martes, 31 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,18-21

 

Evangelio según San Lucas 13,18-21
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo?

Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".

Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?

Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de harina, hasta que fermentó toda la masa".


RESONAR DE LA PALABRA

Semilla, levadura, silencio

Dicen que se puede tener la certeza absoluta de que las semillas que no se plantan nunca florecerán ni darán fruto. Y, con eso, se podría decir con certeza prácticamente absoluta que la masa sin levadura no fermentará, no subirá. Pero resulta que, ni semilla ni levadura se ven, ni llaman la atención. Y por eso, quizá no nos guste mucho ser semilla o levadura enterrada sin aparente pena ni gloria. Es más bonito tener algún brillo. El problema con el brillo es que eventualmente se apaga. Y además, no se ha oído de ningún “brillo” que haya dado fruto, si no ha ido acompañado por lo escondido. Lo bueno de las semillas enterradas y de la levadura amasada es que, al final, resultan ser signos del Reino de Dios.

Pero ser enterrado, y casi peor, ser amasado, es doloroso y algo amargo. Y es que ¡nadie se entera! No hay reconocimiento, ni casi agradecimiento. Nos gustaría más hacer un poco más de ruido. Pero es normal que, para que haya fruto o haya pan, tenga que haber semilla enterrada y levadura amasada. Y eso ocurre en el silencio.

Es la situación de la madre o padre a quien no le gusta cocinar, pero cocina cada día del año para que su familia pueda vivir y crecer. O la de los abuelos que cuidan de los nietos a veces a “caso hecho”. En otro tiempo, habría sido la de los monjes amanuenses que copiaban la Biblia y textos litúrgicos letra a letra y coma a coma. Y es la de cada uno de nosotros cuando decimos una palabra amable, sonreímos a alguien, hacemos un favor sin esperar recompensa, acompañamos a un anciano o enfermo…Como efecto de onda expansiva, esas cosillas enterradas, silenciosas y aparentemente mínimas y sin importancia, van cambiando el día, la vida de otras personas. En el momento, nadie lo aprecia o siquiera se entera. Pero, a la larga, dan fruto y fruto abundante. Pero exigen esperanza y paciencia. Los frutos no se dan de la noche a la mañana como quizá a veces quisiéramos.

Sí; se puede decir que hay una certeza absoluta de que, sin esas semillas y levadura, las cosas no pueden ir bien. Tres medidas de levadura pueden hacer fermentar toda la masa. Una semilla enterrada puede dar paso al Reino de Dios. “Por vuestros frutos os conocerán”, dice el Señor. Y así, una mujer de Nazaret un día dijo simplemente “hágase”. Abrió la puerta al Reino de Dios y desde ahora la bendecirán todas las generaciones. Si eso no fuera fruto y pan para el mundo, estaríamos todos perdidos. Afortunadamente, por el poder de Dios, lo es.

¿En qué momentos has visto los frutos de una acción escondida y silenciosa, tuya o de alguien cercano?

Cármen Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 30 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 13,10-17

 

Evangelio según San Lucas 13,10-17
Un sábado, Jesús enseñaba en una sinagoga.

Había allí una mujer poseída de un espíritu, que la tenía enferma desde hacía dieciocho años. Estaba completamente encorvada y no podía enderezarse de ninguna manera.

Jesús, al verla, la llamó y le dijo: "Mujer, estás curada de tu enfermedad",

y le impuso las manos. Ella se enderezó en seguida y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la multitud: "Los días de trabajo son seis; vengan durante esos días para hacerse curar, y no el sábado".

El Señor le respondió: "¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no desata del pesebre a su buey o a su asno para llevarlo a beber?

Y esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo aprisionada durante dieciocho años, ¿no podía ser librada de sus cadenas el día sábado?".

Al oír estas palabras, todos sus adversarios se llenaron de confusión, pero la multitud se alegraba de las maravillas que él hacía.


RESONAR DE LA PALABRA

Desatados

El miedo paraliza. Es una experiencia común. Atenaza, enmudece, encoge el corazón. Pero es que el miedo es muy razonable ante las cosas que a menudo nos rodean: miedo al futuro; incertidumbre económica, inestabilidad social y política… ¿Quién nos puede reprochar tener miedo?

Y luego, tenemos también miedo al abandono de amistades y familiares si es que nos atrevemos a expresar una postura contraria… Tememos al “qué dirán”, a la crítica, al insulto.

En cierto modo, como la mujer del evangelio de hoy, estamos atados y bien atados. Y quizá por más de 18 años. Y no es solo cuestión de un nudo fácil de desatar. Se trata de lazos fuertísimos, que se ataron hace tanto tiempo que ahora no se desatan fácilmente: sólo se pueden cortar a cuchillo. O, incluso si solo fueran sean hilos y no cuerdas, como diría santa Teresa, no nos dejan volar.

La primera lectura de hoy nos dice que no se nos ha dado un espíritu de temor. Es decir, que hace ya tiempo que, por la vida, muerte y resurrección de Cristo, estamos desatados. Se nos ha dado un espíritu de fortaleza y amor. Falta nos hace en este mundo.

Estar desatados seguramente no significa que no haya dudas, incertidumbres y dolores de cabeza. Más bien significa que se nos ha dado tener una confianza radical. La confianza radical significa saber que otras manos, otros labios, otras fuerzas, dirigen las nuestras. Los brazos, los labios y las fuerzas de Aquel que nos alcanzó la libertad total. Son los que, a pesar de todos los pesares, nos hacen levantarnos una y otra y otra vez y ser libres.

La libertad no significa en realidad que los temores se ahuyenten, sino que se pueden atar. Los lazos serán ahora cautivos de esa libertad alcanzada con la confianza radical. Tampoco significa una imprudencia “desenfrenada” que no mira límites y se lanza a cualquier cosa sin pensar. Ni significa una descarada expresión de todo lo que se nos pasa por la cabeza, o de lo último que ha llamado la atención a nuestra sentimentalidad. Es, más bien, una libertad que mira de frente a la realidad, reconoce límites y peligros y, decididamente, ejerce una confianza radical e ilimitada. Es la libertad de andar enderezado, con la cabeza alta, con la dignidad de los coherederos de Cristo; con el temor bajo los pies, atado y bien atado, por el Señor que hace maravillas.

¿Qué ataduras sientes en este momento? ¿Qué temores? ¿Escuchas la palabra que te invita a enderezarte, a dominar esos temores? ¿En qué momentos has sentido la liberación?

Cármen Aguinaco

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

jueves, 26 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,49-53

 

Evangelio según San Lucas 12,49-53
Jesús dijo a sus discípulos:

"Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!

Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!

¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.

De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:

el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos, paz y bien.

El Reino muchas veces no deja indiferente. Por eso, el Señor nos previene ante los conflictos que se nos pueden presentar. Y ahí podemos aportar algo: permitir que reine el irenismo, una paz falsa, basada en la falta de valor para afrontar los problemas, o podemos enfrentarnos a las pruebas con la fuerza del Espíritu.

El Espíritu que nos ayuda a sentir la paz y el amor de Dios. Actuar como Dios quiere puede traer problemas, incluso dentro de la familia o de la comunidad. A la hora de elegir un estado de vida, v.gr., casarse o no, profesar en una Congregación o no, aceptar o no un soborno, criticar o no a un compañero de trabajo o de clase… De esas decisiones depende, muchas veces, la aceptación que podamos tener en nuestro entorno. O el rechazo. Ahí, en cada decisión diaria, nos jugamos mucho. Frente a los demás, y frente a Dios.

Por eso a veces es necesario echarle valor a la vida, para poder dar vida a los otros, hablar de lo que Cristo vino a traer al mundo, dar testimonio y que el testimonio sea verdadero. Para poder hablar de la verdadera paz, que es más que la ausencia de guerras. Sobre todo, ahora, cuando a nuestro alrededor hay un clima de tanta violencia. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, nos dice el salmo de hoy. En eso hay mucha verdad. Hace falta confiar mucho, para poder ver claro en nuestra vida.

Un detalle más. San Pablo, que era un santazo, (con palabras de mi maestro de novicios), usaba un lenguaje corriente, para que todos pudieran entenderlo. También es muy importante hoy, cuando falta mucha base religiosa en el mundo, presentar el mensaje de forma accesible. Un estilo de vida cercano, con un hablar comprensible, sin palabras raras, para todos. Como lo hacía Jesús. Como lo han hecho muchos santos a lo largo de la historia de la Iglesia.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

miércoles, 25 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,39-48


Evangelio según San Lucas 12,39-48
Jesús dijo a sus discípulos: "Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.

Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada".

Pedro preguntó entonces: "Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?".

El Señor le dijo: "¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?

¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!

Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.

Pero si este servidor piensa: 'Mi señor tardará en llegar', y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,

su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.

El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.

Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más."


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos, paz y bien.

Somos administradores de la gracia de Dios, y no podemos actuar como queramos, sino como Dios quiere. Aunque parezca que el amo está lejos, que Dios no se da cuenta de nada, que no se entera, todo lo que hacemos tiene consecuencias. Por eso es tan importante saber vivir para los demás, no sólo para uno mismo, y obrar con amor, sin violencia. Si vivimos así, estaremos más cerca del Maestro, cada uno con su vocación específica, pero todos dentro del mismo espíritu.

Esto se refiere a cada uno de nosotros. Puede ser que tú no tengas muchos cargos o muchas cargas, pero sí has recibido muchos dones, materiales o espirituales, de parte de Dios. Ahí te juegas mucho de tu respuesta a Él. Hay que elegir a quién servir, al pecado, para la muerte o la obediencia, para la justicia. Y esa elección la debemos hacer cada día. Cada mañana, cuando nos levantamos, aceptar la amistad de Dios y vivir con sus normas.

Pedro le preguntó a Jesús si la parábola iba por ellos o por los demás. Buena pregunta. Es más fácil pensar que se refiere a los otros. Pero está bien claro: al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Si Pedro esperaba una respuesta diferente, le quedó claro que el único privilegio del seguidor de Jesús es el privilegio del servicio.

Como a Pedro, estas palabras me preocupan, porque me siento agradecido por todo lo que he recibido. Sé que ha sido mucho. Y mucho tengo que dar a los demás. Como un criado fiel, sé lo que tengo que hacer, aunque no siempre lo haga como debería. Debo estar siempre en vela. Debemos estar así. Que el Señor me encuentre preparado. Que nos encuentre preparados. Merece la pena. Es para toda la vida. Para ésta y para la vida eterna.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

martes, 24 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,35-38

 

Evangelio según San Lucas 12,35-38

Jesús dijo a sus discípulos: "Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.

Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.

¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.

¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!"


RESONAR DE LA PALABRA


San Antonio María Claret, obispo.

Queridos hermanos, paz y bien.

Dios sabe lo que se hace. Por un hombre entró el pecado en el mundo, por otro hombre nos llegó la salvación. En nuestra carne débil estaba ya prevista la posibilidad de arreglar el problema, el mismo Hijo de Dios se hizo hombre. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Incluso si nos sentimos los más grandes pecadores del mundo, siempre hay más gracias que condena.

El texto de hoy reúne varias parábolas sobre la vigilancia y la espera de la segunda venida del Señor. Debemos estar siempre esperando a Cristo, porque no sabemos ni el día ni la hora. Y estar preparados, porque el que viene es el Juez. Es una llamada para todos, pero para algunos, como ministros, más. Como misioneros, debemos ser ministros prudentes, porque hemos sido elegidos, hemos recibido mucho y nos han confiado una bellísima tarea: el anuncio del Reino. Si nos dormimos, si no compartimos lo recibido, si no tenemos puesto el traje del servicio, nos dirán un día que no hemos sido fieles. Mirar a Cristo, servidor siempre, hasta el ejemplo del Jueves Santo. Celebrar la Eucaristía con espíritu de servicio. Y como nuestro Fundador, vivir siempre en presencia de Dios, por Él y con Él.

Porque hoy es un día especial para nosotros, los Misioneros Claretianos. Aquí se puede ver algo sobre nuestra Congregación. El dies natalis de nuestro Fundador, el día de su nacimiento para el cielo, es motivo para dar gracias a Dios por su vida, por su obra y por nosotros, sus hijos, Congregación querida. Una llamada a sentir que el espíritu de Dios está sobre cada uno de nosotros, como lo sintió Jesús en la sinagoga de Nazaret, y como lo vivió Claret.

En la solemnidad de san Antonio María Claret, se nos recuerda la necesidad de estar siempre disponibles. Así, apóstol y misionero se sintió nuestro Fundador. Hacerse presente en cualquier tipo de frontera, usando todos los medios urgentes, oportunos y eficaces, para construir el Reino de Dios. Cada uno con su vocación, con su carisma personal, dentro del carisma común de la Congregación. Acompañados de muchos amigos que comparten nuestra forma de ver el mundo. Y siendo creativos, como lo fue Claret. Dando la oportunidad a todos de trabajar con nosotros, para que la Buena Nueva llegue a todos los rincones del mundo, del uno al otro polo. Que nuestro Fundador no se avergüence de nosotros, sus hijos, por haber perdido el impulso misionero.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

lunes, 23 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,13-21

 

Evangelio según San Lucas 12,13-21
En aquel tiempo:

Uno de la multitud le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".

Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".

Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".

Les dijo entonces una parábola: "Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho,

y se preguntaba a sí mismo: '¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha'.

Después pensó: 'Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,

y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida'.

Pero Dios le dijo: 'Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?'.

Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA

Queridos hermanos, paz y bien.

Comenzamos esta semana reflexionando sobre la fe. Esa Carta a los Romanos, que llevamos escuchando desde la semana pasada, nos recuerda el ejemplo de Abrahán, que se hizo fuerte en la fe. No fueron pocas las cosas que le sucedieron en la vida, pero siguió creyendo. ¿Por qué se nos pone como ejemplo de fe? Porque confió, salió de su tierra, y marchó hacia el destino que Dios le iba marcando. En estos tiempos convulsos, cuando no sabemos con certeza qué va a pasar mañana, es un buen modelo para nuestras vidas. No podemos ser ingenuos, pero tenemos que confiar en Dios.

En el Evangelio se nos habla de herencias y de familia. Es que hay gente tan rica que solo tiene dinero. Y de ahí vienen muchos problemas. Jesús no quiere mediar entre los que se le acercan para que haga de juez, pero sí darnos alguna norma, para saber cómo vivir y, sobre todo, para qué vivir. El dinero no es malo en sí, es necesario para vivir. Pero si todo gira en torno al dinero, a la necesidad de tener más y más, algo empieza a ir mal. Si no podemos compartir, nos alejamos de lo que Dios quiere, del destino universal de los bienes y de la idea de que todos somos hermanos. Nuestra legislación, a los religiosos, nos prohíbe acumular bienes como comunidad, gracias a la caja común, pero es bueno revisar cómo está nuestra habitación y, sobre todo, cómo está nuestro corazón. Este consejo es bueno para todos ¿Somos ricos ante Dios? ¿O nos apoyamos en lo material? ¿A qué estamos apegados? ¿Qué tal se nos da el compartir lo que tenemos, los bienes y el tiempo?

Otro tema para la reflexión hoy es el de la muerte. Así es la liturgia. No la elegimos nosotros, nos viene dada, para que no arranquemos ninguna página de los Evangelios. Y la muerte no está de moda en estos tiempos. Por eso, precisamente, no está de más, de vez en cuando, pararse a reflexionar sobre esta cuestión. Porque no sabemos ni el día ni la hora, Y no nos vamos a llevar nada de lo que tengamos en la tierra a la otra vida. Nada. Sólo podremos mostrarle al Señor todo el amor que hayamos acumulado en nuestro corazón. Pues eso, a pasar mucho tiempo delante de Dios, presentándole todos los nombres que nos preocupen e intercediendo por ellos. Para que se nos llene tanto que estalle al entrar en el cielo.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

domingo, 22 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 22,15-21

 

Evangelio según San Mateo 22,15-21
Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones.

Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie.

Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?".

Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?

Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto". Ellos le presentaron un denario.

Y él les preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?".

Le respondieron: "Del César". Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".


RESONAR DE LA PALABRA


Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

Queridos hermanos, paz y bien.

Al tomar la primera lectura de hoy, podemos pensar: ¡Qué cosas le pasaban a aquel tal Ciro, hace no sé cuántos años! Es digno de admiración. ¡Qué suerte tuvo de que el Señor se dirigiera a él de forma tan clara! Sin embargo, ¿qué tiene que ver lo que le pasó a aquel profeta con lo que me pasa a mí? Cuando Dios y el hombre se encuentran, su Palabra pretende cambiarnos a nosotros y las relaciones y situaciones de nuestro mundo. Y decíamos también que, cuando Dios nos sale al paso, se encuentra con unos hombres concretos, que viven en situaciones concretas, y es con ellos en esas circunstancias, con quienes quiere entrar en diálogo.

En tiempos de Isaías, cuando escribe a Ciro, el pueblo lo estaba pasando mal: había muchos problemas, se habían desanimado, cada cual se buscaba la vida como podía, y se consolaban y entretenían con falsas esperanzas: no estaban dispuestos a enfrentar su situación con valentía. Derrotismo, comodidad, confusión y desesperanza. Ahí surge el profeta, para proclamar su mensaje.

Aclaremos qué entendemos por profeta. No es un señor extraño con dotes de adivinación sobre lo que ocurrirá en el futuro. Tampoco solían ser personajes de prestigio o grandes dotes de convencimiento u oratoria. El profeta es, ante todo, una persona muy sensible a lo que está ocurriendo en medio de su pueblo. Es también alguien con profunda experiencia de oración, consciente de sus limitaciones y... Poca cosa más.

El día en que fuimos bautizados, y recibimos la unción con el aceite sagrado, el sacerdote pronunció sobre nosotros unas palabras muy importantes. Estas:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que te ha liberado del pecado y dado nueva vida
por el agua y el Espíritu Santo,
te consagre con el óleo de la salvación
para que entres a formar parte de su pueblo
y seas para siempre miembro de Cristo,
sacerdote, profeta y rey.

Es decir: que todo bautizado ha recibido una llamada de Dios para que sea su profeta, su portavoz, su mensajero. También de ti y de mí dice Dios que «antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que salieras del seno materno, te consagré, y te nombré profeta». Todo un Dios soñando desde toda la eternidad contigo, para encomendarte una tarea: decir a todos lo que Él nos manda. Todo un Dios esperando una respuesta por tu parte, un acoger su Palabra, hacerla tuya, y anunciarla, yendo contracorriente, y viviendo de distinta manera a como vive todo el mundo... Más que nada, porque el mundo no va como Dios quiere.

Si miramos a nuestro mundo, vemos que no todo está en orden. Hay muchas guerras activas. Nos vemos envueltos en situaciones de violencia, con muchos muertos, demasiado a menudo. La ciencia sigue amenazándonos con descubrimientos que rozan los márgenes de la moralidad. Podíamos añadir muchas más cosas... Pero lo que importa ahora es decirse: ¿Y yo qué puedo hacer? Diga lo que diga, haga lo que haga, no me van a hacer caso...

La misma sensación que tuvo el gran Isaías. Y no es distinto lo que le pasó a Jesús: el profeta, el mensajero de Dios, siempre es rechazado. No es creíble que las actitudes que nos anuncia su Palabra, puedan servir para algo. Nos llamarán retrógrados, desinformados, o fanáticos. O nos buscarán las cosquillas, podemos tener problemas.

A Jesús le quisieron liar, buscaban acusarle con sus propias palabras. Si decía pagad el impuesto, los revolucionarios podían acusarle de colaborar con los romanos. Si decía no paguéis, le podían acusar los herodianos de revolucionario. Y no se podía responder, como en las encuestas, no sabe, no contesta.

Jesús nos hace una invitación muy concreta. Yo cambiaría el orden. Primero, dar a Dios lo que es de Dios. Reconocer que está en nuestras vidas, que sin Él podemos hacer poco, o nada, y que necesitamos su apoyo. Y después, desde esta clave, mirar al mundo de otra manera. Cada cosa en su sitio, a cada cosa su momento y su importancia. Lo serio, con seriedad. Las cosas alegres, con alegría. Y así podremos ser profetas.

Y dar al César lo que es del César, también nos obliga. No estamos fuera de la sociedad, no estamos fuera de la ley. También ahí podemos dar testimonio de vida cristiana, ser profetas. En el ambiente donde nos movemos. Que no se nos olvide que en nuestra vida no puede haber compartimentos estancos. No podemos vivir de 10 a 12 de la mañana como cristianos, de 12 a 2 de la tarde como ciudadanos trabajadores, de 2 a 4 como hijos o padres de familia y por la noche, ya veremos. Como tampoco podemos decir te quiero mucho, mamá, de lunes a jueves. No podemos poner límites a nuestra vida de cristianos. Es decir, no podemos poner límites al amor, a Dios y a los demás.

Y, si nos sirve, siempre podemos volver a los orígenes. Tenemos una buena referencia en la Carta a Diogneto, escrita en el siglo 2 d.C. Allí se describe a los cristianos de este modo: “Los cristianos no se distinguen de los otros hombres ni por nacionalidades, lenguas o costumbres. Viven en ciudades griegas y bárbaras como les ha tocado vivir a los demás, adecuándose a las costumbres del lugar en el vestir, en el comer y en todo en resto, testimoniando una vida social admirable y sin duda paradójica. Viven en su patria, pero como si fueran extranjeros; participan en todo como ciudadanos y de todo están desprendidos como extranjeros. Toda patria extranjera es su patria y toda patria es extranjera. Se casan como todos y tienen hijos, pero no se deshacen de los recién nacidos. Ponen en común la mesa, pero no la cama. Viven en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes establecidas y superan las leyes con su comportamiento. En pocas palabras, como el alma está en el cuerpo, así están los cristianos en el mundo” (Carta a Diogneto, V, 1-10; VI, 1.) Que así sea.

Alejandro Carbajo, CMF

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

sábado, 21 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,8-12

 

Evangelio según San Lucas 12,8-12
Les aseguro que aquel que me reconozca abiertamente delante de los hombres, el Hijo del hombre lo reconocerá ante los ángeles de Dios.

Pero el que no me reconozca delante de los hombres, no será reconocido ante los ángeles de Dios.

Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.

Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir,

porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir".


RESONAR DE LA PALABRA


A veces, muchas veces no sabemos qué decir. En muchos casos, en cualquier cosa que expresamos, casi al mismo tiempo que estamos hablando, constatamos lo inadecuado, falso, insuficiente, tópico o inoportuno de lo que decimos. Esa sensación es particularmente intensa cuando se trata de hablar de fe, de oración, de virtud o pecado. Supongo que esta experiencia es compartida por los sacerdotes en las homilías y en muchos momentos de su tarea pastoral. También de catequistas, monitores y maestros que tienen alguna responsabilidad especial en la evangelización. Decía Santa Teresa que no había sermón tan malo del que no se pudiera sacar de él algo bueno. Es un consuelo. Pero los que nos escuchan puede que no tengan tan buena predisposición como ella. Y la experiencia de haber fallado se queda en el recuerdo mortificando un poco el amor propio o lamentando la ocasión perdida y quizás también haber hecho más mal que bien con nuestras palabras. Incluso haber caído en el pecado que no puede ser perdonado: Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, -nos dice el Evangelio de hoy- podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

La "blasfemia contra el Espíritu Santo" es la oposición consciente y endurecida a la verdad, "porque el Espíritu es la verdad" (1 Juan 5:6). La resistencia a la verdad aleja al hombre de la humildad y el arrepentimiento, y sin arrepentimiento no puede haber perdón.

En el mismo capítulo Jesús nos ofrece el remedio: no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.

Dos consecuencias prácticas: La primera: siempre y en todo momento pedir al Señor permanecer en la verdad, no engañarnos ni engañar. Si El es la Verdad, roguemos para permanecer en Él. Que no haya segundas intenciones en nuestras palabras, ni frivolidad o desinterés por la persona a la que nos dirigimos. La segunda antes de hablar, pedir al Espíritu Santo que acuda en nuestra ayuda y que haga que nuestras palabras sean para los que nos escuchan consuelo, esperanza y alegría y deseo de vivir la fe en Jesucristo.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

viernes, 20 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 12,1-7

 

Evangelio según San Lucas 12,1-7
Se reunieron miles de personas, hasta el punto de atropellarse unos a otros. Jesús comenzó a decir, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuídense de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.

No hay nada oculto que no deba ser revelado, ni nada secreto que no deba ser conocido.

Por eso, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, será escuchado en pleno día; y lo que han hablado al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas.

A ustedes, mis amigos, les digo: No teman a los que matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más.

Yo les indicaré a quién deben temer: teman a aquel que, después de matar, tiene el poder de arrojar a la Gehena. Sí, les repito, teman a ese.

¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos.

Ustedes tienen contados todos sus cabellos: no teman, porque valen más que muchos pájaros."


RESONAR DE LA PALABRA


“Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse”. Luc 12, 2. Nada escapa al conocimiento de Dios. Como dice el salmista, “Tu me sondeas y me conoces”. Hace tiempo decíamos algo así como que Dios lo conoce y lo ve todo, lo pasado, lo presente y lo futuro y hasta los más ocultos pensamientos.

Así lo aceptábamos, sin más, aunque con alguna extrañeza, pensando, (con una idea demasiado antropomórfica y absurda) que Dios que está tan por encima, que es la suma trascendencia, tenía cosas mejores que hacer que observar el vuelo de los pájaros o la caída de nuestros cabellos.

A mi, ahora que la tecnología, las redes, internet y este mismo ordenador tan inofensivo aparentemente, me tienen vigilada y basta que hable de comprar una silla para que me persigan los anuncios y ofertas de sillas, me tranquiliza mucho saber que el Señor también lo sabe y mucho más y mucho más al fondo que cualquier inteligencia artificial o algoritmo o lo que quiera que sea.

No tengáis miedo. Lo único que hay que temer es a Aquel que tiene poder para arrojar al infierno dice Jesús. Temer al único que tiene poder, puede interpretarse como temor de Dios. Que más que temer a Dios significa temer alejarse de Él, separarse, huir de su presencia… O perder la esperanza cuando nos abruma la culpa.

En el mismo pasaje del texto lucano, Jesus nos explica que la mirada de Dios sobre nosotros, los humanos es una mirada que nos otorga valor: si conoce cada pájaro en su vuelo, cada uno de nosotros vale mucho más que muchos pájaros. Tenemos su promesa de que nada podrá separarnos de su amor (Romanos 8:38-39). Tenemos su promesa de que nunca nos dejará o desamparará (Hebreos 13:5). Nada podrá separarnos del amor de Cristo.

El Salmo responsorial en la liturgia de la Palabra de hoy nos libera del miedo: Dichoso el que está absuelto de su culpa/a quien le han sepultado sus pecados/dichoso el hombre a quien el Señor/no le apuntó el deliro/y en cuyo espíritu no hay engaño. Había pecado, lo reconocíno te encubrí mi delito;/propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”/y tú perdonaste mi culpa y mi pecado./Alegráos, justos, y gozad con el Señor;/ aclamadlo los de corazón sincero.

Virginia Fernandez

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

jueves, 19 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,47-54

 

Evangelio según San Lucas 11,47-54
Dijo el Señor:

«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!

Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.

Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.

Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:

desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.

¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»

Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas

y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.


RESONAR DE LA PALABRA


La mayoría de los que nos decimos católicos, además de las acciones litúrgicas comunitarias tenemos devociones y métodos de oración personales que practicamos atendiendo a nuestra experiencia, a las tradiciones, a maestros de espiritualidad, etc. Muchos, al intentar “entrar en conversación con Dios”, nos hacemos una imagen mental de Jesús. Una imagen inspirada en lecturas sobre santos y místicos que escribieron sobre sus visiones, en la iconografía cristiana clásica y también en representaciones modernas y en el cine.

Creo que las elecciones que hacemos no sólo influyen en el aspecto físico que atribuimos a Jesucristo, sino también en la idea sobre su personalidad, su carácter y su psicología.

Creo que en este momento está muy extendida la idea de un Jesús todo dulzura, compasión, acogida, amabilidad, capacidad para el diálogo… Sin duda así se presentó, en muchos momentos, ante los que vivieron cerca y “lo tocaron” hace dos milenios. Así se presentó a los pobres y limpios de corazón, me parece. Por eso, pasajes de los Evangelios como el que escuchamos hoy nos sobresaltan con una dureza inusitada.

Una dureza dirigida, precisamente, a aquellos que se creen (o nos creemos) guardianes de la ley, poseedores de la verdad, del juicio y de la ciencia. El Dios “todo misericordia y ternura” rechaza contundentemente la doblez y la hipocresía.

Hoy -y en las siguientes lecturas continuadas del Evangelio de Lucas- somos llamados a confrontar nuestra vida y a implorar el perdón y la ayuda de la gracia para no engañar ni engañarnos. Y es que no es fácil reconocer en uno mismo y discernir cuando las obras son el producto de una fe sincera o cuando son motivadas por razones que en nada proceden de la fe y el amor. Estamos tan tentados por la mentira que caemos en ella casi sin darnos cuenta. Nos contamos en el número de los “buenos” mientras huímos de un examen sincero de nuestra pretendida bondad.

El final del texto evangélico de hoy dice: “Al salir de allí los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente […] tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca”.

La ceguera de escribas y fariseos los lleva a “tender trampas” a Jesús. No es posible tender trampas al que es Camino, Verdad y Vida. En el catecismo de mi infancia aprendí que “Dios no puede engañarse ni engañarnos”. Pidámosle, con corazón sincero, vivir en la verdad.

Virginia Fernandez

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miércoles, 18 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 10,1-9

 

Evangelio según San Lucas 10,1-9
El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.

Y les dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: '¡Que descienda la paz sobre esta casa!'.

Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.

En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

curen a sus enfermos y digan a la gente: 'El Reino de Dios está cerca de ustedes'."


RESONAR DE LA PALABRA


La oración colecta de hoy dice que Lucas fue elegido para que revelara con la predicación y los escritos el misterio del amor de Dios a los pobres. Son muchos los pasajes del Evangelio y del Libro de los Hechos que subrayan ese amor de predilección que inclina a Dios hacia los pobres, los pequeños, los insignificantes…

Mateo, en las bienventuranzas dice “Bienaventurados los pobres en el espíritu”. Lucas sin más “Bienaventurados los pobres”. Nuestras preferencias hacia una u otra formulación, me parece que no tienen mucha importancia, pero lo de Mateo tal vez modere -como una escapatoria o coartada- la exigencia radical… y nos permita algún apego a la riqueza, con tal de que mantengamos “en el espíritu” la pobreza. Nuestra capacidad para la hipocresía o para engañarnos a nosotros mismos es muy amplia… Pero Lucas y Mateo coinciden en recoger el mensaje tal como fue pronunciado por Jesús: el reino de los cielos pertenece a los pobres.

Sucede que la condición de la existencia de todos no es otra que la pobreza radical. Nadie se ha dado a sí mismo su existencia, sus talentos, sus posibilidades, ni y nada de lo que tenemos o creamos tener en el orden de la mera realidad física o en el ámbito del espíritu. Aferrarnos a los bienes de cualquier clase, poner en ellos la seguridad y la confianza nos aleja del reino de los cielos, nos aleja de Dios. Fácil de entender y dificilísimo de poner en práctica. Como difícil seguir al Maestro en sus amores y preferencias. Está muy bien dedicarse a las grandes causas sociales, a la acción de ayuda a los desfavorecidos, al servicio de los más necesitados. Pero ahí también podemos equivocarnos: volcados en la tarea pero llenos de vanidad por nuestras “buenas obras”, expertos en tal o cual especialidad para el desarrollo y el bienestar de las gentes pero sin amabilidad ni atención hacia los que tenemos al lado, en casa o en la puerta de al lado. ¡Cuántas formas tenemos de engañarnos!

Tendríamos que reconocer en el otro a un pobre semejante a uno mismo en su precariedad, reconocer que su pobreza más radical es la misma que la nuestra y aprender a verlo con la mirada de Jesús que encontramos en tantos pasajes del evangelio de Lucas. El relato en el que aparece la Madre del Señor con más delicadeza de matices. María la Bienaventurada que se alegra en Dios porque miró la humildad de su esclava.

Virginia Fernandez

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martes, 17 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,37-41

 

Evangelio según San Lucas 11,37-41
Cuando terminó de hablar, un fariseo lo invitó a cenar a su casa. Jesús entró y se sentó a la mesa.

El fariseo se extrañó de que no se lavara antes de comer.

Pero el Señor le dijo: "¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.

¡Insensatos! El que hizo lo de afuera, ¿no hizo también lo de adentro?

Den más bien como limosna lo que tienen y todo será puro.


RESONAR DE LA PALABRA

San Ignacio de Antioquía

Cuando se lleva a cabo una manifestación, los organizadores ponen el mayor énfasis en resaltar el número de personas que acudieron, contando siempre al alza. Los adversarios hacen lo mismo, pero contando a la baja. Así que una misma manifestación puede reunir a medio millón de personas según los propios o a unos miles según los contrarios. Es lo habitual.

Cuando voy a una Misa un día no festivo, por lo menos en las iglesias más cercanas, lo asistentes pueden oscilar entre los quince y, en el mejor de los casos, los cuarenta. De modo que en el Santo, (el Sanctus "Santo, Santo, Santo" la más importante de las aclamaciones que la asamblea canta -más bien recita- con el propósito de avivar el entusiasmo, clamar con alegría, dar gracias y alabar a Dios) unas voces tímidas, bastante envejecidas en general, se oyen sin dar mucha sensación de júbilo. Si se tratara de una manifestación sería un fracaso sin paliativos. A veces tengo esa impresión. Y, sin embargo… Me contaron hace poco de una mujer que, en una sesión de pastoral para adultos, comentaba exultante el gran descubrimiento gozoso de que a las voces de su pequeña asamblea se unían “los coros de los ángeles” y que la pequeña asamblea estaba reunida en “comunión con toda la Iglesia”, que incluye a todos los santos, (canonizados y anónimos). Exitazo total y lleno hasta el tope, en una Misa de un día no festivo. No es ingenuidad, a mi parecer, es la fe de creer lo que no vemos con una total certeza, entrando con asombro en la realidad misteriosa de la comunión de los santos en la Iglesia.

Celebramos unidos a los ángeles y a todos los santos. Y entre la multitud, hoy destaca San Ignacio de Antioquía. Uno de los primeros mártires, venerado desde el primer siglo de nuestra era y del que se conservan muchos escritos y datos biográficos. Lo más conocido es ese fragmentos de una carta: “Dejadme que sea entregado a las fieras, puesto que por ellas puedo llegar a Dios. Soy el trigo de Dios, y soy molido por las dentelladas de las fieras para que pueda ser hallado pan puro”.

De alguna manera, podemos aceptar y soportar los sufrimientos de la vida en sintonía con los mártires. No siempre los sufrimientos proceden de la persecución por seguir a Cristo, pero siempre podemos presentarlos ofreciéndonos como Trigo de Dios para ser hallados “pan puro” y unirnos al coro de alabanza.

Virginia Fernandez

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lunes, 16 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,29-32

 

Evangelio según San Lucas 11,29-32
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.

Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.


RESONAR DE LA PALABRA


Buscamos señales… Y somos incapaces de verlas. Nos gustaría tener el talismán capaz de producir la solución a cualquier problema: desde lo necesario para llegar a fin de mes sin agobios a conseguir que se detengan todas las guerras. Como a la “generación perversa” no se nos dará más que la señal de Jonás. Jesucristo no lo pone muy comprensible: dice de si que es manso y humilde de corazón, pero también que es más que Jonás y Salomón y aún más: que Él es el camino y que no hay otro. A lo mejor por eso Santa Teresa escribió que la humildad es la verdad.

Pedimos señales, creo, porque no sabemos ver. Seguramente porque no hemos llegado a lo que Chesterton llamó el “Asombro agradecido”. ¿Hay algo más asombroso, más milagroso, más portentoso que la Encarnación del Verbo? Pues no es posible imaginarlo. Y es de ese milagro del que brotan todos los demás milagros cotidianos. Me parece que cuando nos preguntamos el porqué de tantas cosas, en las que no atisbamos ninguna señal de Dios, olvidamos el fundamento de la fe. Olvidamos casi todo lo que repetimos cada semana en la Misa del Domingo: que por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo, se encarnó en Santa María Virgen… Y que su pasión, muerte y resurrección nos alcanzó la redención. Y, lo más maravilloso, que ese sacrificio se renueva constantemente, desde que sale el sol hasta el ocaso, en la celebración de la Eucaristía.

Un ejercicio sencillo para cuando ni entendemos, ni nos aclaramos y no vemos señal alguna: entrar en la primera iglesia que encuentras a tu paso y reposar un poco el corazón frente al sagrario. Asombrarse y agradecer esa presencia milagrosa, esa señal, podría ser la consecuencia inmediata y tal vez nos lleve a ir acostumbrándonos a la hermosa sensación del asombro y el agradecimiento. Porque todo cuando existe remite al misterio. Los cielos cantan la gloria de Dios, dice el salmista. O también: todo cuanto alienta alabe al Señor. Y San Ireneo concluye: la gloria de Dios es el hombre viviente. Y nosotros, seres humanos perplejos y confusos, estamos en esa gloria, pese a todo. Pudiera ser que comenzáramos a ver señales por todas partes: en el ciclo de las estaciones, en un anochecer, en personas alegres y también en los tristes, en un gesto bondad, en un deseo de perdonar y de ser perdonado. Y siempre en vivir en la esperanza que se nos ha prometido.

Virginia Fernandez

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domingo, 15 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 22,1-14

 

Evangelio según San Mateo 22,1-14
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.

Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.

De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: 'Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas'.

Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio;

y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.

Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.

Luego dijo a sus servidores: 'El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él.

Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren'.

Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.

Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.

'Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?'. El otro permaneció en silencio.

Entonces el rey dijo a los guardias: 'Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes'.

Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.


RESONAR DE LA PALABRA

“Muchos son los llamados y pocos los elegidos”

Es bonito ir de boda. Se palpa la alegría, generalmente. Se ve a gente que, a lo mejor, hace mucho que no ves. Y se suele comer (o cenar) bien. Es verdad que, en ocasiones, resulta caro, por los regalos, la ropa y demás. Pero es una buena experiencia. También para los sacerdotes, porque nos ayuda a entender que, en la Iglesia, hay muchas formas de vivir (y de servir) y todas son válidas. Muy validas.

Es más bonito todavía el paisaje que nos presenta la primera lectura. Simplemente idílico. Mucho vino y vino bueno, manjares abundantes, nada de lágrimas y la victoria sobre la muerte. Para siempre. Casi nada. El paraíso para unas tribus nómadas que, en medio del desierto, con dificultad vivían día a día. O para unos exiliados que, lejos de casa, soñaban con una vida regalada, como la que tenían en su Jerusalén natal. A ellos sí les gustaría que los invitaran a ese banquete. Irían sin tardanza, cantando por el camino.

En cambio, los invitados del rey estaban en otras cosas. Se ve que no estaban desterrados. Tenían muchas cosas interesantes que hacer. Uno se fue a sus tierras, otro a sus negocios, a otros se les acabó la paciencia y se liaron a golpes hasta matar a los criados. No sé el poder que tendría ese rey, pero a mí me daría cosa rechazar una invitación de ese calibre. Por lo que pudiera pasar. En fin.

El caso es que no le salió bien el intento de celebrar una gran fiesta a su majestad. Parece que los invitados eran poco receptivos y sufrieron la cólera del rey. Que los mató a todos. Por brutos. Y, con la fiesta ya montada, y el banquete preparado, a buscar nuevos invitados. Dice la lectura que llamaron a buenos y malos. Es que la llamada es universal. La grandeza del rey. Que, como podemos deducir, es la grandeza de nuestro Dios.

Me imagino la sorpresa de los invitados. Vas a lo tuyo por el campo, y, poco menos que a la fuerza, te llevan a presencia del rey. Y a comer y a beber vino de balde. Un honor, aunque hayas sido llamado de rebote. Una invitación que exige responder de forma adecuada. No hace falta mucho para participar en la fiesta. Simplemente, un traje. Por supuesto, en una boda la estrella es el traje de la novia, pero también se mira mucho a los invitados, y a pocas personas normales se les ocurre ir a una boda con pantalones cortos o con playeros. Digo a la gente normal, que raros siempre hay en todos los países. Quien más, quien menos, tenemos una camisa bonita y un pantalón fino, para estos eventos. Un traje de fiesta, y una buena disposición. Que una cara larga desanima al más pintado.

Tú también has recibido de Dios esa invitación a la boda, al banquete, a la fiesta, al recibir la fe. Y me atrevería a decir más, también nos ha dado el traje:

- El traje de la vida, recibida de Dios, aunque tú no la merezcas; y una vida llena de recursos, talentos y posibilidades para que construyas tu felicidad: ¿Te la merecías?

- Nos ha dado también el traje de las personas que están a tu lado, que van acompañando y dando alegría a tu camino. ¿Te las mereces?

- El traje de esta época, una época que te ha permitido adquirir cultura y educación, que cuenta con enormes adelantos en la medicina, en la ciencia, en la técnica; vives en libertad... ¿Te la mereces?

- Conocer a Dios. Un Dios que te quiere simplemente porque Él es Padre y tú eres hijo suyo. Lo has experimentado en tu vida. Te ha ayudado tantas veces. ¿Llevas la cuenta de las veces que te ha dado una nueva oportunidad, las veces que te ha perdonado? ¿Te lo mereces?

- Tienes a Jesucristo que ha compartido nuestra condición humana, que ha derramado su sangre por ti y por todos los hombres para el perdón de los pecados; que te garantiza su presencia todos los días hasta el fin del mundo. Que te ha dado el traje de discípulo, te ha llamado para que seas de los suyos y compartas con Él su misión y su destino. Si lo llevas puesto hasta el final, te asegura la resurrección de entre los muertos. Que te habita, pues ha decidido que seas templo de su Espíritu Santo: ¿Te lo mereces?

¿Te parece raro que el señor se enfade porque uno de los invitados no lleva el traje de fiesta? ¿Te parece raro que el invitado sin traje no diga nada, pero nada de nada de nada? Sabía que no había respondido bien a la llamada del rey. Si viniera Dios a preguntarnos por nuestro traje, ¿qué le podríamos decir? ¿Qué traje llevamos puesto? ¿El de fiesta, o el de andar por casa? ¿El de los domingos, o el roto, ese que usamos para fregar? Sabéis muy bien que no me refiero a las vestiduras exteriores. Hablo del traje interior, de lo que llevamos por dentro.

Ahí quizá nos duela a muchos católicos. Nos vestimos de fiesta, sí, por fuera. Lo de la alegría falta en muchas de las celebraciones, por lo menos, de la vieja Europa. Por fuera estamos vestidos como Dios manda, pero quizá por dentro hay mucho harapo, mucho desánimo. O cansancio. O aburrimiento. O heridas. O…

La fiesta estaba pensada para unos pocos, pero esos se negaron. Perdieron su oportunidad, e incluso la vida. Luego se abre a todos, y todos pueden decidir cómo ir a la fiesta. Todos podemos decidir cómo queremos vestirnos. Pero tengamos en cuenta que el aviso de la semana pasada se repite. A los que tenían la viña, se la quitaron para dársela a otros que dieran fruto a su tiempo. Hoy se nos recuerda que hay que vestirnos con el traje que Dios quiere. Sobre todo, alegría. Que no falte. Dios nos invita a todos a asistir al banquete de la fiesta de su Reino. ¿Estoy dispuesto a aceptar esa invitación, a acogerla sin prejuicios ni condiciones, y a colaborar para que todos participen en ese banquete que nos prepara Dios nuestro Padre? Ojalá sea así. Ojalá queramos habitar en la casa del Señor, por años sin término.

Nuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

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sábado, 14 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,27-28

 

Evangelio según San Lucas 11,27-28
Cuando Jesús terminó de hablar, una mujer levantó la voz en medio de la multitud y le dijo: "¡Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron!".

Jesús le respondió: "Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos.

Dice Jesús en el Evangelio de Mt: “El que hace la voluntad de mi Padre que me envió, ese es para mí mi hermano, hermana y madre”. Cumplir la Palabra (Lc 11, 27-28) es hacer la voluntad de Dios.

María sin duda hizo la voluntad del Padre; su SÍ a Dios fue el hilo conductor de toda su vida. Por eso es más para María ser discípula de Cristo que haber sido Madre de Cristo. Como decían los Padres de la Iglesia: María concibió en la fe antes que hacerlo en su seno.

María es el signo del “nuevo estilo de vida”. Ella fue la que escuchó e hizo lo que Dios le pidió sin titubear ni vacilar. Desde la Encarnación al Calvario su vida fue un SI a la voluntad de Dios que se manifestó en diferentes y variadas circunstancias y situaciones. La vida de María se resume en un inicial y permanente SI a la voluntad de Dios.

¿Cómo vivió María la voluntad de Dios?María creyó que lo aparentemente imposible se realizaría en ella. María cree sin dudar, por encima de toda apariencia, porque para Dios todo es posible.
María después de conocer lo que Dios haría, se entrega en forma absoluta a los planes de Dios. “Hágase en mi según tu Palabra”.
María dijo: “He aquí la esclava del Señor”. Ella es la mujer humilde y dócil, para que se haga en ella todo lo que Dios quiera. Dios vio la humildad de su esclava e hizo granes maravillas por Ella.

La voluntad de Dios es una voluntad amiga, benévola que quiere nuestra realización como una respuesta de amor a su amor, para convertirnos en instrumentos del amor divino al servicio de los demás. Hacer la voluntad de Dios no anula, sino que realiza, no quita sino que da, no disminuye la libertad, sino que la potencia y la hace más autónoma. Por eso dice Jesús “Bienaventurados”, felices, dichosos… los que cumplen la voluntad de Dios.

En Panamá, el Papa Francisco, invitando a imitar el sí de María decía a los jóvenes: “Le podemos decir con confianza de hijos: María, la “influencer” de Dios. Con pocas palabras se animó a decir “sí” y a confiar en el amor, a confiar en las promesas de Dios, que es la única fuerza capaz de renovar, de hacer nuevas todas las cosas. Y todos nosotros hoy tenemos algo que hacer nuevo adentro, hoy tenemos que dejar que Dios renueve algo en mi corazón. Pensemos un poquito: ¿Qué quiero yo que Dios renueve en mi corazón?”

Nuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero Claretiano

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jueves, 12 de octubre de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Lucas 11,5-13

 

Evangelio según San Lucas 11,5-13
Jesús dijo a sus discípulos:

"Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: 'Amigo, préstame tres panes,

porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle',

y desde adentro él le responde: 'No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos'.

Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.

También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.

Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.

¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?

¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!".


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos amigos

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, patrona de España y muy venerada en Iberoamérica. Ella es la Madre que está en medio de nosotros como una columna fuerte y segura para alentar nuestra fe, esperanza y caridad. Ella es la Madre que siempre escucha las oraciones de sus hijos, consuela sus lágrimas y se alegra con sus sueños y proyectos. Ella es la Madre que constantemente nos dice: “Haced lo que Él os diga”, la Madre que nos enseña con su palabra y sobre todo con su ejemplo a obedecer a Jesús en todo.

Jesús suscitaba admiración y entusiasmo en las multitudes por lo que decía y hacía. Y así un día una mujer exclamó: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él le dijo: Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Jesús reconocía que su madre era la más feliz del mundo por ser su madre biológica, -¡cualquier mujer de su tiempo deseaba ser la madre del Mesías, era un privilegio y una honra!-. Pero aún hay una dicha mayor para una mujer: “escuchar y cumplir la Palabra de Dios”, porque quien hace esto tiene en sí a Dios en este mundo y en el cielo. Quien libremente escucha y obedece a Dios es la persona más grande e importante en el reino de los cielos. Ejemplos de esto: María y todos los santos y santas, y esa innumerable muchedumbre de toda raza, lengua, pueblo y nación que están en el cielo alabando y bendiciendo a Dios por siempre y para siempre.

Y le decimos a la Virgen del Pilar estas estrofas del himno de vísperas:
“Esa columna, sobre la que posa leve sus plantas tu pequeña imagen,
sube hasta el cielo: puente, escala, guía de peregrinos.
Cantan tus glorias las generaciones, todas te llaman bienaventurada,
la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos.
Abre tus brazos virginales, Madre, vuelve tus ojos misericordiosos,
tiende tu manto, que nos acogemos bajo tu amparo”.

Nuestro hermano
José Luis Latorre, Misionero -Claretiano

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