gracia con toda su potencia. La más fuerte y poderosa ha sido elevada a la categoría de sacramento, precisamente por ser la más eficaz: la reconciliación.

Reconcíliate contigo mismo, con los que te fastidian, con Jesús que te espera. No lo hagas de manera aislada, cerrado sobre ti mismo, utiliza la mediación de la Iglesia donde se expresa la fuerza curativa de Cristo, donde entras en comunión con todos, con múltiples oraciones que en el cielo y en la tierra interceden por tu perdón y tu paz en la alegría de la reconciliación. Sí, la paz; así lo reza la fórmula de la absolución “Dios todopoderoso… te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz. Y yo te absuelvo…” Claro que no es la única mediación, pero es la más poderosa. Están el examen, los escrutinios, el proyecto personal, etc. Pero de vez en cuando hay que lavar con jabón del bueno y frotar bien lo sucio.

La reina de Sabá aparece hoy en la primera lectura. No olvidemos la queja de Jesús respecto a esta extranjera: “La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón» (Mateo l 2,42). ¿Tomamos en serio y aprovechamos bien la sabiduría que nos enseña cada día, sobre todo en las lecturas de la misa, el auténtico Maestro que Dios nos ha enviado, Jesús?

Nuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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