lunes, 28 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - v

 

Evangelio según San Marcos 10,28-31
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido".

Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia,

desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna.

Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

¿Habéis deseado alguna vez ser santos? ¡Hay que ver cómo va cambiando nuestra idea de santidad cuando nos dejamos educar por la Palabra de Dios! Cuando era niño pensaba que ser santo era ser perfecto, no tener ningún defecto. Ahora, esa idea de la santidad, aparte de irreal, me parece casi repugnante. Quien no tiene pecado no puede ser perdonado. Y a quien no se le perdona no aprende a amar. Por eso ahora me gusta la definición de santo que dio el teólogo Paul Tillich: "Santo es un ser humano de quien Dios tiene misericordia". La invitación a la santidad que se nos hace hoy en la carta de Pedro me parece que es una invitación a dejarnos curar por la misericordia de Dios. ¿Qué pasa, entonces, con nuestras conductas? No pasa nada. Siguen siendo algo incoherentes -lo serán siempre- pero bastante más humildes y agradecidas.

Sé por experiencia que resulta más fácil dejar "casa, hermanos y hermanas, o madre o padre" que dejar el control sobre nosotros mismos y las ataduras a una imagen redonda y perfecta. Desde aquí entiendo un poco más las palabras de Jesús que cierran el evangelio de hoy: "Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros".

"Señor, no dejes que por querer ser santo acabe siendo un monstruo de orgullo y narcisismo. Aúpa mi pobre humanidad sobre los hombros de tu perdón y transforma tú todo lo que hay en mí que no se parece a ti".

cr

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 27 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,17-27

 

Evangelio según San Marcos 10,17-27
Cuando Jesús se puso en camino, un hombre corrió hacia él y, arrodillándose, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno.

Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre".

El hombre le respondió: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud".

Jesús lo miró con amor y le dijo: "Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme".

El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.

Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".

Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: "Hijos míos, ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios!.

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios".

Los discípulos se asombraron aún más y se preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?".

Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: "Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él todo es posible".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Hoy y mañana vamos a leer como primera lectura algún fragmento de la primera carta de Pedro. Lo más llamativo de este escrito es que, en sus cinco capítulos, hace una hermosa síntesis de todo el nuevo testamento. Y no sólo eso, sino que comunica seguridad y entusiasmo, dos notas de las que estamos muy necesitados en nuestros días. Con bastante probabilidad, el autor de este escrito fue un discípulo anónimo de la escuela de Pedro que puso su obra bajo la autoridad del apóstol, seguramente al poco tiempo del martirio de este. La carta está dirigida a comunidades rurales, poco organizadas y de extracción humilde: campesinos, pastores, gente de clase baja. Todo esto las hace muy vulnerables en medio de una sociedad hostil. Por eso el autor subraya mucho la solidaridad que tiene que existir en el seno de las comunidades cristianas para poder soportar cualquier contratiempo.

Hoy me fijo en una sola frase: "No habéis visto a Jesucristo y lo amáis". ¡He aquí la entraña de la fe! ¿Cuántas veces nos vemos impotentes para justificar muchos aspectos de nuestra fe y, sin embargo, nos sentimos visitados por una seguridad que no nace ni de los argumentos ni de nuestra conducta irreprochable? ¡Es la fuerza del amor! Es la misma fuerza a la que se refiere Jesús en el evangelio, la que permite superar el cumplimiento de los preceptos para ir detrás de Él. Sin la fuerza del amor, no vendemos lo que tenemos y no lo damos. Al contrario, con el paso del tiempo caemos en la cuenta de que necesitamos buscarnos muchas seguridades.

"Señor, hoy, seducido por algunas cosas y paralizado por otras, te pido que me concedas amarte por encima de todo. Yo sé que lo que es imposible para mí constituye tu don más precioso y posible".

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 26 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 6,24-34

 


Evangelio según San Mateo 6,24-34
Dijo Jesús a sus discípulos:

Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.

Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?

Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos?

¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida?

¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.

Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos.

Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!

No se inquieten entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'.

Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan.

Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura.

No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción.


RESONAR DE LA PALABRA

MAESTROS DE VIDA PARA DISCERNIR

 Siguiendo con el Sermón de las Bienaventuranzas, y después de llamarnos al perdón y al amor a los enemigos, y a ser misericordiosos como su Padre... propone Jesús una breve parábola sobre los «guías» ciegos y la necesidad del arte del discernimiento y del acompañamiento. Para saber cómo ponerlas en práctica, necesitamos orientación, apoyo, acompañamiento para no quedarnos en generalidades, vaciarlas de contenido o desanimarnos ante sus exigencias. Realmente es difícil que uno, por sí mismo, con su único y personal criterio crezca y madure en su fe, progrese en el discipulado o vaya descubriendo la voluntad de Dios sobre él. Y no es extraño atascarse, darle mil vueltas a ciertos aspectos, autoengañarse, cansarse, conformarse, confundir «lo bueno» con lo que el Señor realmente espera de mí, plantearme unas exigencias tan elevadas que acaben por agotarme, etc

Es decir: que necesitamos a alguien que nos guíe, nos muestre el camino, algún Maestro de Vida que nos ayude a «aterrizar» el Evangelio en nuestras circunstancias personales concretas... pero sin imponernos, sin tomar decisiones por nosotros, que nos respete... que no sean «guías ciegos». ¿De quién o de quiénes hablamos?

Pues en primer lugar, claro, el Espíritu Santo. Jesús nos dice en el Evangelio de Juan que «cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará»(Jn 16, 13-14). Es un Espíritu que el Padre dará a los que se lo piden (Lc 11,13) y que ya ha sido derramado en nuestros corazones, somos sus Templos. Por tanto, podemos fácilmente pedirle ayuda en la oración: Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. (Secuencia de Pentecostés).

Y después podemos contar con «personas de Espíritu» que nos iluminen y saquen de nuestras dudas y callejones sin salida. No se trata de un «especialista» que nos suelta un rollo teórico y abstracto, ni nos llena la cabeza de ideas, o de normas y condiciones. Menos todavía toma decisiones que nos competen, ni nos impone ni nos manda nada. Sino que más bien nos muestra un camino práctico, experiencial, que nos va guiando hacia la gloria del Señor, sin esquivar el sacrificio, la renuncia o el sufrimiento de la cruz. El Espíritu nos conduce siempre por los caminos de la compasión, de la solidaridad, del amor, de la entrega personal, de la verdad, de la justicia, del encuentro, de la paz.

Por eso explica Jesús que lo primero que tenemos que reparar y perfeccionar es nuestro modo de mirar y de juzgar. La comparación que usa es bien clara: me tengo que sacar primero la viga de mi ojo antes de pretender sacar la brizna de hierba del ojo de mi hermano. El Papa Francisco insiste a menudo en la sana costumbre de “acusarse uno mismo, en vez de (o antes) de acusar a los demás".

Hay que revisar esa seguridad de que tenemos razón y que todo lo tenemos claro porque nos condicionan muchas voces, que serían como vigas que lo tapan y deforman todo. Por eso, hay que empezar por detectar en mí los afectos, las ideas, los prejuicios, las vendas que pueden cegar o hacer que mi juicio sea equivocado. No podemos encontrar o discernir el bien y la verdad si, por ejemplo, nos encastillamos en nuestras ideas y posturas previas, en los nuestros, en los que piensan y son como yo (la polarización tan extendida últimamente, la cerrazón, la rigidez). Así no hay discernimiento ni acompañamiento que valga, puesto que somos seres de encuentro, para tener puentes, facilitar diálogos y acuerdos, relativizar posturas cerradas...

Como tampoco podemos buscar la voluntad de Dios si sólo tenemos en cuenta nuestro bien particular, nuestros gustos y conveniencias, perdiendo de vista o ignorando a los otros, a los que están peor (esos «bienaventurados»...).

Por último, el Maestro presenta el criterio de los frutos. Cada árbol se reconoce por su fruto. No por los bellos ramajes, o por su tamaño, o porque adorna y queda bien. Los higos o los racimos no brotan de cualquier árbol. Si el corazón va sacando el bien, la bondad, el perdón, la solidaridad, la generosidad, la paz, la justicia, la dignidad, el respeto... querrá decir que estamos en el camino correcto. Y se notará hasta en las palabras que salgan de nuestra boca.
Concluyendo:

Primero es necesaria la guía y la acción del Espíritu y el empeño de buscar en nuestra vida la voluntad de Dios. En esto no podemos quedarnos atascados: «ya soy bueno», o «no sé qué más debiera hacer».

Segundo, son mas necesarios que nunca auténticos maestros de vida que nos ayuden a caminar y a seguir dando fruto incluso en la vejez, estando lozanos y frondosos (así nos ha dicho el Salmo).

Tercero: coger la grúa y empezar a quitar tantas vigas de en medio que nos tapan la mirada.

Y cuarto: Los frutos. Son lo que vale. No los discursos ni las palabras.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf  

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 24 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 10,1-12

 

Evangelio según San Marcos 10,1-12
Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más.

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?".

El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?".

Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella".

Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes.

Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer.

Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre,

y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.

Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".

Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.

El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella;

y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos, paz y bien.

La cuestión del divorcio sigue siendo muy actual. Aunque, a lo peor, no tanto, porque la gente se casa menos. Pero es uno de los temas por los que más “discuto” con los amigos, cuando estoy de vacaciones. Yo siempre les digo que la opinión de la Iglesia es para los creyentes, que si ellos no se consideran así, no tienen por qué enfadarse con lo que dice el Magisterio. Pero eso es otra cuestión.

Continuamos acompañando a Jesús, en su camino evangelizador, enseñando por todas partes. En esta ocasión, sus enemigos intentan otra vez liarlo con cuestiones legales. La ley está muy bien, nos hace falta, para vivir en sociedad. Sin leyes, viviríamos mucho peor. Primaría la ley del más fuerte. En muchas sociedades antiguas, las primeras leyes eran, además aglutinantes de la comunidad. Gracias a las normas, la gente puede saber a qué atenerse.

Pero, como ya sabemos, a Jesús no le interesa tanto la ley, como el sentido de la misma. Hay que ir siempre a la raíz de las cosas, para poder entenderlas mejor. Lo que está claro para Cristo es que lo que Dios ha unido, es mejor que no lo separe el hombre. En el fondo de la unión matrimonial está el amor entre un hombre y una mujer, que prometen vivir juntos, en fidelidad, y recibir de Dios los hijos que Él quiera darles.

El acta de repudio fue una (pequeña) garantía para la mujer, una forma de defensa frente al abandono. Nada que ver con lo que hoy entendemos, pero algo es algo. Sin embargo, en la concepción cristiana del matrimonio, la clave es la fidelidad, una fidelidad que se sostiene en el amor. No puede la ley garantizar el amor. Deben hacerlo los propios cónyuges.

“El Señor es compasivo y misericordioso”. Puede ser un buen lema para los esposos, en los casos en que la luna de miel quede ya lejos, y los roces del día a día hayan ido desgastando el amor primero. El Papa Francisco siempre aconseja en las bodas que los cónyuges no se duerman nunca enfadados, que hablen y comenten los problemas de cada día. Ponerse en el lugar del otro, intentar escuchar (no con la respuesta preparada antes de que el otro termine), saber perdonar, aprender a olvidar lo secundario y centrarse en lo fundamental. En lo más importante, en el amor de dos personas que quieren compartir sus vidas para siempre.

“El Señor es compasivo y misericordioso”. Que no se nos olvide nunca. Nunca. Y que no nos falte nunca la paciencia, que es virtud bien buena y que, parece, alarga la vida. Paciencia es la primera palabra que aprendí en Rusia, cuando todavía había colas por todas partes, en el año 1997. La paciencia todo lo alcanza, decía santa Teresa. Me voy convenciendo de que es así.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 23 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,41-50

 

Evangelio según San Marcos 9,41-50
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,
donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Porque cada uno será salado por el fuego.
La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros».


RESONAR DE LA PALABRA
 

Queridos amigos, paz y bien.

Se lee hoy en la liturgia una recopilación de varios dichos de Jesús. De todos y cada uno se puede aprender, porque la Palabra es siempre viva y eficaz. En el fondo, se trata de entender cómo tenemos que vivir, en todos los momentos de nuestra vida.

Desde la clave de la primera lectura, donde se critica a los que solo viven para el dinero, a cualquier precio, incluso pasando por encima de los demás y abusando de ellos, podemos entender la llamada a ser generosos, aunque sea solo un vaso de agua. Ninguna de las buenas obras que hacemos queda sin recompensa. Que no seamos idólatras del dinero. No hace falta ser millonario para caer en esta trampa. Revisa hoy si te cuesta mucho dejar tus cosas o dar una pequeña ayuda, cuando te lo piden. A lo mejor no somos tan pobres de espíritu como deberíamos.

Los siguientes consejos nos recuerdan que debemos siempre estar alerta, para evitar los motivos de escándalo que provienen de dentro de cada persona. Está muy claro que no hay que amputar nada (el filósofo Orígenes, en el siglo segundo, se lo tomó al pie de la letra, el pobre), sino que se trata de intentar controlar las ganas de dominar a los demás, como sugieren las referencias al pie o a la mano, o los malos deseos y los planes egoístas, que se insinúan en la imagen del ojo. Sabemos que por la vista entran muchos de los malos deseos que después se alojan en nuestros corazones, querámoslo o no.

Ser luz del mundo y sal de la tierra. “Eres del mundo la sal”, decía una canción del musical “Godspell”, hace algunos años. Una sal mojada ya no sirve para nada. La sal es una sustancia que, en su momento, fue muy valiosa, para conservar los alimentos. Nos ha llegado, incluso, la palabra “salario”. Ser la sal de la tierra no es tarea fácil. He conocido a mucha gente que, al comenzar el camino de la fe, arranca con mucha fuerza, pero va perdiendo fuerza poco a poco, hasta que, ante las primeras frustraciones, renuncian a seguir. Su sal se ha mojado, ya no sirve para nada.

Es un riesgo que nos puede afectar a todos, incluso a los religiosos: el cansancio, el pensar que lo que hacemos no tiene mucho sentido, no verle fruto a lo que hacemos. Pero, a pesar de todo, somos la sal de la tierra. Si se nos olvida echar sal en la comida, nos sabe rara. Se echa de menos. Sin nuestra aportación, el mundo será más soso. Se echará de menos, y, cuando llegue el momento de encontrarnos con el Hacedor, tendremos que responder también. Ojalá hayamos repartido toda la sal que llevamos dentro, y hayamos vivido en paz con todos los que nos rodean. Que no es un mal propósito.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 22 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,38-40

 


Evangelio según San Marcos 9,38-40
Juan le dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros".

Pero Jesús les dijo: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí.

Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.


RESONAR DE LA PALABRA

Dios trabaja sileciosamente

El hombre siempre tiene anhelos pendientes: de sentido, de justicia, de comunicación, de libertad, la nostalgia profunda de reconciliación y fraternidad, la invencible voluntad de paz, la afirmación de la vida ante las amenazas de aniquilación que pesan sobre cada uno de los seres del universo. Son anhelos pendientes, pero que no son del todo pendientes. La historia nos muestra que, aunque penosamente, el hombre ha ido realizándolos a lo lago de los siglos.

Los cristianos no somos ajenos a estas historias.

La serpiente que esta en el origen de la humanidad y de cada hombre, sin embargo, nos está incitando a los cristianos, a algunos cristianos, a apropiarnos de todo lo bello, bueno y noble que se hace en el mundo. Como si nosotros fuéramos los únicos capaces de hacer el bien. Como si nosotros poseyéramos en exclusiva el Espíritu Santo.

Ya aquellos discípulos de Jesús tuvieron que recibir un reproche de su maestro porque querían que todo el espíritu de su Señor fuera de ellos.

Dios interviene en la historia a través de todo lo que es bueno, amoroso y fraternal. Allí donde se lucha por los humillados, allí donde alguien hace el bien a los débiles y abandonados allí donde con espíritu puro se combate por la fraternidad y la justicia, allí está el Reino de Dios, se sepa o no.

Hay, como dice un pensador, "cristianos anónimos" que, sin saberlo ellos, están dando de comer al hambriento, dando de beber al sediento, vistiendo al desnudo y que un día, el último día, descubrirán al Señor que les va a abrir de par en par las puertas para que entren en el Reino de los cielos.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 21 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 16,13-19

 

Evangelio según San Mateo 16,13-19
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?".

Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas".

"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?".

Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.

Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.

Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos, paz y bien.

Hoy celebramos la fiesta de la Cátedra de san Pedro. Aquí puedes leer algo sobre esta antigua celebración. Cada año tenemos la ocasión de recordar la figura del Santo Padre y su misión en la Iglesia. Que no es tarea pequeña. Y orar por él, para que no le falte la ayuda y el consuelo del Espíritu Santo.

En la Palabra de hoy hay palabras para todos. Para lo que tenemos algún cargo en la Iglesia, y para los que son creyentes de base. A todos nos hablan las lecturas. A cada uno, desde su puesto y responsabilidad.

La primera lectura nos habla a los pastores, y recuerda el “para qué” de nuestra ordenación. El motivo de haber elegido un estilo de vida diferente al de otras personas: ocuparnos del pueblo de Dios. Hay días en que resulta muy fácil ocuparse de las tareas encomendadas. Todo está en orden, no te duele la cabeza, los pajaritos cantan, las nubes se levantan… Vivimos, sin embargo, jornadas que se hacen muy largas, por muy diversos motivos. En esos momentos, recordar las palabras de la primera carta de san Pedro es muy útil. Hacer todo “de buena gana, como Dios quiere; con generosidad; convirtiéndoos en modelos del rebaño”. E intentar ver a todas las personas como Dios las ve. Incluso a las personas que son “muy, pero que muy pesadas”.

Lo de ser modelo me sigue abrumando, veinte años después de la ordenación. Me consuela que es tarea de todos los creyentes, lo de ser testigo, modelo para los demás. Ahí estamos.

El salmo nos da a todos un motivo para la esperanza. “El Señor es mi pastor, nada me falta”. A menudo nos parece que nos hacen falta muchas cosas; se va la luz un rato, se nos corta el internet, y parece que se nos acaba el mundo. Sería interesante recordar, en esos momentos de “oscuridad digital”, que el Señor es nuestro pastor, y dedicarle un tiempito. Y no solo. Con Dios los tenemos todo, sin Dios no tenemos nada.

Y la pregunta del millón. ¿Quién es Jesús para ti? De esa respuesta depende no solo cómo vas a vivir, sino también la vida eterna. Espero que la respuesta no sea solo la aprendida del Catecismo, sino que nazca de la vivencia, del encuentro personal con Cristo. Un verdadero Amigo, el único Salvador, la Esperanza que te ayuda a seguir viviendo… No es una pregunta cualquiera. Según respondas, podrás afrontar los problemas de una u otra manera. Y, cada día, respóndele al Señor quién es para ti.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 20 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,14-29

 

Evangelio según San Marcos 9,14-29
Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.

En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.

El les preguntó: "¿Sobre qué estaban discutiendo?".

Uno de ellos le dijo: "Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo.

Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron".

"Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuando estaré con ustedes? ¿Hasta cuando tendré que soportarlos? Tráiganmelo".

Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.

Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que está así?". "Desde la infancia, le respondió,

y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos".

"¡Si puedes...!", respondió Jesús. "Todo es posible para el que cree".

Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe".

Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más".

El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: "Está muerto".

Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.

Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?".

El les respondió: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos, paz y bien.

El camino del discípulo no termina nunca. Siempre es posible ir más allá. Se puede avanzar más y más. Lo comprobaron los apóstoles, cuando no pudieron expulsar a ese demonio que martirizaba al niño. Es una buena llamada de atención. Lo de ir más allá, digo. Todos necesitamos profundizar en nuestros conocimientos y, quizá, en nuestras vivencias de la fe. La lectura espiritual, la oración, los cursos de formación permanente… Hay muchas posibilidades de avanzar en la fe, para enfrentarnos a nuestros demonios personales.

Nadie dice que sea fácil, pero “todo es posible al que tiene fe”. Lo dice Jesús. Lo hemos experimentado en nuestra vida, posiblemente. Porque Cristo siempre nos tiene lástima, si acudimos a Él corriendo, como hizo la multitud que estaba esperándole. Claro está, hay que acercarse, pedirle y dejarle actuar en nuestra vida

La Carta de Santiago nos habla de la verdadera sabiduría. Otro buen toque de atención. De cómo nos comportamos, se puede deducir el grado de vivencia de nuestra fe. Basta con observar las vidas de los santos. Gente que podría alardear de su cercanía para con Dios, de todo lo que han recibido de Él, y, sin embargo, viven en un continuo ejercicio de humildad y renovación. Esa sabiduría viene de arriba.

Son gente que han comprendido el significado de los mandatos del Señor. Estos mandatos son rectos. Y nos ayudan a vivir en rectitud. Bien es verdad que no todos los entienden. Cuesta aceptarlos, en muchas ocasiones. Esos nuestros “demonios” nos arrojan a los muchos fuegos que nos rodean, o nos ahogan en las aguas de las corrientes contra las que tenemos que luchar los creyentes.

No siempre tenemos las fuerzas para luchar. Por eso la Iglesia nos regala, cada cierto tiempo, un período de oración y reflexión más intenso, antes de Navidad y pascua, para poder orar más intensamente. Y para dejar más espacio a Dios en nuestro corazón con el ayuno. Podemos aprovecharlo, o podemos pensar que es una “molestia” que hay que pasar cuanto antes. De nosotros depende.

Ojalá podamos ser amantes de la paz, comprensivos, dóciles, llenos de misericordia y buenas obras. Que no nos pueda la envidia. Que cumpliendo los mandatos del Señor se nos alegre el corazón, y salgan fuera todos los demonios que nos acechan.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 19 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 6,27-38

 

Evangelio según San Lucas 6,27-38
Jesús dijo a sus discípulos:

«Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.

Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica.

Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.

Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes.

Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.

Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.

Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.

Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.

Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».


RESONAR DE LA PALABRA


VENCER A LOS ENEMIGOS

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón y así infundes respeto (Salmo 120)

Dicen que el culmen del mensaje evangélico está recogido en estas palabras: «amad a vuestros enemigos...para que seáis hijos de nuestro Padre celestial».

La palabra «enemigo» es una palabra fuerte, y probablemente evitemos aplicarla, e incluso digamos: «Yo no tengo enemigos». Un enemigo sería alguien que no nos quiere bien, que pretende hacernos daño, que nos lleva por sistema la contraria o desprecia nuestros puntos de vista, su presencia nos incomoda, compite con nosotros para dejarnos por debajo...

El Papa Francisco ha escrito:

«… me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos? (Evangelii Gaudium 100)

Habrá quien tenga enemigos porque él mismo se los busca con su manera inadecuada de ser o estar (alguien antipático, borde, mentiroso, inmaduro, manipulador...). Pero otras veces no hay una justificación: Si hasta el mismísimo Jesús tuvo enemigos declarados, porque sus valores, actitudes y opciones chocaban abiertamente con las de otros que se sentían amenazados o puestos en evidencia por él.

Para comprender la radicalidad y el alcance de las palabras de Jesús, que pide a sus discípulos: «amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada... y seréis hijos del Altísimo» nos vendrá bien repasar brevemente algunos con quienes tenemos que ponerlas en práctica:

El otro, es decir, el que tiene distinto carácter, criterios, ideas, intenciones... O sea, el diferente. El que no tiene mis gustos, mis ideas, no comparte mis puntos de vista. Aquel con quien me resulta tan difícil un entendimiento aceptable. No los podemos aguantar. Entre nosotros hay incompatibilidad de caracteres, de mentalidad, de temperamento. Ocurren fácilmente malentendidos, incomprensiones y sufrimiento. ¿Recordáis aquello que decía Sartre: «el infierno son los otros»?

El adversario, el que por la razón que sea, compite conmigo, me suele llevar la contraria, intenta ponerse por encima de mí, salirse con la suya, quiere tener siempre la razón, imponerme su manera de ver las cosas. ¡Cuántas veces alguien de casa: pareja, hijos, padres, hermano!, o un compañero de trabajo...

El pesado o inoportuno, que me hace perder el tiempo, que me repite las cosas mil veces como si no me hubiese enterado, el que tiene la habilidad de interrumpirme en el peor momento, que me cansa, me aburre, me agota.

El chismoso que va haciendo comentarios a mis espaldas, o tiene que poner verde a alguien, el que me desprestigia, el que hace correr rumores y comentarios con fundamento o sin él, es indiscreto, no sabe guardar un secreto, ni disculparme...

El hipócrita que tiene varias caras, y ocultas intenciones, que disimula cuando le conviene, que no te puedes fiar de él, que no sabes si va o si viene, o lo que realmente piensa... No está muy lejos del «mentiroso».

El antipático, el que me cae mal, no me gusta su forma de ser o estar, con el que no tengo casi nada en común, me cuesta mucho aguantarle, y prefiero evitarlo...

Y el arrogante, el aprovechado, el celoso, el que me la ha jugado, el manipulador...

¿Qué nos pide Jesús que hagamos con todos estos «personajes»?

Primero cuatro peticiones generales:

- Amad a vuestros enemigos

- Haced el bien a los que os odian,

- Bendecid (hablad bien) a los que os maldicen,

- Orad por los que os calumnian.

Y luego algunos comportamientos concretos:

- Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra;

- Al que te quite la capa, no le impidas que se lleve la túnica.

- A quien te pide, dale

- Al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames

Es decir, que la vieja Ley del Talión («Ojo por ojo, diente por diente») no vale. Tampoco hacerles frente, esto es, no corresponder con sus mismas actitudes. Si ellos «disparan» y yo también disparo... entonces me he puesto a su altura, y de algún modo se puede decir que me han ganado. Y luego, encima, me sentiré mal. Yo no quería disparar. Pero en el fondo se han llevado su merecido. Total, que la enemistad y la violencia permanecen.

No invita Jesús a la «pasividad», a dejarse pisotear, a que se aprovechen de ti. Se trata más bien, como dice la Escritura en otros lugares, de «vencer el mal a fuerza de bien». No echar más basura a la que ya hay. Incluso ser «excesivos» en nuestro modo de tratarles «bien». Amarles para desarmarles.

Ahora bien: «amarles» no significa:

* Quitarle importancia a lo que nos ha hecho daño. Si la tiene, hay que dársela

* Tampoco significa «aquí no ha pasado nada». Porque ha pasado. Puede que el otro se corrija y cambie de actitud...o quizá no. Puede que no fuera muy consciente del daño que me hacía, y procure disculparle, como hizo Jesús en la cruz con sus asesinos («perdónales porque no saben lo que hacen»). Es el triunfo del amor en mí, por encima del dolor, la rabia o el deseo de maldecir o vengarme.

Para que esto sea posible es necesario contar con la ayuda de Dios, con ese amor sin condiciones con que Él me ha tratado a mí, un amor que nunca me retira aunque yo me lo merezca. Quien es consciente de sus limitaciones y errores y experimenta que Dios le trata bien a pesar de todo... deja de ser intransigente con los demás.

* No tengo por qué tener sentimientos positivos hacia él. Los sentimientos no se pueden forzar. Surgen o no surgen. No dependen de nuestra voluntad. Si alguien me cae mal... no puedo obligarme a mí mismo a que me caiga bien, por ejemplo. Pero puedo tratarle bien, correctamente, amablemente, educadamente. No es necesario que me lo lleve a comer a casa.

* Las heridas tardan en cerrarse. Aunque yo perdone... no deja de dolerme automáticamente. Necesito darme tiempo. Quizá nunca me deje de doler. Pero tampoco es nada conveniente seguir dándole vueltas a lo que pasó, haciendo que la herida se mantenga abierta o incluso se profundice y se pudra. Eso es como «darles poder» para que nos amarguen la vida, aunque haya pasado tiempo de aquello. Es un modo absurdo de traer el presente... lo que es mejor dejar en el ayer.

Este es el reto de Jesús: Sed perfectos como lo es nuestro Padre celestial. Una perfección que consiste y está centrada en nuestro trato con los demás, y no en esa «autoperfección» en la que tanto esfuerzo gastaban los fariseos. Una perfección que sólo es posible en la medida en que experimentamos en nosotros el amor/misericordia de Dios.

Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 18 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 9,2-13


Evangelio según San Marcos 9,2-13
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.

Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.

Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".

Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.

Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo".

De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.

Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".

Y le hicieron esta pregunta: "¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?".

Jesús les respondió: "Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser despreciado?

Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba escrito".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

En el camino de la vida, hay momentos de oscuridad y tiempos de luz.

En el camino del seguimiento de Jesús, hay momentos de confusión y tiempos de ser confortado.

Hoy la Palabra nos habla de un momento de luz de los discípulos. A partir de su camino con el Maestro, desde la luz de la Pascua, los más cercanos descubren su verdadera identidad: Jesús es el Profeta, que siguiendo la tradición de Moisés y Elías, viene a traer la Palabra definitiva del Padre. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quien el Padre nos la ha dado todo. Él es el Camino que nos lleva a Dios, la Verdad más auténtica sobre la existencia y el mundo, la Vida que nos abre horizontes insospechados, que se prolongan incluso más allá de la muerte. El Agua que sacia toda sed. La Luz que ilumina toda oscuridad. El Pan que alimenta en todo cansancio. La Palabra que da sentido… incluso a la cruz.

Al contemplarle, todo cobra un nuevo sentido. A veces, nos gustaría quedarnos ahí, haciendo tres tiendas… Aunque, como a Pedro, también a nosotros nos invita a bajar de la montaña, al valle donde está la vida de cada día, para vivir desde esa luz y con ese horizonte que hemos recibido de su Persona.

En medio de tus luces y tus sombras, en la mitad del camino de tu vida, también Jesús quiere mostrar su ser Hijo y Hermano para, mostrándote la meta, hacer más fácil el recorrido. Que tú también puedas experimentar, como aquellos primeros discípulos, la fuerza que da saberse amado y enviado.

CR

fuente del comenyario CIUDAD REDONDA


jueves, 17 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,34-38.9,1

 

Evangelio según San Marcos 8,34-38.9,1
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.

Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?

¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles".

Y les decía: "Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

La vida es un bien recibido, que por su misma naturaleza está llamada a convertirse en un bien dado. Algo así puede ser el “kerygma vocacional” de la fe cristiana, compartido por otros muchos. “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”, dice el Señor. La gracia de la vida consiste en ser conscientes de todo lo recibido, para darlo gratis y generar así más vida. Ese es el tronco común de toda vocación.

En este Evangelio, Jesús expresa esta verdad de una forma paradójica: “el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”.

Es importante darse cuenta de un detalle: Jesús habla primero de su destino, y sólo después anima a sus discípulos a hacer lo mismo. El que le ha afirmado con su llamada, les pide luego negarse a sí mismos. El que les ha mostrado la belleza del Evangelio, les pide después perder su vida por ello. El que les a abierto las puertas del Reino, les invita a darlo todo para abrirle caminos a ese Dios que quiere llegar a todos.

Sólo quien se haya sentido afirmado por Dios, podrá “negarse”, dando todo lo recibido. El Dios que nos lo da todo, es el mismo que nos lo pide todo… para que la Buena Noticia siga su camino. En esa dinámica de recibir y dar, está la gracia de la vida y de toda vocación.

Gracias, Señor, por todo lo recibido.
Tuyo soy. Mi vida para ti.
Y para darla a otros, según tu querer.
Hágase en mi según tu Palabra.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 16 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,27-33

 

Evangelio según San Marcos 8,27-33
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".

Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas".

"Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías".

Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.

Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días;

y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

La vida es un camino en el que hasta el último día podemos aprender cosas nuevas.

Así también el discipulado cristiano: seguir al Maestro es un continuo aprendizaje. Es verdad que hay un primer momento de formación más intensa. Pero nunca llegamos a saberlo todo, y siempre hemos de estar abiertos a la sorpresa.

Hoy los discípulos tienen esa experiencia. Jesús les va instruyendo por el camino. Y en esta ocasión utiliza el método de las preguntas. Quiere saber qué dicen de Él. Qué piensan otros, y qué piensan los discípulos. Pedro parece dar la respuesta correcta: en su convivencia con el Maestro comienza a intuir lo que representa… pero no le da el auténtico significado. Jesús lo intuye, y por eso les instruye sobre el tipo de Mesías que Él quiere encarnar: su mesianismo pasa por la cruz, en la esperanza de la resurrección.

Entonces Pedro muestra que no ha entendido nada. Quiere él marcar las pautas, dictar el modo, señalar el camino. Y ante ello, Jesús dice las palabras más duras que encontramos en el Evangelio para uno de los suyos: “¡Quítate de mi vista, Satanás!...”. Es mucho lo que está en juego. Él no quiere ser mal interpretado. Por eso, desde el amor a Pedro, es también capaz de corregirle con firmeza, para que corrija la visión que tenía de su misión.

Hoy es un buen día para reflexionar sobre nuestra imagen de Jesús. Es muy fácil quedarse solamente con una de sus facetas. Jesús, según la Palabra, es el enviado del Padre, el Hijo del hombre -hermano de todos-, el Maestro de vida, el sanador de los necesitados, el cordero entregado y el Señor del mundo. Todo eso, como puente hacia el Padre y como inaugurador del Reino.

Después de 21 siglos, Él quiere seguir instruyendo a sus discípulos, por el camino, para que continuemos su misión en nuestros días.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 15 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,22-26

 

Evangelio según San Marcos 8,22-26
Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le rogaban que lo tocara.

El tomó al ciego de la mano y lo condujo a las afueras del pueblo. Después de ponerle saliva en los ojos e imponerle las manos, Jesús le preguntó: "¿Ves algo?".

El ciego, que comenzaba a ver, le respondió: "Veo hombres, como si fueran árboles que caminan".

Jesús le puso nuevamente las manos sobre los ojos, y el hombre recuperó la vista. Así quedó curado y veía todo con claridad.

Jesús lo mandó a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

La vida es un camino donde casi todos los cambios se dan siguiendo varios pasos.

Así nos aparece en el relato de la persona ciega de Betsaida. De no ver nada, por la acción de Jesús comienza a ver sombras, para acabar viendo con claridad.

La fe es un potente foco de luz que ilumina la vida. Por parte de Dios ya está todo dado de una vez, pero por nuestra parte, esa luz se va acogiendo a la medida de nuestras posiblidades: como niños, como jóvenes, como adultos…

Cuando somos niños, la luz de la fe nos abre por primera vez al horizonte de Dios como Maestro y Guía. Cuando somos jóvenes, la fe puede crecer hasta orientar la propia vida según el querer de Dios. Cuando llegamos a adultos, la luz de la fe está llamada a fermentar todos los rincones del propio ser, para así llegar a poder iluminar a otros.

Jesús es luz, y con su paso ilumina al ciego de Betsaida. Él, al ritmo de sus posibilidades, va asimilando esa luz hasta que llega a ver todo con claridad.

Señor Jesús,
luz del mundo y lámpara de mi corazón,
aclara mis tinieblas
y haz que yo pueda ser, de tu reflejo,
lámpara para otros.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 14 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,14-21


Evangelio según San Marcos 8,14-21
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no tenían más que un pan en la barca.

Jesús les hacía esta recomendación: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes".

Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan.

Jesús se dio cuenta y les dijo: "¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida.

Tienen ojos y no ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan

cuántas canastas llenas de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?". Ellos le respondieron: "Doce".

"Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas canastas llenas de trozos recogieron?". Ellos le respondieron: "Siete".

Entonces Jesús les dijo: "¿Todavía no comprenden?".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

Para ayudar a crecer hay que combinar el amor con la firmeza. Para educar es necesario el cariño y la cercanía, a la vez que la orientación y la guía.

Jesús, como buen maestro, combina sabiamente ambos principios. Muchas veces le vemos con palabras de paciencia y comprensión. Y otras, cuestiona y confronta.

En el Evangelio de hoy, Jesús comienza advirtiendo a los discípulos. Tras el diálogo del pasaje de ayer, en que discutía con los fariseos, les indica a los suyos que se guarden de su “levadura”, así como de la de Herodes. Les previene del peligro que suponen, unos desde el ámbito religioso y el otro desde su estilo de vida personal y socio-política. Ambos son un “fermento” dañino para la masa de Israel. Pero los discípulos no entienden… y creen que se refiere al pan material. Y entonces Jesús les reprende y les confronta con severidad, haciéndoles una serie de preguntas, mediante las cuales pretende que reconozcan su mesianismo, desde los “signos” que le han visto hacer.

Esta historia puede ser nuestra historia. La Palabra nos recuerda hoy que nosotros también podemos ser de los que, a pesar de llevar tiempo con el Señor, podemos no entender aún algunas cosas. Y que debemos guardarnos de las “levaduras” dañinas, que nos separan de Dios y de su proyecto sobre nosotros, en lo religioso o en nuestra vida personal y social.

La historia de amor de Dios con nosotros incluye momentos de confrontación y corrección. La Palabra y la vida nos ponen en ocasiones ante cuestionamientos de los que conviene aprender, para enderezar el rumbo. Para llegar a ser los discípulos que Jesús necesita, y continuar la misión que Él nos ha encomendado.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 13 de febrero de 2022

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Marcos 8,11-13

 

Evangelio según San Marcos 8,11-13
Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo.

Jesús, suspirando profundamente, dijo: "¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo".

Y dejándolos, volvió a embarcarse hacia la otra orilla.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos en la liturgia la fiesta de los santos Patronos de Europa Cirilo y Metodio, y a estos grandes evangelizadores se refieren las lecturas y el salmo. Ellos evangelizaron los pueblos eslavos de las regiones orientales de Europa. E hicieron realidad las palabras de Pablo y Bernabé al ser rechazados por los judíos en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, actual Turquía: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: "Yo te haré luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el extremo de la tierra."»

El resto de la población de aquella ciudad se sientieron emocionados: “se alegraron y alababan la palabra del Señor”, dice el texto, porque también ellos eran importantes para Dios y elegidos para heredar su reino.

El texto del evangelio nos recuerda cómo es el Señor el que elige y el que envía a los predicadores. En la cifra 72 se resalta la universalidad de los mensajeros y del mensaje que debe llegar a las 72 naciones entonces conocidas. Los envía de dos en dos para que su testimonio tenga todo su valor, como pedía la ley judía.

Así como no hay fronteras para el mensaje de la salvación tampoco las debe haber para las personas que se van a comprometer a llevar esta palabra hasta los confines de la tierra, como dice el salmo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.

El Señor designa y el Señor envía. Y es la fuerza de la Palabra que transmiten sus enviados la que transforma los corazones y suscita nuevas comunidades.

Pablo y Bernabé experimentaron el rechazo, como lo experimentaron también Cirilo y Metodio ochocientos años después. La persecución y el martirio dan mucho más vigor y autenticidad al mensaje. El rechazo de Jesús y de sus enviados tendrá consecuencias irreparables, para quienes se cierran a su palabra, mientras que será motivo de alegría y bendición para quienes la acojan.

Cada vez que leo estos relatos me admiro de la rapidez con que el mensaje de Jesús se extendió por todas las naciones entonces conocidas. ¡Qué hubiera sido en esta época de la globalización!

¡Que estos santos patronos de Europa nos ayuden a todos los que en estos tiempos anunciamos la Palabra de Dios!

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA