sábado, 7 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 5,43-48


Evangelio según San Mateo 5,43-48
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

En el contexto del Deuteronomio la primera lectura de hoy tiene un carácter jurídico, es de hecho una fórmula de tratado, la ratificación formal de la alianza. En su simplicidad el texto tiene un claro objetivo didáctico de expresar la experiencia que el pueblo de Israel ha tenido con Dios. Ellos experimentan que Dios no es un ser absoluto, lejano, inaccesible. Dios es ante todo comunión, es cercano y entra en relación con su pueblo. Es Él quien toma la iniciativa de liberarlo de la esclavitud de Egipto y de caminar con ellos.

De este texto se desprende una intuición que nos puede iluminar en este tiempo de Cuaresma. Redescubrir que nuestra experiencia creyente, nuestra vida cristiana es una relación. Olvidar este aspecto relacional pude convertir nuestra vida espiritual en una lucha contra nosotros mismos o querer demostrarle algo a los demás. La llamada de Moisés al Pueblo de Israel a cumplir los mandatos y decretos del Señor no se limita a la observancia de unas normas. Es la invitación a entrar en una relación.

Una relación que se mueve desde la lógica del amor y la gratuidad. Hasta llegar a ser «Hijos del Padre Celestial». Es a partir de esta experiencia como seremos capaces de amar incluso a nuestros enemigos como pide Jesús a sus discípulos en el evangelio. Esa perfección a la que nos llama, no significa una serenidad inalterable, ascética pura, imperturbabilidad. Jesús nos revela que esa perfección es misericordia para todos, amor universal, bondad sin limites. Tender a la perfección significará conformar nuestro corazón con la voluntad del Padre bueno, que dona sus bienes sin hacer distinción.

Pidámosle a María nuestra madre que interceda por nosotros y nos obtenga de su Hijo la gracia de una verdadera conversión de nuestro corazón. Ella que supo encarnar en su vida el amor de Dios que nos salva y humaniza nuestro mundo.

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA 

viernes, 6 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 5,20-26


Evangelio según San Mateo 5,20-26
Jesús dijo a sus discípulos:
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.
Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.
Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.
Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

La vivencia de la Cuaresma va acompañada de algunas obras: la oración, el ayuno y la limosna. Uno de los riesgos que podemos tener es de quedarnos con el cumplimiento superficial de dichas prácticas, sin ir al sentido profundo de los gestos y símbolos de nuestra fe cristiana. Las lecturas de este día nos ayudan adentrarnos en el espíritu propio de la Cuaresma que apunta a una conversión sincera.

Ezequiel en la primera lectura nos recuerda que la redención de nuestros pecados pasa por la práctica del derecho y de la justicia. En ese sentido la profecía de Ezequiel nos ayuda también a captar que son nuestras malas acciones las que nos llevan a la muerte. El mal que hacemos y las injusticias que cometemos es lo que nos condena a nosotros mismos. Las prácticas cuaresmales vividas desde una clave existencial nos deben ayudar a una auténtica conversión del corazón. Aquella que nos lleva a vencer nuestro egoísmo para abrirnos a los demás. De ahí, que la práctica del derecho y de la justicia es lo que nos redima.

En esa misma perspectiva Jesús en el Evangelio pide a sus discípulos que su justicia sea mayor que la de los escribas y fariseos. Que se quedaban solo con el cumplimiento y la observancia de la ley. El apelo de Jesús es exigente, pero nos abre un horizonte nuevo porque nos libera. En la línea de la tradición profética pide a sus seguidores una auténtica práctica religiosa la que pasa por la experiencia del amor a los hermanos. La conversión que reclama el Evangelio no es solo un cambio en el sentido moral, es ante todo cambiar la forma en la cual nos ubicamos en la vida.

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 5 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 7,7-12


Evangelio según San Mateo 7,7-12
Jesús dijo a sus discípulos:
Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra?
¿O si le pide un pez, le da una serpiente?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Ester es una joven hebrea, esposa del rey de Persia. Ella se da cuenta que por las intrigas en el palacio real viene decretado el exterminio de todos los hebreos deportados al reino de Persia. La reina decide ahora exponerse al peligro y afrontar a su esposo para interceder en favor de su pueblo. Antes de presentarse a él, en la angustia, invoca al Señor, acompañando la oración con penitencia.

La reina reconoce que el verdadero Rey es Dios y profesa que Él es el único que la puede salvar. Al invocar su ayuda presenta su propia soledad. Es sorprendente ver en este relato el contraste entre la grandeza y trascendencia de Dios con la pequeñez e impotencia de esta joven. Sin embargo, el texto nos muestra que esa aparente lejanía se convierte en cercanía. En su súplica Ester reconoce, por una parte, las promesas de Dios hechas a sus padres y por otra reconoce el pecado de su pueblo. La lección que podemos sacar de este texto es la de saber orar con confianza en los momentos de dificultad, saber profesar nuestra fe cuando todo se ve mal y en gran oscuridad.

Jesús en el evangelio nos enseña a orar con confianza perseverante. Por la experiencia que tiene de Dios nos revela cómo es el corazón de su Padre. Dios es nuestro Padre y nos ama con un amor gratuito, inmenso, desbordante. Quizás no nos creemos del todo este amor, probablemente lo repetimos y lo decimos seguido, pero puede ser que nos neguemos a experimentarlo en nuestra vida. Este tiempo de Cuaresma como camino de preparación a la Pascua es un momento oportuno para cultivar esta experiencia. Para tomárnosla en serio. Jesús nos invita hoy a entrar en comunión viva con el Padre, es una experiencia que nos puede cambiar interiormente: pedir, buscar, llamar, no permanecer sin esperanza. El Padre de Jesús, fuente inagotable de bondad «dará cosas buenas a los que le pide».

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 4 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,29-32


Evangelio según San Lucas 11,29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

El libro de Jonás es una especie de larga parábola cuyo mensaje principal es la universalidad de la salvación: la misericordia de Dios no se limita solo a su pueblo elegido, sino que abraza a toda la humanidad. Por segunda vez, el profeta viene mandado por Dios a la capital del reino asirio: Nínive, que era una ciudad inmensa. Para anunciar la destrucción de la ciudad a causa del mal comportamiento de sus habitantes. En la primer llamada Jonás responde huyendo de la misión que Dios le confía: ¿Cómo puede un pequeño hombre profetizar la destrucción de una “superpotencia” enemiga en su propio territorio?

En su calidad de profeta Jonás anuncia la palabra de amenaza y de atención en nombre de Dios (v.4) y su predicación toca el corazón de los habitantes de Nínive y del mismo rey. «Los ninivitas creyeron en Dios». Es interesante notar que el cambio de vida, la conversión brota porque «creyeron en Dios». El cambio de comportamiento es sostenido por la esperanza de que el arrepentimiento sincero del ser humano toca el corazón de Dios que ofrece perdón y reconciliación.

Mientras la gente se reúne entorno a Jesús, él les responde a los que «por ponerlo a prueba le han pedido un signo del cielo». Jesús rechaza un signo que apague la curiosidad y la sed de lo sorprendente, en su respuesta deja intuir su propia identidad divina «aquí hay uno que es más que Jonás». Les está diciendo que él mismo es el Signo del cielo, el Mesías prometido y largamente esperado por el pueblo de Israel, pero que ahora no lo reconocen porque se presenta de un modo muy diverso respecto a lo que la gente esperaba de él.

Jesús es un llamado viviente a la conversión, como lo fue Jonás para los habitantes de Nínive, lo sigue siendo él para su comunidad de discípulos. Jesús huye de los signos que llamen la atención, nos ofrece su palabra y la misericordia de Dios. En la Cuaresma estamos invitados a no quedarnos en una práctica superficial de este tiempo, contentándonos con pequeñas acciones, como especie de “floreros cuaresmales”, para tranquilizar nuestra conciencia. El llamado a la conversión debe llegar a lo más profundo de nuestra vida. Ser capaces de descubrir los signos de la presencia del amor de Dios y responder a ellos con gratuidad. De esa forma comenzará a brotar en nosotros el deseo de una vuelta sincera al Señor.

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 3 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 6,7-15


Evangelio según San Mateo 6,7-15
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

El profeta Isaías en la primera lectura de hoy nos invita a no perder nuestra confianza en la Palabra de Dios. Porque no es letra muerta, es Palabra viva y vivificante, capaz de realizar lo que anuncia. La Palabra de Dios es eficaz, tiene una fuerza performativa, es capaz de alcanzar su objetivo. Como la lluvia y la nieve que no vuelven al cielo sino después de empapar la tierra. A veces nos puede parecer que Dios está ausente, que no dice nada, que está en silencio, pero en esa aparente ausencia es cuando nos habla y se hace visible.

El capítulo 55 del libro de Isaías, texto que estamos reflexionando, se ubica al final de una sección de distintos oráculos donde se retoman los temas como el retorno a la tierra prometida, la salvación, la potencia de la Palabra de Dios. El profeta es llamado para dar esperanza a un pueblo que está en crisis porque se encuentra en el exilio. Esta experiencia pone a prueba la promesa de Dios. Isaías hace un llamado a la esperanza en la Palabra de Dios a saber confiar y esperar en sus promesas liberadoras.

Este tiempo de Cuaresma es un tiempo propicio para redescubrir la centralidad de la Palabra en nuestra experiencia cristiana. Jesús es la Palabra encarnada del Padre, es el pan que nos da vida. Dios al darnos a su Hijo, nos da su Palabra y en ella nos entrega el Espíritu. Por eso, con insistencia se nos pide durante este tiempo de preparación a la Pascua acompasar nuestra vida al ritmo de la Palabra de la Dios. Estamos invitados hacer una “lectura creyente” de la Biblia, para no quedarnos solo en la letra del texto, sino para alcanzar la voz de Dios que nos habla.

En el Evangelio se nos presenta la oración del Padrenuestro en la versión de Mateo, que se ubica en el “Sermón de la Montaña”. Se introduce con una especie de catequesis sobre los modos de oración. Jesús al enseñar a sus discípulos la oración del Padrenuestro no les está dando una fórmula mágica para recitar de memoria. Jesús les está transmitiendo su propia experiencia de Dios. Lo que fue central y decisivo en su vida: la experiencia de un Dios Padre, Abbá. «Así lo capta en sus noches de oración y así lo vive a lo largo del día». Vive a Dios como un padre cercano, lleno de bondad y compasión que hace salir su sol sobre buenos y malos, que se da a conocer a los pequeños, defiende a sus pobres, cura a los enfermos y busca a los perdidos. Lo llamaba con una expresión poco habitual en su tiempo: Abbá, «Padre mío querido».

El Padrenuestro no es solo una oración para recitar de forma mecánica e inconsciente. Es ante todo la invitación hacer una experiencia de Dios. En esta breve oración se condensa lo más íntimo de la experiencia de Jesús, su fe en el Reino de Dios y el anhelo de la transformación de nuestro mundo. Desde las primeras generaciones cristianas se adoptó esta oración como el mejor signo de identidad, propio de los seguidores de Jesús. Es una súplica llena de confianza al Padre querido, que reúne dos grandes anhelos centrados en Dios: «Santificado sea tu nombre. Venga tu Reino» y tres grandes gritos de petición centrados en las necesidades básica del ser humano: «danos pan», «perdona nuestras deudas», «no nos dejes caer en la tentación». Podríamos decir que el Padrenuestro no es solo una oración para ser rezada, sino sobre todo para ser vivida. ¿Qué lugar le doy a la Palabra de Dios en mi vida? ¿Soy capaz de captar el corazón del Padrenuestro?

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 2 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 25,31-46


Evangelio según San Mateo 25,31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

El texto de la primera lectura de hoy se abre con la llamada a la santidad dirigido a todo el pueblo de Israel. La motivación profunda es la propia santidad de Dios: «sean santos porque yo el Señor soy santo». El Señor es el “totalmente otro”, el radicalmente distinto del ser humano. De ahí, el sentido etimológico de “santo” que quiere decir “poner aparte”.

Esta santidad a la que llama el libro del Levítico no es una santidad para apartarse del mundo. El texto recuerda al creyente que está llamado a participar de la santidad de Dios, que se expresa en un nuevo tipo de relaciones con los demás, basadas en el amor y la justicia. Estas afirmaciones de la santidad divina y la santidad del creyente, junto con la segunda parte de este texto del Levítico que enfatiza el amor al prójimo, no es solo un texto muy conocido y citado, incluso por el mismo Jesús, sino que también nos habla del núcleo espiritual del creyente: su amor a Dios y su amor al prójimo.

Esta centralidad del amor en las relaciones con los demás, aplicado a la vida concreta por el creyente o la comunidad, es lo que dará testimonio ante el mundo de haber sido “puesto aparte” por Dios, es decir, de ser el pueblo Santo de Dios que vive desde sus valores. Esta santidad a la que invita el Levítico inspira una ética personal y social que promueve la construcción de un mundo más humano y, por lo tanto, más divino.

En el Evangelio se nos narra la conclusión del discurso escatológico de Mateo, en la línea de la tradición bíblica apocalíptica, lo que tiene que ver con las cosas últimas, con el juicio final. En esta imagen Jesús viene presentado como el “Hijo del hombre”, como una figura humana-divina que tiene la misión de instaurar el Reino de Dios. Jesús aparece como un personaje glorioso para llevar a la historia en modo definitivo a esa realidad que en el tiempo ha permanecido escondida a los ojos de los todos.

La imagen del juicio final se nos presenta con una metáfora pastoril, “como un pastor separa las ovejas de las cabras”, propio del ambiente palestino del tiempo de Jesús. Este Rey-Pastor “separará a unos de otros”, en ese sentido es un juicio, cuyo criterio distintivo será la caridad. Según este texto del Evangelio de Mateo lo que no salva es la caridad, el amor practicado con gestos y acciones concretas: dar de comer, dar de beber, dar hospedaje, vestir, visitar al que está enfermo o en la cárcel. Lo que nos salvará son las obras, como nos recuerda la Carta de Santiago: «Una fe sin obras está muerta» (cf. Sant 2, 17). «Muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré por las obras mi fe» (Sant 2, 18).

El texto nos revela también algo sorprendente, y es que Jesús nos muestra cómo esta figura real quiere identificarse con los que tienen hambre, sed, los migrantes, los que están desnudos, enfermos o en la cárcel. Ninguno fue capaz de reconocerlo con los ojos de la carne, tampoco se dice que fue a la luz de la fe o por la fidelidad al cumplimiento de la Ley. Se trata simplemente de amar con los hechos, de respetar y valorar la dignidad de los demás, descubriendo en ellos la presencia del Señor. ¿Soy capaz de reconocer en los demás, sobre todo en los más vulnerables la presencia y la llamada de Jesús?

Fraternalmente, Edgardo Guzmán CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

domingo, 1 de marzo de 2020

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 4,1-11


Evangelio según San Mateo 4,1-11
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes".
Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo,
diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor,
y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme".
Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.


RESONAR DE LA PALABRA

A vueltas con las tentaciones

Al comienzo de la Cuaresma la Iglesia siempre nos propone la misma lectura del Evangelio: el relato de las tentaciones de Jesús. Nos podría dar pie para hablar de las tentaciones y de ahí pasaríamos a hablar del pecado. Pero lo cierto es que ese evangelio se orienta hacia otro punto: las tentaciones fueron para Jesús la oportunidad para descubrir o reafirmar su propia identidad. ¿Cuál era su relación con Dios, a quien llamaba Padre-Abbá? ¿Cómo debía realizar su misión de anunciar el Reino? ¿Se debería servir del poder y de la fuerza para arrastrar a las masas a creer en él y en el Reino que anunciaba? Todas estas cuestiones son las que están en juego en el relato de las tentaciones. Todas esas cuestiones fueron cruciales para Jesús. Fue un momento clave en su vida. Comprendió que su futuro no era ser “carpintero” en Nazaret. Se dio cuenta de que su vocación era hacer presente en el mundo, en su mundo, el amor de Dios, de ese Dios que era para él Padre de Amor y Misericordia. Pero, ¿cómo? Sin duda que Jesús reflexionó muy seriamente sobre este punto. Era el sentido de su vida, su mismo futuro, lo que estaba en juego. 

Esa reflexión, que sin duda no tuvo lugar en una noche, nos la han relatado los evangelistas en un estilo novelado, hablando de las tentaciones que sufrió Jesús. Sin duda que Jesús se planteó esas cuestiones al inicio de su vida pública. O al final de aquellos treinta años de vida escondida en Nazaret. Para él la conclusión fue clara: no se trataba de usar el poder que Dios le había conferido ni de abusar de su nombre. Aquel a quien Jesús conocía como Padre reconoce y respeta la libertad humana. El Dios de Jesús no manipula las conciencias de nadie. Quiere ser aceptado libremente como Dios y Padre de todos. A partir de ese momento la misión de Jesús estuvo caracterizada por la sencillez del anuncio, por la cercanía con todos, por el encuentro humano, lleno de misericordia y compasión, con todos los hombres y mujeres, especialmente con los que sufrían. Por eso, Jesús terminó revelando a Dios más por su estilo de vida, por su forma de comportarse que por sus discursos. Estos, los discursos, no son más que un reflejo de su vida, de su experiencia de Dios. 

También nosotros podemos ver las tentaciones que padecemos desde esa perspectiva. Son la oportunidad para clarificarnos sobre quiénes somos, sobre el sentido de nuestra vida, sobre lo que queremos ser. Son momentos clave en los que nos encontramos en un cruce de caminos. Tenemos que tomar una decisión que marcará nuestras vidas, nuestro futuro, nuestra forma de ser. Al ser tentados nos damos cuenta de que somos libres, de que hay otras posibilidades por las que podemos optar. Es un momento en el que nos hacemos libres y dueños de nuestra vida. En nuestras manos está la decisión. Y de ella somos responsables. 

Para la reflexión

¿Nos hemos sentido alguna vez en esas encrucijadas en que nuestro futuro depende de nuestra decisión? ¿Somos conscientes de las consecuencias para nuestra vida de la decisión que tomamos? ¿Recurrimos a la oración para tener más luz en esos momentos?
 Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA