martes, 6 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,1-4


Evangelio según San Lucas 11,1-4
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos".

El les dijo entonces: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino;

danos cada día nuestro pan cotidiano;

perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Pablo se siente legítimo apóstol de los gentiles. La Iglesia de Jerusalén (Santiago, Juan y Pedro) así se lo han confirmado. Esta es la carta de legitimación de que su predicación es auténtica, frente a las tendencia judaizantes que querían someter a los cristianos gentiles a las prescripciones judías. Pablo pone en evidencia uno de los grandes conflictos que tuvo la Iglesia de los primeros tiempos, y que estuvo a punto de escindir la Iglesia. Al final la unidad se mantuvo, no sin dolor, renuncia y diálogo en la búsqueda de la voluntad de Dios allí donde Dios se nos muestra.

En el evangelio Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro. Es la respuesta a la inquietud de sus discípulos por la oración: “Señor, enséñanos a orar”. Es la oración fundamental, es decir la que nos lleva a fondo de nuestra fe, a nuestra experiencia filial. El Padrenuestro es un maravilloso y sencillo mapa para viajar al centro. En la versión de Lucas, nos lleva al centro a través de cuatro peticiones esenciales: el reino, el pan, el perdón, la preservación de la tentación. Jesús ora porque necesita viajar al centro de su experiencia filial, porque necesita respirar el cariño de su Abbá. Jesús es el gran experto del "viaje al centro". Y, desde el centro, se conecta con todos y con todo. Sé que estas expresiones pueden malentenderse en tiempos en que hemos hablado, más bien, de la necesidad de viajar la periferia. No hay contradicción. Aquí el "centro" no significa el ámbito del poder sino el núcleo de la persona, su corazón. Viajar al centro es viajar al santuario de nuestra identidad, en el que descubrimos a Dios, nos descubrimos a nosotros mismos de un modo nuevo, nos vinculamos a los demás en la raíz y nos insertamos en el mundo. Por eso orar es como respirar.

Hoz la Iglesia celebra también la Vírgen del Rosario. Según la tradición, la Virgen del Rosario se apareció a Santo Domingo de Guzmán hacia el año de 1208 y le enseñó a rezar el Rosario. A través del rezo del Santo Rosario, María nos acompaña recorriendo los misterios de la Vida de Jesüs ayudándonos a escuchar y acoger su Palabra en nuestro corazón, como hizo ella desde su Si en respuesta al saludo del Ángel: "He aqui la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra".

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 5 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,38-42

 Evangelio según San Lucas 10,38-42

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.

Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.

Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude".

Pero el Señor le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas,

y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos:

Pablo explica los acontecimientos que precedieron a su conversión, para decir a la comunidad que si abandonó la tradición recibida y por la que tanto ahínco luchó fue porque Dios le llamó personalmente. Se manifiesta a sí mismo como un fariseo ferviente, llegando incluso a convertirse en perseguidor de los cristianos. Bien, pues este hombre, fue el mismo que desde el encuentro con Cristo en el camino de Damasco se transformó en lo que es ahora, un ferviente seguidor de Jesucristo. Subrayando que el Evangelio que predica no lo ha recibido de los apóstoles (manifiesta que sólo acude una vez a Jerusalén para ver a Pedro, y que después no vio a ningún otro apóstol que a Santiago), sino que lo ha recibido directamente de Dios, de Jesús, como los mismos apóstoles. La autenticidad de su apostolado radica en su obediencia directa y radical a la llamada de Cristo a ser su apóstol.

El Evangelio narra el encuentro de Jesús con Marta y María. Podemos preguntarnos si es lícita la actitud de María, sentada a los pies de Jesús y conversando tranquilamente con Él, mientras Marta se afana en los quehaceres de la casa. ¿podríamos trasladar la pregunta a nuestro tiempo en que hay tantas cosas que hacer? Jesús le dice a Marta que sólo hay una cosa necesaria. Muchos hombres y mujeres descubren esta verdad en el momento de su muerte. Es como si, al final del camino, con la perspectiva de toda su existencia delante de los ojos, percibieran de golpe lo que merece la pena y lo que es puro relleno. Algunos, "por revelación", descubren esto mucho antes y tratan de conducirse de un modo nuevo, dando valor al estar "a los pies del Señor" (tanto en su vertiente contemplativa, como en su vertiente activa).

¿Quién nos va a ayudar a descubrir el poder transformador de una vida planteada de este modo?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 4 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,25-37

 

Evangelio según San Lucas 10,25-37
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".

El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".

"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.

Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.

También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.

Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.

Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.

Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.

¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".

"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Aunque la población en el planeta se acumula cada vez más en las ciudades, hay una conciencia creciente de nuestra dependencia de la tierra, del medio ambiente. Los signos el cambio climático, la sobreexplotación de los recursos, los gases de eecto invernadero, etc son efectos de nuestro maltrato al planeta. En medio de las junglas de cemento y hierro en que se van convirtiendo nuestras ciudades nos damos cuenta de que somos parte de la tierra y de que nuestro propio equilibrio depende del equilibrio de la naturaleza que nos rodea. Abusar de la tierra es abusar de nosotros mismos. Respetar su bienestar es el primer paso para nosotros disfrutar de él. Sus ritmos son nuestros ritmos. Y los productos de la tierra siguen siendo una opción más sana que tanto producto medio artificial, lleno de colorantes, conservantes, anti-oxidantes y no sé cuántas otros ingredientes químicos que le ponen para que parezca lo que no es. 

Hoy celebramos una fiesta que tuvo mucho sentido en su momento (cuando el mundo era menos urbano y más rural, más campesino y más ligado a la tierra), que lo ha perdido durante un tiempo (cuando la humanidad ha vivido el sueño de la modernidad, de la industrialización, etc.) y que es posible que hoy lo recupere. Las Témporas de Petición y Acción de Gracias eran una fiesta instituida al final de la cosecha. Terminaban los grandes trabajos del verano y con ellos la recogida del alimento que posibilitaría la supervivencia hasta una nueva cosecha. Aquellos campesinos tenían una clara conciencia de que su cosecha, lo que posibilitaba su vida en definitiva, era fruto de su trabajo pero también y sobre todo don gratuito de Dios . Por eso, se veían casi obligados a volverse a él y dar gracias por los dones recibidos al tiempo que pedir un invierno suave que les permitiese llegar de nuevo al comienzo de otro ciclo. 

Hoy es tiempo para darnos cuenta de nuestra conexión básica con la tierra, de intentar vivir una vida más equilibrada, de reconocer que seguimos dependiendo del ritmo de las cosechas. Y, sobre todo, que todo lo que tenemos: el tiempo, las cosechas, la inteligencia, la capacidad de trabajar, la libertad, el amor... todo es don gratuito de Dios. Y que la mejor actitud con que podemos vivir es en acción de gracias y en respeto a todo lo que nos rodea, a la vida en todas sus formas.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 3 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 21,33-43

 


Evangelio según San Mateo 21,33-43
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

«Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.

Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.

Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.

El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.

Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo".

Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia".

Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.

Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».

Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»

Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?

Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»


RESONAR DE LA PALABRA

Los dueños y señores de la Viña

¡Pues sí que parecen malvados, desagradecidos y criminales todos estos labradores a los que el dueño les encomendó su viña! Con premeditación y alevosía: “Este es el heredero; venid, lo matamos, y nos quedamos con su herencia”. De administradores, de encargados, quisieron pasar a ser dueños. Habían confiado en ellos para encomendarles su cuidado y aprovechamiento y se plantearon adueñarse de ella a cualquier precio. Pero para adueñarse de algo, hay que quitar al dueño de en medio, en este caso, al heredero. Uno se pregunta cómo es posible este cambio tan radical. ¿Se equivocó el dueño al elegirles para gestionar su viña? ¿Algo en ellos se "corrompió" al ocuparse de sus tareas en la viña? ¿Cómo es posible que "todos" sin excepción se pasaran al lado oscuro? La parábola no entra en esos detalles, pero a mí me ha inquietado bastante toda esta descripción de Jesús.

Esta historia la dirige Jesús directamente nada menos que a los “sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo”. Por una parte, de manera elegante y diplomática, anuncia su propia muerte el “heredero Jesús”. Y de una manera también elegante y diplomática, pero muy directa acusa y reprocha a los que se han hecho (o lo pretenden) dueños de Dios, de la salvación, de la Ley, de su Palabra, de su voluntad...

Ciertamente que tiene no pocos riesgos e inconvenientes cantarles las verdades a los de arriba, a los que tienen la sartén por el mango, a los Jefes y «mandamás» (curiosa y significativa palabra, por cierto). Para ello se necesita tener mucha libertad de espíritu. A los de abajo cualquiera se atreve a decirles lo que sea. No hace falta ser muy valientes para decirles las verdades aunque duelan, porque tenemos una rara habilidad para detectar y echar en cara a los de abajo las cosas que hacen mal, pero con los de arriba hay que tantearse mucho, porque suelen contar con recursos para defender las «alturas» en las que andan situados.

Pero toda esta situación, está parábola, ¿tiene algo que decir a nuestro mundo de hoy, y particularmente a la Iglesia? Porque, como dice la antífona del Salmo de hoy: «La Viña del Señor es la casa de Israel». O como decía Isaías: "La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido. Esperaba de ellos derecho... esperaba justicia...". Nosotros somos su viña, y nosotros hemos recibido el encargo de cuidarla y ayudarla a producir. 

Puede que sea evidente, pero no está de más subrayarlo: nadie es, ni puede hacerse dueño de la Iglesia, porque ya tiene un Dueño. Y en ella todos somos viñadores, labradores, servidores, encargados. La Iglesia no tiene más dueño que Dios y su heredero Jesucristo. Todos los demás somos servidores y empleados. Muy bien que el Señor haya considerado que se puede fiar de nosotros, y nos haya encomendado su cuidado. Es todo un honor al que hay que saber corresponder, mostrar que no se ha equivocado al elegirnos.

Uno de nuestros teólogos ha escrito:

«Sólo hay comunidad cristiana allí donde el Espíritu suscita la nueva obediencia a la soberanía de Cristo. Una Iglesia animada por el Espíritu no puede servir a otro Señor que no sea Jesucristo. Este señorío de Cristo es el que ha de liberar también hoy a la Iglesia de falsos señores, impuestos desde afuera o desde dentro. La Iglesia no es de la jerarquía ni del pueblo, ni siquiera de los pobres. Es de su Señor. No es de éste ni de aquel movimiento; no pertenece ni a la cultura moderna ni a una tradición concreta. Es de su Señor. Y ese señorío ha de impedir siempre que la Iglesia quede en manos de la autoridad absoluta de una jerarquía, o se convierta en una especie de “asamblea popular". Del señorío de Cristo nace una comunidad de hermanos que busca ser fiel a su único Señor”.

J.A. PAGOLA. Fidelidad al Espíritu en situación de conflicto.

A Jesús lo mataron literalmente los que se sentían dueños de la viña. Y esto ya no se puede repetir, claro. Pero hay otras maneras de quitar de en medio al “heredero" para hacernos dueños de su viña. Por ejemplo considerar al laicado como de segunda categoría en la Iglesia.

Ha dicho el Papa Francisco:

“Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por el proselitismo sino por la “atracción”. Pero ¿puede haber atracción allí donde uno es marginado y que carece de voz y decisión?”

La Iglesia ha tenido y sigue teniendo una gran tentación, en la que ha caído y cae no pocas veces: que una de sus partes necesarias e imprescindibles (la jerarquía y los sacerdotes) asuma/absorba todos los ministerios. Dueños de la Palabra. Dueños de las decisiones. Dueños de los discernimientos. Dueños de lo que se hace y se puede hacer. No es raro, por tanto, que los laicos (la inmensa mayoría de los fieles), a pesar de estar bautizados, y por ello ser como todos «sacerdotes, profetas y reyes», acaben sintiéndose y siendo «espectadores» en la Iglesia, simples oyentes, receptores de las decisiones que van tomando los que entienden y tienen la responsabilidad de mandar. Como si la viña no se les hubiera encomendado también a ellos como “viñadores y trabajadores”.A menudo ha pesado más el “señorío sacerdotal” que el «Señorío de Jesús”. Y hay que reconocer con tristeza que una inmensa mayoría de laicos no se plantea qué puede y debe aportar a la comunidad cristiana en la que vive su fe. El lenguaje, que es limitado pero significativo, no habla de participar o celebrar la Cena del Señor, sino de «oír» misa. ¡Con lo que queda expresado su rol principal: el de «oír»! Y así no es rato escuchar aquello de “yo no creo en la Iglesia”, la Iglesia “es de los curas”... Aunque no está de más decir que también encontramos laicos más clericales que el propio clero, y que quieren imponer a toda costa sus puntos de vista.

Al menos desde el Concilio Vaticano II se está intentando devolverles lo que es suyo. O si se quiere: redistribuir y mentalizar a unos y a otros que nadie sobra, que todos los carismas y ministerios son necesarios. Y más si cabe en estos tiempos de "deserción" en la fe de tantos hermanos.

Últimamente venimos hablando mucho de «sinodalidad». Hasta hay previsto un sínodo. Ha dicho el Papa: "una Iglesia sinodal, es una Iglesia de la escucha. Escuchar y sentir. Es una escucha recíproca: pueblo fiel, colegio episcopal, obispo de Roma. Los unos escuchando a los otros, y todos a la escucha del Espíritu Santo, el espíritu de verdad, para saber qué dice Él a la Iglesia". Precisamente «sínodo» significa «caminar juntos».

Se trata, por tanto -y así hay que enfrentar este Tercer Milenio-, de recuperar la conciencia del Señorío de Jesús en la Iglesia y a la vez recuperar la conciencia de que todos los demás somos “viñadores y labradores”, cada uno según su carisma. La Iglesia no es de unos pocos. La Iglesia es de Jesús. Y sólo será verdadera Iglesia cuando logre ser la Iglesia del Señorío de Jesús, que se pone sinodalemente a la escucha de lo que Espíritu Santo tiene que decirnos hoy.

En este mes de Octubre, misionero por excelencia, en el que celebraremos pronto el Domund, y la fiesta del gran Misionero Claret... es tiempo de preguntarnos todos: qué hago yo y qué mas puedo hacer por la viña del Señor, y cómo. Pues cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará conmigo?

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 2 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,17-24

 

Evangelio según San Lucas 10,17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".

El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.

No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".

En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.

Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".

Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!

¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

El evangelio de hoy nos relata una escena evangélica llena de optimismo y alegría. Los 72 regresan de su misión satisfechos y sorprendidos por el poder que han experimentado al curar y expulsar demonios, signos que acompañaban al anuncio de la venida del Reino de Dios.

Jesús comparte su alegría, pero si les advierte que la alegría no ha de provenir del éxito experimentado, sino más bien, de participar activamente de la misión del Hijo, de experimentar en vivo y en directo lo que muchas generaciones de creyentes anhelaron y que nunca pudieron vivir. El misterio de Dios se revela en Jesús de manera definitiva, convirtiendo su vida en el punto central de la historia de la humanidad.

Jesús ora al Padre porque su Palabra se revela a los sencillos de corazón, a aquellos que desde la humildad son capaces de acoger a la Palabra hecha carne, que es Él mismo. Tienen los ojos abiertos a la sorpresa de un Dios que siempre va más allá de los límites de nuestras estructuras de pensamiento, de nuestras teorías, de nuestras ideas. Los sabios y entendidos eran los que creían que conocían a Dios. Había escudriñado en la Escrituras y en la tradición los rasgos de su presencia y habían construido una imagen de Dios cerrada, expresada en multitud de leyes que rígidamente practicadas pervertían radicalmente el verdadero rostro de Dios. Jesús rompe radicalmente con esa imagen falsa de Dios, y anuncia al Dios Abba, el que ama primero, siempre abierto al perdón y a la misericordia, siempre sensible al dolor de los que sufren, siempre llamando desde el horizonte a vivir una vida desde la clave del amor hasta entregar la vida.

Esta Buena Noticia ha llegado hasta nosotros a través de el testimonio de muchos que a través de historia han abierto su corazón al Jesucristo. Nosotros también somos dichosos porque tenemos la posibilidad de encontrarnos con Él si estamos abiertos a la sorpresa .

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 1 de octubre de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 18,1-5.10

 

Evangelio según San Mateo 18,1-5.10
En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús para preguntarle: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?".

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos

y dijo: "Les aseguro que si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.

El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí mismo.

Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial."



RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos:

Lo de que todos somos iguales es más un sueño, un deseo, que una realidad. Acabo de leer una estadística en la que se muestra como los hijos de las familias de clases medias y altas llegan a la escuela sistemáticamente mejor preparados que los niños nacidos en familias pobres. Decía el autor del comentario a la estadística que la solución no está sólo en incrementar los medios de las guarderías y de las escuelas. Es que además, las familias pobres son a veces más problemáticas. Aunque sólo sea porque los padres tienen que trabajar muchísimas horas y llegan cansados y tarde a casa sin posibilidad de atender a los niños como los progenitores de clase media y alta. Desde ese momento se marcan ya las diferencias entre las personas. 

Es decir, hay unos que tienen –tenemos– más posibilidades, más oportunidades que otros. Y, siendo honestos, debemos reconocer que eso no se debe a nuestra valía personal sino a la casualidad. Es algo que hemos recibido gratis. Otros han recibido gratis una posición peor en el teatro de este mundo. Ya decía Susanita, la amiga de Mafalda (la niña argentina creada por el genial Quino), que los pobres no dejarían de ser pobres nunca si iban a colegios pobres, compraban en mercados pobres y luego buscaban trabajos mal remunerados y casas en barrios pobres. 

Pero esto que es así genera para los que han tenido la suerte de tener más posibilidades no un privilegio de abuso sino un deber inexcusable: poner lo que tienen al servicio de los hermanos. Porque la verdad más importante es que somos hermanos, es que somos iguales a los ojos de Dios. Y los hermanos están para echarse una mano unos a otros, para compartir lo que tienen y ayudarse sin pedir nada a cambio. 

Corozaín, Betsaida, Cafarnaúm eran ciudades que habían sido privilegiadas por la presencia de Jesús. Eran además ciudades del mundo judío. Habían conocido la palabra de los profetas. Y luego la palabra de Jesús. Pero no habían respondido. ¿Cómo se les iba a exigir lo mismo que a Tiro y Sidón? 

¿Cómo se les va a pedir lo mismo a los pobres de este mundo que a los que nos han tocado en suerte tantos privilegios y no el menos importante, el de haber escuchado la Palabra?

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-12

  

Evangelio según San Lucas 10,1-12
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:

'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.

Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos:

Hoy celebramos Santa Teresa del Niño Jesús. Ha sido una santa que ha tenido mala suerte. Sobre todo, cuando ha pasado a la devoción popular como santa “Teresita” y de lo más que se ha hablado ha sido de su camino de la “infancia espiritual”. Todo sonaba a nubecillas de color rosa con angelotes gordezuelos. Todo parecía un camino de rosas. Y su vida se contaba así. Una pena

Porque su vida fue muy dura. Tuvo que batallar en su familia para poder entrar en el Carmelo. Batalló duro. Hasta que lo consiguió. Luego, su vida allí no fue precisamente fácil. Algo tuvieron que ver en ella cuando la hicieron maestra de novicias. Se conoce que algo podía enseñar. En su camino, muy infantil quizá pero más en las formas que en el fondo, dice ella misma que hubo un momento en que le empezaron a sobrar todos los libros y lo único que la ayudaba era el Evangelio. Y decidió vivirlo hasta el fondo allí donde le tocó vivir: en una comunidad concreta, un grupo de mujeres en un monasterio cerrado. Y con esa misma entrega vivió su enfermedad. Murió muy joven y de tuberculosis a los 24 años.

Nada más que una historia y una reflexión. La historia. Hubo una hermana de su comunidad que, a la muerte de Teresa, declaró que había sido una a las que más había querido Teresa. Años después, cuando se publicó su “Historia de un Alma”, descubrió con sorpresa que en ella Teresa hablaba de ella. Era la hermana por la que sentía una antipatía natural pero que se esforzó siempre para ofrecerle sus mejores palabras y hasta, cuando estaban en silencio, la mejor de sus sonrisas. ¡Eso es construir fraternidad más allá de nuestros sentimientos! ¡Eso es Evangelio!

Y una reflexión sobre uno de sus textos. Comenta Teresa que a veces se siente como un águila capaz de volar hasta lo más alto, hasta cerca del sol que la ilumina y calienta. Pero que otras veces se siente como un pollo mojado por la lluvia. No ve el sol porque está tapado por las nubes y tiembla de frío. Pero, y aquí viene lo bueno, que incluso en esos momentos de frío y tiritona, sabe que, más allá de las nubes, está el sol. Lo sabe. Lo cree. Y confía. Y cree. Que nos acordemos del pollo mojado y de su fe, en nuestros momentos de frío y hundimiento.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA