domingo, 7 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20


Evangelio según San Lucas 10,1-12.17-20
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.
No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."
Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan:
'¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca'.
Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.
Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".

RESONAR DE LA PALABRA

La alegría de la Buena Nueva

A veces nuestro mundo está teñido de una cierta melancolía. Hoy se nos hace más verdad que nunca aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Nos espera un futuro más contaminado, más problemático, más conflictivo. El cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la superpoblación, las guerras y los choques entre las diferentes culturas, todos son problemas que captan nuestra atención y nos obligan, de alguna manera, a ser pesimistas. ¿Cómo es posible alegrarse en un mundo como éste? Por si fuera poco, los problemas personales también están ahí. ¿Quién esta libre de algún tipo de conflicto en su familia? ¿Quién no siente el peligro de la enfermedad y la muerte como una espada de Damocles oscilando amenazante sobre su cabeza?

En contraste con esta realidad que, a veces, nos puede resultar asfixiante, las lecturas de hoy nos hablan de la alegría que provoca el ser portadores o receptores de la Buena Nueva de la salvación. No hay que pensar que el mundo estaba mucho mejor en los tiempos de Jesús. Quizá la contaminación era menor pero otros problemas, que hoy están relativamente resueltos, eran entonces mucho más graves y acuciantes. La miseria, por ejemplo, era rampante en la mayor parte de la población. En aquel contexto es en el que Jesús envía a los setenta y dos discípulos, de dos en dos, a predicar la Buena Nueva, a desear a todos la paz, a estar cerca de los enfermos y necesitados y a anunciar que el Reino de Dios estaba cerca. 

Es un mensaje sencillo para los sencillos. Es un mensaje que es causa de alegría para los que lo transmiten y para los que lo reciben. Como se ve en la primera lectura en la que el profeta Isaías exhorta a los que le escuchan a alegrarse porque el consuelo de Dios está con ellos y la paz y la vida. 

Hoy somos nosotros, en primer lugar, los receptores de ese mensaje. Más allá de los desastres que hayamos podido causar en nuestro mundo, Dios nos sigue ofreciendo la vida y la paz. “El Reino de Dios está cerca” y su palabra nos sigue deseando la paz. Como se lee en el Evangelio, en nosotros está la opción de acoger esa paz que nos viene de Dios o de rechazarla. Pero incluso en el caso de que la rechacemos, hemos de saber que de todas maneras el reino de Dios está viniendo. 

Pero también somos los transmisores del mensaje. Es el tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos. Por eso nos gloriamos en Jesús y hacemos de él el centro de nuestra vida. Y, con nuestra propia vida, anunciamos la paz y la confianza en que Dios es capaz de recrear la vida allá donde nosotros no hemos creado más que muerte. 

Para la reflexión

¿He contribuido alguna vez con mis palabras o acciones a crear muerte a mi alrededor? ¿No debería ser mejor portador de la paz? ¿Cómo debería actuar para serlo? ¿En qué debería cambiar para, con mi vida, anunciar la buena nueva del Reino a todos?
Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

sábado, 6 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,14-17


Evangelio según San Mateo 9,14-17
Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.
Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido y la rotura se hace más grande.
Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan, el vino se derrama y los odres se pierden. ¡No, el vino nuevo se pone en odres nuevos, y así ambos se conservan!".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

La vida de los patriarcas nos ha acompañado durante esta semana y, de trasfondo, la experiencia del Dios justo y misericordioso que camina con ellos. Hoy asistimos a la bendición disputada entre dos hermanos que parecen competir o rivalizar desde que están en el vientre de la madre (Gn 25,23). Jacob y Esaú retratan lo que sucede a muchas naciones o pueblos en su lucha por asegurarse prosperidad y territorio. Ambos protagonistas parecen confundir bendición con predilección o preferencia de manera egoísta. Dios da su bendición a toda persona, pero elige a algunas para dar testimonio de la gratuidad de su amor.

Si nos adentramos al tema de la justicia en la Biblia, no la podemos comprender como castigo para unos y bendición para otros. Nuevamente recordamos que Dios bendice a justos e injustos, no eximiéndoles de las consecuencias que traen sus actos. La bendición dada por Dios no era algo privado e intimista, tenía connotaciones familiares y comunitarias, y se transmitía de generación en generación; dicha bendición, no quedaba reducida a un individuo o al sólo bienestar material, pues se le podía percibir en la fertilidad de la tierra, en la descendencia y en el auxilio providente de Dios en los distintos momentos y circunstancias de la vida.

Ya dijimos que la vida es la mayor bendición recibida de parte de Dios. De esto está convencido Jesús cuando es cuestionado por la práctica del ayuno que parecen tomarse él y sus discípulos muy a la ligera. Jesús enseña que mientras se entrega la vida, se reparte alegría y se prodiga consuelo, no hay lugar para el ayuno.

Si el ayuno no transforma tu vida en alimento, y se reduce a precepto, no será fuente de bendición para ti ni para quien pudo beneficiarse de tu corazón solidario y compartido. Y aquí viene la exhortación principal: «a vino nuevo, odres nuevos», pues sólo dejando de creer que tienes que ganarte las bendiciones o que haya gente que no las merece, no podrás abrirte a la gratuidad del amor de Dios y menos a la novedad del Reino. 

Pide a Dios en tu oración por todas las comunidades cristianas, para que libres del fariseísmo y la hipocresía, sean espacios donde se prodigue el amor incondicional y que las ayude a vencer la tentación de manipular conciencias o de mercantilizar la fe.

En comunión fraterna, 
Fredy Cabrera, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 5 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,9-13

Evangelio según San Mateo 9,9-13
Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos.
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?".
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".

RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos y hermanas: 

Continuamos aprendiendo del proceso de fe vivido por Abrahán a quien Dios prometió tierra y descendencia. Lo que no sabíamos hasta ahora era que dicha promesa no lo haría dueño a perpetuidad ni de manera absoluta. En tierra extranjera, en su condición de migrante, tiene que comprar el lugar para dar sepultura a su mujer. Cuando Dios habla de bendecir con familia, trabajo, techo o alimento, no lo hace con la finalidad de generar hijos codiciosos; más bien, espera que se conviertan en testigos de su providencia, siendo, a su vez, providentes.

Disfrutamos de una existencia limitada en un mundo de recursos limitados bajo un sistema que nos ha hecho creer, equivocadamente, que podemos vivir sin límites. Sabemos que en nuestro mundo muchos sufren, por la injusta distribución de los bienes de la tierra, fruto de la ambición desmedida de algunas personas.

En sintonía con la primera lectura, que presenta al patriarca sin privilegios, Jesús nos recuerda que la vida no ha de reducirse a la obtención de prestigio o seguridades materiales. Mateo, un cobrador de impuestos, es invitado a dejar la estructura de recaudación que enriquecía al imperio. Quien engrosaba las arcas del imperio era considerada personas non grata porque traicionaba a su misma gente. Jesús lo llama a ser parte de la dinámica del Reino donde lo material no es enteramente relativo, pero su finalidad es comunitaria.

El sistema-mundo globalizado se ha encargado inteligentemente de capacitar y especializar personas con la única finalidad de producir dinero. Y está más que comprobado que el mercado más que personas necesita consumidores. No se puede ser esclavo ni cómplice de un sistema insaciable que deshumaniza y empobrece. Somos muchos los que, como Mateo, estamos invitados a recuperar la libertad y ayudar a otros a liberarse.

Pidamos a Dios nos libre de la codicia y el acaparamiento. Atendamos fielmente al llamado de Jesús y sigámosle por la senda del compartir solidario.

En comunión fraterna, 



Fredy Cabrera, cmf.

jueves, 4 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,1-8


Evangelio según San Mateo 9,1-8
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad.
Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados".
Algunos escribas pensaron: "Este hombre blasfema".
Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: "¿Por qué piensan mal?
¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados', o 'Levántate y camina'?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
El se levantó y se fue a su casa.
Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de la Palabra para este día nos invita a valorar la vida, la propia y de todo lo creado, como el don más sagrado. Además, nos invita a curarnos de las parálisis en las que solemos vivir a causa del consumismo y el culto idolátrico al dinero.

Recordamos que las narraciones bíblicas nos presentan a un Dios que acompaña con paciencia los procesos de liberación de su pueblo. Hoy le toca demostrar a Abrahán ante su hijo Isaac que ha aprendido a no controlarlo todo, abriéndose a la providencia de Dios; que ha dejado de instrumentalizar a las personas valorándolas en su integridad; y finalmente, probarse a sí mismo, que ha madurado en la fe y en el amor. Este relato, no sólo presenta el camino de madurez del patriarca, también nos muestra la imagen de ese Dios que ha caminado junto a él. Es el Dios justo que ha salido en defensa de Ismael, el hijo de Agar, a quien también promete tierra y descendencia; el mismo que da la orden para que Abrahán no alargue la mano contra su hijo ni le haga daño. Es el Dios de la misericordia entrañable que no sacrifica a unos para dar lecciones a otros; es el Dios que espera que sus creaturas sean reflejo de su amor incondicional.

En el escenario mundial nos encontramos con el culto idolátrico al dinero que además de insaciable, se cobra vidas inocentes a diario. Dios nos ha dado este mundo no para vivir codiciando los bienes de la creación, proyectando ingenuamente allí nuestra felicidad; más bien nos muestra que la fuente de la realización humana está en donar la vida. Precisamente el evangelio de hoy dibuja una escena de una vida que se salva a partir de un gesto comunitario.

Decíamos que hoy son muchas las parálisis que padecemos (familiares, sociales, religiosas, políticas, económicas, etc.). Necesitamos de personas que, con buena voluntad, testimoniando el amor incondicional, nos acerquen al Dios de Jesús que dignifica, libera y da sentido a nuestra vida. Sepamos que habrá quien se oponga y nos desanime, pero no dejemos de ayudar solidariamente. Son muchos los que caminan con esperanza en la humanidad y en la ayuda del Dios providente.

Pidamos en nuestra oración de hoy por las víctimas de este sistema-mundo en el que vivimos. Comprometámonos, en la medida de nuestras posibilidades, con quien necesite de nuestra ayuda, no sólo material sino de todo tipo.

En comunión fraterna, 
Fredy Cabrera, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 3 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Juan 20,24-29

Evangelio según San Juan 20,24-29
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré".
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!".
Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe".
Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!".
Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos la vida del apóstol Tomás a quien fácilmente identificamos por su incredulidad frente a la resurrección de Jesús. Descubrimos que, más allá de la duda, su proceso de madurez dentro de la comunidad y su apertura a la misión lo convirtieron en testigo del Jesús vencedor de la muerte. Santo Tomás, llamado el gemelo, nos invita a confiar más en el Dios que siempre actúa en lo imperceptible y lo pequeño. Estamos llamados a ser testigos de la presencia del resucitado en las acciones, a veces insignificantes, de nuestras comunidades, como el trabajo que realizan las CEB´s en América Latina al servicio del Reino de Dios o en los cambios que han comenzado a generarse en las familias a favor del cuidado del medio ambiente. 

Con imágenes propias de una construcción (piedra, templo, edificio) San Pablo busca recordar que la misión de los seguidores de Jesús (piedras vivas) está en ser «morada de Dios» que da cobijo y salva de la intemperie. Obviamente, la exhortación no pedía a la naciente Iglesia trabajar en la edificación de templos gloriosos de piedra sino más bien en el fortalecimiento de las comunidades y sus líderes. Desde la definición «Iglesia, comunidad de comunidades» se ha intentado visibilizar el trabajo que se realiza desde las bases, desde lo pequeño, como «la semilla de mostaza» propuesta por Jesús. Sin esta vuelta a los orígenes humildes de las primeras comunidades, será más fácil perder la esperanza y dudar de nuestra misión en el mundo. Somos herederos de grandes estructuras eclesiales, muchas de ellas sin pueblo, convertidas en museos y algo más, pero sin la capacidad de ayudarnos al verdadero encuentro con el Dios de Jesús. Sin una sincera pastoral de acompañamiento a las pequeñas comunidades o comunidades familiares, seguiremos teniendo a muchos Tomás sin ojos para ver al Dios encarnado y presente, no en edificios sino en los corazones.

El evangelio del día de ayer nos invitó a reconocer que los fuertes vientos que sacuden nuestra vida personal y comunitaria son una oportunidad para renovarnos. Siempre será un paso hacia la madurez reconocer con humildad nuestros desaciertos y la falta de fidelidad al evangelio de Jesús. Frente a esto es normal que nos asalte el miedo y la incertidumbre, pero aprendamos como Tomás a adentrarnos en el misterio de Dios y seamos testigos, como él, de la «vida» que resurge. Tener puesta nuestra confianza en Jesús resucitado nos dará la oportunidad de afianzarnos en la fe y ubicarnos en la dirección correcta: el Reino de Dios.

¿cómo suscitar en nuestras comunidades esa pastoral de acompañamiento cercano y sincero que nos ayude a superar el estancamiento y la incredulidad?

En comunión fraterna, 
Fredy Cabrera, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 2 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 8,23-27


Evangelio según San Mateo 8,23-27
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía.
Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: "¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!".
El les respondió: "¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?". Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma.
Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: "¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

Hemos aprendido que el proceder justo y misericordioso de Dios no exime a la humanidad de hacer buen uso de su libertad. En las narraciones del libro del Génesis la vida de Lot y su familia se presentan no como ejemplo de quienes se libran de la muerte por casualidad o porque se lo merezcan. Son el testimonio de la vida que prevalece y sobrevive en medio de la catástrofe. Una invitación a reconocer la finitud y fragilidad de la vida; y a valorar las oportunidades que tenemos para reivindicarnos como seres humanos. Los habitantes de Sodoma, desviándose de aquello que los conduce a la vida, no han escuchado la voz de Dios. Ahora les toca enfrentar con lamento como se les escapa la vida ante sus propios ojos.

Frente al irresponsable comportamiento de la mayor parte de la humanidad con relación al planeta, queda la esperanza de los pocos que con conciencia ecológica se dedican a revertir los efectos negativos del calentamiento global. Las alertas cada vez mayores pierden credibilidad frente a la sed de quienes piensan que «no hay alternativa». Y aunque “el castigo y la condena” no son propios de Dios, las consecuencias de nuestros actos avasalladores no dejarán de impactarnos.

Con una narración cargada de simbolismo el evangelista advierte a la comunidad sobre los peligros que conlleva ser parte de un proyecto transformador como el de Jesús. Los que sueñen con hacer presente el Reino de Dios deben enfrentar con valentía las persecuciones, no dejándose atrapar por el miedo, la desesperanza o la falta de fe. Con la imagen de la barca sacudida por la tormenta invita, a la comunidad, a prepararse para cuando sobrevengan las dificultades.

Contamos con innumerables testigos que, venciendo el miedo, han enfrentado toda clase de amenazas e incluso la muerte. Recordemos que cuando ocultamos o disimulamos la radicalidad del evangelio terminamos siendo cómplices de las estructuras generadoras de muerte.

Tomemos el ejemplo de aquellos enviados por Dios para salvar a Lot y su familia de la inevitable catástrofe. No dejemos que la indiferencia se adueñe de nosotros y presentémonos como cristianos que oportunamente buscan servir y salvar la vida amenazada.

¿qué acciones ecológicas podrías realizar en tu comunidad para colaborar con el cuidado del medio ambiente?

En comunión fraterna, 
Fredy Cabrera, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 1 de julio de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 8,18-22

Evangelio según San Mateo 8,18-22
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla.
Entonces se aproximó un escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adonde vayas".
Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
Otro de sus discípulos le dijo: "Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre".
Pero Jesús le respondió: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos".

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos y hermanas:

Retomando la lectura del libro del Génesis nos encontramos con Abrahán intercediendo por los habitantes de Sodoma. Abrahán ha sido testigo del Dios justo y misericordioso que, más allá de fiscalizarlo o condenarlo, lo acompaña paciente y providentemente. Esto lo constata el patriarca en su relación esponsal con Sara; ambos, han debido reconocer sus errores y madurar en el amor. Abrahán confía que la ciudad se salvará más que por el proceder de los justos (cuyo número es irrelevante), cuanto por la misericordia del Dios en el que tiene puesta su confianza.

En el evangelio, Jesús se presenta como aquel que «no tiene donde reclinar su cabeza», solidarizándose con los «sin lugar». A quienes lo sigan les recuerda que han de vivir en libertad total frente a lo material, las personas y las normas religiosas. Esto nos remite a comunidades que: disciernen sobre el uso de sus bienes y no se apegan a ellos; no hacen distinción de personas, atendiendo preferentemente a los más débiles y necesitados; no imponen ni obligan, sino que dan testimonio y acompañan.

Una vida centrada en sí misma, se olvida de su entorno y de servir a los demás. Volcarnos a los demás nos da la posibilidad de sensibilizarnos e implicarnos en procesos de reivindicación y de defensa de la vida. Quien quiera colaborar con el proyecto del Reino ha de vivir a contracorriente del mundo buscando, a impulso del Espíritu, espacios de vida alternativos más incluyentes.

Pidamos a Dios nos conceda la libertad que tuvo Jesús para no apegarse a los bienes materiales y, con valentía, evitemos el consumismo excesivo que nos vuelve dependientes e inseguros. Nos dé su Espíritu, compasivo y solidario, para seguirlo junto a aquellas personas que pasan haciendo el bien y comprometiéndose con todo lo que cuida y defiende la vida.

En comunión fraterna, 
Fredy Cabrera, cmf.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA