jueves, 19 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,47-54

 

Evangelio según San Lucas 11,47-54
Dijo el Señor:

«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!

Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.

Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.

Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:

desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.

¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»

Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas

y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.


RESONAR DE LA PALABRA


La mayoría de los que nos decimos católicos, además de las acciones litúrgicas comunitarias tenemos devociones y métodos de oración personales que practicamos atendiendo a nuestra experiencia, a las tradiciones, a maestros de espiritualidad, etc. Muchos, al intentar “entrar en conversación con Dios”, nos hacemos una imagen mental de Jesús. Una imagen inspirada en lecturas sobre santos y místicos que escribieron sobre sus visiones, en la iconografía cristiana clásica y también en representaciones modernas y en el cine.

Creo que las elecciones que hacemos no sólo influyen en el aspecto físico que atribuimos a Jesucristo, sino también en la idea sobre su personalidad, su carácter y su psicología.

Creo que en este momento está muy extendida la idea de un Jesús todo dulzura, compasión, acogida, amabilidad, capacidad para el diálogo… Sin duda así se presentó, en muchos momentos, ante los que vivieron cerca y “lo tocaron” hace dos milenios. Así se presentó a los pobres y limpios de corazón, me parece. Por eso, pasajes de los Evangelios como el que escuchamos hoy nos sobresaltan con una dureza inusitada.

Una dureza dirigida, precisamente, a aquellos que se creen (o nos creemos) guardianes de la ley, poseedores de la verdad, del juicio y de la ciencia. El Dios “todo misericordia y ternura” rechaza contundentemente la doblez y la hipocresía.

Hoy -y en las siguientes lecturas continuadas del Evangelio de Lucas- somos llamados a confrontar nuestra vida y a implorar el perdón y la ayuda de la gracia para no engañar ni engañarnos. Y es que no es fácil reconocer en uno mismo y discernir cuando las obras son el producto de una fe sincera o cuando son motivadas por razones que en nada proceden de la fe y el amor. Estamos tan tentados por la mentira que caemos en ella casi sin darnos cuenta. Nos contamos en el número de los “buenos” mientras huímos de un examen sincero de nuestra pretendida bondad.

El final del texto evangélico de hoy dice: “Al salir de allí los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente […] tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca”.

La ceguera de escribas y fariseos los lleva a “tender trampas” a Jesús. No es posible tender trampas al que es Camino, Verdad y Vida. En el catecismo de mi infancia aprendí que “Dios no puede engañarse ni engañarnos”. Pidámosle, con corazón sincero, vivir en la verdad.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 18 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-9

 

Evangelio según San Lucas 10,1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA


La oración colecta de hoy dice que Lucas fue elegido para que revelara con la predicación y los escritos el misterio del amor de Dios a los pobres. Son muchos los pasajes del Evangelio y del Libro de los Hechos que subrayan ese amor de predilección que inclina a Dios hacia los pobres, los pequeños, los insignificantes…

Mateo, en las bienventuranzas dice “Bienaventurados los pobres en el espíritu”. Lucas sin más “Bienaventurados los pobres”. Nuestras preferencias hacia una u otra formulación, me parece que no tienen mucha importancia, pero lo de Mateo tal vez modere -como una escapatoria o coartada- la exigencia radical… y nos permita algún apego a la riqueza, con tal de que mantengamos “en el espíritu” la pobreza. Nuestra capacidad para la hipocresía o para engañarnos a nosotros mismos es muy amplia… Pero Lucas y Mateo coinciden en recoger el mensaje tal como fue pronunciado por Jesús: el reino de los cielos pertenece a los pobres.

Sucede que la condición de la existencia de todos no es otra que la pobreza radical. Nadie se ha dado a sí mismo su existencia, sus talentos, sus posibilidades, ni y nada de lo que tenemos o creamos tener en el orden de la mera realidad física o en el ámbito del espíritu. Aferrarnos a los bienes de cualquier clase, poner en ellos la seguridad y la confianza nos aleja del reino de los cielos, nos aleja de Dios. Fácil de entender y dificilísimo de poner en práctica. Como difícil seguir al Maestro en sus amores y preferencias. Está muy bien dedicarse a las grandes causas sociales, a la acción de ayuda a los desfavorecidos, al servicio de los más necesitados. Pero ahí también podemos equivocarnos: volcados en la tarea pero llenos de vanidad por nuestras “buenas obras”, expertos en tal o cual especialidad para el desarrollo y el bienestar de las gentes pero sin amabilidad ni atención hacia los que tenemos al lado, en casa o en la puerta de al lado. ¡Cuántas formas tenemos de engañarnos!

Tendríamos que reconocer en el otro a un pobre semejante a uno mismo en su precariedad, reconocer que su pobreza más radical es la misma que la nuestra y aprender a verlo con la mirada de Jesús que encontramos en tantos pasajes del evangelio de Lucas. El relato en el que aparece la Madre del Señor con más delicadeza de matices. María la Bienaventurada que se alegra en Dios porque miró la humildad de su esclava.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 17 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,37-41

 

Evangelio según San Lucas 11,37-41
Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa.

El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.

Pero el Señor le dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.

¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?

Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro.


RESONAR DE LA PALABRA

San Ignacio de Antioquía

Cuando se lleva a cabo una manifestación, los organizadores ponen el mayor énfasis en resaltar el número de personas que acudieron, contando siempre al alza. Los adversarios hacen lo mismo, pero contando a la baja. Así que una misma manifestación puede reunir a medio millón de personas según los propios o a unos miles según los contrarios. Es lo habitual.

Cuando voy a una Misa un día no festivo, por lo menos en las iglesias más cercanas, lo asistentes pueden oscilar entre los quince y, en el mejor de los casos, los cuarenta. De modo que en el Santo, (el Sanctus "Santo, Santo, Santo" la más importante de las aclamaciones que la asamblea canta -más bien recita- con el propósito de avivar el entusiasmo, clamar con alegría, dar gracias y alabar a Dios) unas voces tímidas, bastante envejecidas en general, se oyen sin dar mucha sensación de júbilo. Si se tratara de una manifestación sería un fracaso sin paliativos. A veces tengo esa impresión. Y, sin embargo… Me contaron hace poco de una mujer que, en una sesión de pastoral para adultos, comentaba exultante el gran descubrimiento gozoso de que a las voces de su pequeña asamblea se unían “los coros de los ángeles” y que la pequeña asamblea estaba reunida en “comunión con toda la Iglesia”, que incluye a todos los santos, (canonizados y anónimos). Exitazo total y lleno hasta el tope, en una Misa de un día no festivo. No es ingenuidad, a mi parecer, es la fe de creer lo que no vemos con una total certeza, entrando con asombro en la realidad misteriosa de la comunión de los santos en la Iglesia.

Celebramos unidos a los ángeles y a todos los santos. Y entre la multitud, hoy destaca San Ignacio de Antioquía. Uno de los primeros mártires, venerado desde el primer siglo de nuestra era y del que se conservan muchos escritos y datos biográficos. Lo más conocido es ese fragmentos de una carta: “Dejadme que sea entregado a las fieras, puesto que por ellas puedo llegar a Dios. Soy el trigo de Dios, y soy molido por las dentelladas de las fieras para que pueda ser hallado pan puro”.

De alguna manera, podemos aceptar y soportar los sufrimientos de la vida en sintonía con los mártires. No siempre los sufrimientos proceden de la persecución por seguir a Cristo, pero siempre podemos presentarlos ofreciéndonos como Trigo de Dios para ser hallados “pan puro” y unirnos al coro de alabanza.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 16 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,29-32

 

Evangelio según San Lucas 11,29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.

Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


RESONAR DE LA PALABRA


Buscamos señales… Y somos incapaces de verlas. Nos gustaría tener el talismán capaz de producir la solución a cualquier problema: desde lo necesario para llegar a fin de mes sin agobios a conseguir que se detengan todas las guerras. Como a la “generación perversa” no se nos dará más que la señal de Jonás. Jesucristo no lo pone muy comprensible: dice de si que es manso y humilde de corazón, pero también que es más que Jonás y Salomón y aún más: que Él es el camino y que no hay otro. A lo mejor por eso Santa Teresa escribió que la humildad es la verdad.

Pedimos señales, creo, porque no sabemos ver. Seguramente porque no hemos llegado a lo que Chesterton llamó el “Asombro agradecido”. ¿Hay algo más asombroso, más milagroso, más portentoso que la Encarnación del Verbo? Pues no es posible imaginarlo. Y es de ese milagro del que brotan todos los demás milagros cotidianos. Me parece que cuando nos preguntamos el porqué de tantas cosas, en las que no atisbamos ninguna señal de Dios, olvidamos el fundamento de la fe. Olvidamos casi todo lo que repetimos cada semana en la Misa del Domingo: que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo, se encarnó en Santa María Virgen… Y que su pasión, muerte y resurrección nos alcanzó la redención. Y, lo más maravilloso, que ese sacrificio se renueva constantemente, desde que sale el sol hasta el ocaso, en la celebración de la Eucaristía.

Un ejercicio sencillo para cuando ni entendemos, ni nos aclaramos y no vemos señal alguna: entrar en la primera iglesia que encuentras a tu paso y reposar un poco el corazón frente al sagrario. Asombrarse y agradecer esa presencia milagrosa, esa señal, podría ser la consecuencia inmediata y tal vez nos lleve a ir acostumbrándonos a la hermosa sensación del asombro y el agradecimiento. Porque todo cuando existe remite al misterio. Los cielos cantan la gloria de Dios, dice el salmista. O también: todo cuanto alienta alabe al Señor. Y San Ireneo concluye: la gloria de Dios es el hombre viviente. Y nosotros, seres humanos perplejos y confusos, estamos en esa gloria, pese a todo. Pudiera ser que comenzáramos a ver señales por todas partes: en el ciclo de las estaciones, en un anochecer, en personas alegres y también en los tristes, en un gesto bondad, en un deseo de perdonar y de ser perdonado. Y siempre en vivir en la esperanza que se nos ha prometido.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 15 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 22,1-14

 

Evangelio según San Mateo 22,1-14
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.

Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.

Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.

Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.

Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.

Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.

Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.


RESONAR DE LA PALABRA

“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”

Es bonito ir de boda. Se palpa la alegría, generalmente. Se ve a gente que, a lo mejor, hace mucho que no ves. Y se suele comer (o cenar) bien. Es verdad que, en ocasiones, resulta caro, por los regalos, la ropa y demás. Pero es una buena experiencia. También para los sacerdotes, porque nos ayuda a entender que, en la Iglesia, hay muchas formas de vivir (y de servir) y todas son válidas. Muy validas.

Es más bonito todavía el paisaje que nos presenta la primera lectura. Simplemente idílico. Mucho vino y vino bueno, manjares abundantes, nada de lágrimas y la victoria sobre la muerte. Para siempre. Casi nada. El paraíso para unas tribus nómadas que, en medio del desierto, con dificultad vivían día a día. O para unos exiliados que, lejos de casa, soñaban con una vida regalada, como la que tenían en su Jerusalén natal. A ellos sí les gustaría que los invitaran a ese banquete. Irían sin tardanza, cantando por el camino.

En cambio, los invitados del rey estaban en otras cosas. Se ve que no estaban desterrados. Tenían muchas cosas interesantes que hacer. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios, a otros se les acabó la paciencia y se liaron a golpes hasta matar a los criados. No sé el poder que tendría ese rey, pero a mí me daría cosa rechazar una invitación de ese calibre. Por lo que pudiera pasar. En fin.

El caso es que no le salió bien el intento de celebrar una gran fiesta a su majestad. Parece que los invitados eran poco receptivos y sufrieron la cólera del rey. Que los mató a todos. Por brutos. Y, con la fiesta ya montada, y el banquete preparado, a buscar nuevos invitados. Dice la lectura que llamaron a buenos y malos. Es que la llamada es universal. La grandeza del rey. Que, como podemos deducir, es la grandeza de nuestro Dios.

Me imagino la sorpresa de los invitados. Vas a lo tuyo por el campo, y, poco menos que a la fuerza, te llevan a presencia del rey. Y a comer y a beber vino de balde. Un honor, aunque hayas sido llamado de rebote. Una invitación que exige responder de forma adecuada. No hace falta mucho para participar en la fiesta. Simplemente, un traje. Por supuesto, en una boda la estrella es el traje de la novia, pero también se mira mucho a los invitados, y a pocas personas normales se les ocurre ir a una boda con pantalones cortos o con playeros. Digo a la gente normal, que raros siempre hay en todos los países. Quien más, quien menos, tenemos una camisa bonita y un pantalón fino, para estos eventos. Un traje de fiesta, y una buena disposición. Que una cara larga desanima al más pintado.

Tú también has recibido de Dios esa invitación a la boda, al banquete, a la fiesta, al recibir la fe. Y me atrevería a decir más, también nos ha dado el traje:

- El traje de la vida, recibida de Dios, aunque tú no la merezcas; y una vida llena de recursos, talentos y posibilidades para que construyas tu felicidad: ¿Te la merecías?

- Nos ha dado también el traje de las personas que están a tu lado, que van acompañando y dando alegría a tu camino. ¿Te las mereces?

- El traje de esta época, una época que te ha permitido adquirir cultura y educación, que cuenta con enormes adelantos en la medicina, en la ciencia, en la técnica; vives en libertad... ¿Te la mereces?

- Conocer a Dios. Un Dios que te quiere simplemente porque Él es Padre y tú eres hijo suyo. Lo has experimentado en tu vida. Te ha ayudado tantas veces. ¿Llevas la cuenta de las veces que te ha dado una nueva oportunidad, las veces que te ha perdonado? ¿Te lo mereces?

- Tienes a Jesucristo que ha compartido nuestra condición humana, que ha derramado su sangre por ti y por todos los hombres para el perdón de los pecados; que te garantiza su presencia todos los días hasta el fin del mundo. Que te ha dado el traje de discípulo, te ha llamado para que seas de los suyos y compartas con Él su misión y su destino. Si lo llevas puesto hasta el final, te asegura la resurrección de entre los muertos. Que te habita, pues ha decidido que seas templo de su Espíritu Santo: ¿Te lo mereces?

¿Te parece raro que el señor se enfade porque uno de los invitados no lleva el traje de fiesta? ¿Te parece raro que el invitado sin traje no diga nada, pero nada de nada de nada? Sabía que no había respondido bien a la llamada del rey. Si viniera Dios a preguntarnos por nuestro traje, ¿qué le podríamos decir? ¿Qué traje llevamos puesto? ¿El de fiesta, o el de andar por casa? ¿El de los domingos, o el roto, ese que usamos para fregar? Sabéis muy bien que no me refiero a las vestiduras exteriores. Hablo del traje interior, de lo que llevamos por dentro.

Ahí quizá nos duela a muchos católicos. Nos vestimos de fiesta, sí, por fuera. Lo de la alegría falta en muchas de las celebraciones, por lo menos, de la vieja Europa. Por fuera estamos vestidos como Dios manda, pero quizá por dentro hay mucho harapo, mucho desánimo. O cansancio. O aburrimiento. O heridas. O…

La fiesta estaba pensada para unos pocos, pero esos se negaron. Perdieron su oportunidad, e incluso la vida. Luego se abre a todos, y todos pueden decidir cómo ir a la fiesta. Todos podemos decidir cómo queremos vestirnos. Pero tengamos en cuenta que el aviso de la semana pasada se repite. A los que tenían la viña, se la quitaron para dársela a otros que dieran fruto a su tiempo. Hoy se nos recuerda que hay que vestirnos con el traje que Dios quiere. Sobre todo, alegría. Que no falte. Dios nos invita a todos a asistir al banquete de la fiesta de su Reino. ¿Estoy dispuesto a aceptar esa invitación, a acogerla sin prejuicios ni condiciones, y a colaborar para que todos participen en ese banquete que nos prepara Dios nuestro Padre? Ojalá sea así. Ojalá queramos habitar en la casa del Señor, por años sin término.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 14 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,27-28

 

Evangelio según San Lucas 11,27-28
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".

Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos.

Dice Jesús en el Evangelio de Mt: “El que hace la voluntad de mi Padre que me envió, ese es para mí mi hermano, hermana y madre”. Cumplir la Palabra (Lc 11, 27-28) es hacer la voluntad de Dios.

María sin duda hizo la voluntad del Padre; su SÍ a Dios fue el hilo conductor de toda su vida. Por eso es más para María ser discípula de Cristo que haber sido Madre de Cristo. Como decían los Padres de la Iglesia: María concibió en la fe antes que hacerlo en su seno.

María es el signo del “nuevo estilo de vida”. Ella fue la que escuchó e hizo lo que Dios le pidió sin titubear ni vacilar. Desde la Encarnación al Calvario su vida fue un SI a la voluntad de Dios que se manifestó en diferentes y variadas circunstancias y situaciones. La vida de María se resume en un inicial y permanente SI a la voluntad de Dios.

¿Cómo vivió María la voluntad de Dios?María creyó que lo aparentemente imposible se realizaría en ella. María cree sin dudar, por encima de toda apariencia, porque para Dios todo es posible.
María después de conocer lo que Dios haría, se entrega en forma absoluta a los planes de Dios. “Hágase en mi según tu Palabra”.
María dijo: “He aquí la esclava del Señor”. Ella es la mujer humilde y dócil, para que se haga en ella todo lo que Dios quiera. Dios vio la humildad de su esclava e hizo granes maravillas por Ella.

La voluntad de Dios es una voluntad amiga, benévola que quiere nuestra realización como una respuesta de amor a su amor, para convertirnos en instrumentos del amor divino al servicio de los demás. Hacer la voluntad de Dios no anula, sino que realiza, no quita sino que da, no disminuye la libertad, sino que la potencia y la hace más autónoma. Por eso dice Jesús “Bienaventurados”, felices, dichosos… los que cumplen la voluntad de Dios.

En Panamá, el Papa Francisco, invitando a imitar el sí de María decía a los jóvenes: “Le podemos decir con confianza de hijos: María, la “influencer” de Dios. Con pocas palabras se animó a decir “sí” y a confiar en el amor, a confiar en las promesas de Dios, que es la única fuerza capaz de renovar, de hacer nuevas todas las cosas. Y todos nosotros hoy tenemos algo que hacer nuevo adentro, hoy tenemos que dejar que Dios renueve algo en mi corazón. Pensemos un poquito: ¿Qué quiero yo que Dios renueve en mi corazón?”

Nuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 12 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,5-13

 

Evangelio según San Lucas 11,5-13
Jesús dijo a sus discípulos:

"Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,

porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',

y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.

¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?

¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de España y muy venerada en Iberoamérica. Ella es la Madre que está en medio de nosotros como una columna fuerte y segura para alentar nuestra fe, esperanza y caridad. Ella es la Madre que siempre escucha las oraciones de sus hijos, consuela sus lágrimas y se alegra con sus sueños y proyectos. Ella es la Madre que constantemente nos dice: “Haced lo que Él os diga”, la Madre que nos enseña con su palabra y sobre todo con su ejemplo a obedecer a Jesús en todo.

Jesús suscitaba admiración y entusiasmo en las multitudes por lo que decía y hacía. Y así un día una mujer exclamó: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él le dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Jesús reconocía que su madre era la más feliz del mundo por ser su madre biológica, -¡cualquier mujer de su tiempo deseaba ser la madre del Mesías, era un privilegio y una honra!-. Pero aún hay una dicha mayor para una mujer: “escuchar y cumplir la Palabra de Dios”, porque quien hace esto tiene en sí a Dios en este mundo y en el cielo. Quien libremente escucha y obedece a Dios es la persona más grande e importante en el reino de los cielos. Ejemplos de esto: María y todos los santos y santas, y esa innumerable muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación que están en el cielo alabando y bendiciendo a Dios por siempre y para siempre.

Y le decimos a la Virgen del Pilar estas estrofas del himno de vísperas:
“Esa columna, sobre la que posa leve sus plantas tu pequeña imagen,
sube hasta el cielo: puente, escala, guía de peregrinos.
Cantan tus glorias las generaciones, todas te llaman bienaventurada,
la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos.
Abre tus brazos virginales, Madre, vuelve tus ojos misericordiosos,
tiende tu manto, que nos acogemos bajo tu amparo”.

Nuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero -Claretiano

fuente del comentario CIUDAD REDONDA